martes, 28 de abril de 2020

La Segunda Guerra Mundial en el mar

Portada del libro La Segunda Guerra Mundial en el mar, de Craig L. Symonds

Título y autor/a:La Segunda Guerra Mundial en el mar, de Craig L. Symonds.
Clave de lectura:El mar, clave para el resultado de la contienda.
Valoración:✮✮✮✮✩
Comentario personal:Una lectura agradecida.
Música:Midway, de John Williams ♪♪♪

La Segunda Guerra Mundial en el mar, de Craig L. Symonds, es un estudio de impecable factura que aprovecha el conocimiento historiográfico acumulado desde el final del conflicto.

Tras una introducción sobre las políticas navales de entreguerras, cuya visión estratégica venía heredada en gran medida de la Primera, Symonds entra en harina con los hundimientos del Courageous y del Royal Oak por parte de submarinos alemanes, hasta llegar a la firma de la rendición japonesa a bordo del Missouri.

Entre medias, todos los escenarios del globo y todas las fuerzas involucradas: cargueros, corbetas de escolta, destructores, sumergibles, buques de desembarco, acorazados, portaaviones…

Aporta luz a múltiples episodios que, interrelacionados, permiten entender la definitiva victoria aliada. Aunque también resulta casi increíble cuán a menudo un enfrentamiento se decidió por detalles que podrían resumirse en la palabra «suerte».

Otra característica de la obra es la preponderancia que otorga al Pacífico, donde se desgranan las operaciones anfibias con minucioso detalle. ¿Quizá el Mediterráneo no disfruta de un nivel de atención similar? Si buscamos una crítica, podría ser esta, efectivamente.

Y, por supuesto, en un proyecto de tal calado, no deja atrás aspectos fundamentales como el esfuerzo tecnológico e industrial, las personalidades de sus protagonistas o el trabajo de inteligencia para intentar adelantarse a los movimientos enemigos —verbigracia, el descifrado del sistema Enigma—.

Una lectura agradecida que no defraudará a ningún aficionado a la historia.


Los Stringbags volaban tan bajo que por lo menos un piloto llegó a afirmar que su tren de aterrizaje había tocado el agua. Esto creaba un dilema para los artilleros a bordo de los buques italianos, porque si bajaban sus cañones para disparar contra los aviones que volaban a baja altura, corrían el riesgo de disparar unos contra otros.

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