Historias fotográficas

Historias fotográficas

¿Abraza en su interior una imagen el corazón de la palabra? ¿Trae la palabra a la vida el significado secreto de una imagen?

Prefiero la fotografía del momento, la inesperada, que no puede planificarse con encuadres milimétricos, la de luz salvaje, huidiza y, al mismo tiempo, que parece sonreír en un juego de seducción.

Soy un pésimo fotógrafo, en el sentido en que a este tipo de expresión-impresión se le pueda llamar arte. Pero me gusta recorrer el mundo, a veces con mirada corta sobre una brizna de hierba, en otras ocasiones desde mayor distancia, en busca de un rostro, un puente, un castillo, un momento que nunca volverá a ser el mismo.

Quizá para compensar la falta de técnica, las historias fotográficas del blog construyen un mensaje —lo intentan— en el que ni imagen ni palabra reclaman todo el protagonismo. Ambas se entrelazan, como dos pieles que protegen su verdad más adentro. ¿Cuál nace primero? No importa: ambas, livianas, pretenciosas, exaltadas, humildes, son un solo ser.

Y perdón por la mística. Que os gusten…

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