Valoración: Bueno ✮✮✮✮✩
Música: Voces del universo, de Urmas Sisask ♪♪♪
El compromiso es una novela con gran contenido autobiográfico de Serguey Dovlátov. Su alter ego protagonista es un reportero que cubre noticias «de interés público» para el periódico Estonia soviética.
Tarea nada sencilla, ya que el redactor jefe detecta fácilmente errores ideológicos en sus textos. Cuando presenta a su aprobación que especialistas de Dinamarca, Finlandia, Hungría, Polonia, RDA, etc., se han reunido en el VII Congreso de Estudios Escandinavo-Fineses, podría interpretarse como un mensaje contra el partido.
Primero tiene que ir la URSS en el listado, por supuesto. Luego los países «demócratas», en medio los neutrales y al final los del bloque capitalista.
Ah, y cuidado con mencionar a Hungría antes que a la más ortodoxa RDA. Si llegara a ser calificado como disidente por estos detalles, su vida se convertiría en un cúmulo de incomodidades.
De manera que van sucediéndose sus aventuras y las de sus compañeros en pos de los encargos «desde arriba».
—Guiénrig Fránzevich, se le ha rasgado el trasero de los pantalones.
Turonok se aproximó con calma a un enorme espejo, se inclinó, hizo su comprobación y dijo:
—Compadre, hágame un favor… Le daré aguja e hilo. Los tengo en la caja fuerte. Apelo a su amistad, no al deber. Sólo necesito unas puntadas. Después de todo, no puedo pedírselo a Plyujina…
Galia Plyujina era la diva sexual del periódico. Tenía una voz de gracia estudiada, como una cantante de ópera. Y esa estúpida costumbre de morder… Pero estoy divagando otra vez.
[…]
Resumiendo, le cosí los pantalones. Tampoco es el fin del mundo.
Por ejemplo, hay que reseñar el nacimiento del habitante 400.000 de Tallin en el aniversario de la «liberación» de la ciudad (para lo cual es bastante complicado encontrar a un bebé presentable y que su madre quiera llamarlo con el histórico nombre de Lembit, que debe de tener la importancia de Sisebuto o Recaredo).
O describir el estajanovista entusiasmo con que los buzos dragan el fondo del puerto (para encontrar la dentadura de oro que se le ha caído al agua al encargado del taller).
También, entrevistar a una lechera que bate plusmarcas de producción gracias a las sabias disposiciones del Comité Central (hay que darse prisa en redactar la carta que lo anuncie al camarada Brézhnev, porque la respuesta de Moscú con la felicitación ya ha llegado). Y así de continuo.
Irónica, mordaz, divertida, son algunos calificativos que la obra merece. Como habré dicho en alguna ocasión, los regímenes que pretenden decidir lo que sus ciudadanos deben leer, escribir o pensar sirven por el contrario de acicate a las imaginaciones rebeldes.
Dovlátov fue un ejemplo más.