martes, 17 de junio de 2025

La locura de Almayer

Portada del libro La locura de Almayer, de Joseph Conrad

Título y autor/a:La locura de Almayer, de Joseph Conrad.
Clave de lectura:Almayer busca una última oportunidad para huir del fracaso.
Valoración:✮✮✮✮✩
Comentario personal:Primera novela de Conrad, digna de todos los elogios.
Música:Camino de la jungla, de Jerry Goldsmith ♪♪♪

Joseph Conrad no escribe, hace magia. ¿Alguien ha abierto un libro suyo sin sentirse inmediatamente transportado a profundidades malayas, penumbras congoleñas o cualquier otro lugar donde el adjetivo «remoto» merezca tal nombre?

Ambientes donde los europeos, muy seguros de sí mismos, se sumergen para no respirar sino vapores de putrefacción.

El comerciante que presta su nombre a esta historia fue una vez joven, cuando se embarcó con el aventurero capitán Lingard. Y, movido por las expectativas, acabó casándose con su heredera, adoptada tras el abordaje y destrucción de un prao pirata.

El capitán estaba convencido de que el interior de Borneo escondía un gran tesoro, oro y piedras preciosas, pero ninguna expedición guiada por él consiguió encontrarlo, y lo único que pudo legar fue su sueño. Una idea cada vez más imprecisa bajo los contornos de la ginebra y los maderos semipodridos que forman el edificio cuyo destino era ser el centro de un emporio.

Paredes que todos llaman ahora La locura de Almayer.

Así, Almayer va envejeciendo a orillas del Pantai, en compañía de una bruja a quien las leyes consideran esposa, rodeado de árabes y un rajá que, lo sabe bien, tras palabras zalameras solo desea su perdición. Incluso una fragata holandesa le amenaza, en pos de quien vende pólvora a manos rebeldes.

Y ese hombre misterioso, el javanés del kris afilado que posee un bergantín, en quien necesita confiar para que financie una última búsqueda en la tierra de los dayaks, ¿no supondrá el peligro definitivo cuando cruce miradas con Nina, su indómita hija? Todo lo hace por ella, para que pueda caminar por las calles de Ámsterdam sin que nadie se fije en sus rasgos mestizos.

Ya en su primera novela nuestro autor recrea como nadie a los portadores de «la carga del hombre blanco», según expresión de otro ilustre contemporáneo como Kipling.

Representantes de una supuesta supremacía carcomida por dentro. Contagiados de una decadencia que comienza por las personas y se extiende a todo lo que las rodea.

Título digno de todos los elogios.


Almayer siguió con la vista la canoa hasta que salió fuera del espacio alumbrado. Poco después llegó hasta él, a través del río, el murmullo de muchas voces. Vio una hilera de antorchas alzarse bruscamente de la ardiente hoguera e iluminar durante un momento la puerta de la empalizada, rodeada de gente.

viernes, 13 de junio de 2025

Oscuridad. Tiempo

Oscuridad. Tiempo

Ignoro ya qué es luz y qué oscuridad.
El tiempo huye,
No reconozco nada de lo que me rodea.
ha teñido sus ramas de negro
La luz duele, ciega los ojos.
y nos ha abandonado
La oscuridad despierta lágrimas de sanación.
sobre un cristal a nuestra suerte.

lunes, 9 de junio de 2025

La vida pequeña

Portada del libro El arte de la fuga, de J.Á. González Sainz

Título y autor/a:La vida pequeña, de J.Á. González Sainz.
Clave de lectura:Colección de pensamientos a raíz de la pandemia.
Valoración:✮✮✩✩✩
Comentario personal:No consigo apreciarlo.
Música:Fuga del Nerone (a 4 voces), de Pablo Queipo de Llano ♪♪♪

Salvo deshonrosas excepciones, creo en las segundas oportunidades literarias.

Es decir, cuando un libro falla en convencerme por el motivo que sea (o soy yo el que le falla a él), no trazo una equis roja sobre el nombre de quien lo firma. No de manera inmediata.

Merece que busque los trazos de su pluma como mínimo otra vez. E incluso una más, si me siento de verdad el culpable.

Así que vuelvo a J.Á. González Sainz, cuyos autodenominados «caprichos o disparates» de Por así decirlo tan poco me gustaron en su momento. Y el desencuentro se repite en La vida pequeña.

No puedo escudarme en razones obvias, de esas que cualquier censor apoyaría («sí, sí, tienes razón, está mal escrito, es pretencioso, gris, resulta aburrido…»). Qué va, goza de muy buena prensa. Lo que entra en juego es la pura subjetividad: el plano mental del autor y el mío no convergen.

González expone la relación entre la persona y el mundo, puesta a prueba en la pandemia de 2020. Le acompañan en sus meditaciones Rilke, Hölderlin, Montaigne o Thoreau. Subtitula el resultado El arte de la fuga.

Cuando termino de leerlo, me siento encallado. Si me dejara dominar por la maldad, diría que habla de vaguedades, que el discurso es demasiado vaporoso y que, a despecho de la metáfora musical propuesta, la fuga, no distingo el punto de reunión hacia el que se dirigen las voces.

Siguiendo con la analogía, a lo que me recuerda es a una rapsodia, en la que no consigo ni entrar ni centrarme, como he señalado. Mala suerte.

Segunda oportunidad, segundo fracaso. Habrá que esperar si a la tercera…


Cambiar, cambiar de ciudad, de horizontes, de casa o trabajo o compañías, cambiar de costumbres y hasta si es posible de actitudes o bien cambiar de lo que sea pero en cualquier caso cambiar se convierte a veces en una verdadera comezón que no nos deja a sol ni a sombra, cuando no en una necesidad lisa y llana.

jueves, 5 de junio de 2025

Día Mundial del Medio Ambiente (II)

Prohibido aparcar

El cielo se refleja en el mar. El mar acaricia la roca.

La roca protege la tierra. La tierra alimenta al árbol.

El árbol da su oxígeno al cielo. ¿Y yo?

Mojo mis manos, camino, me refugio bajo copas verdes, respiro…

¿Qué puedo aportar a todo esto?


lunes, 2 de junio de 2025

El ladrido

Portada del libro El ladrido, de Óscar Muñiz

Título y autor/a:El ladrido, de Óscar Muñiz.
Clave de lectura:Dos hombres perseguidos y armados irrumpen en casa de Juan.
Valoración:✮✮✮✮✩
Comentario personal:Novela con muy buen pulso dramático.
Música:La Romería, de Víctor Manuel ♪♪♪

Un labrador talla madreñas. Su mujer y su hija preparan tortas de maíz. La abuela los acompaña junto al fuego… Y el perro comienza a ladrar.

De improviso, un hombre con chaqueta de cuero negro y una metralleta irrumpe en la casa, intimándolos a guardar silencio. Tras asegurarse de que no hay nadie más, llama a su compañero.

Este entra caminando con dificultad. También él empuña un arma, aunque su resolución se ve disminuida por el gesto de dolor. Han cruzado el río huyendo de la Guardia Civil.

Así abre Óscar Muñiz su novela El ladrido.

El Valiente y Mauro son los últimos representantes de aquellos maquis que, desde hace veinte años, cuando la derrota se convirtió en un hecho, han recorrido los montes de Asturias. Bandoleros, según la acusación oficial.

Y de eso viven, de atracos, violencia y muertes que les permitan disponer de fondos para ocultarse en Francia y volver a cruzar de tanto en tanto la frontera.

Aunque la pericia demostrada para sobrevivir a sus perseguidores puede que se tambalee tras el último golpe. No conocen la zona, no saben si tendrán apoyo. Juan, Ramona, Luz, la anciana, han de evitar atraer sospechas mientras el Valiente se repone de su grave enfermedad o… o…

Quizá el dinero ayude, además de los golpes y amenazas: gracias a él, Juan podrá mercar la vaca de Pin el del Ferreru. Y, con algo más (el saco de los intrusos se adivina lleno), pagaría la renta de las tierras del ama, compraría otras propias, ganado de labor, contrataría jornaleros, plantaría eucaliptos…

Ramona, como Lady Macbeth, no deja de incitarle en sus ensueños.

Por su parte, Luz se siente ofendida de que alguien tan peligroso como el Valiente no parezca fijarse en ella, cuando a los demás hombres, incluidos su novio y Mauro, se les nubla la vista ante su presencia.

El pulso narrativo bajo el cual se desarrolla la acción —o la nerviosa inacción— supone el valor más destacado de esta historia.

En efecto, Muñiz «prende la hoguera» desde la primera escena y es tan hábil como para que su llama nunca disminuya de intensidad: bien por él (a despecho de algunas asombrosas faltas de ortografía que amenazan con embarrar el camino).

El thriller presenta otras virtudes: por ejemplo, la descripción del trasfondo en el que ambos huidos se niegan a rendirse. Hay saltos cronológicos hacia los días de furor del 36 o el 37, pero mucho ha cambiado desde entonces. La gente intenta llevar una existencia tranquila, sacar adelante granjas y negocios, y recela de la antigua guerra.

En definitiva, estoy seguro de que no defraudará a ningún potencial lector.


Ante él tiene a Mauro, con la inseparable metralleta al brazo. Mauro que, ahogado ya por la claustrofobia, se aventura a salir fuera de la casa. Es una imprudencia, desde luego: cualquiera que pase no puede menos de extrañar la presencia de un hombre armado.

viernes, 30 de mayo de 2025

El 51

Tuktuk número 51

Los ojos del 51 aún brillan. Esos ojos azules que tanto han visto.

Golpes, urgencias, caucho quemado, un aire sin aire...

El 51 ignora adónde dirigirse. Y el sonido del silencio lo enloquece.

Pero no dejará de intentarlo, jura. Aún no ha llegado la hora en que...

(A su espalda, sobre la colina, se adivina un bosque de cruces).

Con rumbos infinitos o sin rumbo. Mientras una sola gota alimente sus exhaustas venas.

Los ojos del 51 continúan brillando.


lunes, 26 de mayo de 2025

Torpedos en el Cantábrico

Portada del libro Torpedos en el Cantábrico, de José Ángel del Río

Título y autor/a:Torpedos en el Cantábrico, de José Ángel del Río.
Clave de lectura:Acciones submarinas durante las dos guerras mundiales.
Valoración:✮✮✮✩✩
Comentario personal:Muy documentado y con poco espíritu narrativo.
Música:Western Approaches, de Clifton Parker ♪♪♪

Según avanzo, noto que la presión hace crujir los mamparos. Luces rojas parpadean. Mis nervios se ponen a prueba.

En algún momento, dudo si abrir todos los tubos del blog y lanzar una andanada en abanico.

¿Cómo se puede escribir un libro sobre submarinos y que su quilla roce tanto la monotonía? ¡Impensable!

Pues me temo que así es. Torpedos en el Cantábrico distingue a José Ángel del Río como excelente documentalista —tiene que haber invertido larguísimas horas visitando archivos— y bastante menos buen narrador.

El subgénero de los escualos de acero está representado en sus ámbitos literario y cinematográfico por títulos que abarcan lo épico, lo trágico, lo histórico, lo simpático… Pueden elegirse enfoques casi tan numerosos como las leguas bajo el mar del Nautilus.

La obra de hoy debería unirse a la saga con honores, gracias a la singularidad de su teatro de operaciones; el obstáculo reside en la cuadriculada manera de contarlas.

Submarino beligerante hunde carguero español. Gobierno español protesta (con nota diplomática reproducida de la A la Z). Gobierno del submarino dice que lo estudiará (con nota diplomática reproducida de la Z a la A). Submarino beligerante hunde carguero español. Gobierno…

Sin variación, aparte de los nombres implicados, página tras página: el Marqués de Urquijo y el U 46, el Mercedes y el U 91, el Neguri y el U 152, el Monte Gorbea y el U 512

Adquirimos, por supuesto, conocimiento de actividades opacas, historiales de buques objeto de errores y crímenes en igual proporción, y relacionamos los ataques con los escenarios estratégicos que afectaron a las armadas en liza durante las dos guerras mundiales. Pero un guion tan monocorde lastra lo que ningún autor debería jamás perder de vista: el placer de la lectura.

Por fortuna, algunos capítulos aportan variedad. En concreto, los dedicados al Torelli y el Giuliani, sumergibles italianos que, forzados por averías de combate, recalan en el puerto de Santander en 1942. Las redes aliadas por un lado, y del Eje por otro, comienzan a trabajar para internarlos o propiciar su fuga.

¿Espías y submarinos? Mmmmmm… También destacan las operaciones más o menos subrepticias para reabastecer desde la costa nacional a los Unterseeboote germanos. Ya asoma un poco más la torreta.

Y aquellos incidentes que implican a unidades británicas como el Sceptre, con órdenes de alcanzar a ciertos navíos sin importar bandera o aguas territoriales, contribuyen finalmente a la flotabilidad del conjunto. Por los pelos.

Anoto en el cuaderno de bitácora: ¡abajo periscopio! ¡Tubo uno, fuego! ¡Tubo dos…!


Para el aprovisionamiento del U 21 en la costa gallega se requerían 40 toneladas de gasóleo, 8 de lubricante, 2 de agua dulce y comestibles para mantener a treinta hombres durante diez días. Inmediatamente, los agentes alemanes se pusieron en marcha con el fin de conseguir estas vituallas.

viernes, 23 de mayo de 2025

Nuestro mundo (XXIII)

Niños jugando

Los niños tienden sus manos
entre carreras y gritos de gozo.
¡Son aún tan pequeños!

Ignoran que una mano abierta
puede herirse, que los juegos
de la vida no se juegan así.

Tomar, arrebatar, esa es
la única lección que importa.
Vence el puño del más fuerte.


lunes, 19 de mayo de 2025

Un amor

Portada del libro Un amor, de Sara Mesa

Título y autor/a:Un amor, de Sara Mesa.
Clave de lectura:Un deseo de aislamiento desemboca en una encrucijada vital.
Valoración:✮✮✮✮✩
Comentario personal:Demuestra una habilidad narrativa de quilates.
Música:Pasacalles a 7, de La Musgaña ♪♪♪

Por primera vez leo a Sara Mesa y, guiado por las sensaciones que me despierta Un amor, no encuentro excusa para no unirme a los elogios de quienes la califican de gran escritora.

Nat, la protagonista, se traslada a una aldea remota. Un hurto cometido en su anterior trabajo parece empujarla a la soledad.

Además del casero, de gestos y maneras intimidantes, que para su alarma entra y sale cuando quiere, en las cercanías vive alguien de actitud acogedora: Píter. El hippie, como se le conoce.

También Andreas, silencioso y huraño, cuenta con sobrenombre: el alemán. Cultiva hortalizas.

Roberta, la anciana de la casa amarilla, está perdiendo la conciencia. Su marido, Joaquín, la vista.

Una adolescente despacha en la tienda, aunque ansía abandonar el lugar lo antes posible. Una familia gitana no cuenta para nadie, casi proscrita.

Otra familia con niños acude los fines de semana, tras haber recibido su «chaletito» en herencia.

Sieso, un perro huidizo, acompaña a veces a Nat. Se lo ha proporcionado el casero y quizá lo haya golpeado antes para acobardarlo.

Un día, las goteras causadas por la lluvia se convierten en una catarata y el alemán se ofrece a reparar el tejado (el casero no lo hará, por supuesto) a cambio de…

De que le permita «entrar en ella». Una sola vez, con las condiciones que Nat establezca. Será rápido y delicado. Se trata de una necesidad de su cuerpo, sin ataduras emocionales, desprecio ni aprecio que pudiera abrir brechas o construir puentes entre ambos.

Sin embargo, esa vez se convertirá en la primera de una escalada hacia «algo» que podría salvar el rumbo de su vida. O quizá hacerlo descender más, si ello es posible.

Mesa demuestra una habilidad narrativa de quilates: la corriente de pasiones oscuras que domina las almas, el entorno aislado y angustioso, la vida en forma de laberinto donde unos quedan atrapados y otros alcanzan la puerta que da acceso al premio…

Todas son características que lucen muy bien en mis particulares estantes de excelencia literaria.


En el paisaje castigado por la sequía se diseminan olivos, alcornoques y encinas. Las jaras, pegajosas y humildes, son las únicas flores que salpican la tierra. La monotonía de los campos se rompe únicamente por el contorno de El Glauco, un monte bajo de arbusto y matorral que parece dibujado a carboncillo sobre el cielo desnudo.

viernes, 16 de mayo de 2025

Un beso

Un beso en la calle.

Es solo un beso, lo sé,
ese gesto que tantas veces
proscrito declara el mundo.

Leve abrir de labios,
íntimo roce en fuga
de su prisión de ausencia.

Es solo un beso, rebelde,
y ni leyes, ni jueces, ni rejas
podrán jamás detenerlo.


lunes, 12 de mayo de 2025

El ser mente

Portada del libro El ser mente, de Fredric Brown

Título y autor/a:El ser mente, de Fredric Brown.
Clave de lectura:Si el ser mente consigue avisar a su planeta sobre nosotros...
Valoración:✮✮✮✩✩
Comentario personal:Se deja leer (a pesar de las inverosimilitudes).
Música:La cosa, de Ennio Morricone ♪♪♪

No es la primera vez que Fredric Brown llama a la puerta del blog. Ya tuvo oportunidad de presentarse con un volumen de relatos, Amo del espacio, sobre los que concluí que eran dignos representantes de la Edad de plata en la ciencia ficción.

Demos paso ahora a una novela de su misma mano: El ser mente. ¿Digna también?

En su mundo natal, el ser mente sufre una condena de exilio.

Enviado a un planeta perdido, comienza a explorar el entorno. El «sentido perceptor» le sirve mejor que la vista o el oído, de los cuales carece.

Y, junto a formas de vida inferiores, que podrían servirle para transportar u ocultar el caparazón donde reside su esencia, descubre especímenes con gran potencial como anfitriones.

Quizá esta roca azulada haga que cambie su suerte, a fin de cuentas. Si hallara a un anfitrión con conocimientos para fabricar los dispositivos necesarios, daría aviso a los de su especie. Podrían colonizarla.

Porque los seres mente han evolucionado en un cuerpo propio (aquí los confundirían con algo que llaman «tortugas») pero, sobre todo, se aprovechan del contenedor de otros.

Esperan a que estén dormidos, se introducen en su conciencia, toman posesión en un segundo y… Leales esclavos para lo que necesiten.

La única pega es que, una vez dentro, solo pueden abandonarlos si los anfitriones mueren. Por causas naturales, accidentales o… inducidas.

En el pueblo adonde ha ido a parar, los fallecimientos de algunos habitantes y la anómala manera de comportarse de ciertos animales llaman la atención del doctor Staunton, físico electrónico de vacaciones. Y de la profesora Talley, a quien recurre para tomar notas taquigráficas sobre sus reflexiones.

Dos cerebros humanos (no conviene que se duerman, recordemos) contra el ser mente. ¿Quién vencerá?

Mi impresión: esta historia se aleja de los grandes títulos del género, pero tampoco creo que alcance a los de clase «media-alta».

Lo peor es la falta de verosimilitud dentro del contexto. Porque podemos aceptar que tal organismo aparezca en la Tierra (La invasión de los ladrones de cuerpos, Pánico en el Transiberiano…); no obstante, la perspicacia que distingue a los protagonistas resulta difícil de reconocer sin más.

¿Es normal deducir que existe una amenaza intergaláctica porque un ratón se abalance contra una pareja o un perro se meta bajo las ruedas de un coche? Ni Sherlock Holmes…

En fin, que se deja leer y todo eso, aunque hay que pagar peaje.

Mi amo me ordena que os lo diga y yo os lo digo.


Le habían enviado en algo parecido a un rayo de fuerza (una pobre descripción, aunque prácticamente tan inexacta como sería cualquier otra frase sencilla de nuestro idioma). La transmisión fue instantánea. El ser mente estaba en el proyector y un instante después se encontró junto a un camino del bosque, al norte de Bartlesville, Wisconsin, sin haber experimentado impacto alguno en su llegada.

viernes, 9 de mayo de 2025

El precio de la paz

Trompa musical en un desfile.

A menudo resulta difícil trazar una línea entre violencia «justa» e «injusta», o entre medios moralmente o no aceptables para alcanzar un fin justo.

(Habría que definir aparte la justicia, pero supongamos que tenemos en mente un marco de referencia común).

La guerra, expresión última de dicha violencia, crea su propia moral, y esta comparte apenas el nombre con el concepto que aplicamos en un ámbito civil. Incluso muta según el momento y las circunstancias del conflicto.

¿Tú podrías matar a alguien?, me preguntaban hace poco. Y mi respuesta no fue negarlo como algo propio de monstruos ni plantar los pies con firmeza, aludiendo a defenderme de un peligro que me amenazara a mí o a los míos.

Solo pude contestar que no lo sabía. Y pido con todas mis fuerzas que jamás tenga que averiguarlo.

¿Es lícito entonces fundamentar los valores de nuestras vidas civiles, verbigracia el ansia de paz, sobre la máxima para bellum? ¿Debemos «prepararnos»?

No conozco a nadie, por ejemplo, que no opine que, si se hubiera plantado cara a Hitler en aquella Conferencia de Munich...

Pero claro, pongámonos en la piel de ciudadanos británicos o franceses de la época, con memoria de los gases asfixiantes, las trincheras y el Somme.

¿El Führer quiere los Sudetes? ¡Pues solucionado! Ni sangre, ni sudor, ni lágrimas.

¿Quién habría estado dispuesto a sacrificar sus propias vidas, o las vidas de sus hijos, para que generaciones posteriores disfrutaran de libertad y democracia?

Dicho sin circunloquios: ¿qué precio estamos dispuestos a pagar hoy, hoy mismo, como sociedad y a nivel personal, para que los nuevos Führer que parecen salir de debajo de las piedras (¡oh, la patria, la grandeza de la patria!) lleguen a conclusiones de no agresión dentro de sus cerebros de psicópatas?

En este caso no vale un socorrido «no lo sé»…


lunes, 5 de mayo de 2025

Una filosofía de la resistencia

Portada del libro Una filosofía de la resistencia, de Carlos Javier González Serrano

Título y autor/a:Una filosofía de la resistencia, de Carlos J. González Serrano.
Clave de lectura:No nos dejemos manipular sin resistirnos.
Valoración:✮✮✮✮✩
Comentario personal:«El conocimiento es la auténtica resistencia».
Música:My Name Joe, de David Massengill ♪♪♪

Carlos Javier González Serrano escribe con actitud combativa. Y demanda lo mismo del lector.

Su mirada se posa sobre el mundo en el que nos relacionamos (o ya no lo hacemos, o apenas «virtualmente») y concluye que se aleja del concepto de vida buena.

Una filosofía de la resistencia: el propio título de este libro me parece acertado cuando se refiere a «una» y no «la» filosofía, expresando así que se trata de una posibilidad elegible, no la imposición de un valor moral absoluto.

Hay que tomarse el tiempo necesario para reflexionar. Hay que dar de lado al imperio de lo vacío. A la exigencia social de «disfrutes» tan inmediatos como idiotas.

Emotiocracia e idiocracia se dan de hecho la mano. Podrían ser las palabras estrella de este año, de los pasados y, casi con seguridad, de los venideros.

No podemos esperar que los «poderes» nos ofrezcan orientaciones saludables, ni siquiera que nos inviten a dicho planteamiento reflexivo. El proceso debe partir de nosotros en tanto ciudadanos con todas las implicaciones clásicas del término, no entes de consumo con tragaderas abiertas.

Complacidos o quejosos, narcotizados en cualquier caso entre volutas de humo seudotecnológico que nos impiden el paso siguiente: ¡del pensamiento a la acción!

Pero tenemos que quererlo, repito. Igual que desde arriba no nos van a echar una mano, tampoco la pasividad, el «no hay nada que yo pueda hacer», que parece ser la respuesta a nuestra insignificancia dentro del engranaje, juegan a favor.

¿Hasta dónde coincido entonces con las preocupaciones que afligen a González? ¿Tienen un poso reconocible?

Sí, la respuesta a esto último es positiva: me despiertan inmediata familiaridad.

La «dictadura felicifoide», por utilizar otro término del autor, no se va a dejar vencer tan a la ligera como sobrevuela, con ojo vigilante, nuestras vidas.

«El conocimiento», y ya termino, volviendo a citarle, «es la auténtica resistencia».


En mi experiencia diaria con adolescentes, compruebo con mucha preocupación cómo ciertos ritmos frenéticos y enfermizos, relacionados con procesos económicos —y, por tanto, asociados al consumo rápido, superfluo y desaforado—, están parasitando la psique, las emociones y las acciones de nuestros jóvenes, sumergiéndolos en una dinámica de autoexigencia, vacuidad y malsana competitividad.

viernes, 2 de mayo de 2025

Pimiango (XXIV)

Diente de león

Días después del apagón, me siento a la puerta de casa con una taza de té. Los cables que colgaron inertes de fachada en fachada sirven de columpio a las golondrinas.

Estoy en Pimiango, que es un buen lugar para… Para todo.

He plantado hortensias y calas, que también llaman mantos. He recogido limones. He hundido los dedos en la tierra esponjosa con semillas de flor, de pimiento y de tomate.

El rosal y los geranios me dan los buenos días tan alegres que levanto la mano para saludar junto a ellos al nuevo sol.

Dos gatines no tardan en aparecer, reclamando con maullidos su cuenco de leche matutina.

Aún no he decidido con qué nombre armar caballero al atigrado: Arturo, Merlín, Lanzarote y Perceval ya desfacen entuertos… Quizá Galahad… Sí, el intrépido Galahad, definitivamente.

(La mirada del negro me inquieta: ¿no estaré dando de desayunar a un oculto Mordred?).

Cuando me acerque a La Librería habrá miles de mundos aguardándome. Y sé que algunas personas sonreirán.

Volveré dentro de poco a caminar sobre el asfalto, también lo sé, a descender a esos túneles en los que el tiempo tiene el mismo valor que soplar sobre un diente de león.

Pero hoy no. Hoy no…


lunes, 28 de abril de 2025

Apagón

Instalación eléctrica.

La pantalla del ordenador se funde a negro. La red no funciona.

El teléfono busca cobertura igual que Diógenes con su luz un hombre honesto: sin resultado.

La música enmudece. El café ha quedado frío. Salgo a la puerta guiñando la mirada.

No sé qué espero ver, auroras meridionales o enjambres de drones en lo alto.

Me pregunto si mañana el cielo de abril seguirá siendo tan hermoso.


viernes, 25 de abril de 2025

Algunas cosas cartesianas

Mecanismo de ruedas.

Resumiéndolo mucho, Descartes proponía que de A pasemos a B, de B a C y de C a D. Análisis y síntesis.

A veces se dan saltos, asumiendo riesgos lógicos, como de A a D.

Pero otras veces ocurre que desde A alcanzamos Å, Ω, ∞…

Por no sé qué ruedas y procesos mentales, aunque sí reconozco las demandas físicas, me levanto de la silla a poner una cafetera.

Al girarme, quedo enfrente de la fonoteca. En concreto, compositores centroeuropeos de finales del XIX: Bruckner, Goldmark, Kálman, Lehár, Wolf, Mahler…

Por no sé qué procesos mentales de nuevo, me fijo en una grabación de Eva, la opereta de Franz Lehár, cantada ¡en español!

Mientras la cafetera trabaja en mi necesidad, miro en Internet los avatares de esta partitura y encuentro que la versión hispanizada se estrenó en el Teatro de la Zarzuela en 1913. Su adaptador fue Atanasio Melantuche.

Pincho en el enlace sobre su nombre para informarme de que trabajó como autor dramático y redactor, y su hijastro se llamaba Javier Bueno.

(En la misma página del obituario, en el diario La Época de 18 de julio de 1927, leo sobre la victoria del Real Madrid ante Boca Juniors por dos «goals» a uno aunque, al día siguiente, agotados, les colara cuatro una selección rosarina).

Perdón, que me distraigo. Voy a la página de Javier Bueno en la Wikipedia y repaso su biografía, desde el nacimiento como hijo de la actriz Soledad Bueno y el periodista José Nakens, hasta la sentencia a ser ejecutado en juicio sumarísimo. Septiembre de 1939…

Juicio viene del latín iudicium, compuesto de ius —de donde se deriva iustus, «justo»—, y dicare —«mostrar», «exponer»—. Las balas tenían prisa sumarísima por mostrarse en 1939.

José Nakens también resulta ser parte de la historia (de la prensa y de la grande), debido a su condena por encubridor de Mateo Morral, el anarquista que intentó asesinar a Alfonso XIII. Además de por las cuarenta y siete excomuniones obispales que, según la fuente, se arrojaron sobre los colaboradores de su periódico. ¡Menudo récord!

Por otro lado, aparece documentada la estima que le tenían el médico Gregorio Marañón, el de la parada de metro capitalino (líneas 7 y 10: si vais al Museo Sorolla o al Lázaro Galdiano es la vuestra), o el alcalde José Francos Rodríguez, el de la calle donde salesianos y transeúntes disfrutan de esa cúpula neobizantina tan chula.

En fin, volviendo al austrohúngaro Lehár, por poner algún coto al ∞, escuchemos un aria de Eva: Wär’ es auch nichts als ein Augenblick, en la voz de Joan Sutherland.

El café llena la taza. Calentito y cartesiano.


lunes, 21 de abril de 2025

Meditaciones de un impío

Portada del libro Meditaciones de un impío, del Solitario de Tiñana

Título y autor/a:Meditaciones de un impío, del Solitario de Tiñana.
Clave de lectura:¿Por qué, si el Creador exige fe, nos concede entendimiento?
Valoración:✮✮✮✩✩
Comentario personal:Hay libros cuya mera existencia resulta tan sorprendente...
Música:You Want It Darker, de Leonard Cohen ♪♪♪

Dios es el personaje principal. Y el Solitario de Tiñana quien, sin poder creer en Él —porque la razón que ha insuflado en su criatura, imagen y semejanza, le previene—, no deja de buscarlo.

De intentar entenderlo.

De preguntarle por qué, por qué, por qué.

Si hacemos una búsqueda biográfica del Solitario, difícil será encontrar más referencia que un nombre «real»: Rodrigo Uría y Uría, nacido en Oviedo hacia 1870, que «viajó por el extranjero y por España» y escribió principalmente colaboraciones periodísticas.

A través de las Meditaciones de un impío, dadas a la imprenta en 1918 y disponibles en edición facsímil, le acompañamos en largos paseos en los que todo lo inculcado como base del orden social (un padre en lo alto, unos hermanos mayores que transmiten sus palabras, unos hijos humildes ante los designios) se manifiesta como duda crítica, jamás certeza.

¿Libre albedrío? ¿En serio? ¿La fata morgana que nos salva y nos condena por igual?

¿Libre albedrío en esos ojos negros con los que se cruza, dentro de los que quisiera sumergirse y que, sin embargo, han de obedecer las instrucciones de su confesor?

No, el Solitario no lo acepta. La humildad, el miedo, la obediencia a «su voluntad», atentan contra la luz.

El Dios de la ira. El Dios de la gracia. El Dios de la misericordia. El Dios de la venganza. El Dios mutable. El Dios pequeño.

La Iglesia, avisada del desvarío, le advierte de las consecuencias. Si persevera, la justa ira de la fe habrá de apartarle como a un miembro gangrenado.

¿Justicia? ¿A eso llaman justicia?

Cada día, incluso en forma de sueño, le acerca más al momento en que sea Él mismo quien le juzgue. Ninguno de sus acólitos.

Y quien pronuncie palabras de condena o absolución.

Hay libros cuya mera existencia, más allá del azar al descubrirlos, resulta tan sorprendente…


La juventud es un peligro, la belleza es un peligro, la ocasión es un peligro, el amor es un peligro; el que ama el peligro en él perece. Huye, pues, del amor, de los placeres, de las alegrías, del mundo, en fin, y allá, en las sombras, imponte ayunos, aplícate cilicios, macera el hermoso cuerpo hasta manchar su nieve, rasga el suavísimo cutis hasta teñir su raso.

viernes, 18 de abril de 2025

Tienen que enseñarte

Puente de candados.

Es fama que los productores intentaron expurgar la escena, que hubo condenas de políticos, que todo el musical estuvo en riesgo de prohibirse, pero Richard Rodgers y Oscar Hammerstein, compositor y letrista, no dieron su brazo a torcer.

En South Pacific, que ya comenté una vez, el personaje del teniente Cable hace una breve reflexión: You’ve got to be carefully taught.

Tienen que enseñarte a odiar y a temer, tienen que enseñarte año tras año. Tienen que insistir, taladrando tus pequeños oídos, tienen que enseñarte sin descanso.

Tienen que enseñarte a desconfiar de personas cuyos ojos tengan una forma extraña, de personas cuya piel tenga diferente tono, tienen que enseñarte sin descanso.

Tienen que enseñarte antes de que sea tarde, antes de que cumplas seis, siete, ocho, a odiar a aquellos a quienes los tuyos odian, ¡tienen que enseñarte sin descanso, tienen que enseñarte sin descanso!

Cable se había enamorado de Liat, recordemos, una mujer de piel más oscura. Y la enfermera Nellie acababa de rechazar a Emile por ser padre de dos hijos con rasgos polinesios.

¿Es cierto, una ley natural, como les enseñaron a ambos desde niños, que las «razas» no deben mezclarse?

¿Que a ese lado están los «ellos» y a este los «nosotros»?

El teniente lo niega: no tiene nada que ver con la naturaleza. Es una labor de mucho tiempo la de «educarnos» para, no ya pensar, sino sentir de esa manera.

Sentir, porque el odio es una enseñanza que se introduce subrepticiamente en lo más hondo del espíritu.

Aun así, él no conseguirá superar los prejuicios. Morirá como un héroe durante su incursión en una base japonesa. Un héroe derrotado.

¿Los malditos «ellos» y «nosotros» conseguirán siempre su propósito?


lunes, 14 de abril de 2025

Diario de Job

Portada del libro Diario de Job, de Fernando Savater

Título y autor/a:Diario de Job, de Fernando Savater.
Clave de lectura:En su apartado cráter, rodeado de desechos, Job reflexiona.
Valoración:✮✮✩✩✩
Comentario personal:Quizá autobiográfico, más bien hermético y difícil de apreciar.
Música:Miniatur (einer Seelenreise), de Markus Stockhausen ♪♪♪

Mi respeto por la figura y la obra de Fernando Savater no va a resentirse tras leer el Diario de Job. Ahora bien, en su faceta de novelista me resulta hermético, farragoso incluso. Al menos, en comparación con ensayos o artículos de prensa.

Job se ha retirado al interior de un cráter, donde basuras y restos de todo tipo evidencian la existencia de una sociedad «civilizada».

Su piel leprosa aconseja la cuarentena, aunque no por ello deja de recibir visitas de antiguos amigos. De su mujer. De sueños de hijas. De desconocidos.

Mientras, criaturas que cree identificar como trilobites se desarrollan en las putrefactas aguas del fondo. ¿Solo ellas? ¿No existen otros monstruos? ¿El Ogro?

Se aproxima lo que todos llevan largo tiempo esperando: la Invasión.

Elifaz desciende en su helicóptero. Está cerca del Cosmócrator, a la diestra del poder. ¿Por qué Job no recapacita y vuelve a unirse a ellos? ¿No lucharon acaso juntos para derrocar al antiguo tirano?

Bildad aparece inadvertido. Tan agudo y hedonista… El Hotel debería ser donde Job viviera, junto a los suyos, bebiendo un buen trago, acariciando un pecho hermoso, leyendo a un viejo poeta… Dedicado a la vida buena bajo el sol.

La esposa le zahiere: ¿por qué no acaba de una vez? Se comporta como un egoísta, prefiere mantenerse aparte, dedicado a rumiar sus ocurrencias y «caprichos rituales». Si fuera un genio no tendría que esconderse. Tan feo, tan anormal…

Sofar, exaltado, voz de líder tras su pipa, también le reconviene. Al poder hay que destruirlo porque es el poder, no importa ninguna otra razón, ni la tiranía ni la supuesta tolerancia que ejerza. Recurriendo al terror aunque de ello resulte destruirse también a uno mismo.

Paloma, Acacia y Azabache no llegan a materializarse, pero sus tentaciones tampoco le abandonan en los momentos de fiebre.

Elihú, que posa cerca de su refugio, le pregunta «cómo se lo monta». Le son ajenos el Cosmócrator, los libros, las luchas, las invasiones… ¡Mientras la fiesta no se apague en el Jardín!

Por cierto, ¿son guapos los invasores? ¿Y en qué partido milita Job?

Tras escuchar las acusaciones, tras justificarse cuando le es posible o agachar la tumorosa cabeza, el rumor de cadenas de carros, los destellos, los avisos radiofónicos para cumplir con el deber, confirman que la Invasión ha comenzado.

Es difícil encontrar un puntal alrededor del que tejer la comprensión de todos estos personajes. De lo que simbolizan. De lo que los une y los ahuyenta.

Cuando creemos haberlo conseguido, surgen nuevas neblinas. Detalles que Savater sugiere, nunca explicita (él mismo asumiría el rol de Job, cargándose con «culpas» apenas interrumpidas por flashes de alegría en la niñez).

Incluso el cráter puede interpretarse como epígono de una sociedad de consumo suicida, al tiempo que barro del que resurge la vida.

Por ello, no os echéis este libro al bolsillo un día de prisas. Deteneos. Reposad. Dirigid la mirada más allá de sus líneas. Entreved los fantasmas que atormentan al escritor.

No lo aseguro, pero solo así estaréis en vías de apreciarlo.


Soy del partido de los que creen en la maldad de los ricos, pero sin estar convencido de la bondad de los pobres. Del partido de los que saben que hasta el mejor de los órdenes acaba por pagarse antes o después. Del partido de los que ni recuerdan ni esperan, pero custodian dos o tres principios.

viernes, 11 de abril de 2025

Una leyenda

Iglesia fortificada de Prejmer.

Hace algún tiempo escuché una leyenda. Fue en… ¿Prejmer? Sí, creo que fue en Prejmer.

Vlad, príncipe de Valaquia, señoreaba sus tierras con punta de madera. No puño de hierro, ya que habría gastado una fortuna en forrar los postes que introducía por salva sea la parte a sus enemigos, para volverlos a sacar por la boca y dejarlos así bien tiesos.

Vlad III Draculea. O Vlad III Tepes, el Empalador.

El miedo, mudo, gritaba desde la sombra de cada valaco. Pero…

Sobre el brocal de un pozo, a orillas del camino más transitado, este gobernante dejó una copa de metal amarillo para que los viajeros pudieran beber. ¿Cómo? —pensaréis agrandando los ojos—. ¿Amarillo? ¿Oro de ley?

Exacto, oro de ley. No existía peligro de que lo robaran, pues cualquier delito era castigado ipso facto por la vía del palitroque.

Hasta que, cierto día, una viejecita se acercó sedienta al pozo y la copa había desaparecido. Incrédula, se persignó: ¿qué iba a ser ahora de las buenas gentes?

Porque era la mejor prueba de que Vlad había dejado de existir.

Se acabó el miedo… y empezó el miedo. Los senderos estaban llenos de peligros. Todos miraban a todos con filo agudo en los ojos.

¡Que viene la derecha! ¡Que amenaza la izquierda! ¡Que nos quitan la sanidad y las pensiones! ¡Que nos invaden inmigrantes criminales!

¡Vladistas! ¡Corruptos! ¡Vampiros! ¡Valaquia primero!

Miedo, miedo, miedo… No ha desaparecido desde entonces.

Aunque solo sea una leyenda.

Y qué bonita es la iglesia fortificada de Prejmer.


lunes, 7 de abril de 2025

Safo

Portada del libro Safo, de Alphonse Daudet

Título y autor/a:Safo, de Alphonse Daudet.
Clave de lectura:Una mujer se aferra a un hombre como única meta.
Valoración:✮✮✮✮✮
Comentario personal:Gran ejemplo de la «gran locura humana».
Música:Carmen (Habanera), de Georges Bizet ♪♪♪

Los últimos libros leídos de la época me habían dejado un gusto agridulce, tirando hacia lo agrio. Siempre con un nombre propio en la portada: Spirite, Eugenia Grandet, Effi Briest...

Ah, pero por fin surge uno que expía el tedio y me reconcilia con la novelística del grand siècle. Y también luce un nombre: Safo. Su autor es Alphonse Daudet.

Me permito alabar de inicio muchas de sus características: el planteamiento tan moderno, la fuerza de los personajes, la arquitectura de los ambientes, la impagable crónica social, esa especie de magnetismo para que una página, y otra, y la siguiente, se deslicen ágilmente entre los dedos…

Safo es Fanny Legrand, una mujer que asiste a cierto baile de máscaras en la residencia parisina del mecenas Déchelette.

La misma fiesta en la que se encuentra Jean Gaussin, jovencísimo heredero de una familia de provincias venida a menos. Prepara los exámenes de ingreso al servicio consular.

Otra de las invitadas le envía señas inequívocas para pasar el resto de la noche juntos. Y es atractiva, da un paso en esa dirección.

Safo se cruza de repente. No vayas, le dice.

No sabe de quién se trata, apenas ha conversado unas palabras distraídas con ella. Pero el nudo que los va a unir está casi cerrado.

¿No es costumbre de caballeros, en la buena sociedad, tener una amante? Y dejarla cuando se cansan.

Cien veces intentará Jean ese abandono, como todos le aconsejan.

Cuando descubra su verdadera edad (si Caoudal la esculpió en el 53, ella tenía entonces diecisiete, y ahora corre el año 73…). Cuando conozca, por boca de antiguos «protectores», su éxito como cortesana. Cuando lea las cartas de admiración que guarda en su cofrecillo.

Cuando sepa de Flamant, el hombre encarcelado por su causa.

Y cien veces le será imposible. Fanny, Safo, le ha elegido. Le amará sin medida, se sacrificará, se ofrecerá a él a cualquier precio. Solo le pide permanecer un poco más a su lado. Solo un poco más.

Hasta que anuncie su boda con Irene, que «tiene cara de buena». En ese momento…

«Todos los hombres encontrarán un trozo de su propia existencia», manifiesta Daudet sobre la obra. Los protagonistas son tanto esclavos como timoneles de su destino.

Hoy diríamos que Fanny «acosa» a Jean, que se aprovecha de su inexperiencia, de su carácter irresoluto, para vivir la vida que desea, no la que esa buena sociedad a la que hacía alusión le tiene reservada.

Y probablemente nos equivocaríamos.

No hay violencia en un sentido físico, tampoco exigencias respaldadas por amenazas. Aunque las palabras puedan apretar como sogas.

En cualquier caso, las pasiones, la «gran locura humana» que se desborda en este libro, si me empeñara en reducir su contenido a una sola frase, representan un gran ejemplo literario del XIX, del XX, del XXI y (si el mundo consigue continuar indemne), de todo futuro imaginable.

Un ejemplo sobresaliente.


¿Crees tú que se encuentra dos veces eso de ser amado como yo te amo…? Tienes tiempo para casarte: ¡eres tan joven…! Yo, muy pronto, estaré consumida… No podré más, y entonces nos separaríamos mutuamente.

viernes, 4 de abril de 2025

Agua

Gotas de agua sobre una hoja.

Dicen que llegó en cometas y nos concedió algo nuevo: la vida.

Agua, eso somos. La misma materia que gotas de agua.

Escribimos senderos sobre el haz de una hoja.

Huellas que nos unen y luego nos separan, expectantes, confusos.

A veces convertidos en hielo, frágil a los golpes.

Otras, evaporados por llamas que debemos atravesar.

Al final suplicamos rendición y eso es todo.

Gotas de agua en las que nadie se fija. De las que nadie bebe. A las que nadie da importancia.

El universo donde alguna vez nacimos hace mucho que nos olvidó.


lunes, 31 de marzo de 2025

Un instante eterno

Portada del libro Un instante eterno, de Pascal Bruckner

Título y autor/a:Un instante eterno, de Pascal Bruckner.
Clave de lectura:Expectativas y posibilidades de actuación después de los 50 años.
Valoración:✮✮✮✮✩
Comentario personal:De espíritu y contenido muy aprovechables.
Música:Sinfonía nº 9 (II.Scherzo), de Anton Bruckner ♪♪♪

Lo peor que le puedo achacar a este ensayo de Pascal Bruckner es su abrigo de retórica, algo tupido para mi gusto: incisos, considerandos, oropeles verbales, ítem más… (¿achacar tendrá que ver con achaques?).

Lo mejor que le concedo es que, si conseguimos desnudarlo en términos juanramonianos, su análisis resulta interesante.

Vamos al meollo: Un instante eterno se ocupa de la existencia tras haber cumplido los cincuenta. Esa frontera a partir de la cual uno se hace «maduro».

¿Es el cuerpo nuestro dictador? ¿Sus condiciones motoras? ¿La tersura de su piel? ¿O permanecemos activos siempre que nuestras mentes lo perciban así?

Bruckner considera que no es tanto la vida lo que se ha prolongado en nuestra sociedad, sino la vejez. Ahora bien, junto a inevitables inconvenientes, surgen abiertas oportunidades.

Los epígrafes van desgranando una propuesta: jamás bajar los brazos, no abandonar la intensidad del pensamiento, seguir reconociéndonos a nosotros mismos mediante el esfuerzo, la curiosidad…, la pasión…

Renunciar a la renuncia. Permanecer en la dinámica del deseo. La rutina salvadora. El entrelazamiento del tiempo. Los deseos nocturnos. Eros y Ágape a la sombra de Tánatos.

¡Nunca más, demasiado tarde, otra vez! Tener éxito en la vida, ¿y luego qué? Muerte, ¿dónde está tu victoria? La inmortalidad de los mortales.

Y concluye con un título recopilatorio: Amar, celebrar, servir, en el que insiste que «debemos vivir más allá de nuestros medios físicos, intelectuales y amorosos, como si acabáramos de heredar una inmensa fortuna».

¿Es ello posible?, me pregunto. Intento comparar las premisas del autor a lo que me dicta mi propia circunstancia.

Y sí, claro, cómo no participar de esa idea. Las ganas de «hacer cosas» permanecen despiertas, con la ventaja además de que sean las que de verdad se anhelan, en lugar de las metidas antes con calzador. Ars gratia artis.

El único riesgo por el que Bruckner me despierta media sonrisa condescendiente es la melancolía. El desánimo que surge por los pobres resultados que a menudo obtenemos tras tanto esfuerzo, curiosidad y pasión.

Tentaciones de dejarnos llevar sin dolor, de nadar en lo puramente lúdico, sin preocuparnos por un mundo que no tiene arreglo.

Pero es el precio que le debemos a la pequeña grandeza / gran pequeñez de los sueños humanos, no tiene nada que ver con los años.

Aprovechemos por tanto el espíritu, así como el contenido del libro: Filosofía de la longevidad. ¡Adelante!


Conocer las emociones fuertes, en el sentido más amplio de la palabra, la suerte, el placer, la buena fortuna, disfrutar de todas las bondades del mundo, no está reservado solo a los menores de 50 años. Incluso cuando la carga es grande, todavía hay mucho que hacer antes de que caiga el telón.

viernes, 28 de marzo de 2025

Sol

Gato disfrutando del sol.

Del latín sol, del protoindoeuropeo sauel.

Una estrella enana amarilla (aunque en realidad sea blanca). Núcleo, corona, viento… Hidrógeno y helio.

Cuatro mil seiscientos millones de años en un rinconcito espiral sin importancia.

Nacido de estrellas más antiguas, de su gas y su polvo, volverá alguna vez a ese gas y a ese polvo.

Mientras tanto, hoy, ahora, tras una eternidad bajo cielos inconsolables...

No hay guerras. No hay males. No hay kits de supervivencia. No hay advertencias que acechen al otro lado de los párpados.

Sencillamente, sol.


lunes, 24 de marzo de 2025

Viaje a Rusia

Portada del libro Viaje a Rusia, de Joseph Roth

Título y autor/a:Viaje a Rusia, de Joseph Roth.
Clave de lectura:La temprana Unión Soviética, ¿meta o mausoleo del cambio?
Valoración:✮✮✮✮✩
Comentario personal:De nuevo, los ojos clarividentes del santo bebedor.
Música:Gayaneh (Adagio), de Aram Khatchaturian ♪♪♪

En 1926, Joseph Roth recibe el encargo de dirigirse al antiguo imperio de los zares, ahora país de los sóviets, sobre el que tantos ojos se posan expectantes. El Frankfurter Zeitung desea saber cómo se las apañan sin aristócratas ni burgueses.

Además, la NEP o Nueva Política Económica abre oportunidades comerciales. ¿Con quién hay que negociar? Si los grandes duques conducen taxis en París, ¿qué clase de gente está al mando?

Nuestro autor, acostumbrado al «exotismo» como hijo de las remotas fronteras austrohúngaras, enviará un artículo cada semana para dar respuesta a los misterios. Desde Minsk, Astracán, Tiflis, Moscú, Leningrado… Todos juntos forman el Viaje a Rusia.

Los emigrantes zaristas. El laberinto de los pueblos del Cáucaso. La situación de los judíos en la Unión Soviética. La Iglesia, el ateísmo, la política religiosa. La mujer rusa de hoy. Opinión pública, periódicos, censura. La escuela y la juventud...

Artículos sobre aspectos más allá de las cifras, los discursos, las obras públicas, la propaganda que llega a occidente a través de magníficos filmes.

A Roth le interesa la vida. Y, sobre todo, el espíritu que le sirve de motor. Recorre ciudades y aldeas hablando, preguntando, observando, caminando junto a tipos humanos que intentan adaptarse a los nuevos tiempos.

Y se da cuenta de que se trata precisamente de eso: adaptarse. Las ilusiones con que pudiera haber comenzado el trayecto se diluyen. Los «ideales» quedan… Bueno, para pasado mañana.

No encuentra respuestas a un modelo social equitativo, por mucho komsomol que se anuncie en las pancartas y muchas hoces y martillos en las banderas. Siempre hay que medrar.

El embrutecimiento de las masas se lleva a cabo mediante la alfabetización (paradoja titánica). Es necesario que todos sepan leer y repetir de memoria, un millón de veces, la última consigna del partido.

«La burguesía es inmortal», escribe. Los «hombres NEP» no se distinguen ni en el blanco de los ojos de los caricaturizados capitalistas. Si hay algún lugar en el mundo al que Rusia ansíe parecerse, sería… ¡los Estados Unidos de América!

Un lugar donde Homero no tiene cabida. Lo práctico, lo tangible, lo material, toman el relevo.

Y así, un periodo no lo suficientemente conocido de la historia (las riendas de Stalin están aún a medio trenzar) se abre camino de primera mano.

Gracias a los ojos del santo bebedor.


Puedo entrar libremente en oficinas, juzgados, hospitales, escuelas, cuarteles, calabozos y prisiones, así como entrevistarme con jefes policiales y profesores de universidad. El ciudadano critica con un tono más alto y cáustico de lo que resultaría grato para un extranjero. […] Probablemente la policía secreta sea tan hábil que ni la noto.

viernes, 21 de marzo de 2025

El espejo

Cigüeña reflejada en la laguna.

El gris se apodera de los ojos.
Golpea a la luz, tiene sed
—sed voraz, prisa avariciosa—
de convertir nuestra mirada en bronce.
Un susurro de repente,
un batir de alas sin anunciar,
y obra el espejo, otra vez azul plata,
su sencillo milagro eterno.


lunes, 17 de marzo de 2025

Los amantes tristes

Portada del libro Los amantes tristes, de Eugenia Rico

Título y autor/a:Los amantes tristes, de Eugenia Rico.
Clave de lectura:Tres vidas se entrelazan a través del amor y la separación.
Valoración:✮✮✮✮✩
Comentario personal:Una estupenda novela.
Música:Dérive 1, de Pierre Boulez ♪♪♪

La redacción de Los amantes tristes presenta un rasgo muy característico: sus capítulos son brevísimos, urgentes, como géiseres que expulsan chorros de vapor. Lo contrario de las «novelas río», por ejemplo, con múltiples cursos narrativos desembocando en un ancho cauce.

Eugenia Rico prefiere presentarnos a sus personajes, Antonio, Ofélie y Jean Charles, sin preámbulos. Las experiencias que vivieron los tres en el pasado entroncan con el presente pese a juramentos de no volver a verse jamás.

El destinatario de una beca de violín, nacido en una ciudad con meigas pero sin metro. La mujer sofisticada de piernas infinitas a quien conoce en un fotomatón. El estrafalario amigo —loco, según otras descripciones— que aparta a cualquiera, hombre o mujer, que empiece a sentir por él excesivo interés.

Caminantes por las calles de París, hermosa, sí, pero también falta de piedad hacia los fracasos. Que no suele conceder segundas oportunidades bajo su mortecina lluvia.

En un segundo, el mundo cambia: una llamada nocturna suena desde un teléfono desconocido.

¿Podrá encontrar Antonio a quien fue su más cercano apoyo? ¿Acudirá a su antiguo amor, a quien sorprendió entrelazada con otro hombre?

Ella no te quiere, le había advertido Jean Charles. ¿Estaba en lo cierto o…?

¿Y si fuera Ofélie quien adivina dónde lo retienen, en cierto edificio de las afueras, custodiado por funcionarios de bata blanca, correas y pastillas que anulan la voluntad?

Los aspectos formales a los que aludía, esa urgencia torrencial de palabras, actos y sensaciones, no dan respiro. La autora sabe lo que quiere decir y sabe cómo hacerlo.

La brevedad se convierte en una metáfora de la vida. La inmediatez en el resultado, a menudo egoísta, de las relaciones. El vértigo aparece cuando el control escapa a nuestras manos.

Locura y cordura con el mismo significado en una estupenda novela.


Antonio, Antonio… —No reconocí la voz, pero estaba diciendo mi nombre—. Antonio, tienes que ayudarme.
Clic. La comunicación se interrumpió.