Título y autor/a: | Los números no mienten, de Vaclav Smil. |
Clave de lectura: | El mundo se explica con números. |
Valoración: | ✮✮✮✩✩ |
Comentario personal: | Demasiados temas, demasiado breves. |
Música: | Canon para dos violines «Der Spiegel», de W.A. Mozart ♪♪♪ |
Los números no mienten. Punto.
La premisa de Vaclav Smil con este título es que los números aportan fotografías fieles de la realidad. Se trata de un lenguaje que «hablan» todos los fenómenos del universo.
El problema recae en cómo traducirlo a la capacidad comprensiva humana.
También ha de tenerse en cuenta el origen de las cifras, ya que la fiabilidad de muchas, repetidas popularmente sin contrastar, merece cuarentena.
Pero, con las salvedades y precisiones que se quieran, el fondo continúa siendo el mismo: es necesario que aprendamos a guiarnos a través de un océano de datos.
En siete capítulos y setenta y un heterogéneos puntos de estudio, nuestro científico presenta demasiados, a mi parecer. La brevedad de tratamiento individual supone un escollo a la hora de reflexionar acerca del conjunto.
Nos habla sobre personas: natalidad, esperanza y calidad de vida, estatura, pandemias y vacunación, cuántas se necesitaron para construir las pirámides, por qué sudar mejoró la capacidad de la especie para la caza…
Sobre países: aspectos de los Estados Unidos y Europa a los que no se les da la importancia que merecen, el futuro de Japón, las incógnitas de China, India, Rusia, Gran Bretaña…
Sobre máquinas e inventos que cambiaron el mundo: motores eléctricos, diésel, transformadores, circuitos integrados, el fonógrafo, el streaming, la «maldición de Moore»…
Sobre combustibles. Sobre transporte. Alimentos. Medioambiente.
Cada epígrafe con su respectiva cuerda de apéndices, una retahíla de medidas, cálculos y representaciones gráficas que, por interesante que pueda ser el tema, a la postre penaliza la retención lectora.
Así que, puestos los valores numéricos y literarios en los platillos de la balanza, da una media aritmética tibia. No es el mejor libro que uno se pueda meter al cuerpo.
Un cuadrúpedo solo puede inhalar una vez por cada ciclo locomotor, porque su pecho debe absorber el impacto de las extremidades delanteras. Nosotros, sin embargo, podemos elegir otros ritmos, lo cual nos permite un uso más eficiente de la energía. La segunda (y más importante) ventaja es nuestra extraordinaria capacidad para regular nuestra temperatura corporal, que nos permite hacer algo que los leones no pueden hacer: correr durante mucho tiempo y a pleno esfuerzo bajo el sol de mediodía.
No hay comentarios:
Publicar un comentario