Valoración: Simpático ✮✮✮✩✩
Música: Too Much Heaven, de Bee Gees ♪♪♪
Demos paso sin más a Jesús me quiere, de David Safier.
Marie, la figura femenina de la novela, está hecha un lío en el tema afectivo. Aún se acuerda (con pensamientos enfocados en la castración) de Marc, su penúltimo novio, que la engañó con una azafata de la talla treinta y cuatro.
Y acaba de dejar plantado a Sven justo cuando le estaban preguntando eso de ¿quieres a este hombre como esposo?
Pero bueno, la vida te da sorpresas, debe de pensar cuando al día siguiente del fiasco conoce a alguien especial: amable, sensible, una persona que piensa sinceramente en los demás... De pinta un poco hippy. Carpintero de profesión.
En la primera cita se entera de quién se trata en realidad. Carpintero, sí, pero de filiación divina.
Lo peor no es haberse enamorado de él, sino el poco tiempo que quizá dure esta nueva relación. Porque, si no consigue persuadirle de que nos merecemos otra oportunidad, el próximo martes está previsto que llegue el fin del mundo.
Sin embargo, Joshua no era el único que debía arrinconar el hecho de que era el Hijo de Dios, yo también tenía que hacerlo. Claro que, tratándose de hombres, yo era capaz de pasar por alto algunas cosas: ante los continuos flirteos de Marc con otras mujeres o con la desagradable costumbre de Sven de cortarse las uñas de los pies en la sala de estar, siempre había hecho la vista gorda. Como sólo sabemos hacer las mujeres cuando estamos fieramente decididas a quedarnos con un tío. Y aquella noche pensaba sacar partido de esa capacidad femenina para el autoengaño.
Ya en Maldito Karma Safier nos ofrecía un relato simpático. Pues bien, Jesús me quiere presenta una fórmula similar, con personajes que se mueven entre nosotros sin que lo advirtamos: el propio Creador, por ejemplo, transmutado en Emma Thompson, o Gabriel, que por amor a una mortal ha renunciado a su elevado rango dentro de la jerarquía celeste.
Y ese que recluta alternativamente con los rasgos de George Clooney o Alicia Keys a los mejores candidatos a jinetes del Apocalipsis, ¿no huele algo a azufre?