Hoy, una vez más, reclama la noche
el tributo que le niegan mis ojos.
Malherido de oscuridad,
me arrebata por fin su memoria.
A tu sombra sin cuerpo estoy atado.
A tu sombra sin cuerpo, a tu ausencia
que es presencia cierta,
a esta sombra que eres tú, hecha de aire
que no puedo respirar,
que no puedo tocar,
silente,
que nunca responderá si la llamo amor.
Descansas ahora, tan inmóvil,
que para no despertarte
mi pecho se ha detenido.
Contemplo a ciegas tu rostro,
cada mínima curva, la más pequeña
huella de una sonrisa tuya
que explique el porqué del mundo.
Te beso.
Y en el último momento,
en la última oportunidad antes
del alba,
de que leve te desvanezcas,
del adiós,
será el recuerdo de ese beso, de tu sombra,
de lo que no ha ocurrido,
lo que me devuelva
de nuevo la vida.
Inmensa plenitud
de ti.