Mostrando entradas con la etiqueta Libros (biografías y memorias). Mostrar todas las entradas
Mostrando entradas con la etiqueta Libros (biografías y memorias). Mostrar todas las entradas

lunes, 10 de marzo de 2025

El falsificador de pasaportes

Clave de lectura: La increíble supervivencia de un judío en la Alemania nazi.
Valoración: ✮✮✮✮✩
Comentario personal: La vida real supera a cualquier novela.
Música: La gran evasión, de Elmer Bernstein ♪♪♪
📖
Portada del libro El falsificador de pasaportes, de Cioma Schönhaus.

En el prólogo a sus memorias, Cioma Schönhaus se refiere a la ley de los grandes números.

La ilustra mediante un agujero en una habitación, del tamaño de un puño: si alguien arroja garbanzos sueltos desde la distancia, casi seguro que no acertará. Sin embargo, al esparcir por el suelo el contenido de todo un saco, el agujero podría acabar lleno.

Que algún judío sobreviviera a la persecución nazi cumpliría así con la probabilidad matemática. Pero que se tratase de él, de él en concreto, no de su padre, su madre, su mejor amigo ni ningún otro a su alrededor…

Increíbles golpes de suerte junto a increíbles descuidos. Habilidad compartida con errores de bulto. Audacia muy semejante a la inconsciencia.

El falsificador de pasaportes relata cómo el autor se encuentra al filo de la cámara de gas, en busca y captura por la Gestapo, y de qué manera consigue evadirse.

Es 1941 y aún no ha cumplido los veinte. Vive con sus padres en Berlín. Las deportaciones se llevan a cabo cada día.

En el proceso no se aplican métodos de una brutalidad asesina, no de forma evidente: los judíos acuden, tras recibir el aviso, a la antigua sinagoga, esperan la llamada del funcionario, firman la renuncia a sus bienes, acarrean maletas con mudas hacia el punto de transporte indicado…

Lo que ocurra en los campos, nadie lo sabe de cierto. Pero hasta entonces prevalece el orden.

Cioma prefiere pasar a una clandestinidad «abierta». Tras emplearse en una fábrica de armas, constata sus dotes artísticas y comienza a copiar sellos oficiales con el águila y la esvástica. Un gran trabajo… de acuarela.

Cartillas de racionamiento, documentación postal, certificados de trabajador imprescindible para la industria de guerra, tarjetas militares… Aunque su actividad sea detectada, siempre se adelanta un paso, aunque sean unos segundos, a la visita de la Kriminalpolizei o, sobre todo, los hombres del abrigo de cuero.

Almuerza en restaurantes de prestigio, donde no se les ocurriría que represente una amenaza para el Estado. Adquiere un bote de vela para navegar por el lago Stössensee.

Su bien más precioso es la bicicleta con la que piensa atravesar la frontera suiza, cuando las delaciones y redadas aconsejen no tentar más a la fortuna.

¿La frontera? ¿No se encuentra vigilada por perros, estacas y alambre de espino? ¿No hay patrullas a cada paso? ¿Es de verdad posible?

Al menos dos aspectos llaman la atención en esta obra, aparte de las puras peripecias. El primero ya lo he mencionado: la obediencia a las normas administrativas tan introducida en la psique, según la cual tal día, a tal hora, alguien ha de acudir a tal lugar para proceder al traslado hacia Auschwitz, Majdanek o Treblinka.

El segundo sería la corriente de resistencia que, sin la admiración alcanzada por movimientos semejantes de Francia, Checoslovaquia o Polonia, no dejó de existir en el corazón del Reich.

Para copiar documentos, el falsificador necesitaba los originales. Y para proporcionárselos, personas con nombres y apellidos arriesgaron sus propios cuellos.

Algunos de ellos aparecen en la última página:

Walter Heyman y Det Kassriel fueron deportados.
[…]
El doctor Kaufmann fue fusilado en Sachsenhausen.
El doctor Meier fue deportado.
Gerda fue deportada.
Mi padre y mi madre, Abuelita Vieja, tía Sophie y tío Meier: ninguno de ellos regresó de los campos de exterminio del este.

Un adecuado recuerdo sobre el bien y el mal cuando en el mundo vuelven a resonar botas de clavos.


lunes, 3 de febrero de 2025

Que el bien os acompañe

Clave de lectura: Experiencias del autor en la Armenia de la época soviética.
Valoración: Bueno ✮✮✮✮✩
Música: Horzham, de Lusine Zakaryan ♪♪♪
Portada del libro Que el bien os acompañe, de Vasili Grossman.

Que el bien os acompañe: en un contexto de títulos señeros, este libro de Vasili Grossman (de los dos que aún tuvo tiempo de terminar) podría considerarse de importancia relativa. Sin embargo…

¡Qué maravillosa evocación nos regala en él!

Qué vívidos se nos presentan los meses que el autor pasó en Armenia, relacionándose con sus gentes, comiendo de su pan, de su jash, bebiendo de su leche y su coñac.

Encargado de hacer una traducción de una lengua que no habla, con el ánimo alicaído tras arrebatarle la KGB el trabajo de su vida (incluyendo hasta las cintas de la máquina de escribir), Grossman se apea del tren de Moscú el 3 de noviembre de 1961.

Nadie viene a recibirle. Ignora su siguiente paso. Lo desconocido le envuelve.

Pero también le abraza.

La ciudad de Ereván, las isbas, las montañas. La piedra —la piedra omnipresente, que sugiere eternidad—, la nieve, la vid. Los bosques, los lagos, las iglesias.

Habla con el catholicós, ilustrado patriarca de Echmiadzin. Habla con el ilustrado ateo amigo suyo que le facilita la entrevista. Habla con un campesino de Tsajkadzor, el padre de Iván el calderero, sobre la bondad necesaria al ser humano.

No trató de convencerme, hablaba con amargura de que las personas no querían seguir la principal ley de la vida: desearles lo que deseas para ti a todos sin excepción, desearlo al margen de la riqueza y la pobreza, de la nacionalidad, de que se profese una fe o no, de la afiliación política o de la no militancia. Si no deseas el mal para ti ni te lo haces a ti mismo, no desees el mal ni se lo hagas a los demás. Ya que quieres algo bueno para ti, deséaselo también a los otros.

Asiste a bodas en las que la aridez del paisaje, la humildad de las ropas, los antiquísimos utensilios, se convierten en nobleza.

Y el talento literario de Grossman no deja de crear. Crea sobre el papel y sobre la retina del lector. Armenia se convierte en un personaje que «respira».

¿Un título de importancia relativa? Quizá, solo quizá.

Un título cuyo valor, eso seguro, no muchos sabrían igualar.


lunes, 3 de junio de 2024

Raíces amargas

Clave de lectura: Autobiografía de un hombre devastado por la violencia. La que recibe y la que aplica.
Valoración: Difícil de calificar en términos literarios. Desde luego, impresiona ✮✮✮✮✩
Música: Al alba, de Luis Eduardo Aute ♪♪♪
Portada del libro Raíces amargas ,de José Vicente Ortuño.

Existió cierta corriente en la literatura española de posguerra denominada «tremendismo».

Se caracterizaba por presentar la vida de una forma violenta, crudísima, con personajes y tramas tallados a martillo, lenguaje de aristas no menos cortantes y sufrimiento generalizado.

Pues bien, el título de hoy, si bien publicado décadas más tarde, pulveriza cualquier ejemplo de tremendismo que yo recuerde.

Raíces amargas es, técnicamente hablando, la primera parte de una autobiografía: la de José Vicente Ortuño.

Nacido en 1933 del atípico matrimonio entre un padre boxeador y una madre de la «buena sociedad» albaceteña, la traición y los ajustes de cuentas comenzaron pronto a marcar su destino.

Al estallar la guerra, Charles Vicente, el padre, se convirtió en uno de los más sanguinarios líderes de milicias de la ciudad. La propia familia de su mujer fue criminalmente diezmada en las checas y prisiones de retaguardia. En 1939, como figura destacada del partido comunista, se exilió a Francia. Hizo caso omiso de sus lazos y allí volvió a casarse.

La sed de venganza de los vencedores no quedó atrás. Alcanzó a la misma María, la abandonada madre, de personalidad arrolladora contra la injusticia, adorada por protectores como El Maestro Barba, Jesús, Vargas el gitano, el Lobo, el Rata…

Un escuadrón de la muerte falangista, visto que no podían acabar por los medios habituales con ella debido a su apellido, se encargó de que el veneno hiciera su labor.

El niño fue creciendo convencido de que, salvo raras excepciones, los seres humanos somos la hez de la Tierra. Todos aquellos que hubieran podido tener relación con el asesinato de María —Basilio, su propio hermano, el más señalado— sufrirían las consecuencias.

Capturado a los diecinueve años y condenado por lo que parecía un intento de asalto al domicilio de uno de esos culpables, la cárcel endureció aún más, si cabe, su determinación.

Y las condiciones de esclavitud en las que ayudó a construir una de tantas presas orgullo del régimen para «redimirse» —un día de trabajos forzados contaba como día y medio de celda—, completaron la metamorfosis. Si quería sobrevivir debía ser aún más inicuo que el más inicuo, más duro que el más duro, más despiadado que…

El rebelde no está en la libertad; el rebelde quiere destruir y matar. La señal de la libertad es el pensamiento, y el que mata no piensa.

Tras fugarse al otro lado de la frontera, reclamado por el padre para ocupar también un puesto en el organigrama del partido, sus avatares políticos se entrelazaron con los personales. La bajeza de los comunistas solo se entendía al compararla con la de los fascistas.

Y cuando esos «camaradas» ávidos de poder comprendieron que no podían ponerle grilletes, organizaron su perdición y previsible muerte a manos de la policía. Siempre viene bien un mártir para la causa revolucionaria.

El volumen finaliza con una persecución a gran velocidad por las calles de Marsella. Si le hubieran atrapado los sicarios... Pero consiguió llegar a un lugar donde refugiarse. Puso su firma en un documento de enganche a la Legión Extranjera.

Más tarde plasmó sus experiencias como paracaidista y «boina verde» en ese cuerpo, donde no dejó de nadar en sangre a cambio de una americana que brillaba por el número de medallas. Pero ese es ya otro volumen, Muertos por una causa muerta.

La verdad, tras la lectura se me ha quedado la boca seca. Destila un nivel tal de agresividad, de ganas de acabar con todo y con todos, que el autor explica a partir de los traumas sufridos en la infancia, como es difícil encontrar por escrito. Navaja y pistola le acompañan.

Aparte de la obsesión hacia su madre —llega a desenterrar el ataud, para espanto de Vargas el gitano, en su deseo de arrancar un mechón de pelo—, y excepto por la presencia de tres o cuatro «hombres justos» que se cuelan en el relato —son más frecuentes las «mujeres justas»—, el mundo de Ortuño parece construido sobre una pesadilla.

E insiste en que no se calla nada, aunque le perjudique, y nos desafía a demostrar lo contrario.

En fin, si alguien más quiere sentir frío sobre los huesos, no podría elegir mejor libro.


martes, 18 de enero de 2022

El mundo de ayer

Clave de lectura: El mundo ilustrado de Zweig, desde la infancia hasta la desaparición.
Valoración: Muy bueno ✮✮✮✮✮
Música: La mujer sin sombra (Aminta! Du süssester Engel), de Richard Strauss ♪♪♪
Portada del libro El mundo de ayer, de Stefan Zweig.

Ojalá millones de personas conocieran El mundo de ayer, de Stefan Zweig, aprendiesen por qué lo escribió, y se comprometieran con el legado humanista que nos regala en sus páginas.

El mundo de ayer es el viaje existencial de su autor, sus memorias, una mirada tan abierta como sensible y apasionada. El retrato de una época que «pudo ser» y que, por el contrario, le condujo a la desesperación del suicidio.

Los recuerdos íntimos, la infancia, la juventud, el aprendizaje sobre sí mismo y lo que le rodea… «Los mejores años de la vida».

Hasta que, llegado un momento, el aire mismo parece detenerse.

Y lo que creía eterno se corrompe. Y las formas de relacionarse se estrechan.

Y se crean bandos. Y es más importante el lugar donde uno ha nacido que su mensaje.

Y los pensamientos se convierten en delirios y las palabras en armas vociferantes.

Viajamos de pie en los pasillos, nerviosos e impacientes, hablando unos con otros. Nadie logró leer o permanecer sentado y quieto, en cada estación nos precipitábamos fuera del tren para recoger más noticias, con la secreta esperanza de que alguna mano decidida contuviera la fatalidad que se había desencadenado.

Zweig pasa del «mundo de la seguridad», la vieja Europa donde escritores, músicos, artistas, habían construido una comunidad de pensamiento internacional ilustrado, al ansia por la destrucción mutua.

De caminar por las calles de cualquier gran ciudad del continente con la misma sensación de confianza, a arrastrarse por las trincheras de la Gran Guerra.

Y quizá habría sido posible la recuperación moral, pero los tiempos venideros aún derribaron los pilares de su pensamiento hasta el polvo. Mejor dicho, el fango.

Un cabo austriaco se hizo con el poder, paso a paso, peldaño a peldaño. Fue aclamado como salvador.

Fue el fin.

Leamos a un hombre hace mucho desaparecido. Mirémosle a los ojos.

Y lloremos con él.


martes, 26 de enero de 2021

Las ciudades blancas

Clave de lectura: Viaje a un mundo que parecía imposible tras la Gran Guerra.
Valoración: Bueno ✮✮✮✮✩
Música: Lo gens cors honratz, de Gaucelm Faidit ♪♪♪
Portada del libro Las ciudades blancas, de Joseph Roth.

En el conjunto de la obra de Joseph Roth, Las ciudades blancas es un libro pequeño tanto por su brevedad como por su importancia relativa. Habría de tardar muchas décadas en ser publicado tras su gestación.

Después de la Gran Guerra, el autor viaja a la Provenza. Huye de un mundo gris y devastado. Quiere conocer Lyon, Vienne, Tournon, Aviñón, Les Baux, Nimes…

Entra en ellas y recorre sus calles, sus plazas, sus monumentos. Observa a quienes las habitan. Camina por el tiempo, por el presente y el pasado.

Y escribe. Escribe…

Lo que ve y lo que siente.

Las voces de los antiguos romanos, las canciones de los trovadores medievales, la poesía de Mistral…

En general, aquí no resulta difícil amar. El amor se coge al borde del camino. Crece en abundancia como los frutos más exquisitos. La tierra está llena de jugo y de energía. El arbusto los alimenta a todos. Se puede dormir al raso. ¿Aunque alguien quizá anhele un techo? Todo el mundo tiene el sol. ¿Aunque alguien quizá llore por un poco de sombra?

Ecos que aún resuenan en lugares donde «cada persona, joven o vieja, lleva cinco razas en su sangre, y cada individuo es un mundo de cinco continentes». Donde «todos entienden a todos y la comunidad es libre, no obliga a nadie a adoptar una postura determinada».

Y gracias a un libro tan pequeño, nuestra ilusión se hace un poco más grande.


lunes, 20 de julio de 2020

¡Escríbelo, Kisch!

Clave de lectura: Diario de un soldado en los primeros meses de la Primera Guerra Mundial.
Valoración: Bueno ✮✮✮✩✩
Música: Unter dem Doppeladler, de J.F. Wagner ♪♪♪
Portada del libro ¡Escríbelo, Kisch!, de Egon Erwin Kisch.

Al principio, muchos se las prometían felices. En una estación berlinesa, a punto de coger un tren para incorporarse a su regimiento en Praga, Egon Erwin Kisch escuchó a miles de personas cantar jubilosas.

Era el 29 de julio de 1914, en medio de la movilización general. Dos días más tarde, el viernes 31, hizo la primera anotación en su diario.

¡Escríbelo, Kisch! Con este título lo publicó años más tarde.

Nos cuenta que fue enviado a conquistar Serbia, tras el asesinato del archiduque Francisco Fernando en Sarajevo.

Igual que él, los reservistas austríacos, checos, húngaros, croatas…

Empujados por políticos grandilocuentes y liderados por oficiales de incompetencia criminal, todos entraron en el infierno.

Avances, retiradas, desastres, sinsentidos, miserias y, sobre todo, muerte, quedaron reflejadas en cada página, sin poder escapar de la espiral.

De pronto, la tierra se levanta como si se hubiera originado un terremoto, el aire silba, la gorra sale volando de mi cabeza, trozos de tierra caen sobre mi rostro. Me vuelvo. El maestro de armamento yace con la cabeza destrozada, la sangre ha salpicado hasta mis pies y, tras él, empotrada muy honda en el suelo, la granada. Una granada que no ha estallado.

Hasta que no volvió a haber cantos jubilosos.

Hasta que solo se trató de subsistir.


lunes, 2 de marzo de 2020

Ganarle a Dios

Clave de lectura: El gueto de Varsovia y el significado de su levantamiento.
Valoración: Bueno ✮✮✮✮✩
Música: Sinfonía nº 3 (II. Lento e largo), de Henryk Górecki ♪♪♪
Portada del libro Ganarle a Dios, de Hanna Krall.

El levantamiento del gueto de Varsovia en 1943 es el hilo conductor de Ganarle a Dios.

Y los pequeños detalles personales, las conversaciones con testigos cuyos recuerdos pueden incluso resultar diferentes sobre los mismos hechos, son la manera con la que Hanna Krall nos sumerge en aquel episodio.

Tampoco pretende narrar la lucha en sí misma, los preparativos, el desarrollo, la «derrota». Al menos, no de forma lineal.

Lo que busca es unirnos en espíritu a supervivientes cuya existencia podría haber desaparecido en una fracción de segundo, tan fácilmente como lo hicieron miles de otras a su alrededor.

Fracciones de segundo y todo acabó. Sangre, heroísmo, la última voz sobre la Tierra de los condenados…

Con nombres y apellidos como el doctor Marek Edelman, que deben escribirse y pronunciarse en recuerdo de su sacrificio.

Mi deber consistía en salvar el mayor número posible, y una vez me di cuenta, de pie junto a aquella planta, de que, en realidad, era el mismo deber que allí, en Umschlagplatz. Allí también estaba junto a la puerta y salvaba a unos pocos del total de condenados.

Una llama eterna.


sábado, 15 de febrero de 2020

Una mujer en el frente

Clave de lectura: La maldad rompe sus diques gracias a la guerra.
Valoración: Es difícil «poner nota» a algo así ✮✮✮✮✮
Música: A fényes nap immár lenyugodott, de Holdviola ♪♪♪
Portada del libro Una mujer en el frente, de Alaine Polcz.

Un puñetazo en el rostro. Súbito. Inesperado. Sientes parte de su dolor.

Ese es el impacto emocional por leer Una mujer en el frente.

Casi cincuenta años después, Alaine Polcz rememora y comparte con nosotros sus vivencias en la Segunda Guerra Mundial.

Quizá no tenga sentido distinguir entre grados de sufrimiento. ¿Era ella más o menos inocente, más o menos merecedora que cualquier otro de librarse de la crueldad desatada?

Y aun así, su historia, oculta tras la gran estadística de las enciclopedias —ofensivas, contraofensivas, «liberaciones»—, es la de una portadora de luz para continuar viviendo con optimismo cuando parece que ya no vale la pena.

La historia de una superviviente, en sentido físico y espiritual.

Jovencísima, recién casada en marzo de 1944 con alguien que, llegado el momento, se mostrará indigno, Aline ve cómo el frente se transforma, de un escenario lejano, a asolarlo todo en derredor.

Los fascistas húngaros. Los nazis alemanes. El Ejército Rojo, ávido de venganza.

La primera violación. La segunda. La tercera…

Limitaron el tiempo que le tocaba a cada uno. Miraban el reloj a la luz de un fósforo y midieron el tiempo. Se dieron prisa. Uno preguntó: «Dobre robota?». No me moví. Pensaba que esta vez moriría. Naturalmente una no muere. Excepto si le rompen la columna, pero tampoco muere inmediatamente.

Nadie compartirá su carga. Si es necesario volverán la cabeza, cubrirán sus ojos, sus oídos y su boca. No querrán saber nada.

Hay una escena que termina de derrumbarnos.

Tras conseguir llegar a Budapest y reencontrarse con su familia, comienzan a cenar y la madre pregunta si los rusos también han forzado a las mujeres de su ciudad natal. Ella asiente.

«Pero a ti no te llevaron, verdad?», continúa la conversación.

Le cuenta que sí, que a todas. ¿Por qué se había dejado? Porque la pegaban. ¿Fueron muchos? Llegó un momento en que no pudo contarlos.

La madre protesta: no debe hacer bromas tan pesadas, al final se lo van a creer. Solo es posible que se llevaran a las que eran unas putas, y su hija no es como ellas. «¡Di que no es verdad, dilo!».

No se me ocurre qué otros aspectos comentar sobre este libro.

Un puñetazo...


jueves, 21 de noviembre de 2019

Mi Europa

Clave de lectura: Existió una Europa de grandes esperanzas… y grandes decepciones.
Valoración: Bueno ✮✮✮✮✩
Música: Réquiem Polaco (Chacona), de Krzysztof Penderecki ♪♪♪
Portada del libro Mi Europa, de Czeslaw Milosz.

Tiene una extraña belleza.

Una belleza del pasado. Como el lienzo de un maestro cuyos colores quizá hayan perdido su brillo, pero no la esencia de su mensaje.

Reflexiva. Melancólica. Elegante.

¿Triste? Cierto, una belleza triste. Por todo lo que pudo haber sido y aquello que por el contrario fue.

Esa es la atmósfera que nos envuelve cuando leemos Mi Europa, de Czeslaw Milosz.

Recuerdos, brumas de un mundo nacido para él de las cenizas, cuando la primera guerra decidió que algunos se llamarían polacos y otros lituanos.

Las familias habrían de repartirse a cada lado de las nuevas fronteras.

Y sus profesores les hablarían de glorias patrias y miserias al cruzar esa línea. Las naciones también se construyen en las aulas.

Milosz creció, hizo amigos, viajó, con una mochila y una canoa, para conocer por sí mismo el resto del continente…

Experimentó de primera mano el ascenso del comunismo y del nazismo.

Estuvo a punto de morir tantas veces… Si no relatara con esa naturalidad cómo escapó de todas ellas, apenas podríamos creerlo.

El tono de la metralla al estallar es seco y plano. Aquella mañana en la granja en aquella llanura despejada me puse a toda prisa los calzoncillos para correr hacia la ventana. Era una visión muy extraña. A la distancia de un tiro de piedra estaba la hierba y después ya no estaba. Saltaba por los aires, cayendo en trozos de fango, y en su lugar se abrían unas grietas desiguales, una diferencia muy marcada entre el marrón y el verdor. Todo a mi alrededor se fundía en un lamento.

Y fue, tras la segunda guerra, tras haber sido elegido por los nuevos gobernantes de Varsovia para ejercer cargos diplomáticos, con el prestigio que daba la victoria, cuando comprendió que… no… No era eso.

No deseaba pertenecer a ningún lugar cuyo precio fuese una mente cautiva.

Quienes le habían jaleado en los círculos avant-garde le miraron desde entonces con desdén. Incluso le llamaron «traidor».

El Nobel de Literatura aún tardaría unos años en llegar.


miércoles, 27 de febrero de 2019

El olor humano

Clave de lectura: Hungría 1944: un nuevo paso hacia la locura.
Valoración: Bueno ✮✮✮✮✩
Música: Cuarteto nº 5 (II.Adagio molto), de Béla Bartók ♪♪♪

Imaginémonos en su lugar.

Llevamos una vida más o menos acomodada, con relaciones sociales y prestigio profesional. Hay quienes enseguida reconocen nuestro nombre.

A pesar de ciertas leyes discriminantes, como las relativas a los transportes públicos, la enseñanza superior o la compra de alimentos, no se puede decir que suframos de persecución.

No de forma absoluta. Aún no.

Somos europeos. Somos húngaros. Somos judíos.

Pero es octubre de 1944 y los fascistas toman definitivamente el poder.

En El olor humano, Ernő Szép rememora las semanas transcurridas desde que le ordenaron dejar su residencia en Budapest, en un hotel de la isla Margarita, para alojar a las tropas de ocupación.

Primero un edificio con estrella amarilla en la puerta. Después la deportación a pie hacia un campo de trabajo.

Los más débiles no sobreviven. Incluso tener una «apariencia distinguida» es motivo para los golpes de odio de los guardianes.

Y entonces el comandante retrocedió un paso y le arreó una patada en el estómago al Dr. L., que se tambaleó, pero sin embargo no llegó a caer. Fue un milagro, teniendo en cuenta la brutal patada. El comandante volvió a avanzar hacia él y le golpeó la cara. Y otra vez, hasta seis o siete veces.

Quizá los salvoconductos emitidos por Suecia, Suiza o Portugal sean la última esperanza. Pero, ¿los respetarán los cruces flechadas?

Un gran escritor y un gran testimonio.


sábado, 22 de mayo de 2010

El diario de Géza Csáth

Clave de lectura: Proceso de enloquecimiento del escritor Géza Csáth.
Valoración: ✮✮✩✩✩
Comentario personal: Un burgués decadente… y poco saludable.
Música: Rapsodia húngara nº 2, de Franz Liszt ♪♪♪
📖
Portada del libro El diario de Géza Csáth.

Géza Csáth era primo de mi admirado Dezső Kosztolányi, lo que significa genes familiares de gran escritor. Además componía música, tocaba el piano y el violín, pintaba, era médico, psiquiatra...

En el prólogo a El diario de Géza Csáth, título bajo el que se han publicado sus fragmentadas memorias, se señala que fue un autor prohibido en Hungría durante la época comunista, debido a su catalogación como «burgués decadente».

En realidad, más que decadente, lo que ocurrió es que no estaba bien de la cabeza. Este libro es una descripción en primera persona de su proceso de locura.

Comienza cuando se instala en la consulta del balneario de Stubnya, donde cualquier paciente, enfermera, camarera, visitante, madre, hija, sobrina, soltera, casada, viuda, era incapaz de resistirse a su pasión. Aparte de su prometida oficial y futura esposa, claro está.

Página a página, sigue relatando la gran juerga. Y no tarda mucho en hacerse visible una coprotagonista: la morfina.

Sin problemas para conseguir la droga, dada su profesión, Csáth se convierte en un yonqui antes de que se hubiese inventado la palabra. Cada vez más dosis, cada vez placeres más desaforados...

Sólo Olga me consuela entre tanta pena y miseria, mejor dicho, me consolaría si no me sintiera culpable continuamente ante ella por el veneno, y no me preocupara su fidelidad en el futuro. A menudo me dominan los presentimientos de que no tendré un matrimonio feliz con esta mujer, de que me engañará vilmente, aunque hoy la encuentre amable, paciente y dulce.

Al final, paranoico perdido, mata a su mujer y se suicida.

Un señor complicado, por decirlo suavemente.


domingo, 28 de junio de 2009

Groucho y yo

Clave de lectura: La parte contratante de la primera parte...
Valoración: ✮✮✮✮✩
Comentario personal: Oh, sí.
Cine: Escena de Una noche en la ópera
📖
Portada del libro Groucho y yo, de Groucho Marx.

El señor Julius, conocido fuera de su casa como Groucho Marx, escribió en 1972 su autobiografía Groucho y yo. Después de haber comentado sus Memorias de un amante sarnoso, ¿cómo no adquirir este libro, con manos temblorosas, cuando me topé con él?

Las andanzas de nuestro personaje no empezaron en la gran pantalla y ni mucho menos acabaron allí. Nacido en el seno de una amplia familia sin demasiados recursos, comenzó joven en el mundillo de la farándula, después de fracasar como chico de repartos.

Fue acumulando experiencia en teatros locales, participando en espectáculos de variedades a los que pronto se unieron sus hermanos Harpo, Chico, Zeppo y Gummo.

Hasta que por fin conseguió debutar y triunfar en Broadway, gracias a la financiación de un empresario de galletas saladas que quería ver a su amante en escena.

Me avergüenza decirte la edad que tenía cuando descubrí que un ginecólogo es un médico que hace cosas misteriosas con las mujeres (también hay otras personas que hacen cosas misteriosas con las mujeres, pero hasta ahora no he descubierto cómo se les llama en público).

El dinero fluyó en abundancia. Después se volatilizó, en el año 29. El cine sonoro se impuso al mudo y muchas, muchas más cosas ocurrieron: Sopa de ganso, Un día en el circo, Una noche en la ópera...

Oh, sí.


miércoles, 18 de febrero de 2009

Viaje en torno de mi cráneo

Clave de lectura: Lucha contra un tumor cerebral desde una perpectiva muy particular.
Valoración: ✮✮✩✩✩
Comentario personal: Pesado.
Música: Suite de Háry János (IV. Batalla y derrota de Napoleón), de Zoltán Kodály ♪♪♪
📖
Portada del libro Viaje en torno de mi cráneo, de Frigyes Karinthy.

Frigyes Karinthy empezó escuchando ruidos extraños en su cabeza y, después de muchas vueltas, la cosa acabó en tumor. De manera que se le ocurrió escribir Viaje en torno de mi cráneo.

Ya que siempre había destacado en el ámbito humorístico, fue ese el enfoque que prefirió para relatar sus andanzas de galeno en galeno, así como los cambios que sobrevinieron en su relación con familia y amigos debido a la enfermedad.

Finalmente se trasladó a Suecia, donde un tal doctor Olivecrona se hizo cargo del caso, aparentemente con gran éxito.

Cuando mi profesora de húngaro me vio con el volumen en ristre, me dijo que Karinthy era muy famoso en su país, pero ella nunca había osado leerlo por considerarlo «demasiado difícil».

Pues le concedo bastante razón. De hecho, reconozco que me costó avanzar: un capítulo un día, pausa, medio capítulo, otro receso, cuarto y mitad al siguiente...

Se ponen a estudiar mi olfato y se preocupan de si soy capaz de diferenciar, por el olor, el ajo de la fresa silvestre. Luego examinan mi paladar para saber si no confundo las sensaciones del gusto. Por fin me preguntan cosas muy raras, a las que tengo que contestar sin reflexionar: me hacen sumar y restar, toman una prueba caligráfica de mi puño y letra, y acaban por preguntarme si sé quién era Napoleón.

Vamos, que es de esos libros que se suelen considerar obras maestras y a mí, por el contrario, me parece... No sé, pesado. Pero nadie debería hacerme caso: cuando el río suena, agua lleva.


sábado, 6 de diciembre de 2008

El cuaderno de Rutka

Clave de lectura: Diario de una víctima del Holocausto.
Valoración: ✮✮✮✮✩
Comentario personal: Para ayudarnos a no olvidar.
Música: La lista de Schindler, de John Williams ♪♪♪
📖
Portada del libro El diario de Rutka, de Rutka Lashier.

El cuaderno de Rutka es un diario, escrito entre enero y abril de 1943 por Rutka Lashier. Tenía catorce años, era polaca y judía. Fue asesinada en Auschwitz.

Sus páginas, igual que las legadas por Ana Frank, no se pueden leer como literatura al uso.

Quiero decir que no se trata de memorias destinadas en origen a que otros pudiéramos conocerlas, sino de pensamientos íntimos propios de una chiquilla de su edad: deshojar si le gusta o no Janek, aventurar a quién dará su primer beso, describir una tarde pasada en compañía de amigos...

Aunque, tras esa inocente mirada sobre lo cotidiano, se deslizan los demás aspectos de su vida bajo la ocupación nazi. Esos que irán ahogándola, cada vez con mayores signos de vileza hacia ella y su comunidad, hasta sus últimas anotaciones.

Los niños, vestidos con harapos, tienden las manos hacia los transeúntes con gesto de súplica para pedir limosna. Estas criaturas son el estigma del lúgubre gueto. Los padres han sido deportados y los pequeños han quedado abandonados a su suerte, condenados a vagar por las calles.

Por otro lado, dada la brevedad del texto conservado, me parece un acierto de la edición haber añadido ensayos que explican las circunstancias en que lo redactó su autora, cómo volvió a salir a la luz y una interesante historia de los judíos en Polonia.

Todo se convierte, en fin, en la mayor lección del libro: jamás de nuevo. Jamás el olvido.