lunes, 28 de noviembre de 2022

Spirite

Clave de lectura: El amor está por encima de la vida y la muerte.
Valoración: Un tostón ✮✮✩✩✩
Música: La Sonnambula (Ah! non credea mirarti), de Vincenzo Bellini ♪♪♪
Portada del libro Spirite, de Théophile Gautier.

Sí, sí, yo quiero leer a Théophile Gautier. Un classique dans ma vie, s'il vous plaît.

De manera que me agencio un ejemplar de Spirite y cumplo con la ilusión.

Hasta que la ilusión se transforma en… ¡plof!

Hay un señor que vive en París, Guy de Malivert, cuya ocupación principal consiste en ajustarse el nudo de la corbata para asistir a los saraos de la buena sociedad. La ópera, el club, los restaurantes, las múltiples recepciones…

Tampoco tiene el hombre demasiada prisa por cambiar de estado civil. ¡Resulta tan cómodo estar soltero con posibles!

De repente, una noche en que Malivert va a salir de casa para visitar a la señora de Ymbercourt, le parece oír un suspiro etéreo que le deja preocupado.

El barón de Féroë, un sueco con quien conversa durante la velada, resulta ser médium y le informa de que cierto «ente» tiene la mirada puesta en él: Spirite…

Resumiendo, que una linda damisela, locamente enamorada de Malivert desde la adolescencia, antes de su paso al mas allá, se le aparece y le da un flechazo. Toma el control de su mano y comienza a escribirle (escribirse) cartas en un estado de ensoñación.

Todo aderezado con descripciones en las que Théophile no queda contento si no plasma el más mínimo detalle de la indumentaria de los personajes o el tapizado de cachemir blanco dividido por cordones de seda azul junto a la biblioteca de palo de rosa que denota el buen gusto imprescindible en la decoración del hogar.

Dicen que esta obra fue muy apreciada por los movimientos espiritistas decimonónicos. A mí, sin embargo, me resulta infumable. Soporífera. Un tostón. En su época, en la mía y dentro de otros doscientos años.

Je m’excuse…


lunes, 21 de noviembre de 2022

La isla de los caballeros

Clave de lectura: Un hombre misterioso llega a nado a una isla. Y entonces...
Valoración: De diez ✮✮✮✮✮
Música recomendada: Saint James Infarmary, de Giroux & Mahjun ♪♪♪
Portada del libro La isla de los caballeros, de Toni Morrison.

En La isla de los caballeros, Toni Morrison nos ofrece una narrativa de un nivel extraordinario.

Desde el mismo principio, el lector —yo, al menos— siente necesidad de saber. Las primeras páginas se recorren con una curiosidad rayana en la avidez.

¿Quién es el hombre que salta del barco fondeado cerca de Queen of France, con riesgo de quedar atrapado por las peligrosas mareas?

¿De quiénes son las voces de mujer a bordo de la embarcación a la que logra asirse en el último momento?

Cuando se aventure en tierra, ¿qué extraña relación le unirá con los habitantes de la casa donde se refugia?

¿Por qué un intruso sucio y enigmático no es inmediatamente expulsado, lo cual desencadena acontecimientos de difícil sospecha?

¿Cuál es el secreto de ese que invade sus vidas? ¿Qué quiere? ¿Matar, robar, violar? ¿Lo ha hecho quizás antes?

Insisto, Morrison es capaz, con un lenguaje y una expresión produndísimos, de liberar un río de lava en forma de emociones, amor, odio, prejuicios raciales —interraciales e intrarraciales—, de relaciones humanas tan intensas, que nos mantienen fascinados hasta el final.

Un diez, ya lo creo que sí.


lunes, 14 de noviembre de 2022

La noche sin riberas

Clave de lectura: España, 1939. Vencedores y vencidos.
Valoración: Gran libro ✮✮✮✮✩
Música: Nanas de la cebolla, de Joan Manuel Serrat ♪♪♪
Portada del libro La noche sin riberas, de Angel María de Lera.

Qué gran narrador. Y qué poco reconocido hoy en día, en mi opinión.

Angel María de Lera gozó quizá de su cúspide al ganar el Premio Planeta de 1967 con Las últimas banderas. Pero ese camino estuvo alejado de medallas y palmadas en la espalda.

Porque formó parte de la mitad de los españoles que perdieron la guerra.

El argumento de La noche sin riberas es sin duda autobiográfico. Comienza con los personajes, junto a miles de rostros anónimos, semejantes al coro de una tragedia griega, formados en el patio de una prisión.

Han de gritar ¡Arriba España! y levantar el brazo con la palma de la mano extendida. Más les vale obedecer.

Todos han sido condenados en juicios sumarísimos: treinta años, perpetua, muerte… Los guardianes se encargan de recordarles cuál es su lugar en el nuevo orden.

Comienza otra guerra, esta vez en Europa.

El optimismo por que cambien las tornas se desploma según se desarrollan las acciones bélicas: cae Polonia, cae Dinamarca, caen Noruega, Bélgica, Paises Bajos, Francia…

Los presos van disminuyendo en número. Agotados, enfermos, hambrientos, ateridos. O contra un muro.

También la solidaridad inicial se cuartea. Los comunistas se creen moralmente superiores. ¡El gran camarada Stalin conseguirá su retorno al poder! Que nadie se oponga, porque a lo mejor se queda tras las mismas rejas cuando llegue su hora.

A los demás, cenetistas, republicanos, campesinos reclutados, cualquiera que vistiera el uniforme, ya convertido en andrajos, por cualquier otra circunstancia, solo les queda agachar la cabeza.

No pensemos que Lera se «recrea», por expresarlo de alguna manera, en el victimismo. Ni que defiende exaltaciones políticas, odio, deseos de revancha basados en el «ojo por ojo». Muy al contrario.

Su crítica a la ideología fascista no es óbice para que tampoco salga demasiado bien parada la comunista, por ejemplo.

Los caracteres que describe no son ángeles o demonios. Tienen la amplísima diversidad de pensamientos, reacciones y sueños que cristalizan en cada ser humano. Solo que a ellos les ha tocado la mala suerte.

Si se rompe el espíritu de una persona, más que su cuerpo, si se quiebra su voluntad de existencia, de elegir libremente sus pasos, si el miedo y el dolor amordazan, no ya su voz, sino el mismo pensamiento, entonces los torturadores han ganado.

El mensaje último es diáfano: la importancia de conservar esa dignidad.