martes, 26 de diciembre de 2023

El cielo no tiene favoritos

Clave de lectura: Vivir rápido sin mirar atrás cuando «mañana» puede no tener significado.
Valoración: Extraordinario ✮✮✮✮✮
Música: 'Round Midnight, de Ute Lemper ♪♪♪
Portada del libro El cielo no tiene favoritos, de Erich Maria Remarque.

Es curioso que un libro al que he llegado «de rebote», fiando en el azar, me haya causado una impresión tan positiva.

El cielo no tiene favoritos. Pero yo sí.

Cuando pensamos en algún título escrito por Erich Maria Remarque, lo más probable es que recordemos clásicos como Sin novedad en el frente o quizá su secuela, Después. Es tanta la fuerza que transmiten, que han eclipsado el resto de su obra.

Y sin embargo, esa obra existe. Con una calidad novelística que hace injusto su estado de semipenumbra.

En efecto, la sabiduría de Remarque le permite dar vida a unos personajes tan complejos, tan humanos, que casi saltan de las páginas: Clerfait y Lillian son los nombres principales, pero el elenco que los acompaña, aun con roles más pequeños en la historia, está a parecida altura.

Una historia que nos habla de dos personas que se conocen sin buscarse, que saben que el futuro puede ser más breve que el pasado y que deciden quemar el aire que les quede juntos.

Clerfait es un piloto de carreras que, a su edad, ya no compite al nivel de los más jóvenes. Descreído, cínico ante el peligro, sin sueños, cada nueva prueba le acerca a la única meta que jamás ha deseado cruzar: la decadencia.

Lillian se consume lentamente en un sanatorio de las montañas suizas para enfermos de tuberculosis. A sus veinticinco años, la velocidad entre etapas que pasa ante los ojos de Clerfait es la que ella desearía experimentar.

Sin ataduras, sin lágrimas ni remordimientos, sin importar el mañana. Solo por obtener la esencia de un minuto más antes de la «partida», como denominan en la clínica al momento en que los pacientes dejan libre su habitación.

Acercamiento. Pasión. Separaciones. Planes para una noche, para un hotel, para un viaje en el rugiente automóvil de Clerfait, sin preocuparse más allá de la siguiente curva.

Dos espíritus en una Europa donde el recuerdo de la guerra apenas ha comenzado a difuminarse. Sin rumbo o, mejor dicho, con múltiples faros que los llaman con su luz: los Alpes, Sicilia, Venecia, París…

Y una forma de narrar tan asombrosamente elegante y profunda, donde cada frase, cada diálogo y reflexión disfrutan de pleno sentido, que resulta imposible no ratificar a su autor en el puesto que merece dentro de la literatura universal.

Extraordinario.


martes, 19 de diciembre de 2023

Entre el querer y el deber

Siempre ha habido clases: un poco más ricos y un poco más pobres.

La clase de personas que dan y aquella que recibe.

Los creadores y quienes los vemos y escuchamos, dictaminando con entusiasmo, magnanimidad o cara severa lo que nos parece.

Paula Blafe crea. Da. Comparte.

Y en el lado «pobre» del escenario aplaudimos porque es lo mínimo con que podemos recompensar la música, las palabras que salen de su garganta.

Cada vez que asisto a un concierto de esta cantautora salgo con la sensación de que he estado en el mejor lugar y el mejor tiempo posibles. Además acaba de lanzar el primer single de su primer disco, así que…

Sigamos compartiendo: Entre el querer y el deber.


lunes, 11 de diciembre de 2023

Amo del espacio

Clave de lectura: Relatos de la Edad de Plata de la ciencia ficción.
Valoración: Entretenido ✮✮✮✩✩
Música: The Lost Galaxy, de Ettore Stratta ♪♪♪
Portada del libro Amo del espacio, de Fredric Brown.

Después de lecturas un poco densas me apetece zambullirme en algo más «suave». Más de entretenimiento puro, sin dudas estratosféricas por medio. ¿Estratosféricas? Ah, pues no es mala idea la de abandonar nuestra gravedad al efecto.

El título en el que vienen a fijarse mis ojos escrutadores es Amo del espacio. Cuenta atrás para la ignición…

Junto a los nombres indiscutibles del tipo de Bradbury, Dick, Asimov, esos que arrastran legiones de seguidores en su estela, tenemos a otros que, como orfebres en su taller de escribir, nos ofrecen muestras del género quizá no tan épicas pero de satisfacción segura para los aficionados.

Fredric Brown podría ser perfectamente uno de los representantes de este grupo, celebrado en los círculos internos de la Edad de Plata sin llegar a alcanzar el reconocimiento «a pie de calle» que sus rasgos de originalidad merecen.

Su novela más famosa debe de ser la divertida Marciano, vete a casa, en la que fantasea con una invasión sui géneris de los habitantes del mundo vecino. No obstante, Brown dio a la imprenta numerosos cuentos cortos en los que los giros inesperados, a menudo con aire surrealista, consiguen atraparnos como imanes y no soltarnos ya hasta el punto final. La obra de hoy recopila varios de ellos.

Así, en Verde Tierra tenemos a un náufrago que ansía, mientras recorre el peligroso lugar donde se estrelló años atrás con una «mano femenina» que le aporta resiliencia en el hombro, volver a disfrutar del color de la hierba frente al púrpura de los bosques locales. ¡Una nave, una nave ha visto la señal de su pistola de rayos! ¡Desciende!

En Sirio Cero los viajes interestelares son igual de comunes, aunque encontrarse con un planeta no cartografiado en un viaje comercial de rutina —el perenne negocio de las tragaperras— y que en él residan un antiguo conocido y una estrella de cine despampanante resulta turbador.

Ratón estelar nos enseña que el primer ser vivo en despegar de nuestro suelo no fue humano, ni tampoco cánido ni primate. Un representante de los roedores tuvo ese honor, pilotando el invento de un científico con acusado acento alemán. Y los efectos al cruzarse su trayectoria con la de un asteroide camuflado, hogar de una raza alienígena inteligente, fueron…

Pi en el cielo y la fuerza que «mueve» las estrellas de su posición habitual, algo incomprensible para los científicos. Llamada, donde el último hombre que ha sobrevivido a la extinción de la especie escucha tocar a la puerta. Ven y enloquece, en el que un periodista ha de hacerse pasar por orate para que lo ingresen y tener oportunidad de investigar cierto misterio en el manicomio, aunque la pura realidad es que él es Napoleón y se lo tenía callado…

Etcétera. Lo dicho, a entretenerse tocan.


miércoles, 6 de diciembre de 2023

La servidumbre voluntaria

Clave de lectura: ¿Por qué nos sometemos a nuestros mandatarios aunque no sean merecedores?
Valoración: Da mucho que pensar ✮✮✮✮✩
Música: Réquiem (I.Introitus), de Jean Gilles ♪♪♪
Portada del libro La servidumbre voluntaria, de Étienne de la Boétie.

Un nuevo 6 de diciembre: ¡viva la Constitución Española!

No puedo saber cuántos días como este aún nos quedarán, si en algún momento la fecha dejará de tener significado, si alguien recordará su existencia con orgullo o si se verá al fin sepultada bajo el peso de tanta vergüenza en contra de su espíritu como tuvo —tuvimos— que soportar.

Pero no voy a hacer proselitismo sobre lo mal que van las cosas. Estoy cansado. Llegados a este punto, me conformo con hablar de un libro.

La servidumbre voluntaria es el título que me gustaría elogiar con motivo de la efeméride.

Curiosamente, tras la primera y quizá apresurada lectura, confieso que no despertó en mí gran entusiasmo. Me pareció un poco «hijo de su tiempo», con tantas alusiones como hace a mitos y leyendas de la antigüedad. Y, por lo tanto, limitado a una época y condiciones políticas concretas: el absolutismo.

Olvidad lo que acabo de decir. Porque he vuelto a sus páginas con más reposo y ahora me doy plena cuenta de su valor, de que su vigencia continúa hoy tan evidente como en el siglo XVI, cuando Étienne de la Boétie lo redactó.

Nuestro autor, jovencísimo al plasmar en tinta los pensamientos por los que habría de pasar a la historia —gracias también a los desvelos de su amigo Montaigne—, se pregunta por qué personas, comunidades y naciones enteras nos ponemos bajo el cetro de quien no merece, por sus actos o bajeza moral, ejercer autoridad ninguna sobre nosotros.

¿Será posible que tantos hayamos de obedecer, y además lo hagamos sumisamente, a tan pocos? ¿Qué los ciudadanos, con todo lo que ambos términos significan, aceptemos por propia voluntad ser siervos?

¡Si el tirano solo tiene el poder que le dan quienes le sostienen! ¿Qué debemos amar más, la libertad o la pretendida seguridad que aquel nos promete?

¿Nos consolaremos con la idea de que siempre ha sido así, que la sociedad sigue un estado natural a partir de la desigualdad y que las órdenes «de arriba» hay que acatarlas, nos resulten o no aberrantes a la conciencia? ¿Sería lo contrario la ley de la selva?

Además nos aclara qué es un tirano. Lo más importante no descansa en el origen de su preeminencia, ya que lo mismo pueden ejercer por elección del pueblo, por la fuerza de las armas o por derecho de sucesión. El tema no es ese, sino que, envanecidos de sí mismos, miren apenas por la «gloria personal» en vez de considerar su propósito último, que es caminar «junto a», no «sobre» los gobernados.

Por ello prefieren debilitar, dividir, enfrentar, arrancar el valor de los corazones, apelar a los instintos de codicia y poder de unos cuantos que les ayuden en su labor de mina, a cambio de las migajas.

Sí, demos algo de comer a la gente, juegos que los entretengan y laberintos por donde encauzar su descontento, y ellos mismos forjarán la cadena que los ata.

Que aún nos ata.


jueves, 30 de noviembre de 2023

El universo in-formado

Clave de lectura: ¿Ciencia? heterodoxa para explicar la sustancia del universo.
Valoración: Pronóstico reservado ✮✮✮✩✩
Música: 2001, Odisea en el espacio, de Alex North ♪♪♪
Portada del libro El universo in-formado, de Ervin Laszlo.

No sé cómo calificar este libro. Me ha dejado perplejo.

El universo in-formado propone unas teorías existenciales… En fin, heterodoxas. Pero Ervin Laszlo insiste en que debemos seguir el método científico para comprender la realidad, a través de la mejora continua de nuestras técnicas de observación. Tampoco puedo acusarle al tuntún de charlatán.

La búsqueda de una «teoría del todo» que reconcilie los conocimientos sobre el macrocosmos con los fenómenos propios del mundo cuántico no es una tarea nueva; lleva ya años como asignatura de mentes privilegiadas.

Ahora bien, y aceptando lo que viene a recordarnos el autor, que una iniciativa que afloje lazos con la línea de pensamiento tradicional se enfrentará de partida a caras largas, su definición del «campo akásico» para unificar la astronomía, la cuántica, la biología, el misticismo, el más allá y el más acá, suena... Insisto, llama a una puerta escéptica.

Para empezar, el universo no solo formaría parte de un multiverso en sentido paralelo, sino secuencial. Es decir, habría nacido de la destrucción de otro anterior. El Big Bang supondría la reacción a un evento de impulso contrario, inmerso en un círculo eterno de vida y muerte, oscuridad y luz.

¿Y antes? ¿Qué había antes? ¿Y después? Es lo que tiene el círculo, o más bien lo que no tiene: ni principio ni fin. Cualquier cosa que sea ha sido siempre. Literalmente cualquier cosa, ya que una especie de fuerza bautizada a partir de la raíz sánscrita «akasha» une con hilos indisolubles tiempo y espacio, materia y energía, cuerpo y espíritu, hechos e ideas.

¿Eh? ¿Una «fuerza»? «Akasha»? ¿«Dios»?, enarcaremos muchos las cejas. No un ente antropomorfo, en cualquier caso, y tampoco con autoconciencia, poder omnímodo, premios ni castigos por medio. Una especie de cajón y contenido del que todo forma, formó, formará parte.

Raro, ya lo avisaba. Aunque, según escribo el comentario, me quedo con los dedos en el aire. Pienso de repente en el «eterno retorno» de Nietzsche. La imposibilidad del cambio, la repetición infinita… Yo ya he publicado esta entrada antes y volveré a hacerlo, y quienes la estéis leyendo, ¿no notáis cierta sensación de déjà vu?

Haciendo volver las manos al teclado y al título de Laszlo, su primera parte, dedicada a los enigmas de coherencia en la naturaleza, supone un interesante repaso de los carriles por los que transita la ciencia hoy en día: partículas, espines, funciones de onda, estados virtuales, cuantos, violación de carga y paridad, constante cosmológica…

Y se pone aún mejor al introducirnos en los conceptos de «vacío» e «in-formación» (adopta esta sintaxis para que no nos confundamos con «información», sinónimo de conocimiento). ¿Y si ese mal llamado «vacío» consistiera en un medio físico de transporte? ¿Y si la «in-formación» fuera, junto con la energía, la sustancia intrínseca del universo?

Un vínculo entre partículas, átomos, moléculas, organismos, sistemas ecológicos, solares, galaxias, conciencias, independiente de tiempos y distancias.

A partir de ahí, el «campo akásico» que, al igual que ocurre con el campo gravitatorio, el electromagnético o el de Higgs, no podemos tocar, escuchar o ver, produce también de forma similar efectos mensurables.

En su segunda parte, nuestro hombre se dedica con ahínco a la demostración. Comienza a añadir a la sopa tradiciones religiosas, «sabidurías ancestrales», brahmanismo, darwinismo, creacionismo, diseño inteligente…

Metafísica, probabilidad estadística de la vida (ecuación de Drake), funcionamiento neurológico, pansiquismo, reencarnación, inmortalidad, telepatía y un montón de ingredientes adicionales hasta cocinar un gran holograma que, con la «conjugación de fase» adecuada…

A estas alturas ya casi doy tumbos. Me topo con la «conciencia cósmica» y se me ralentizan las ruedecitas en mi cabezón.

La parte tercera va de apuntalar la tesis imbricándola en los trabajos de grandes físicos, biólogos, antropólogos y demás, lo cual valoraría con ánimo favorable de no sentirme acogotado.

Ídem, las páginas de cierre autobiográficas, dedicadas a relatarnos su extenso curriculum vitae y cómo se le ocurrió meterse en este berenjenal, las considero prescindibles.

Me planto, que cada uno saque sus conclusiones. A ver si encuentro yo las mías en algún rincón…


jueves, 23 de noviembre de 2023

Cómo perder un país

Clave de lectura: La democracia está en peligro y no queremos enterarnos.
Valoración: No me convence ✮✮✩✩✩
Música: Mevlana (tradicional), del Ensemble Oni Wytars ♪♪♪
Portada del libro Cómo perder un país, de Ece Temelcuran.

A mí, Ece Temelkuran no me termina de convencer, lo siento. Se queda cerca pero no llega.

Y mira que intento interiorizar sus inquietudes, que en más de un aspecto estimo bien fundadas. Seguramente, en el fondo compartimos malestar por el estado de nuestro mundo, al que parece importar más el oropel de la palabra «democracia» que su esencia desnuda.

Una democracia donde los ojos están puestos sobre los ropajes que la adornan, donde se cuentan papeletas «casi impuestas» en vez de aplicar de verdad la filosofía de convivencia y justicia que debería recorrer sus venas.

No obstante, Cómo perder un país empieza en algún momento de su desarrollo a perder también suelo firme y se convierte en un alegato personal de la autora, con acusadas filias y fobias, desdibujando una denuncia global a la que sumarse.

Con pleno derecho, claro, porque ella ve las cosas como las ve, a través del color de una lente política determinada. Pero quizá unos cuantos prefiramos unas gafas sin filtros que «nos protejan». Eso de que las «derechas» por definición sean malas y las «izquierdas» buenas, pues…

En todo caso, la escritora establece una «hoja de ruta» para la degradación, ejemplificada en su tierra natal, Turquía. Siete pasos entre la democracia y la dictadura de facto.

Crea un movimiento. Trastoca la lógica y atenta contra el lenguaje (este punto en particular me atrae mucho, creo que ya lo he mencionado en otras entradas del blog). Elimina la vergüenza: en el mundo de la posverdad la inmoralidad «mola» (a la vista está).

Desmantela los mecanismos judiciales y políticos (también suena, también). Diseña tu propio ciudadano. Deja que se rían ante el horror. Construye tu propio país.

Ya digo, leo con atención de qué manera a los habitantes de las naciones avanzadas o que aspiran a serlo se les introduce una pequeña semilla de rencor hacia el sistema. No hacia aquello que se hace dentro de él, sino hacia su esencia misma, su «debilidad»: la necesidad de tener en cuenta al «otro», lo que les impide fabricar el entorno particular que anhelan.

Y se encuentran con quienes contienen la misma semilla, y de dos, tres, mil, un millón de semillas juntas, germina un tronco. Aún débil para arrebatar la luz al resto de árboles, pero con el tiempo, un buen condicionamiento que los abone, con suerte un líder que los apuntale y los guíe en la dirección correcta...

Disfruto con el capítulo dedicado al lenguaje y las falacias que señorean hoy cualquier debate, impidiendo el triunfo de la lógica frente a los gritos: argumentos ad hominem, ad ignorantiam, ad populum, reductio ad absurdum, razonamientos ad hoc

Y me lo creo. Porque es la historia. Porque es el día a día. Porque ha ocurrido y está ocurriendo. Porque el simplismo ata nuestros pensamientos ante la incertidumbre.

Y me fastidia que Temelkuran presente el tema en bandeja y a continuación caiga en esa misma trampa simplista y se ponga a perorar contra la derecha, el neoliberalismo mafioso, Trump, Erdogan, todo en el mismo saco, y que la esperanza sean la izquierda y el autodenominado «progresismo» con comillas. Porque sí. Porque ellos lo valen.

Ay, no me crees expectativas, estimada, que luego…


jueves, 16 de noviembre de 2023

Futurama y la filosofía

Clave de lectura: Preocupaciones filosóficas «visualizadas» a través de una serie de dibujos animados.
Valoración: Un enfoque original ✮✮✮✮✩
Música: Futurama ♪♪♪
Portada del libro Futurama y la filosofía, de Courtland Lewis.

Solo con el título de Futurama y la filosofía, este libro tiene bastante a su favor de partida.

En primer lugar, siempre me gustó la serie de animación creada por Matt Groening. Incluso más que Los Simpson, su hermana mayor en cuanto a popularidad e influencia cultural.

Los personajes, el dibujo, los guiones con sus múltiples guiños… Todo se engarza de forma notable y muy divertida en ella.

Tenemos a Fry, el patoso repartidor de pizzas que queda atrapado en una cámara criogénica y despierta en la Nueva Nueva York de mil años en el futuro.

A Leela, la expeditiva cíclope que capitanea la nave de Planet Express, empresa de mensajería interestelar propiedad del tataratataratataratío de Fry, el excéntrico profesor Farnsworth.

A Bender, el robot amigo de las carteras ajenas, las robopilinguis y la ingesta continua de alcohol para no oxidarse.

A la pizpireta Amy, al burócrata Hermes, al extraterrestre doctor Zoidberg, Zapp Brannigan, la cabeza conservada de Nixon… Me vienen a la memoria estupendos episodios con todos.

Por otro lado, la palabra «filosofía» hace despertar cierto hormigueo de ansiedad bajo la piel. ¿Qúe es filosofía?, dices mientras clavas en mi pupila tu pupila azul…

Coordinados por Courtland Lewis, la veintena larga de autores que aportan sus ensayos al volumen se marcan como objetivo explicar algún concepto filosófico a traves de situaciones vividas en la pequeña pantalla. Es decir, intentan que los «visualicemos». Y, algunos en mayor medida que otros, todos consiguen resultados positivos.

Así, nos hablan sobre la libertad a partir de la bandera de la Tierra que se zampa el doctor Zoidberg o la relación humano-cibernética planteada entre Amy y Bender en la temporada sexta. ¿Tiene derecho la comunidad a sentirse atacada? ¿Y a oponerse? ¿Pueden entrar libertad y democracia en conflicto? ¿Por qué se distingue entre libertad positiva y negativa?

También sobre eficiencia económica y medioambiental, simbolizadas en la gran bola de basura que, lanzada al espacio centurias antes para quitarse de encima los residuos originados por el hiperconsumo, amenaza con retornar. ¿Son de verdad la cadena de reciclaje y las tecnologías «verdes» una respuesta al problema de fondo?

La guerra, sus «causas justas» y los «medios legítimos» para ganarla. Ética y moral. Amor y sexo. La identidad, ligada o no al cuerpo físico de objetos y personas. La muerte (¿existe algún «sentido de la vida»?). Dios…

De qué manera interpretamos la realidad, incluso negando lo evidente, para que encaje en nuestras creencias preconcebidas («¡Prefiero creer lo que fui programado para creer!»)…

Aristóteles, Hume, Locke, Rousseau, Kant, Hegel, Mill, Bentham, Kierkegaard, Freud, Russell, Berlin, son unos cuantos nombres que se dejan caer en el texto.

Gracias a ellos, puede que los dibujos animados se nos muestren en lo sucesivo con otros ojos.


domingo, 5 de noviembre de 2023

Los números no mienten

Clave de lectura: El mundo se explica con números.
Valoración: Demasiados temas, demasiado breves ✮✮✮✩✩
Música: Canon para dos violines «Der Spiegel», de W.A. Mozart ♪♪♪
Portada del libro Los números no mienten, de Vaclav Smil.

Los números no mienten. Punto.

La premisa de Vaclav Smil con este título es que los números aportan fotografías fieles de la realidad. Se trata de un lenguaje que «hablan» todos los fenómenos del universo.

En tal sentido, el posible problema recaería en la capacidad comprensiva humana, la traducción de dicho lenguaje. Si tenemos un prejuicio o una idea instintiva sobre determinado asunto, quizá la «verdad» matemática choque contra ella e intentemos ignorarla. Incluso embestirla.

(Nótese que escribo «verdad» entre comillas, ya que incluso una suma o una resta son susceptibles de interpretar interesadamente. Con 100 euros que se repartieran entre dos personas, a razón de 99 para una y 1 para la otra, ¿no saldría que la renta per cápita es de 50 euros, por ejemplo?).

También debemos tener en cuenta el origen de las cifras. El autor avisa de que el grado de fiabilidad de muchas que circulan por la web y se repiten popularmente sin contrastar, ha de ponerse en cuarentena en tanto su fuente primaria se haya perdido por el camino.

Pero, con todas las salvedades y precisiones que se quieran, el fondo continúa siendo el mismo: es necesario que aprendamos a guiarnos a través de un océano de datos para comprender su significado último, de qué manera nos afectan y, en caso necesario, saber cómo actuar ante esa influencia.

¿Y qué datos son los que nos presenta nuestro científico? Una cantidad excesiva para un solo volumen, en mi opinión. 7 capítulos y 71 heterogéneos puntos de estudio cuya brevedad de tratamiento invididual supone un escollo a la hora de reflexionar acerca del conjunto.

Nos habla sobre personas: natalidad, esperanza y calidad de vida, estatura, pandemias y vacunación, cuántas se necesitaron para construir las pirámides, cómo sudar mejoró la capacidad de la especie para la caza…

Sobre países: aspectos de los Estados Unidos y Europa a los que no se les da la importancia que merecen, el futuro de Japón, las incógnitas de China, India, Rusia, Gran Bretaña…

Sobre máquinas e inventos que cambiaron el mundo moderno: motores eléctricos, diésel, transformadores, circuitos integrados, el fonógrafo, el streaming, la «maldición de Moore»…

Sobre combustibles. Sobre transporte. Alimentos. Medioambiente. Cada epígrafe con su respectiva cuerda de apéndices, una retahíla de medidas, cálculos y representaciones gráficas que, por interesante que pueda ser el tema, a la postre penaliza la retención lectora.


miércoles, 25 de octubre de 2023

La balada del café triste

Clave de lectura: Vida y tragedia en el viejo sur.
Valoración: Pequeña gran novela ✮✮✮✮✮
Música: La balada del café triste, de Richard Robbins ♪♪♪
Portada del libro La balada del café triste, de Carson McCullers.

Menos es más. Y mejor.

Siempre he tenido prevención hacia los escritores que, para decirte que sale el sol por la mañana, emplean media docena de páginas, cuarenta oraciones subordinadas y una cantidad de adjetivos de exorbitante generosidad.

De acuerdo, dominas el diccionario y quieres demostrárselo al mundo, pero… ¿sabes contar una historia?

Carson McCullers sí sabe. Ya lo creo que sabe. Y con una economía material que, lejos de convertirse en aridez, aporta una riqueza de contenido admirable.

La balada del café triste pone al lector en situación desde la primera frase: «El pueblo de por sí ya es melancólico».

Palabras que nos transportan al escenario del drama, un villorrio del viejo sur estadounidense, perdido, sin presente ni futuro, cuyos habitantes ven pasar la existencia a base de whisky casero destilado en los pantanos.

Un lugar donde, en las horas de calor más sofocante, se ve asomar un rostro tras la ventana de un edificio tapiado: Miss Amelia.

Edificio que alguna vez fue un local en el que los lugareños se reunían los sábados por la noche con manteles y servilletas de papel, y el «primo Lymon», un jorobado, los animaba con su locuacidad.

Todo parecía ir sobre ruedas de carreta hasta que alguien llegó a desencadenar los acontecimientos que terminaron en su ruina. Marvin Macy, recién salido del penal. El ex marido de Miss Amelia.

Así, gracias a una escritura tan sencilla como poderosa, la autora nos pone en el umbral de dónde, quién y qué. Y enseguida consigue atraparnos con garra en el porqué. En la espiral de rencores, ansias y decadencia que arrastra a los personajes hasta su propia inmolación.

Para predicar con el ejemplo y no resultar yo pesado en el comentario, lo expresaré sin más añadidos: ¡qué pequeña gran novela!


viernes, 20 de octubre de 2023

Deslices y Polvo de estrellas

Clave de lectura: Poesía de la vida, lazos irrompibles tras la muerte.
Valoración: Inspirador ✮✮✮✮✩
Música: Usa mis llaves, de Jorge Colsa y Gema Bravo ♪♪♪
Portada de los libros Deslices y Polvo de estrellas, de Gema Bravo.

Termina el concierto de Jorge Colsa y Gema Bravo y me aproximo al escenario para que ella me dedique su libro. En realidad, sus libros. Porque, al igual que un dúo musical, son dos las propuestas que caben en este volumen: Deslices y Polvo de Estrellas.

Deslices es un caleidoscopio de versos que describe el mundo de Gema «sin etiquetas», como titula uno de los poemas. En busca de todo lo que cada día nos trae y nos retira.

A veces son cosas grandes, otras diminutas y las dejamos atrás con equivocada dejadez. A veces las respuestas a las incógnitas parecen estar claras, pero solo es eso, apariencia, y hay que continuar un poco más allá. La búsqueda no debe abandonarse mientras quede un latido.

Recuerdos de viajes, de las personas con quienes se ha encontrado, del compañero con quien crea canciones, sueños o amaneceres, el tiempo, el deseo, el optimismo, las lágrimas, el significado de ser mujer…

A continuación —o antes, en el orden de lectura que se prefiera—, en Polvo de estrellas nos comparte un mensaje muy personal a alguien que ya no camina con pasos audibles, cogiéndola de la mano, pero que en modo alguno se encuentra lejos.

La muerte de una madre es un tabú, no estamos —¿no queremos estar?— preparados para ello.

Los sentimientos que experimenta la autora antes, durante y tras la partida de Güelita emocionan porque quizá nos gustaría expresarlos a nosotros mismos cuando aún estamos a tiempo, y no llegamos a hacerlo.

Mada, esa madre, la dio a luz y le dio luz. Al final, la enfermedad debilitó su cuerpo, pero no su sentido de cómo vivir. Y Gema, al igual que hace con sus propios hijos, nos cuenta aquí esa historia. Lo que pensaba, lo que decía, lo que creía… Lo que significaba.

Leo la dedicatoria: «Por los rincones donde encontrarnos entre utopías y razones».


martes, 10 de octubre de 2023

Ser estoico no basta

Clave de lectura: Epicuro reivindicado.
Valoración: Demasiado latín ✮✮✮✩✩
Música: Espartaco (Variación de Aegina y Bacanal), de Aram Khatchaturian ♪♪♪
Portada del libro Ser estoico no basta, de Charles Senard.

El estoicismo ha vuelto a salir a la palestra. Se escuchan recomendaciones aquí y allá en la línea de Epicteto o Marco Aurelio: cultivemos la serenidad, la calma interior, tomémonos las cosas «con filosofía» para que los reveses cotidianos no puedan con nuestro ánimo.

No debemos hundirnos cuando vienen mal dadas, aunque tampoco manifestarnos exultantes en los momentos de triunfo. Todo lo que nos ocurre tiene que ser así, dada la insignificancia del individuo en el gran plan del universo. Tranquilidad. Desapego. Respira…

Charles Senard quiere matizar este renacimiento del mundo antiguo. Según su tesis, Ser estoico no basta.

A cambio de los nudos del estoicismo puro y duro, él aboga por otra rama del tronco, a menudo incomprendida. Lo que nos recomienda es la sabiduría epicúrea para vivir el presente.

Adjetivo que nos hace imaginar, en términos socioculturales, un trasunto del bon vivant: ostras, champán, fiestas, entretenimiento sin fronteras. Alguien que busca los placeres de la vida, como reza el diccionario.

El autor argumenta que epicureísmo no significa hedonismo. Ni se trata de arrastrarse pasivo como un asceta ni de vivir deprisa y dejar un bonito cadáver.

De acuerdo, busquemos la felicidad en lo que haya a nuestro alcance, pero no nos metamos en bacanales, parece decir. Nada de dar rienda suelta a los instintos. Apetito sin excesos. Equilibrio.

La deriva entre el ponderado mensaje original y lo que hoy entendemos sería consecuencia de una campaña de descrédito emprendida por los padres del cristianismo —ahí anda san Agustín malmetiendo—, toda vez que, para ganar el favor del otro mundo, hay que purgarse primero en este.

Epicuro se habría convertido así en «persona non grata» de cara a la salvación. Incluso Dante lo ubica con sus seguidores en el sexto círculo del infierno, «más rojos que en la más candente forja».

Junto a los fragmentos conservados del fundador de esta escuela de pensamiento, Senard se apoya extensamente en Lucrecio, Filodemo, Virgilio u Horacio —acuñador del carpe diem— para convencernos de lo contrario. Y, por supuesto, de que lo asumamos como meta particular.

¡Ay, es en tal estrategia de comunicación donde reside mi problema de conciencia al calificar la lectura!

Es que su forma, por más que aprecie el fondo, se me hace pesada. Al tercer o cuarto poema en latín que ocupa toda la página, empiezo a aburrirme. El entusiasmo por Horacio y compañía, aun respetable, no se me pega. Quizá sea un poco estoico.

Y resulta que no son tres o cuatro esos poemas de muestra, sino una legión. Como mínimo, la mitad del contenido impreso consiste en odas, geórgicas y epístolas. Las opiniones de Senard se transforman en meros comentarios de texto.

En suma, que lo de Epicuro suena estupendo. Muy interesante, de verdad. Pero intenta desarrollar la idea un poco mejor con tus palabras, sin hacernos una edición bajo cubierta de los clásicos grecolatinos, Charles. Eso ya es otro libro.


miércoles, 4 de octubre de 2023

La mujer rota

Clave de lectura: Egoísmo, soledad, fracaso vital.
Valoración: Muy bueno ✮✮✮✮✮
Música: La vie en rose, de Edith Piaf ♪♪♪
Portada del libro La mujer rota, de Simone de Beauvoir.

Últimamente tengo suerte con los libros a los que me acerco. El número de impresiones positivas, en comparación con las neutrales y mucho más con las de rechazo, supone una estimable proporción de acierto.

La racha no solo no se rompe, sino que se refuerza significativamente al introducir en el recuento el título de hoy: La mujer rota, de Simone de Beauvoir.

A través de tres relatos, nuestra autora cede la palabra a espíritus quebrados que, al llegar a cierta edad, se dan cuenta de que aquello en lo que más creían, lo que consideraban un pilar sobre el que sostenerse para siempre, de repente ya no está ahí.

Quien nos habla en La edad de la discreción lo ha dado todo por su militancia política y su obra literaria. Su pareja comparte sus ideas, es el compañero perfecto. Pero el hijo... Él quiere ser un burgués, un traidor. Disfrutar de un puesto en un ministerio y un matrimonio con una chica de «buena familia».

Intenta intimidarlo, chantajearlo emocionalmente, que vuelva al ambiente donde creció. Sin éxito. Surge entonces la angustia por envejecer. La decepción por los deseos incumplidos de existir a través de él.

En Monólogo, una mujer «limpia, pura, intransigente» odia el mundo. Porque el mundo la odia. Porque ella lo odia. Porque… A sus ojos, el objetivo de sus vecinos, sus conocidos, de quienes caminan por la calle, es amargarla. El círculo de odio y desprecio no tiene fin.

Se ha separado del marido a cambio de la pensión y el apartamento, aunque haya tenido que ceder la custodia del niño. ¡Ah, seguro que lo educan en contra de ella! ¡Si viviera su otra hija, esa ingrata que tampoco se dejaba manejar a pesar de que todo lo hacía por su bien! ¡Qué malvados al dejarla sola! Sola. Sola…

La mujer rota, la tercera y más extensa historia que da nombre al conjunto, son las páginas de un diario. La voz interior que lo redacta hace planes una vez que las niñas se han independizado. Los proyectos que nunca pudo realizar por compromisos hacia los demás se abren luminosos en el futuro.

Aunque esa adolescente rebelde que le pide un cigarrillo, ansiosa de escapar de una institución pública de acogida, podría trastocarlos.

Y, sobre todo, la respuesta que obtiene de su marido a una sencilla pregunta: «Sí, Monique, hay una mujer en mi vida».

Una mujer. Otra mujer. A quien ella conoce: bonita, brillante, seductora. Con quien ha de compartirlo. ¿Por qué? ¿Cuándo aparecieron las grietas en la relación que no distinguió a tiempo? ¿Ha sido suya la culpa? Y ahora, ¿qué va a hacer?

Una intensa y emocionante obra para enseñarnos que hay quienes construyen de nuevo sobre las cenizas, obteniendo de ellas un mortero aún más fuerte. Pero también personas que «fracasan» y, ante la falta de certezas que las golpea, quedan inermes, perdidas en su propio yo.

Rotas.


lunes, 25 de septiembre de 2023

Los negocios del señor Julio César

Clave de lectura: Julio César antes de ser ¡Julio César!
Valoración: Muy actual ✮✮✮✮✩
Música: Giulio Cesare (Se in fiorito ameno prato), de G.F. Haendel ♪♪♪
Portada del libro Los negocios del señor Julio César, de Bertolt Brecht.

Para continuar con las lecturas estivales, le llega el turno hoy a una de las grandes plumas: Bertolt Brecht.

Los atractivos que rodean a Los negocios del señor Julio César son varios. Aunque me gustaría destacar uno en especial: su actualidad.

El dramaturgo recrea las andanzas de nuestro personaje antes de que su nombre pasara a la historia. Cuando apenas era un vividor y político del montón, entrampado, sujeto a los tejemanejes cotidianos de la República más que urdidor de sus hilos.

Y lo hace con un estilo que lo sitúa en nuestros propios tiempos, entre los ecos de sociedad, las noticias y los índices bursátiles de la city.

Con escándalos, especulaciones, compromisos clientelares y extravagancias para privilegiar su cursus honorum a costa de otros ilustres candidatos a dirigir el destino de Roma: Pompeyo, Catón, Craso, Cicerón, Catilina…

Dos décadas después de los idus de marzo que vieron relucir los puñales, un escritor deseoso de redactar la biografía del estadista visita al antiguo alguacil ejecutor de deudas y ahora banquero Mummio Spicer. Solicita consultar el diario de Rarus, secretario personal de César, que obra en su poder.

Y será en esas páginas, no destinadas al conocimiento público, donde mejor se imbuya de su personalidad real, así como de la cloaca en que poderosos y esclavos, senadores y libertos, patricios y plebeyos nadan con un único interés: medrar para mantener la cabeza a flote, evitando que las aguas los arrastren al Tártaro.

No, Cayo Julio no es héroe ni villano en el relato de Brecht, sino un oportunista cuya apuesta consigue quedar la más alta. Porque los héroes no existen, solo hombres y mujeres de rostro esculpido en mármol o hace mucho ya olvidados, pero todos inmersos en un vulgar mundo de miserias.

Muy buena… ¿novela?


jueves, 14 de septiembre de 2023

En busca del unicornio

Clave de lectura: Expedición a través de África en busca de lo inencontrable.
Valoración: Excelente ✮✮✮✮✮
Música: Tres morillas (Romance anónimo) ♪♪♪
Portada del libro En busca del unicornio, de Juan Eslava Galán.

Al igual que la propuesta de la anterior entrada, esta es una novela de verano.

Y de primavera y de otoño y de invierno. Ya puede diluviar o lucir un sol tropical, que se leería con el mismo placer.

Porque, ciertamente, no me vienen más que elogios para calificarla: el planteamiento, la plausibilidad histórica, los personajes, el ritmo, el uso del lenguaje… ¡Muy bien por parte de Juan Eslava Galán!

A mediados del siglo XV, reinando en Castilla Enrique IV, a quien las malas lenguas apodan «el Impotente», se encarga al joven Juan de Olid capitanear una expedición para hallar la cura al mal que dicen aflige al monarca. Tan mítica como infalible.

Ha de partir En busca del unicornio.

Todo un reto para el jovencísimo paladín que, al mando de cuarenta ballesteros, secretario, traductor, tres criadas y el sabio fray Jordi de Monserrate, cruza el mar hacia los dominios del sultán de Marruecos.

Ah, también le acompaña una figura fundamental para la felicidad de la empresa: doña Josefina. Doncella certificada.

Porque, como es sabido, solo una virgen puede acercarse a tan esquivo animal y, amansándolo, conseguir la captura de su cuerno. Aunque entre la dama y el caballero parece que se iluminan los ojos. Escapa algún suspiro de sus apretados labios.

Y también está Inesilla, al servicio de doña Josefina, a quien, en lugar de los suspiros y la languidez del amour courtois medieval, le bulle la sangre en sus encuentros con el protagonista. Hay una noche oscura que...

Dejando atrás Marraquech, la comitiva se dirige a la inmensidad de las arenas, en compañía de caravanas que conocen sus senderos. Y más allá de Tombuctú…

Junglas, ríos, cataratas, montañas, sabanas, tribus pacíficas o belicosas. Lo inexplorado.

Ya no sirven mapas, apenas las noticias de una poderosa bestia al sur que podría ser la que persiguen.

¿Volverá alguno de ellos a pisar la corte de su señor, con o sin el ansiado trofeo en sus manos?

El desenlace, después de unas páginas llenas de peripecias y excelente factura. A disfrutar.


domingo, 3 de septiembre de 2023

Los corredores del tiempo

Clave de lectura: Viaje por el tiempo hasta el misterioso Neolítico.
Valoración: Entretenido sin pretensiones ✮✮✮✩✩
Música: Interstellar, de Hans Zimmer ♪♪♪
Portada del libro Los corredores del tiempo, de Poul Anderson.

Como lectura de verano obtiene buena nota, la verdad.

Lo de lectura de verano no va con segundas. Quiero decir algo para relajarse, adecuado para pasarlo bien mientras alrededor el tiempo se diluye apaciblemente, muy apaciblemente...

Justo lo que no le ocurre al protagonista de esta novela de Poul Anderson. Ni a él ni a ningún otro personaje de la trama, por tomar partido en el conflicto más prolongado de la historia.

Poco tranquilizador ha de ser introducirse en un antiguo túmulo a mediados del siglo XX y volver a salir en el mismo lugar pero a la altura del Neolítico.

Los corredores del tiempo se inicia con Malcolm Lockridge, veterano de los marines, recorriendo una carretera danesa en compañía de la «hermosa y enigmática» Storm Darroway. Le ha contratado para recuperar un tesoro o algo parecido.

A la vista de los dólmenes que motean el paisaje, ella le explica que en la Edad de Piedra se adoraba desde allí al Mediterráneo a una diosa.

Justo la denominación que Malcolm le daría a su jefa, fascinado por su melena negra, «cejas arqueadas sobre largos y oblicuos ojos verdes, marcados pómulos, nariz recta, con las ventanas ligeramente acampanadas, boca y mentón imperiosos, piel morena…». Le tiene atontadito.

Y más todavía se queda cuando abre una puerta oculta al pie de uno de los dólmenes mediante un tubo de energía que eleva el tapón de tierra contra, aparentemente, las leyes de la física.

A partir de ahí, se verá inmerso en las luchas entre los Guardianes y los Batidores, dos bandos con filosofías opuestas de cómo conviene evolucionar a las sociedades humanas.

Storm lidera uno, basado en una especie de misticismo, y un tal Brann el otro, que representa la estricta racionalidad científica.

Reconozco que, en la tradición de los viajes temporales, los corredores a los que hace mención el título, unos túneles que permiten desplazarse entre siglos a bordo de vehículos antigravitatorios, no están demasiado explicados por el autor. Pero, ¿dije algo de lectura de verano?

Conviene también hacer la vista gorda, o los oídos en este caso, a las «diaglosas», unos aparatos que sirven para hablar las lenguas de los grupos que se van encontrando por el camino: pescadores jutlandeses como la simpática y fiel Auri, invasores indoeuropeos con carros de guerra, marinos iberos que dirigen sus galeras a las tierras del norte…

Y no es menos cierto que hay ciertas paradojas en la acción que…

Hala, ya está, dudas fuera. ¡Aventuras, aventuras! ¡Más!


jueves, 24 de agosto de 2023

Pimiango (XXI)

Acércate un momento a La Librería de Pimiango, solo un momento. Saludas, pides un refrigerio y ya. Total, ¿qué podría suceder?

Puede que cruces a través de un espejo, desde luego. O que te lleve el rocío flotando a la luna si te descuidas, pero eso tampoco es nada del otro mundo.

Quizá alguien afine una guitarra y se ponga a tocar, y otra persona con hermosa voz le acompañe, y acaso a una armónica le dé por unirse al conjunto.

A lo mejor ha salido el nuevo número de Chicoria, el periódico del lugar, y te demoras otro rato con sus historias y versos.

Shhhhhhh… Que nadie se entere de que a mí también me dejan escribir en él cuatro palabras, aunque sean mal compuestas…

Si aparece una cesta con panes recién sacados del horno y te trae a la memoria una tabla de quesos y una ensalada de tomate marinado, entonces… ¡No, no, ni se te ocurra, que hay prisa!

Aunque antes haya que cambiar el barril de cerveza. Qué suerte tienes, menuda excusa para retrasar la partida, no le vayas a hacer un feo a la penúltima.

Bajo el dintel de la puerta distingues al rey, la princesa y un bombero que entran. Vienen ensayando una obra que... Sí, claro que son marionetas, igual que todo el mundo. La bailarina creo que llega más tarde.

Los cuadros de la nueva exposición oscilan con suavidad. Aquí, allá, aquí, allá, aquí… Parecen escuchar el debate surgido sobre… ¿He dicho debate? Buenooooo, ya está liada, tú no te metas, ¿eh? ¡Acuérdate de aquel que empezó un día y terminó al siguiente!

Si es que terminó, que todavía no estoy seguro.

Ah, que ahora hablan de cine. De acuerdo, cinco minutos más. Diez máximo.

Y decídete si quieres subir rapidito a la primera planta, vete a saber lo que te encuentras.

Vale, vale, no me mires así. No piensas largarte hasta que cierren, ¿verdad? O hasta que te echen.

Era de esperar. Ay…




martes, 11 de julio de 2023

Crónicas marcianas

Clave de lectura: Llegada y asentamiento humano en el planeta rojo.
Valoración: Reflexivo. Lúcido. Elegíaco. Imprescindible ✮✮✮✮✮
Música: Crónicas marcianas, de Stanley Myers ♪♪♪
Portada del libro Crónicas marcianas, de Ray Bradbury.

Ciencia ficción, ciencia ficción…

Bien, es cierto que en Crónicas marcianas se habla de cohetes, de exploraciones, de la inmensidad del espacio, de los valles, llanuras y montañas que recorren el deseado planeta rojo.

Ray Bradbury nos regala una épica que hace soñar hoy igual que en 1950, cuando se publicó por primera vez.

Civilizaciones milenarias, ciudades de piedra con torres de cristal, telepatía, barcos de las arenas…

El ser humano en búsqueda permanente de nuevos retos y fronteras. Marte, nuestro segundo paso hacia la inmortalidad.

Sin embargo, esa épica no es más que un recubrimiento metalizado que fulgura bajo la luz de las estrellas.

Lo que de verdad hay debajo, lo que de verdad nos pone el autor frente a los ojos, son los fantasmas que nos han acompañado desde que aprendimos a usar el mismo fuego que impulsa las naves colonizadoras.

La soberbia, el egoísmo, la avaricia, la segregación, el desprecio a lo que es diferente y no comprendemos.

La creencia en nuestra superioridad innata, frente a la cual el universo debe doblegarse.

Deseamos que aquellos habitantes originales de Tyrr, quienes moraban con sus pequeñas y grandes preocupaciones en su pequeño y gran mundo, hubieran prevalecido en lugar de hacerlo los recién llegados.

Con el gatillo tan fácil e iguales prejuicios que en la Tierra, donde la guerra nuclear y el exterminio penden de un cable cada vez más fino, quebradizo, sobre la vida.

Ciencia ficción… Sí, ciencia ficción reflexiva, lúcida, elegíaca.

Ciencia ficción imprescindible.


lunes, 19 de junio de 2023

La Italia del año mil

Clave de lectura: Todo lo que siempre quisiste saber sobre la Italia medieval.
Valoración: Apasionante ✮✮✮✮✮
Música: La batalla de Legnano (Obertura), de Giuseppe Verdi ♪♪♪
Portada del libro La Italia del año mil, de Indro Montanelli y Roberto Gervaso.

Atonía escritora. Languidez de poltrona. Blog en tiempos febles. Zzzzzzzzzzzzz.

Hasta que…

¡Sí! ¡Indro Montanelli lo hace de nuevo! ¡Me devuelve las ganas de vocearle algo al mundo!

En esta ocasión, en compañía de Roberto Gervaso, el coautor de La Italia del año mil.

El bueno de Indro, tal como comenté en cierta entrada anterior, tenía un don para exponer la historia de forma amenísima, sin sacrificar a cambio la verosimilitud. Lo demuestra otra vez con este título.

Además, las vicisitudes de la península transalpina durante la transición entre la Alta y la Baja Edad Media diría que no evocan —injustamente— imágenes tan inmediatas como las de los reinos ánglicos, francos, hispánicos o escandinavos. De forma que doble agradecimiento por rellenar la laguna.

Porque resulta que los terremotos de todo tipo, políticos y religiosos, bélicos y culturales, que tuvieron lugar entre el montón de papas y los menos cambiantes emperadores de la época, no dan lugar al respiro.

Contra la idea común de los sucesores de san Pedro como figuras omnímodas, que hacían temblar a las coronas con la excomunión si osaban alzar un dedo sin permiso, parece que a la altura del cambio de milenio señoreaban relativamente poco. Aún no había llegado su momento.

En cambio, el Sacro Imperio Romano Germánico sometía, si era necesario a golpe de cetro, el orbe conocido. Los partidarios de esta o aquella dinastía, güelfos y gibelinos, comenzaban a organizarse con las tierras de la bota como premio mayor.

Al igual que las incipientes repúblicas comerciales, Florencia, Génova, Milán, Venecia, acumulaban cartas para el gran juego.

Surgen figuras como Silvestre II, Urbano del mismo número, Inocencio III, cara a cara por el poder secular contra Federico Barbarroja, Enrique VI y su nieto, también Federico.

Como san Francisco de Asís, santo Domingo de Guzmán, la condesa Matilde de Canossa.

Ricardo de Inglaterra, Felipe Augusto de Francia, Eloisa y Abelardo.

Cruzados, caballeros, trovadores, batallas dignas de una ópera como la de Legnano.

En lontananza los normandos, los magiares, bizantinos, sarracenos…

Apasionante, hacedme caso. Si conseguís pillar un ejemplar acabaréis harto contentos.


miércoles, 3 de mayo de 2023

El matarife

Clave de lectura: La sangre es la sangre, con guerra o sin ella, para Otto Schwarz.
Valoración: Primerizo y prometedor ✮✮✮✩✩
Música: Wozzeck (Interludio), de Alban Berg ♪♪♪
Portada del libro El matarife, de Sándor Márai.

De acuerdo, puede que no sea el Sándor Márai que conocemos. El admirado.

De hecho, el estilo no se asemeja aquí al de sus obras de mayor madurez. Es más... directo. Busca un impacto de violencia primigenia en el ojo lector.

¿Y no es ello necesario para conducirnos al intramundo de Otto Schwarz, el protagonista, El matarife, basado en el triunfo antagónico de la muerte?

Otto nace cuando sus padres ya no lo esperan. Es concebido tras la impresión de una tragedia en un espectáculo con fieras. Y la madre fallece en el parto, marcándole un camino al que, de alguna manera, parece predestinado.

El orden reina en Alemania. Todo tiene un propósito bajo la penetrante mirada del káiser, omnipresente en los retratos a lo largo y ancho del imperio.

Y cuando, a los nueve o diez años, el niño contempla accidentalmente el sacrificio de un buey, el filo del hacha cayendo sobre su cuello, las sierras y cuchillos que terminan el trabajo, la sangre que brota en chorros, los estertores que cesan...

Sabe a qué quiere dedicarse en lo sucesivo. No tiene dudas sobre el tipo de sensaciones que quiere volver a experimentar. En los mataderos que abastecen de carne a Berlín llevará a cabo sus sueños.

Como un ciudadano modelo, honrado, paciente, del que nadie presenta queja.

Hasta que llega la movilización. El avance hacia Serbia. El ataque a las trincheras enemigas. Una bayoneta en sus manos, también con un propósito...

Luego el Marne. La misma bayoneta y la fama por su «tratamiento radical» de las aldeas condenadas.

Los ojos que antes le contemplaban desde un retrato se encuentran con él frente a frente. La Cruz de Hierro cuelga en su solapa y una voz aflautada le asegura que ha cumplido con su deber.

Retorna al antiguo piso, tras varios años de ausencia. Una sociedad sin reglas, donde una joven precisa de un protector contra abusos y ataques, a quien recompensar con amor y dinero en efectivo.

Una mujer a quien describir con todo detalle cómo son las cosas en el frente...

Título temprano que muestra ya a las claras el talento literario de su autor, El matarife se añade de pleno derecho, pese a su brevedad, a las novelas contemporáneas que nos describen la inimaginable miseria desatada por la Primera Guerra Mundial.

Sándor Márai. Poco puedo añadir.


miércoles, 19 de abril de 2023

Ética y moral

Clave de lectura: El idealismo como motor de vida.
Valoración: Tiene carisma ✮✮✮✮✩
Música: Ave Verum Corpus, de W.A. Mozart ♪♪♪
Portada del libro Ética y moral, de Leonardo Boff.

¿Cómo construimos nuestras opiniones?

¿Sobre qué bases, entre las posibilidades que nos ofrece cualquier tema, desde la decisión del mejor voto en unas elecciones hasta perorar contra el penalti pitado a nuestro equipo de fútbol favorito, concluimos que tal cosa es así o que debería ser así?

A menudo, lo que llamamos evidencia es a los ojos de otros una interpretación.

Cuestiones retóricas aparte, hay que valorar el papel que juegan en las creencias, en el cincelado de la personalidad, ciertos referentes morales. Figuras tan próximas como nuestros padres o quizá lejanas, de las que solo conocemos su mensaje y a quienes, sin embargo, escuchamos con respeto.

Figuras con carisma.

Me gustaría hacer mención a uno de estos nombres singulares, Leonardo Boff, representado por su título Ética y moral. La búsqueda de los fundamentos.

Me sonrío por haber utilizado el término «carisma» un par de líneas atrás. Si bien quería denotar «especial capacidad de algunas personas para atraer o fascinar», no parece extemporánea la segunda acepción del diccionario: «Don gratuito que Dios concede a algunas personas en beneficio de la comunidad».

Como es sabido, el ámbito de origen de Boff es el religioso, aunque algunas de las reflexiones que ha publicado al respecto no resultan del agrado de la curia romana. Verbigracia, la teología de la liberación.

Y es que sus inquietudes no se enmadejan en el sexo de los ángeles, por así expresarlo, sino que hacen foco en las acciones. En nuestra manera de vivir.

Comienza este pequeño volumen con el opúsculo Ética: la enfermedad y sus remedios, preguntándose sobre el objetivo al que hemos aspirado a lo largo de las revoluciones históricas (agrícola, industrial, de la información), y si merece la pena que las comodidades materiales obtenidas gracias a ellas lo hayan sido a costa del vacío existencial y la devastación de la naturaleza.

En Genealogías de la ética se lamenta de la confusión de valores contemporánea, que no sabe distinguir con claridad qué es correcto y qué no. Nuestro vertiginoso desarrollo técnico no ha tenido parangón en el desarrollo de la conciencia.

Términos acuñados por los antiguos griegos resucitan en este capítulo con largueza. Pathos, la pasión. Logos, la razón. Eros, el amor. Daimon, ethos… Es necesario que la balanza de la vida no se incline hacia una actitud fría, utilitarista, en un extremo, ni de disfrute sin medida en el otro.

Virtudes cardinales de una ética planetaria asoma como la sección más políticamente comprometida del libro. Por eso mismo debemos escrutarla con especial ánimo crítico, antes de decidir si nos convence mucho o poco.

Aclaro un aspecto que considero fundamental en relación con los referentes morales: conviene apartarse siempre de los supuestos mesías, de quienes nos traigan una verdad absoluta de partida en vez de movernos al debate interno. No seamos peleles por oír campanas...

El autor arremete contra el individualismo preconizado por la lógica capitalista (por ejemplo, se confiesa entusiasmado por la victoria del presidente Lula en las elecciones brasileñas de 2002).

La ideología neoliberal del yo primero y los que vengan detrás que se las arreglen deriva sin remisión en la injusticia.

Si el mercado tiene que ganar, entonces la sociedad —entendida en un sentido no antropocéntrico, la Tierra-Gaia, el conjunto de la vida en el planeta— tiene que perder.

Hemos de autolimitarnos, sacrificar el consumismo irresponsable que ejerce de motor de nuestra actividad, por mor de garantizar la propia supervivencia ecológica.

Guerra y paz, a continuación, también resulta susceptible a la controversia.

Denuncia el imperialismo globalizado que ha sustituido apenas en las formas, ya que no en el fondo, a la misión de conquista en que se complace occidente (encarnado en los Estados Unidos). No se trata de la ocupación física del territorio, sino de mantener el mismo dominio de siempre por otros medios.

Y, si no funcionan, se recurre a nuestra vieja acompañante: la guerra. Homo sapiens et demens...

La conclusión insiste a pesar de ello en la esperanza, en que saldremos renovados de la crisis. La hermosa Carta de la Tierra en el apéndice cierra apropiadamente la lectura.

Porque «en medio de la magnífica diversidad de culturas y formas de vida, somos una sola familia humana y una sola comunidad terrestre con un destino común».


miércoles, 29 de marzo de 2023

Las edades brillantes

Clave de lectura: Nueva luz para entender la Edad Media.
Valoración: A disfrutar ✮✮✮✮✩
Música: El león en invierno, de John Barry ♪♪♪
Portada del libro Las edades brillantes, de Matthew Gabriele y David M. Perry.

Matthew Gabriele y David M. Perry muestran un entusiasmo desbordante en este estudio. Y además contagioso.

Pretenden combatir la idea, instalada en el imaginario común, de que la Edad Media fuera un pozo de mil años sumergidos en la guerra, la superstición, la peste y las tinieblas.

Para ello, ya desde el título del libro lanzan un golpe de guantelete a las conciencias escolásticas: Las edades brillantes. Una nueva historia de la Europa medieval.

De acuerdo con su tesis, hemos simplificado en exceso un relato donde los siervos de la gleba malvivían bajo el látigo feudal, pontífices y obispos mandaban más que los reyes, los frailes difundían el fanatismo y, en general, bastante suerte se tenía de no acabar en la picota. O en la hoguera.

Antes habíamos disfrutado de épocas esplendorosas (aquellos estupendos griegos, aquellos ordenados romanos) y después volvería a surgir el espíritu del tiempo que las hizo posibles (el Renacimiento, el Siglo de las Luces…). Entre tanto, el caos.

Con tres o cuatro mitos caballerescos romantizados de aderezo, así se explica la visión tradicional.

Por el contrario, hacemos injusticia a la complejidad de gentes y civilizaciones que contribuyeron no poco a moldear las sociedades actuales. Junto a aspectos violentos, innegables, existió una riqueza inusitada de extensión e intercambio, tanto de bienes como de pensamiento, entre los rincones más alejados del mapa.

Los primeros capítulos me parecen personalmente los más atrayentes. ¿De verdad se rompió el mundo en mil pedazos tras la debacle de Roma?

Los autores nos dirigen a Rávena con ánimo de respuesta. En concreto, a un mausoleo con bóveda tachonada de estrellas, bajo las cuales su impulsora, la singular Gala Placidia, aferra las riendas del poder. Alarico ya se ha paseado a caballo por el Capitolio y Odoacro se encuentra cerca de terminar el trabajo.

Si no fuera porque el caudillo godo, tras derrocar a Rómulo Augústulo, no ocupa su puesto: se declara cliente de otra corona, la de Constantinopla, que es Roma con un nombre diferente. Continuidad política y cultural en vez de fractura.

En todo caso, el periplo de Placidia, en el eje de cada acontecimiento reseñable, ejemplifica la permeabilidad entre los bárbaros (o federados, o ciudadanos con origen más allá del Rin) y la ciudad eterna.

La siguiente parada la efectuamos en el siglo VI, acompañando a las tropas de Justiniano y su famoso general Belisario. Acaban de hacer efectivo el retorno de la urbe y otros amplios territorios bajo el ala del Imperio de Oriente. Santa Sofía, el magnífico templo a orillas del Bósforo, se erige en faro sensorial de la nueva luz.

Adelantamos hasta el 638, cuando el califa Omar ibn al-Jattab acuerda con el patriarca Sofronio la entrada incruenta en Jerusalén. Cierto que la ola del islam no estuvo exenta de destrucción, pero tampoco excesiva si comparamos.

De hecho, este episodio se utiliza para desarrollar la teoría de que las religiones «no existen en un estado constante de cohabitación o conflicto». Se adaptan. La intolerancia mutua entre monoteísmos crecerá por circunstancias ajenas estrictamente a la fe.

Cuarta etapa: los papas. ¿Por qué adquieren una representatividad divina en casi cualquier ámbito? Cismas, concilios y triunfo in extremis de doctrinas que podrían haber sido las perdedoras nos introducen en esta apasionante cuestión.

Mientras, visigodos en el solar hispano, francos al norte y lombardos en la bota itálica consolidan posiciones. Gregorio Magno (el del canto gregoriano) acompaña a figuras tristemente olvidadas como las reinas Teodelinda o Radegunda.

Britania a continuación, una isla pagana. La merovingia Bertha, casada con el monarca Aethelbert de Kent, va introduciendo la semilla que allanará el mensaje de los misioneros.

Carlomagno, por supuesto. Sus ascendientes y descendientes. Y el significado del elefante africano que recibe como regalo de Harun al-Rashid en su palacio de Aquisgrán.

Los indómitos vikingos. Los rus, que comercian con Bizancio y Bagdad. Los mongoles. Los cruzados tempranos. Los que adoptan ese nombre para masacrar a los albigenses. El simbolismo de las catedrales. La Inquisición. La muerte negra… El Medievo no se puede comprender sin ellos.

Y tampoco sin la ciencia, el arte, la medicina, sin Aristóteles rescatado en manuscritos arábigos y latinos. Sin Toledo, ciudad crisol a la que Pedro el Venerable, abad de Cluny, viaja para conseguir una traducción del Corán. Sin los judíos. La «complicada y humana» península ibérica…

Agustín de Hipona, Maimónides, Bernardo de Claraval, Leonor de Aquitania, Hildegarda von Bingen, la escritora Marie de Francia, Dante… La lista de nombres ilustres no cesa en la desmentida oscuridad.

Hasta el epílogo de Valladolid, en fecha tan tardía como 1550: Juan Ginés de Sepúlveda, prototipo de letrado «moderno», debate con el «medieval» en todos los sentidos fray Bartolomé de las Casas sobre el derecho a la conquista de las Indias y la imposición forzosa del cristianismo a sus habitantes. Adivínese la postura de cada uno.

En fin, quizá el término «nueva historia» peque algo de suficiencia, quién sabe, pero yo la he disfrutado un montón.


martes, 21 de marzo de 2023

Tristura

Clave de lectura: Cómo se tejen las cuerdas que desde niños van atando nuestra vida.
Valoración: Gran descubrimiento ✮✮✮✮✮
Música: O cravo, de Emilio Cao ♪♪♪
Portada del libro Tristura, de Elena Quiroga.

No me vienen demasiadas novelas a la memoria, sin ponerla en jaque, que puedan presumir de la maestría de Elena Quiroga para recrear el universo emocional de seres de ficción con tanta intensidad.

La vida cotidiana de Tadea, una niña de nueve años huérfana de madre, acogida en el caserón familiar de sus tíos, en lo que llamaríamos «Galicia profunda», se desplaza poco a poco desde la ilusión infantil a las sensaciones existenciales condensadas en la palabra del título: Tristura.

Tristura que se introduce en cada poro y que no vuelve a salir en forma de lágrimas, sino de mirada apagada, de asumir con resignación que hay que comportarse como esperan unos adultos —no corras, no juegues, no hagas ruido, no cantes, no hagas muecas, no te cierres por dentro en el retrete, no, no, no…— enfermos crónicos del mismo mal.

Un entorno en el que cada aliado se convierte en delator para desviar el reproche. Donde las infracciones, los pecados, hasta los incomprensibles, hacen daño al corazón del mismo Dios —Tadea, no se pregunta. Las cosas de la religión no se preguntan—.

Dominado por la tía Concha, que siempre odió el matrimonio de su hermana muerta. Por la abuela, matriarca de las apariencias. Por el tío Andrés y el tío Juan. Por Julia, que trae queso con gusanos cuando viene de visita.

Por Suzanne, la joven institutriz francesa a quien chistan los hombres porque enseña las rodillas. A ratos una chispa de luz, aunque nunca cómplice. Nunca.

Por Clota, Ana y Odón, los primos y compañeros de experiencias, que le recuerdan que ella no tiene el mismo derecho natural a estar allí.

Por la servidumbre y la gente del pueblo, Pura, Venancio, Millán, Francisca, Mariano, Dora, Obdulia, Tomasa, Patrocinio, con sus pasiones a escondidas, su resignación, sus envidias, sus rencores…

Incluso por el lejano padre, que tiene cosas más importantes en que ocuparse que enviar el regalo de Reyes.

Y donde la singular sintaxis del relato, creación absolutamente personal de la autora, se adivina quizás como un punto de fuga de las reglas marcadas, un subterfugio para protestar contra ese mundo desvaído y cercenante.

Asombra de verdad que Quiroga, con un enfoque tan rompedor en la literatura de posguerra —contemporánea de Carmen Laforet y Ana María Matute—, no haya tenido sin embargo un reconocimiento a la misma altura. A tenor de lo leído, sería pura justicia.


miércoles, 15 de marzo de 2023

Brevísima y elogiosa nota sobre… (CXII)

«Que tu vida esté llena de pasiones y deseo».

Leo la nueva dedicatoria que me firma Marisa López Diz con una sonrisa. Después dejo la mirada perderse hacia un punto insondado, ajeno al tiempo o la distancia. ¿Y si…?

¿Y si fuera así?

¿No es acaso capaz la pasión de convertirse en una fuerza que vibra, que resuena como ninguna otra que conozcamos, inundando cada segundo con su latido de marea?

¿No dejamos de sentirnos vivos de verdad solo cuando el deseo susurra un último adiós desde el borde de nuestros labios, piel sollozante, palabra ahogada?

Bajo el verano de tu boca es un hermoso ejemplo del arte poético de su autora. De la intensidad con que quiere compartir con nosotros, los afortunados, sus versos.

Si en su anterior libro que comenté brevemente, L’alma albentestate, nos abrazaba el lirismo, en esta ocasión nos trae un contacto mucho más íntimo. Con nuestros dedos, con la lengua, las caderas, con nuestros ojos enloquecidamente dilatados…

Digno del Premio Cálamo de poesía erótica que ostenta.

Sol incandescente, sudor que perla el pecho, nubes de tormenta, frutos, abismos, tañer de gemidos… Las figuras se suceden y la sed continúa sin pausa.

De los cuerpos, de las mentes.

Sed humanísima.

Sed inextinguible.




martes, 7 de marzo de 2023

Bajo el sol de Satanás

Clave de lectura: Han hecho una película y todo, así que alguna clave ha de tener... Por algún lado...
Valoración: ¡Anatema! ✮✩✩✩✩
Música: Bajo el sol de Satán, de Henri Dutilleux ♪♪♪
Portada del libro libro Bajo el sol de Satanás, de Georges Bernanos.

Hay quienes consideran esta novela como obra referencial de la literatura francesa. Hasta se rodó una película de prestigio basada en ella.

Yo, por mi parte, pienso otra cosa menos halagadora.

¡¿Pero qué narices escribió Georges Bernanos?! ¡¿De qué va Bajo el sol de Satanás?!

Mira que el prólogo genera buenas sensaciones: el embarazo de la jovencísima Mouchette, la visita que su padre hace al marqués de Cadignan para que se reconozca como progenitor, la negativa de este, la intensa escena en que la propia «desdichada» le visita de noche en su mansión…

El giro súbito hacia otro admirador, el casado doctor Gallet, que colorea a la pretendida víctima de tonos mucho más manipuladores de lo esperado…

Pero de repente, ¡puf!, aparece un cura, el abate Donissan, que se postula como figura central de la historia, y todo deriva en un sinsentido. ¿Qué se supone que fuma este personaje?

Puedo hacer un análisis gramatical o sintáctico de las frases, ¡pero no lógico! Vuelvo atrás, recorro cada línea con atención, intento apuntalar los andamios ¡y no consigo entender una palabra de lo que estoy leyendo!

Colijo una especie de lucha mística entre el hombre de la sotana y el maligno encarnado, algún tipo de reflexión sobre la santidad en tiempos racionalistas —o, a lo mejor, simplemente un exceso de visiones psicodélicas— y abandono un esfuerzo inútil, que me quita más de lo que me da.

Llego al capítulo final con prisas y ofuscado.

Referencial... A la papelera o al purgatorio. Ahí lo dejo.


martes, 28 de febrero de 2023

¿Es posible un mundo sin guerras?

Clave de lectura: Estudio sobre la psicología de la violencia.
Valoración: Bienintencionado ✮✮✮✮✩
Música: God of War, de Bear McCreary ♪♪♪
Portada del libro ¿Es posible un mundo sin guerras?, de Arno Gruen.

¿Es posible un mundo sin guerras? Es lo que se pregunta, ni más ni menos, Arno Gruen en este ensayo.

La base de estudio se apoya en las herramientas que nos proporciona el psicoanálisis y las conclusiones resultan afirmativas. Sí, es posible.

La experiencia del autor le da desde luego voto de prestigio. Nacido en la Alemania de Weimar y emigrado forzoso junto con sus padres en el 36, entendía perfectamente el concepto de odio.

Pero, en desacuerdo con el gigante Freud, que enraizaba el deseo por la violencia en nuestra propia naturaleza, él aboga por que se introduce de forma ajena, se cultiva en el subconsciente desde la infancia y acaba matando al niño original.

Nos supeditamos a un molde subrepticio relleno de pautas culturales y sociales que nos «obligan» a hacer cosas ante las que no acertamos a rebelarnos. Y, según nos adentramos en la edad adulta, somos dueños de nuestras vidas cada vez en menor medida.

Entonces, ¿obedecemos a un ciego determinismo? ¿Quedamos reducidos a células que se amoldan a la corriente general o a una «voluntad superior»? ¿Estamos abocados a traicionar a nuestro yo íntimo que grita paz, amistad, concordia, compasión, solidaridad?

Gruen opina que no. No solo podemos ejercer la libertad, renunciando si es preciso a creencias o pretendidos valores inculcados por nuestro entorno, sino que debemos hacerlo. Sobre todo los más jóvenes, ya que, cuando los lustros se acumulan en nuestras sienes, tendemos a adaptarnos: lo desconocido nos da miedo.

«¿Qué lleva a los hombres a ejercer violencia sobre otros hombres? ¿Qué mueve a los soldados a obedecer incluso las órdenes más absurdas? ¿Qué conduce a un político a enviar a miles de hombres a la muerte, aparentando ante sí mismo y ante los demás que actúa correctamente?».

A través de ejemplos extraídos de su trayectoria como profesor y terapeuta, citas de novelas, poemas, personajes históricos o contemporáneos y fuentes de inspiración alternativas, nuestro Quijote de la mente desmenuza la ambición, la falta de escrúpulos, la competitividad extrema, el ansia de dominio, actitudes que triunfan…, para mostrárnoslas desnudas.

Olvidamos cómo en algún momento aprendimos a amar y consideramos débiles los sentimientos. Confundimos fortaleza con poder. Nuestra confianza emocional, pilar en una existencia equilibrada, se tambalea, creando sombras de rechazo a nosotros mismos que convertimos en daño hacia los demás. El dolor engendra dolor.

Hay que retornar a los sueños que valen la pena, es su mensaje. Aquellos procedentes de nuestros primeros pasos, no los anhelos de poseer aparatos de marca o presumir de famosos a los que nos acostumbran.

Hermoso pensamiento. Quisiera creerlo. Quisiera tener su misma visión de la esperanza.

No sé si a estas alturas ya será tarde.