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martes, 10 de septiembre de 2024

De Tales a Newton

Clave de lectura: Historia y aplicación de la ciencia y el método científico.
Valoración: Bueno ✮✮✮✮✩
Música: Teorema de Tales, de Les Luthiers ♪♪♪
Portada del libro De Tales a Newton, de Juan Meléndez Sánchez.

De Mileto a Woolsthorpe-by-Colsterworth. Del sol mediterráneo a las nieblas del Mar del Norte. De caerte en un pozo por ir mirando las estrellas a caerte una manzana en la cabeza.

De la búsqueda de las causas y consecuencias a lo mismo. De Tales a Newton.

Juan Meléndez Sánchez —cuyo interesante blog, por cierto, comparte nombre con el título de su libro—, nos muestra qué es —y qué no es— la ciencia desde la raíz original: el logos.

Para ilustrar el relato, comienza en una ciudad griega donde alguien de quien solo tenemos noticia a través de terceros como Anaximandro o Aristóteles alzó un día la vista y pensó... ¡Aaaaaaaaaaah...!

Bueno, primero se remojó las barbas en el fondo del pozo, de acuerdo con la anécdota que le atribuyen de no poner sus ojos donde debía. Después pensó que las cosas ocurren no porque a Zeus le plazca, sino que siguen unas reglas por encima de dioses y hombres.

Han de ser observadas, descritas, objeto de comprobación y relacionadas: Tales, el del teorema.

Continúa con otros señores de natural curioso: Aristarco, Copérnico, Galileo, Kepler...

Y desemboca en el inglés de la fruta, la gravitación, la luz, el cálculo infinitesimal —con permiso de Leibniz— y un etcétera en la lista que se queda corto: sir Isaac Newton.

Hemos llegado a la idea de la gravitación universal: todos los objetos se atraen mutuamente con una fuerza directamente proporcional al producto de sus masas e inversamente proporcional al cuadrado de la distancia que los separa (la constante G de proporcionalidad, igual para todos los cuerpos, es la «constante de gravitación universal»).

Sin hacer hincapié tanto en los datos biográficos —aunque contextualice obras y descubrimientos con las circunstancias de sus vidas— como en la manera común de razonar.

Sugiriendo al lector que desaprenda lo estudiado desde niño bajo el argumento de autoridad —la Tierra es esférica, se mueve, otros cuerpos celestes influyen sobre ella...— y se ponga en las alpargatas o zapatos de los pioneros que no lo sabían.

Con las herramientas metodológicas adecuadas, razonemos por tanto, y veamos si somos capaces de llegar a iguales conclusiones.

Bienvenidos sean su intención y su texto. Scientia potentia est.


jueves, 11 de enero de 2024

La especie elegida

Clave de lectura: Qués y porqués del ser humano a lo largo del camino evolutivo.
Valoración: Muy bueno ✮✮✮✮✮
Música: En busca del fuego, de Philippe Sarde ♪♪♪
Portada del libro La especie elegida, de Juan Luis Arsuaga e Ignacio Martínez.

La especie elegida fue el primer título publicado por Juan Luis Arsuaga, según veo en la lista de su copiosa bibliografía. Lo escribió junto a Ignacio Martínez.

Y no es que hace más de veinte años apuntara maneras, como suele decirse, sino que ya en aquel entonces tenía mucho que contarnos.

Empiezo el comentario por un detalle: la reconocida capacidad para comunicar de nuestro paleontólogo de cabecera.

A partir de un barro prometedor, las habilidades narrativas «evolucionan» con la práctica. No esperemos que un hálito divino toque el dedo con un bolígrafo y hala, el genio divulgativo surja sin hoja de parra desde el primer minuto.

Valga la broma para explicar que Arsuaga tiene obras posteriores más ajustadas a ese estilo clarificador que lo afama. En la que hoy nos ocupa, quizá haya veces en que el torrente de información la encamina hacia la lectura de ojos especializados.

Por ejemplo, los exhaustivos detalles sobre la anatomía de los diferentes parántropos y homínidos candidatos a coronarse como reyes del planeta no parecen alejarse mucho de una asignatura universitaria.

Habiendo hecho la «advertencia», el contenido en sí de La especie elegida es sin duda para matrícula. Qué viaje tan increíble a través de los que fuimos, lo que somos y… ¿lo que podríamos ser?

A diferencia de la selección artificial que el hombre lentamente efectúa con animales y plantas, potenciando determinadas características para mejorar su productividad, la selección natural no persigue ningún objetivo. Es más, no hay variantes génicas mejores que otras en sentido absoluto, sino que todo depende de las circunstancias del medio ambiente. Lo que es favorable en un momento dado, puede no serlo en otro.

Constreñidos a la duración de nuestras vidas, comprender con espíritu humilde la inmensidad del camino recorrido y, a la vez, su insignificancia en comparación con la edad y avatares de la casa donde pisamos, se convierte en una tarea imprescindible.

¡Tantos enigmas, eslabones aún por forjar en el libro del conocimiento y otras tantas huellas desenterradas que por fin dan luz a las preguntas!

Y qué número de variables tan asombroso se encuentra en el molde: el clima, los cambios del entorno, las transformaciones de los músculos, los huesos, el encéfalo, la alimentación, las relaciones beneficiosas para el grupo, el lenguaje…

No me extiendo más, pero hacedme caso: un texto absolutamente recomendable para aprender.


jueves, 30 de noviembre de 2023

El universo in-formado

Clave de lectura: ¿Ciencia? heterodoxa para explicar la sustancia del universo.
Valoración: Pronóstico reservado ✮✮✮✩✩
Música: 2001, Odisea en el espacio, de Alex North ♪♪♪
Portada del libro El universo in-formado, de Ervin Laszlo.

No sé cómo calificar este libro. Me ha dejado perplejo.

El universo in-formado propone unas teorías existenciales… En fin, heterodoxas. Pero Ervin Laszlo insiste en que debemos seguir el método científico para comprender la realidad, a través de la mejora continua de nuestras técnicas de observación. Tampoco puedo acusarle al tuntún de charlatán.

La búsqueda de una «teoría del todo» que reconcilie los conocimientos sobre el macrocosmos con los fenómenos propios del mundo cuántico no es una tarea nueva; lleva ya años como asignatura de mentes privilegiadas.

Ahora bien, y aceptando lo que viene a recordarnos el autor, que una iniciativa que afloje lazos con la línea de pensamiento tradicional se enfrentará de partida a caras largas, su definición del «campo akásico» para unificar la astronomía, la cuántica, la biología, el misticismo, el más allá y el más acá, suena... Insisto, llama a una puerta escéptica.

Para empezar, el universo no solo formaría parte de un multiverso en sentido paralelo, sino secuencial. Es decir, habría nacido de la destrucción de otro anterior. El Big Bang supondría la reacción a un evento de impulso contrario, inmerso en un círculo eterno de vida y muerte, oscuridad y luz.

La explosiones creadoras de universos (los «Bangs» recurrentes) son inestabilidades del vacío del metaverso. Los Bangs crean pares de partículas y antipartículas, y el superávit de partículas que sobreviven puebla el espacio-tiempo del universo recién nacido. Las partículas se unen en átomos y con el tiempo la gravedad reúne a las partículas y átomos formando estructuras galácticas y estelares, y la clase de evolución que observamos en nuestro universo tiene lugar. Este proceso se desarrolla una y otra vez.

¿Y antes? ¿Qué había antes? ¿Y después? Es lo que tiene el círculo, o más bien lo que no tiene: ni principio ni fin. Cualquier cosa que sea ha sido siempre. Literalmente cualquier cosa, ya que una especie de fuerza bautizada a partir de la raíz sánscrita «akasha» une con hilos indisolubles tiempo y espacio, materia y energía, cuerpo y espíritu, hechos e ideas.

¿Eh? ¿Una «fuerza»? «Akasha»? ¿«Dios»?, enarcaremos muchos las cejas. No un ente antropomorfo, en cualquier caso, y tampoco con autoconciencia, poder omnímodo, premios ni castigos por medio. Una especie de cajón y contenido del que todo forma, formó, formará parte.

Raro, ya lo avisaba. Aunque, según escribo el comentario, me quedo con los dedos en el aire. Pienso de repente en el «eterno retorno» de Nietzsche. La imposibilidad del cambio, la repetición infinita… Yo ya he publicado esta entrada antes y volveré a hacerlo, y quienes la estéis leyendo, ¿no notáis cierta sensación de déjà vu?

Haciendo volver las manos al teclado y al título de Laszlo, su primera parte, dedicada a los enigmas de coherencia en la naturaleza, supone un interesante repaso de los carriles por los que transita la ciencia hoy en día: partículas, espines, funciones de onda, estados virtuales, cuantos, violación de carga y paridad, constante cosmológica…

Y se pone aún mejor al introducirnos en los conceptos de «vacío» e «in-formación» (adopta esta sintaxis para que no nos confundamos con «información», sinónimo de conocimiento). ¿Y si ese mal llamado «vacío» consistiera en un medio físico de transporte? ¿Y si la «in-formación» fuera, junto con la energía, la sustancia intrínseca del universo?

Un vínculo entre partículas, átomos, moléculas, organismos, sistemas ecológicos, solares, galaxias, conciencias, independiente de tiempos y distancias.

A partir de ahí, el «campo akásico» que, al igual que ocurre con el campo gravitatorio, el electromagnético o el de Higgs, no podemos tocar, escuchar o ver, produce también de forma similar efectos mensurables.

En su segunda parte, nuestro hombre se dedica con ahínco a la demostración. Comienza a añadir a la sopa tradiciones religiosas, «sabidurías ancestrales», brahmanismo, darwinismo, creacionismo, diseño inteligente…

Metafísica, probabilidad estadística de la vida (ecuación de Drake), funcionamiento neurológico, pansiquismo, reencarnación, inmortalidad, telepatía y un montón de ingredientes adicionales hasta cocinar un gran holograma que, con la «conjugación de fase» adecuada…

A estas alturas ya casi doy tumbos. Me topo con la «conciencia cósmica» y se me ralentizan las ruedecitas en mi cabezón.

La parte tercera va de apuntalar la tesis imbricándola en los trabajos de grandes físicos, biólogos, antropólogos y demás, lo cual valoraría con ánimo favorable de no sentirme acogotado.

Ídem, las páginas de cierre autobiográficas, dedicadas a relatarnos su extenso curriculum vitae y cómo se le ocurrió meterse en este berenjenal, las considero prescindibles.

Me planto, que cada uno saque sus conclusiones. A ver si encuentro yo las mías en algún rincón…


domingo, 5 de noviembre de 2023

Los números no mienten

Clave de lectura: El mundo se explica con números.
Valoración: Demasiados temas, demasiado breves ✮✮✮✩✩
Música: Canon para dos violines «Der Spiegel», de W.A. Mozart ♪♪♪
Portada del libro Los números no mienten, de Vaclav Smil.

Los números no mienten. Punto.

La premisa de Vaclav Smil con este título es que los números aportan fotografías fieles de la realidad. Se trata de un lenguaje que «hablan» todos los fenómenos del universo.

En tal sentido, el posible problema recaería en la capacidad comprensiva humana, la traducción de dicho lenguaje. Si tenemos un prejuicio o una idea instintiva sobre determinado asunto, quizá la «verdad» matemática choque contra ella e intentemos ignorarla. Incluso embestirla.

(Nótese que escribo «verdad» entre comillas, ya que incluso una suma o una resta son susceptibles de interpretar interesadamente. Con 100 euros que se repartieran entre dos personas, a razón de 99 para una y 1 para la otra, ¿no saldría que la renta per cápita es de 50 euros, por ejemplo?).

También debemos tener en cuenta el origen de las cifras. El autor avisa de que el grado de fiabilidad de muchas que circulan por la web y se repiten popularmente sin contrastar, ha de ponerse en cuarentena en tanto su fuente primaria se haya perdido por el camino.

Pero, con todas las salvedades y precisiones que se quieran, el fondo continúa siendo el mismo: es necesario que aprendamos a guiarnos a través de un océano de datos para comprender su significado último, de qué manera nos afectan y, en caso necesario, saber cómo actuar ante esa influencia.

¿Y qué datos son los que nos presenta nuestro científico? Una cantidad excesiva para un solo volumen, en mi opinión. 7 capítulos y 71 heterogéneos puntos de estudio cuya brevedad de tratamiento invididual supone un escollo a la hora de reflexionar acerca del conjunto.

Nos habla sobre personas: natalidad, esperanza y calidad de vida, estatura, pandemias y vacunación, cuántas se necesitaron para construir las pirámides, cómo sudar mejoró la capacidad de la especie para la caza…

La primera [ventaja del bipedismo] es nuestra forma de respirar. Un cuadrúpedo solo puede inhalar una vez por cada ciclo locomotor, porque su pecho debe absorber el impacto de las extremidades delanteras. Nosotros, sin embargo, podemos elegir otros ritmos, lo cual nos permite un uso más eficiente de la energía. La segunda (y más importante) ventaja es nuestra extraordinaria capacidad para regular nuestra temperatura corporal, que nos permite hacer algo que los leones no pueden hacer: correr durante mucho tiempo y a pleno esfuerzo bajo el sol de mediodía.

Sobre países: aspectos de los Estados Unidos y Europa a los que no se les da la importancia que merecen, el futuro de Japón, las incógnitas de China, India, Rusia, Gran Bretaña…

Sobre máquinas e inventos que cambiaron el mundo moderno: motores eléctricos, diésel, transformadores, circuitos integrados, el fonógrafo, el streaming, la «maldición de Moore»…

Sobre combustibles. Sobre transporte. Alimentos. Medioambiente. Cada epígrafe con su respectiva cuerda de apéndices, una retahíla de medidas, cálculos y representaciones gráficas que, por interesante que pueda ser el tema, a la postre penaliza la retención lectora.


lunes, 24 de octubre de 2022

El jazz de la física

Clave de lectura: El jazz y la física comienzan a tocar el contrabajo cósmico.
Valoración: Peculiar ✮✮✮✩✩
Música: My Favorite Things, de John Coltrane ♪♪♪
Portada del libro El jazz de la física, de Stephon Alexander.

Todo empezó con ondas sonoras expandiéndose en el plasma primordial del Big Bang.

En El jazz de la física, Stephon Alexander defiende que la música hunde sus raíces en la esencia misma del universo: en su creación, su desarrollo y las leyes por las que se rige.

Porque el universo vibra.

Para explicarlo, aplica la tesis en dos niveles: metafórica y literalmente.

La mitad metafórica se refiere a su propia trayectoria vital, ya que el autor compagina la labor investigadora y docente con el saxofón. Una convivencia de intereses que parece estimular el intelecto.

Las notas autobiográficas se constituyen en el vórtice alrededor del cual gira el relato: su niñez en el Bronx, su juventud, el momento en el que tuvo que decidir entre ciencia y arte para ganarse el pan, su paso por la facultad, la relación con personas inspiradoras en el doctorado…

Y en ese viaje, cada bombilla que se le enciende alrededor de sus temas de investigación, desde las supercuerdas hasta los agujeros negros, deriva de situaciones musicales.

Muchas de ellas inspiradas por John Coltrane, el genio de álbumes como Interstellar Space o Stellar Regions. ¿No podría representar cierto enigmático dibujo que regaló a Yusef Lateef una imagen de la gravedad cuántica a través de ciclos de cuartas y quintas?

¿O no se asemejan los experimentos mentales de Einstein, si se estudian con atención, a ciertas pautas que siguen los improvisadores de jazz cuando ejecutan sus solos?

Ahora imaginémonos en medio de nuestro solo. En mecánica cuántica, el acto mismo de la observación perturba el sistema: si un electrón no es observado, describirá muchas trayectorias al mismo tiempo. En el estado de improvisación pura, según los comentarios de Sonny Rollins y Donald Harrison, y por experiencia propia, hay momentos en los que el intérprete no «observa» las notas que está tocando, y como el electrón cuántico, las notas parecen efectuar una danza cósmica.

En cuanto a la parte que denomino «literal», o más reconociblemente científica, Alexander nos ofrece un ameno recorrido por la historia del saber. Con nombres como Pitágoras, Kepler, Newton, Fourier, Hubble, Geller, Dirac, Feynman, Cooper, Brandenberger…

Y conceptos como superconductividad, el espín de los átomos, la materia oscura, el fondo cósmico de microondas o la teoría cuántica de campos, entre otros.

¿Mi veredicto? En la humildad de mi comprensión, diría que bastante positivo.

En cuanto a los temas cosmológicos, si bien este no es quizá el título de referencia que elegiría para aprender, presenta un enfoque de repaso muy didáctico.

Por otro lado, las continuas referencias jazzísticas consiguen abrir y estimular el apetito auditivo hacia un género fascinante (aunque no termine de pillar las analogías entre música y física propuestas, no tengo más remedio que confesar).

Qué libro tan peculiar…

sábado, 28 de marzo de 2020

Física y berenjenas

Clave de lectura: No hay que tenerle miedo a la física.
Valoración: Regularmente bueno ✮✮✮✩✩
Música: Sunshine, de John Murphy ♪♪♪
Portada del libro Física y berenjenas, de Andrés Gomberoff.

Física y berenjenas es un libro que nadie va a arrepentirse de leer, lo prometo.

Porque Andrés Gomberoff nos ofrece en él conocimiento. El espíritu de descubrir, de entender, de dar un paso más hacia el origen de tantas cosas...

Al tiempo que aplica amenidad a su aproximación científica, para que los amateurs podamos seguirlo.

Sin embargo, todo lo bueno que pueda decir no me quita la sensación de que «le falta algo».

Y es que esa aproximación resulta en exceso superficial. Una miríada de fenómenos del universo se mencionan casi de refilón, poniéndonos la copa al borde de los labios pero sin llegar a mojarlos.

Quizá el origen de los textos, pensados para su publicación en revistas, tenga que ver con el problema. Dada la brevedad de cada uno, como conjunto orgánico me temo que no terminan de funcionar.

La gravedad es más poderosa mientras más cerca estamos del cuerpo masivo que la produce. Así. por ejemplo, si nos acercáramos a un objeto de un kilo a una distancia igual al diámetro de un átomo, percibiríamos una fuerza semejante a aquella con que la Tierra nos atrae.

En fin, no dejemos de agradecer el intento.


miércoles, 4 de diciembre de 2019

La teoría del todo

Clave de lectura: ¿Podemos intentar explicárnoslo todo? ¿Tenemos límites para esa comprensión?
Valoración: Bueno ✮✮✮✮✩
Música: Cosmos, de Vangelis ♪♪♪
Portada del libro La teoría del todo, de Stephen Hawking.

Stephen Hawking es un icono científico, alguien a quien la mayor parte de la gente propondría como ejemplo de «persona lista».

No obstante, hay colegas suyos que no lo consideran tan genial, al menos en sus publicaciones posteriores a los años 70. Le achacan un exceso de especulación para defender sus puntos de vista, en lugar de las demostraciones objetivas.

Una especie de «físico del pueblo» mediático, no indiscutible.

Yo, como miembro de ese pueblo, no tengo capacidad para juzgar. Apenas para ofrecer unas pinceladas de lo que me parece su libro La teoría del todo.

Esta obra recoge un ciclo de siete conferencias acerca del origen y el destino del universo. En orden cronológico, comienza por Aristóteles. Le siguen Ptolomeo, Copérnico, Galileo, Hubble…

Luego se adentra en las teorías de la gravedad de Newton y Einstein, cuyo corolario lo constituye el Big Bang.

La tercera sesión está dedicada a los agujeros negros, especialidad de la casa: cómo se forman y el motivo, según la relatividad general, de que nada capturado por ellos debería volver a salir.

Aunque, en la cuarta, la mecánica cuántica enciende una linterna en la negrura. Hay energía que sí consigue escapar.

Dicha mecánica nos aporta también la idea del espacio-tiempo finito en extensión, pero sin fronteras ni bordes. Cosas de las dimensiones...

Las diferencias entre el pasado y el futuro, incluso bajo leyes simétricas respecto al tiempo, se tratan en la sexta parte.

Para desembocar en los esfuerzos por desentrañar «la teoría». La gorda. Esa que consiga unir las interacciones: nuclear fuerte, nuclear débil, gravedad y electromagnética.

[…] un primer paso necesario es combinar la relatividad general con el principio de incertidumbre. Como hemos visto, esto puede tener algunas consecuencias notables, como que los agujeros negros no sean negros y que el universo sea completamente autocontenido y sin frontera. El problema es que el principio de incertidumbre implica que incluso el espacio vacío está lleno de pares de partículas y antipartículas virtuales. Estos pares tendrían una energía infinita, lo cual significa que la atracción gravitatoria curvaría el universo hasta un tamaño infinitamente pequeño.

Porque, de manera tan fascinante como causa de irritación, las observaciones experimentales en cada parcela de la realidad, bien a nivel micro o macroscópico, no coinciden hasta el momento entre sí. ¿Qué verdades se esconden tras ese esquivo resultado?

Señalaba que yo no tengo capacidad para juzgar. Si el legado de Hawking tiene cumbres elevadas o no, dejo que lo valoren los expertos.

Pero sí puedo agradecerle por intentar hacernos un poco menos ignorantes.


miércoles, 30 de octubre de 2019

Creatividad

Clave de lectura: ¿Cómo y por qué nace la creatividad? ¿Qué es, de hecho, la creatividad?
Valoración: Bueno aunque un punto árido ✮✮✮✩✩
Música: Sinfonía nº 41 «Júpiter» (IV.Molto allegro), de W.A. Mozart ♪♪♪
Portada del libro Creatividad, de Elkhonon Goldberg.

Este libro tiene cosas buenas y otras… regulares.

En el lado positivo, la propia naturaleza del tema: averiguar cómo se generan las ideas en el cerebro humano. Entender, desde un punto de vista científico, el origen del concepto: Creatividad.

Elkhonon Goldberg, prestigioso neurólogo, se embarca en esta tarea incorporando las técnicas de escaneo más recientes al corpus investigador clásico. Prácticamente disecciona los procesos bajo la caja de hueso que llamamos cabeza.

Y plantea numerosos interrogantes:

¿En qué afectan las diferentes tradiciones culturales de las sociedades a la cognición? ¿La limitan o estimulan unas más que otras?

¿Se aprende a pensar practicando, y en qué dosis, o siempre habrá un 1% de rupturistas y un 99% entre torpes y normalitos?

¿Las ideas surgen de repente, ex nihilo, o el proverbial equilibrio inspiración-transpiración tiene algo que ver?

Un proceso creativo suele comenzar con una idea consciente de lo que se necesita conseguir, por vaga e imprecisa que sea.

¿Por qué, cuando buscamos alguna respuesta con toda nuestra capacidad intelectiva, el resultado es a menudo infructuoso, mientras se nos ocurren soluciones a los problemas en los momentos más inesperados?

¿Hay diferentes creatividades? ¿Se pueden medir y comparar? ¿Es relevante que Mozart escribiera las tres últimas sinfonías en unas semanas y Beethoven tardara años con su Novena?

¿Significa creatividad lo mismo que inteligencia?

¿Qué aporta un cerebro conservador a la supervivencia de la especie, y qué uno innovador?

¿Resulta cierta la división hemisferio izquierdo lógico vs. derecho especulativo, o son sus fronteras menos estancas de lo que nos habían enseñado?

Etcétera.

Ahora mi reproche: la manera que tiene Goldberg de exponer resulta —paradójicamente— poco creativa. Al menos, tal como se esperaría en una obra de divulgación.

A menudo sus páginas me han recordado al tópico libro de texto: pesado en el sentido aburrido del término.

No obstante, concedo que quizá no haya muchas formas de explicar complejidades fisiológicas como las que tienen lugar entre la corteza prefrontal lateral y la ventromedial-orbitofrontal, así que, en un todo, le pongo buena nota.


miércoles, 5 de junio de 2019

Las dudas de la física en el siglo XXI

Clave de lectura: De dónde venimos, dónde estamos y adónde vamos en física.
Valoración: Muy interesante ✮✮✮✮✩
Música: Tema de Big Bang Theory, de Barenaked Ladies ♪♪♪
Portada del libro Las dudas de la física en el siglo XXI, de Lee Smolin.

Este es uno de los libros más complejos que supongo leeré en la vida. A pesar del esfuerzo de su autor, Lee Smolin, por adaptarse a un registro de comunicación «popular».

Porque Las dudas de la física en el siglo XXI quiere describirnos los misterios más profundos de la existencia. ¿Es la teoría de cuerdas un callejón sin salida?

Por mucho que creamos haber avanzado en desvelarlos, ahí siguen, quitándonos el sueño. En realidad, según la tesis de Smolin, parece que llevamos un tiempo atascados.

Para llegar a tal conclusión, nos hace un recorrido previo por las ideas de personajes como Newton, Maxwell, Planck, Einstein, Schrödinger, Heisenberg, Feynman o Hawking, enseguida reconocibles por los profanos.

Y luego por el trabajo de nombres algo menos divulgados, pero cuyas mentes continúan la labor de aquellos clásicos: Connes, Susskind, Horowitz, Magueijo, Maldacena o él mismo.

A quienes actualmente se les presentan cinco grandes retos:

  1. Combinar la relatividad general con la teoría cuántica.
  2. Solucionar los propios problemas de base de la mecánica cuántica.
  3. Descubrir si las partículas e interacciones —electromagnética, gravitatoria, nuclear fuerte y nuclear débil— pueden explicarse de forma unificada.
  4. Comprender los valores de las constantes libres en el modelo estándar.
  5. Averiguar qué son la materia y la energía oscuras.

Unificación. Teoría M. Supersimetría. Pasado, presente y futuro de la teoría de cuerdas. Crítica demoledora y nuevos enfoques.

Abandonar la teoría de cuerdas no significa abandonar la ciencia, sino tan solo abandonar una dirección que en su día fue la preferida pero que fracasó en proporcionar lo que se esperaba de ella, y dirigir nuestra atención a otras alternativas que ahora parecen poder conducirnos al éxito.

Gravedad cuántica de bucles. Cuál es la naturaleza de la ciencia y por qué a veces los científicos, como cualquier otra persona, se dejan llevar por el grupo en vez de arriesgarse a ser visionarios...

Difícil. Y fascinante.


miércoles, 30 de enero de 2019

El hombre anumérico

Clave de lectura: Hay que saber matemáticas, por la cuenta que nos trae.
Valoración: Sí, pero... ✮✮✮✩✩
Música: El arte de la fuga (Contrapunto XIV), de J.S. Bach ♪♪♪
Portada del libro El hombre anumérico, de John Allen Paulos.

Nueva lectura que va a parar al grupo de las de «no lo tengo muy claro», las que reparten alegrías y tristezas por igual.

Y eso que en gran parte cumple su objetivo, lo reconozco. El hombre anumérico, de John Allen Paulos, alerta con convicción de las consecuencias de vivir de espaldas a las matemáticas.

Suena a tópico, pero a menudo, para justificar una actitud escapista, decimos que somos «de ciencias» o «de letras». Como si entender el grado de fiabilidad de una encuesta tuviera que ser virtud de los primeros y escribir sin faltas de ortografía de los segundos.

Paulos ilustra con casos prácticos el rechazo popular a los números, el anumerismo, en un mundo que, por el contrario, rebosa de sus aplicaciones.

Nuestra dejadez podría impedirnos discernir que, aunque un suceso A esté correlacionado con otro B, no significa que A sea la causa de B.

O que tomar una decisión A, porque de alguna forma nos la presenten con ropajes más atractivos, puede perjudicarnos probabilísticamente en comparación con la B.

O que, en la tesitura de elegir entre las candidaturas de A, B y C, según se ordenen las preferencias al votar, podría resultar vencedora… la menos deseada.

En este sentido, como decía, el autor se muestra convincente. La ignorancia matemática voluntaria, aun en personas de formación académica avanzada, nos hace más manipulables. Hay que intentar perder el miedo.

Supongamos que haya un análisis para detectar el cáncer con una fiabilidad del 98 por ciento; es decir, si uno tiene cáncer el análisis dará positivo el 98 por ciento de las veces y, si no lo tiene, dará negativo el 98 por ciento de las veces. Supongamos además que el 0,5 por ciento de la población —una de cada doscientas personas— padece verdaderamente cáncer. Imaginemos que uno se ha sometido al análisis y que su médico le informa con tono pesimista que ha dado positivo. ¿Hasta qué punto ha de deprimirse esa persona? Lo sorprendente del caso es que dicho paciente ha de mantenerse prudentemente optimista. El porqué de ese optimismo lo encontraremos al determinar la probabilidad condicional de que uno tenga un cáncer sabiendo que el análisis ha dado positivo [¡aproximadamente el 20 por ciento!].

El problema por el que me resisto a darle buena nota es que, ejemplo tras ejemplo tras ejemplo dando vueltas sobre los mismos temas, el libro llega a resultar… En una palabra: pesado.

Exceso de argumentación, qué paradoja. El demonio del aburrimiento sonríe al acecho. Cosquilleo de tentaciones para avanzar entre sus páginas «en diagonal».

Pero a mí ni caso, ¿eh? Ojalá continúe siendo el superventas que se publicita y su éxito aproveche a los lectores.


lunes, 10 de julio de 2017

Abrir en caso de apocalipsis

Clave de lectura: Ciencia e invención para salir de los atolladeros.
Valoración: ✮✮✮✮✩
Comentario personal: Conviene no perderlo.
Música: Réquiem (Dies Irae), de Giuseppe Verdi ♪♪♪
📖
Portada del libro Abrir en caso de apocalipsis.

El fin del mundo.

Que se va la luz, oye.

Y no entra por la ventana ni un mísero rayo de sol, ¿qué hago?

A tientas, recupero las velas de adorno del salón.

Pero el fuego, je, el fuego... Va a haber que redescubrirlo. No tengo cerillas.

Y es así como, de repente, acudo a este interesante libro de Lewis Dartnell: Abrir en caso de apocalipsis. Da solución a (casi) todo.

Explica cómo los supervivientes podrían volver a empezar después de alguna catástrofe gorda, a nivel planetario. Cómo obtener alimento, vestido, jabón, energía, transporte, medicina…

Por ejemplo, ¿a que nadie imaginaba que lo primero debería ser asegurarse de que haya carbonato cálcico cerca?

Este sencillo compuesto, y sus derivados fácilmente producibles, puede utilizarse para reactivar la productividad agrícola, mantener la higiene y purificar agua potable, fundir metales y fabricar vidrio; asimismo ofrece un material esencial para la reconstrucción y proporciona reactivos fundamentales para reiniciar la industria química.

Un repaso por la historia de la ciencia y la invención muy ameno de leer. Al menos, cuando vuelva la luz.

Conservémoslo a mano por si acaso...