lunes, 25 de septiembre de 2023

Los negocios del señor Julio César

Clave de lectura: Julio César antes de ser ¡Julio César!
Valoración: Muy actual ✮✮✮✮✩
Música: Giulio Cesare (Se in fiorito ameno prato), de G.F. Haendel ♪♪♪
Portada del libro Los negocios del señor Julio César, de Bertolt Brecht.

Para continuar con las lecturas estivales, le llega el turno hoy a una de las grandes plumas: Bertolt Brecht.

Los atractivos que rodean a Los negocios del señor Julio César son varios. Aunque me gustaría destacar uno en especial: su actualidad.

El dramaturgo recrea las andanzas de nuestro personaje antes de que su nombre pasara a la historia. Cuando apenas era un vividor y político del montón, entrampado, sujeto a los tejemanejes cotidianos de la República más que urdidor de sus hilos.

Y lo hace con un estilo que lo sitúa en nuestros propios tiempos, entre los ecos de sociedad, las noticias y los índices bursátiles de la city.

Con escándalos, especulaciones, compromisos clientelares y extravagancias para privilegiar su cursus honorum a costa de otros ilustres candidatos a dirigir el destino de Roma: Pompeyo, Catón, Craso, Cicerón, Catilina…

Dos décadas después de los idus de marzo que vieron relucir los puñales, un escritor deseoso de redactar la biografía del estadista visita al antiguo alguacil ejecutor de deudas y ahora banquero Mummio Spicer. Solicita consultar el diario de Rarus, secretario personal de César, que obra en su poder.

Y será en esas páginas, no destinadas al conocimiento público, donde mejor se imbuya de su personalidad real, así como de la cloaca en que poderosos y esclavos, senadores y libertos, patricios y plebeyos nadan con un único interés: medrar para mantener la cabeza a flote, evitando que las aguas los arrastren al Tártaro.

No, Cayo Julio no es héroe ni villano en el relato de Brecht, sino un oportunista cuya apuesta consigue quedar la más alta. Porque los héroes no existen, solo hombres y mujeres de rostro esculpido en mármol o hace mucho ya olvidados, pero todos inmersos en un vulgar mundo de miserias.

Muy buena… ¿novela?


jueves, 14 de septiembre de 2023

En busca del unicornio

Clave de lectura: Expedición a través de África en busca de lo inencontrable.
Valoración: Excelente ✮✮✮✮✮
Música: Tres morillas (Romance anónimo) ♪♪♪
Portada del libro En busca del unicornio, de Juan Eslava Galán.

Al igual que la propuesta de la anterior entrada, esta es una novela de verano.

Y de primavera y de otoño y de invierno. Ya puede diluviar o lucir un sol tropical, que se leería con el mismo placer.

Porque, ciertamente, no me vienen más que elogios para calificarla: el planteamiento, la plausibilidad histórica, los personajes, el ritmo, el uso del lenguaje… ¡Muy bien por parte de Juan Eslava Galán!

A mediados del siglo XV, reinando en Castilla Enrique IV, a quien las malas lenguas apodan «el Impotente», se encarga al joven Juan de Olid capitanear una expedición para hallar la cura al mal que dicen aflige al monarca. Tan mítica como infalible.

Ha de partir En busca del unicornio.

Todo un reto para el jovencísimo paladín que, al mando de cuarenta ballesteros, secretario, traductor, tres criadas y el sabio fray Jordi de Monserrate, cruza el mar hacia los dominios del sultán de Marruecos.

Ah, también le acompaña una figura fundamental para la felicidad de la empresa: doña Josefina. Doncella certificada.

Porque, como es sabido, solo una virgen puede acercarse a tan esquivo animal y, amansándolo, conseguir la captura de su cuerno. Aunque entre la dama y el caballero parece que se iluminan los ojos. Escapa algún suspiro de sus apretados labios.

Y también está Inesilla, al servicio de doña Josefina, a quien, en lugar de los suspiros y la languidez del amour courtois medieval, le bulle la sangre en sus encuentros con el protagonista. Hay una noche oscura que...

Dejando atrás Marraquech, la comitiva se dirige a la inmensidad de las arenas, en compañía de caravanas que conocen sus senderos. Y más allá de Tombuctú…

Junglas, ríos, cataratas, montañas, sabanas, tribus pacíficas o belicosas. Lo inexplorado.

Ya no sirven mapas, apenas las noticias de una poderosa bestia al sur que podría ser la que persiguen.

¿Volverá alguno de ellos a pisar la corte de su señor, con o sin el ansiado trofeo en sus manos?

El desenlace, después de unas páginas llenas de peripecias y excelente factura. A disfrutar.


domingo, 3 de septiembre de 2023

Los corredores del tiempo

Clave de lectura: Viaje por el tiempo hasta el misterioso Neolítico.
Valoración: Entretenido sin pretensiones ✮✮✮✩✩
Música: Interstellar, de Hans Zimmer ♪♪♪
Portada del libro Los corredores del tiempo, de Poul Anderson.

Como lectura de verano obtiene buena nota, la verdad.

Lo de lectura de verano no va con segundas. Quiero decir algo para relajarse, adecuado para pasarlo bien mientras alrededor el tiempo se diluye apaciblemente, muy apaciblemente...

Justo lo que no le ocurre al protagonista de esta novela de Poul Anderson. Ni a él ni a ningún otro personaje de la trama, por tomar partido en el conflicto más prolongado de la historia.

Poco tranquilizador ha de ser introducirse en un antiguo túmulo a mediados del siglo XX y volver a salir en el mismo lugar pero a la altura del Neolítico.

Los corredores del tiempo se inicia con Malcolm Lockridge, veterano de los marines, recorriendo una carretera danesa en compañía de la «hermosa y enigmática» Storm Darroway. Le ha contratado para recuperar un tesoro o algo parecido.

A la vista de los dólmenes que motean el paisaje, ella le explica que en la Edad de Piedra se adoraba desde allí al Mediterráneo a una diosa.

Justo la denominación que Malcolm le daría a su jefa, fascinado por su melena negra, «cejas arqueadas sobre largos y oblicuos ojos verdes, marcados pómulos, nariz recta, con las ventanas ligeramente acampanadas, boca y mentón imperiosos, piel morena…». Le tiene atontadito.

Y más todavía se queda cuando abre una puerta oculta al pie de uno de los dólmenes mediante un tubo de energía que eleva el tapón de tierra contra, aparentemente, las leyes de la física.

A partir de ahí, se verá inmerso en las luchas entre los Guardianes y los Batidores, dos bandos con filosofías opuestas de cómo conviene evolucionar a las sociedades humanas.

Storm lidera uno, basado en una especie de misticismo, y un tal Brann el otro, que representa la estricta racionalidad científica.

Reconozco que, en la tradición de los viajes temporales, los corredores a los que hace mención el título, unos túneles que permiten desplazarse entre siglos a bordo de vehículos antigravitatorios, no están demasiado explicados por el autor. Pero, ¿dije algo de lectura de verano?

Conviene también hacer la vista gorda, o los oídos en este caso, a las «diaglosas», unos aparatos que sirven para hablar las lenguas de los grupos que se van encontrando por el camino: pescadores jutlandeses como la simpática y fiel Auri, invasores indoeuropeos con carros de guerra, marinos iberos que dirigen sus galeras a las tierras del norte…

Y no es menos cierto que hay ciertas paradojas en la acción que…

Hala, ya está, dudas fuera. ¡Aventuras, aventuras! ¡Más!