domingo, 26 de febrero de 2012

El compromiso

Clave de lectura: Desventuras de un reportero en la Estonia soviética.
Valoración: Bueno ✮✮✮✮✩
Música: Voces del universo, de Urmas Sisask ♪♪♪
Portada del libro El compromiso, de Serguey Dovlátov.

El compromiso es una novela con gran contenido autobiográfico de Serguey Dovlátov. Su alter ego protagonista es un reportero que cubre noticias «de interés público» para el periódico Estonia soviética.

Tarea nada sencilla, ya que el redactor jefe detecta fácilmente errores ideológicos en sus textos. Cuando presenta a su aprobación que especialistas de Dinamarca, Finlandia, Hungría, Polonia, RDA, etc., se han reunido en el VII Congreso de Estudios Escandinavo-Fineses, podría interpretarse como un mensaje contra el partido.

Primero tiene que ir la URSS en el listado, por supuesto. Luego los países «demócratas», en medio los neutrales y al final los del bloque capitalista.

Ah, y cuidado con mencionar a Hungría antes que a la más ortodoxa RDA. Si llegara a ser calificado como disidente por estos detalles, su vida se convertiría en un cúmulo de incomodidades.

De manera que van sucediéndose sus aventuras y las de sus compañeros en pos de los encargos «desde arriba».

—Guiénrig Fránzevich, se le ha rasgado el trasero de los pantalones.
Turonok se aproximó con calma a un enorme espejo, se inclinó, hizo su comprobación y dijo:
—Compadre, hágame un favor… Le daré aguja e hilo. Los tengo en la caja fuerte. Apelo a su amistad, no al deber. Sólo necesito unas puntadas. Después de todo, no puedo pedírselo a Plyujina…
Galia Plyujina era la diva sexual del periódico. Tenía una voz de gracia estudiada, como una cantante de ópera. Y esa estúpida costumbre de morder… Pero estoy divagando otra vez.
[…]
Resumiendo, le cosí los pantalones. Tampoco es el fin del mundo.

Por ejemplo, hay que reseñar el nacimiento del habitante 400.000 de Tallin en el aniversario de la «liberación» de la ciudad (para lo cual es bastante complicado encontrar a un bebé presentable y que su madre quiera llamarlo con el histórico nombre de Lembit, que debe de tener la importancia de Sisebuto o Recaredo).

O describir el estajanovista entusiasmo con que los buzos dragan el fondo del puerto (para encontrar la dentadura de oro que se le ha caído al agua al encargado del taller).

También, entrevistar a una lechera que bate plusmarcas de producción gracias a las sabias disposiciones del Comité Central (hay que darse prisa en redactar la carta que lo anuncie al camarada Brézhnev, porque la respuesta de Moscú con la felicitación ya ha llegado). Y así de continuo.

Irónica, mordaz, divertida, son algunos calificativos que la obra merece. Como habré dicho en alguna ocasión, los regímenes que pretenden decidir lo que sus ciudadanos deben leer, escribir o pensar sirven por el contrario de acicate a las imaginaciones rebeldes.

Dovlátov fue un ejemplo más.


domingo, 19 de febrero de 2012

E lucevan le stelle

La estrella del norte de todo aficionado a la ópera, al canto, a la cuerda de tenor, de quienes nunca han amado tanto la vida.

Tosca, de Puccini. Aria de Cavaradossi.


domingo, 5 de febrero de 2012

Budapest

Clave de lectura: José Costa no es José Costa, sino... Kósta Zsoze.
Valoración: Bueno ✮✮✮✮✩
Música: O que será, de Chico Buarque ♪♪♪
Portada del libro Budapest, de Chico Buarque.

Budapest, Budapest… La gran Plaza de los Héroes, el Parlamento, el Puente de las Cadenas, la Avenida Andrássy, el Bastión de los Pescadores, las olas rompiendo en la ensenada de Botafogo, el cerro Corcovado…

¿Cómo? ¿Que me he hecho un lío? No, de ninguna manera, estoy seguro. Budapest… ¿No se titula así una novela del cantautor brasileño Chico Buarque?

Ya sabéis: O que será, que será, que andam suspirando pelas alcobas, que andam sussurrando em versos e trovas

La figura central de sus páginas, José Costa, no consigue ser feliz. Se dedica a escribir por encargo de otras personas: discursos, artículos, libros que quizá se hagan famosos y en los que su nombre nunca aparecerá.

Llega tarde habitualmente a casa y, como consecuencia, su matrimonio con Vanda se resiente.

Tras asistir a una convención internacional de «autores anónimos», hace escala en Budapest, donde escucha por primera vez una lengua de sonido extraño: el húngaro.

De vuelta en Río de Janeiro, la rutina parece continuar. Pero solo «parece». Porque José Costa comienza a hablar en sueños, y no lo hace en su portugués materno.

No sabe por qué, es incomprensible, pero necesita ahondar en ese otro idioma que vive en su interior. Así que vuela de nuevo a la ciudad del Danubio, donde encuentra a Kriska. Ella será su profesora… y algo más.

Debería estar prohibido burlarse de quien se aventura en una lengua extranjera. Cierta mañana, al bajarme del metro por error en una estación azul igual a la de ella, con un nombre semejante al de la estación próxima a su casa, telefoneé desde la calle y dije: estoy llegando casi. Supuse en el mismo instante que había dicho una burrada, porque la profesora me pidió que repitiese la oración. Estoy llegando casi… había probablemente un problema con la palabra casi. Sólo que, en vez de señalar el error, ella me hizo repetirlo, repetirlo, repetirlo, después soltó una carcajada que me llevó a colgar el teléfono.

Mientras tanto, Vanda progresa en su propia carrera. No se resigna a esperar llorosa, abrazada al pequeño hijo de ambos, el retorno de José.

Él lo abandona todo. Kósta Zsoze será su identidad magiar de ahora en adelante. Un nombre distinto para un hombre distinto. Aunque… quizá algún día haya de regresar a Brasil y se encuentre con ciertas consecuencias que ni mil vidas podrían hacer desaparecer.

Mi comentario es que se trata de una obra estupenda. Refleja con maestría cómo una personalidad salta fuera de sus goznes aunque crea conocerse a sí misma. De qué manera todo puede dar vueltas en la vida cuando menos nos lo esperamos.

Quizá el final resulte desconcertante, también es cierto, o al menos a mí me lo parece. Pero insisto: sus méritos están sobradamente en el lado bueno de la balanza.