lunes, 19 de junio de 2023

La Italia del año mil

Clave de lectura: Todo lo que siempre quisiste saber sobre la Italia medieval.
Valoración: Apasionante ✮✮✮✮✮
Música: La batalla de Legnano (Obertura), de Giuseppe Verdi ♪♪♪
Portada del libro La Italia del año mil, de Indro Montanelli y Roberto Gervaso.

Atonía escritora. Languidez de poltrona. Blog en tiempos febles. Zzzzzzzzzzzzz.

Hasta que…

¡Sí! ¡Indro Montanelli lo hace de nuevo! ¡Me devuelve las ganas de vocearle algo al mundo!

En esta ocasión, en compañía de Roberto Gervaso, el coautor de La Italia del año mil.

El bueno de Indro, tal como comenté en cierta entrada anterior, tenía un don para exponer la historia de forma amenísima, sin sacrificar a cambio la verosimilitud. Lo demuestra otra vez con este título.

Además, las vicisitudes de la península transalpina durante la transición entre la Alta y la Baja Edad Media diría que no evocan —injustamente— imágenes tan inmediatas como las de los reinos ánglicos, francos, hispánicos o escandinavos. De forma que doble agradecimiento por rellenar la laguna.

Porque resulta que los terremotos de todo tipo, políticos y religiosos, bélicos y culturales, que tuvieron lugar entre el montón de papas y los menos cambiantes emperadores de la época, no dan lugar al respiro.

Contra la idea común de los sucesores de san Pedro como figuras omnímodas, que hacían temblar a las coronas con la excomunión si osaban alzar un dedo sin permiso, parece que a la altura del cambio de milenio señoreaban relativamente poco. Aún no había llegado su momento.

En cambio, el Sacro Imperio Romano Germánico sometía, si era necesario a golpe de cetro, el orbe conocido. Los partidarios de esta o aquella dinastía, güelfos y gibelinos, comenzaban a organizarse con las tierras de la bota como premio mayor.

Al igual que las incipientes repúblicas comerciales, Florencia, Génova, Milán, Venecia, acumulaban cartas para el gran juego.

Surgen figuras como Silvestre II, Urbano del mismo número, Inocencio III, cara a cara por el poder secular contra Federico Barbarroja, Enrique VI y su nieto, también Federico.

Como san Francisco de Asís, santo Domingo de Guzmán, la condesa Matilde de Canossa.

Ricardo de Inglaterra, Felipe Augusto de Francia, Eloisa y Abelardo.

Cruzados, caballeros, trovadores, batallas dignas de una ópera como la de Legnano.

En lontananza los normandos, los magiares, bizantinos, sarracenos…

Apasionante, hacedme caso. Si conseguís pillar un ejemplar acabaréis harto contentos.


1 comentario:

Ignacio de Carlos dijo...

La figura de Matilde de Canossa me fascina.