martes, 23 de marzo de 2021

Brevísima y elogiosa nota sobre… (LXXI)

Entre las virtudes que aprecio en la producción de David Pérez Vega −novela, poesía, cuentos, blog−, hay una que me resulta particularmente interesante.

Su escritura "inmersiva".

Consigue que el lector se introduzca en sus historias. Que comparta las vivencias de los personajes, sus diálogos, sus pensamientos, sus dudas, sus sueños no alcanzados…

Como si pudiéramos romper la cuarta pared del papel.

En este libro, al trasluz del tono irónico, hay mucho precisamente de sueños que quedan en el camino.

El protagonista, lo que quería en la vida era convertirse en poeta. Que el mundo conociera sus versos, surgidos desde el corazón de Móstoles.

Y acaba como inspector de Hacienda.

Con menos pelo del aconsejable, más dioptrías y escasa capacidad de atraer a las musas de carne y hueso que se van cruzando con él. Ni con metáforas ni con anáforas.

Así que no aguanta más. Necesita desahogarse, confiar a alguien los sinsabores que le han atormentado en el intento de publicar su obra.

Cuando un estudiante de español le contacta en la red, recabando su opinión sobre un poemario propio, por fin cree haber encontrado a la persona adecuada.

Aquel que le entenderá como un amigo.

Con la curiosidad de que el confidente se llama Kim Jong-un y reside en Corea del Norte. Es el autor de Mi padre, el amado Líder Supremo.

Premios, becas, suplementos del periódico… Para conocer cómo se ganan los laureles las nuevas promesas y de paso el funcionamiento en la sombra del mundillo cultural patrio, léase Los insignes.



jueves, 18 de marzo de 2021

A la escucha (XXIII)

Qué pena. Qué pérdida.

Repaso algunos discos tras conocer su partida: El hombre y la tierra…

El concierto para piano, los conciertos para guitarra, el Alba de soledades, la música instrumental, las canciones, la preciosa banda sonora de Monsignor Quixote…

No sé elegir. No sé cuál de sus músicas serviría mejor a este sencillo recuerdo.

Hasta que el Cuarteto para el nuevo milenio acude en mi ayuda.

Adiós, Antón García Abril.


lunes, 15 de marzo de 2021

A la escucha (XXII)

Era la belle époque, mucho antes de estas jornadas de fango y trincheras.

Cuando se podía haraganear en las tiendas, sin prisas, buscando algún libro o algún disco nuevo.

Recuerdo lo que sonaba por los altavoces de ambiente aquel día. 

No seguí buscando. Escuché.

Joan Chamorro al contrabajo.

Andrea Motis, trompeta y voz.

Escuché, allí parado.

Y ya nunca dejé de escuchar.

En estas jornadas de…


lunes, 8 de marzo de 2021

Nuestro mundo (XX)

Surgió de repente por la bocacalle en cuesta. Piedras.

Una correa de cuerda sobre su cabeza. Piedras.

Sobre su espalda una inmensa cesta. Piedras.

Una inmensa cesta llena hasta el borde de piedras.




miércoles, 3 de marzo de 2021

La nueva normalidad (V)

Un año.

Un año metido en casa, teletrabajando, escuchando voces por el altavoz del ordenador, contemplando rostros por la pantalla del móvil…

Los amigos, por wasap. Las compras, online. La familia, más en vídeos que otra cosa.

¿Salir a la calle? Poco. ¿Al pub? Nada. ¿De restaurantes? Ja, ja, ja. El vietnamita del barrio aguanta, pero me parece a mí que los demás…

Sin conciertos, sin museos, sin garitos. ¡Si hasta me he perdido el Sigfrido en el Real! ¡Ay! ¡El Sigfridoooooooooooo!

Un año sin sacar a mis amadas a ver mundo. La réflex, la evil, la compacta…

Y cuando toque la vacuna, a lo mejor ya hay alguien paseándose por Marte. Como no soy concejal ni obispo…

En fin, que me debato ahora mismo entre recorrer el pasillo, derecha, izquierda, derecha, izquierda, medio neurótico, o colgar alguna foto de añoranza, de cuando los pies se usaban para caminar de verdad.

Ah, y un enlace a Sigfrido.

Ahí, ahí, vuelve a forjar los pedazos de la espada, chaval, que aún tenemos para largo.