lunes, 26 de febrero de 2024

Justicia

Clave de lectura: ¿Un hombre culpable e inocente? ¿Un abogado preso de la desesperación? «¿Justicia?».
Valoración: Muy bueno ✮✮✮✮✩
Música: Concierto para piano nº 2 (II.Allegro appassionato), de Johannes Brahms ♪♪♪
Portada del libro Justicia, de Friedrich Dürrenmatt.

Uno de los dilemas presentados en el libro que comenté en la anterior entrada hace referencia a un juez con pruebas sobre la culpabilidad de un acusado pero conocimiento de que su obtención ha sido ilícita (han entrado en su domicilio sin una orden, por ejemplo, o esta se ha firmado de forma irregular después del arresto).

¿Qué debería hacer moralmente? Mirar hacia otro lado para castigar así los actos del criminal o preferir el imperio de la ley y que se vaya de rositas?

Justicia. Ley. ¿No son acaso lo mismo, al menos en un sistema democrático? ¿No? El suizo Friedrich Dürrenmatt abunda en esta disyuntiva a través de una novela con el título del primer concepto.

Todos sabemos que el doctor Isaac Kohler, adinerado consejero cantonal, es culpable de asesinato. El narrador nos lo deja claro desde el principio.

Ha pedido a su chófer que detenga unos minutos el auto en el que acompaña a un ministro británico hasta el aeropuerto. Se ha apeado con un revólver. Ha disparado sobre Winter mientras este almorzaba en el Du Thèâtre, delante de testigos, incluso del comandante de policía. Ha vuelto a salir.

Y es el propio fiscal Jämmerlin, una vez decretada la búsqueda, quien le estrecha la mano, petrificado, al sentarse a su lado en la sala de conciertos. Mozart, Brahms, Bruckner, ni pensar en interrumpir tal manifestación de cultura. Solo tras los largos aplausos es por fin detenido.

No se encuentra el arma durante las pesquisas, pero las demás evidencias no admiten duda. El juicio se celebra y la sentencia, veinte años entre rejas, es la que cabía esperar.

Pero un detalle continúa tan oscuro como el paradero del revólver: ¿por qué apretar el gatillo? No tiene ningún motivo, responde Kohler. Un atentado contra la lógica.

El consejero contrata entonces a un joven e idealista abogado, Spät, para que parta de la hipótesis opuesta a la reconocida: su inocencia. Nada de locuras o atenuantes. Discutiendo su propia palabra, le pide demostrar un imposible: «lo hizo pero no lo hizo».

¿Puede haber algún agujero? ¿Y si Spät consiguiera de hecho trenzar una historia alternativa para exonerarlo, quizá en contra de su misma voluntad?

¿Una en la que las diferentes figuras del drama —Hélène, la hija del reo, el abogado estrella Stüssi-Leupin, el profesor Knulpe, el arquitecto Friedli, el detective privado Lienhard, el doctor Benno, Monika Steiermann, Lucky…— parecen jugar al billar sobre un tapete, buscando el mayor número de carambolas para que la vida continúe en la plácida sociedad alpina?

¡Se va a librar! ¡Lo va a conseguir! ¡Y vuela a un exilio dorado en el extranjero, donde no podrán reclamarlo!

Y Spät, ahogado entre las paredes de una botella, proscrito en la profesión, arrastrándose en casos menores del hampa, es el propio narrador.

Con una última esperanza: que Kohler pague algún día. Y que sea su mano temblorosa por el alcohol la ejecutora.

Reseñable obra, ya lo creo. Muy a tener en cuenta.


domingo, 18 de febrero de 2024

Aristóteles va a juicio

Clave de lectura: Derecho, falacias, tautologías, dilemas, sesgos… La verdad…
Valoración: Muy interesante ✮✮✮✮✩
Música: Matar a un ruiseñor, de Elmer Bernstein ♪♪♪
Portada del libro Aristóteles va a juicio, de Daniel Peres Díaz.

El título completo es largo: Aristóteles va a juicio. Manual de argumentación filosófica y jurídica.

(Por cierto, creo que Cartago debe ser destruida).

En primera instancia, el volumen de Daniel Peres Díaz parece dedicado a los profesionales de una ciencia social concreta. Se clasifica bajo el epígrafe de Filosofía del derecho y derecho natural.

Ah, pero no. Hay otras instancias por encima y su recorrido es más amplio: «examinar y someter a discusión los fundamentos mismos de la argumentación racional».

En Roma, por ejemplo, si no sabías ganar casos con tu labia, independientemente de las evidencias, no eras nadie en el foro. ¡Amigos, romanos, compatriotas...!

Aunque los sistemas legales occidentales, al correr de los siglos, intentaron incorporar una serie de principios para que la justicia no dependiera —no del todo— de presunciones, pruebas circunstanciales o el humor del magistrado de turno.

Intentaron conectar con la «lógica». Qué complejo puede llegar a ser el término…

El capítulo de apertura, Las locas historias de la lógica, se dedica a aclarar un poco esta complejidad, ofreciendo ejercicios, paradojas, malentendidos semánticos o esquemas de inferencia. Aristóteles nos observa desde la tribuna con atención.

Si cruzamos el capítulo segundo, entramos en el dominio de las falacias, sesgos y otros desvaríos argumentativos.

Hoy en día, y en cualquier ámbito de discusión, la línea en boga consiste en gritar más, soltar barbaridades populistas, medias mentiras, cifras incomprobables, hechos fuera de contexto, desviar la atención hacia otro tema o apelar a «las tripas» de la audiencia, las emociones más saurianas.

(No os olvidéis de Cartago, hay que borrarla del mapa).

¡Que la falacia sea la reina!

Peres hace un recorrido por falacias clásicas (ad hominem, ad populum, reductio ad absurdum…) y nos anima a reconocerlas y saber cómo contragolpear si nos las tiran a la cabeza.

Carga contra las tautologías con ejemplos reales de declaraciones de insignes políticos y tampoco se olvida de los sesgos cognitivos que nos afectan a nivel subconsciente.

Con lo cual alcanzamos el capítulo tres: Algunas técnicas y problemas de argumentación jurídico-filosóficos.

Este podría ser el más especializado o circunscrito al ejercicio de las leyes. No obstante, como señalaba al principio, la amplitud de recorrido nos permite a las personas ajenas a su mundo obtener enseñanzas de él.

Uso, abuso o distorsión de los términos. Los dilemas. La importancia de los recursos audiovisuales. La importancia del sexo en el argumento.

(Al menos, eso sugieren ciertas sentencias y votos particulares de muestra).

Y, sobre todo, un apartado con enjundia: la complicada relación entre el derecho y la verdad. Tema que es ojo derecho y objeto de investigación en la carrera del autor, según nos cuenta.

Nada más. Veredicto de «muy interesante» por mi parte.

(P.D.: Delenda est Carthago).


domingo, 11 de febrero de 2024

El abuelo que volvió para salvar el mundo

Clave de lectura: Nuevas aventuras de Jonas Karlsson en el loco mundo de nuestros días.
Valoración: Divertido ✮✮✮✮✩
Música: Joyride, de Roxette ♪♪♪
Portada del libro El abuelo que volvió para salvar el mundo.

Qué habilidad para escribir tiene Jonas Jonasson.

Debido a la suspicacia que suele rodear a las segundas partes, no era muy previsible que consiguiera superar a la inefable El abuelo que saltó por la ventana y se largó, vehículo de su estrellato. Sin embargo…

No se queda demasiado lejos. Lo único que pierde un poco El abuelo que volvió para salvar al mundo, inevitablemente, es la «frescura». La capacidad de sorprendernos con las andanzas de sus personajes.

Ya conocemos a Allan Karlsson, el jubilado que, coincidiendo con su centésimo cumpleaños, decidió que la vida en la residencia de ancianos resultaba poco estimulante para él.

Teniendo en cuenta los «amigos» —o no tanto— que había hecho en el pasado: Franco, Stalin, Mao, Churchill, de Gaulle, Nixon, Kim Il-sung…

Allan y Julius Jonsson, su cómplice, descansan ahora en la isla de Bali con una pila de millones. El ritmo de vida que llevan hace historia en el hotel.

Por ello, el director se muestra encantado de regalar a los caballeros suecos un móvil (inútil cacharro) y una tableta negra que, ese aparato sí, fascina a nuestro protagonista. ¡La de cosas que se ven por ella! ¡Lo que pasa en el planeta!

Y, cuando el dinero se acaba y entran en números rojos, ¿qué mejor solución que soltar las amarras del globo aerostático alquilado y dejarse llevar por los vientos?

Siempre con la tableta negra, que no deja de consumir datos en itinerancia, para extrañeza de los contables del hotel, como talismán de su suerte.

El globo cae en la inmensidad del océano, pero no importa. El Fuerza y honor, un carguero norcoreano que cumple una misión especial para el amado líder relacionada con el uranio, navega casualmente por esas coordenadas.

¿No había trabajado Allan con un tal Oppenheimer, el creador de cierto artefacto poco recomendable para la salud basado en el mismo elemento químico? A partir de ahí, se desarrolla un humor tipo «camarote de los hermanos Marx».

Con la inestimable colaboración de Kim Jong-un, Trump, Putin, Merkel, la ministra de asuntos exteriores Wallström, los nazis de la hermandad aria, sucursal escandinava, los nuevos amigos de la pareja en los negocios de los espárragos, los ataudes personalizados, la videncia…

Aunque los cuatrocientos kilos de material nuclear de contrabando que quiere adquirir el hombrecito de Pionyang podrían hacer peligrar cualquier negocio al que se dediquen. Tendrán que remangarse para solucionarlo.

Si ya no consigue el efecto sorpresa, como señalaba al principio, no por ello desmerece en su cualidad principal:

Es una novela muy divertida.


lunes, 5 de febrero de 2024

Un cadáver en el Congreso

Clave de lectura: Historia de Podemos desde dentro.
Valoración: Bueno ✮✮✮✮✩
Música: Fábula de los tres hermanos, de Silvio Rodríguez ♪♪♪
Portada del libro Un cadáver en el Congreso, de Sergio Pascual Peña.

Vaya, esto sí que es una sorpresa…

Los demás asistentes a la promoción del libro parecen encantados de conocerse. Conocerse a sí mismos, quiero decir. Después de la charla del autor, sus intervenciones tienen un tono monocorde: qué guapos somos, qué buenos, qué justos, lo que hemos luchado, el que no esté con nosotros es un fascista...

Caricaturizo la escena, pero lo cierto es que, discretamente sentado en la última fila, empiezo a encontrarme fuera de sitio. Desafecto. Carne en potencia de gulag.

Impresión acentuada cuando se me ocurre levantar la mano y observar que la lucha por el poder parece corromper a quienes ansían por encima de todo conservarlo (ecos de Tolkien…).

Corono la impertinencia con una pregunta retórica: «¿No podría aplicarse el dicho de que la utopía de unos es el infierno de otros?».

El autor, que no da signos de haberme hecho mucho caso (tampoco le culpo), deja pasar unos segundos en silencio para que me arrepienta y zanja la duda con una condescendiente finta dialéctica: «No estoy de acuerdo con tus premisas. Conozco a gente que no se ha corrompido». Fin del tema.

Luego me dedica mi ejemplar ya que, a pesar de la quemazón, me apetece leerlo y no dejarme llevar por los prejuicios: «Ojalá la historia nos convenza a todos de que las utopías son posibles».

Y, mira por dónde, acabamos volviendo al primer párrafo de la entrada: sí que es una sorpresa.

Un cadáver en el Congreso resulta un libro interesantísimo para visualizar mejor la película de los últimos quinquenios políticos en las Españas.

No sé si Sergio Pascual Peña se mostraría de acuerdo, pero concluyo de sus palabras que… ¡yo tenía perfectas razones para manifestarme inquieto!

O el poder corrompe tras haber probado sus mieles o quienes lo adoran como última meta, carcomidos por intereses personales, llevan en sí la semilla de pequeños tiranos y solo es preciso un empujoncito que los haga quedar en evidencia.

Para concretar, lo que tenemos en estas páginas es una crónica de primera mano sobre Podemos, el movimiento que tanta influencia llegó a acumular antes de volatilizarse —pasó al estado gaseoso, que no desapareció, al menos en cuanto a siglas—.

De primera mano porque la cuenta alguien que tomó parte activa en su diseño, despegue electoral y, como «vil reptil trotskista» —lo siento, no puedo resistirme a utilizar una terminología de tan profundo calado en el siglo XX—, fue expulsado del paraíso —moquetas y despachos del Congreso— por el amado líder.

Un camarada más en la larga fila de víctimas de cócteles molotov entre Pablo Iglesias e Íñigo Errejón y sus respectivas guardias.

Del sí se puede al no se quiere. Sueños de regeneración asamblearia transformados en pesadilla fratricida, con numerosos nombres y apellidos por medio. Quítate tú, que ahora me toca a mí. ¿Eran los que venían a salvarnos? ¿De verdad?

Aunque, lo más curioso, ¡Pascual sigue defendiendo la validez del proyecto! ¡Le ofrece su adhesión inquebrantable! ¡Después de ver lo que ha visto!

Me recuerda a aquella novela de Arthur Koestler en la que el protagonista consideraba que el partido había de tener razón en acusarle de traidor porque el partido ha de tener razón por naturaleza…

Bueno, pues me alegro de haberlo leído y lo recomiendo. Las enseñanzas que cada uno obtenga de él, eso ya… Que se entienda lo que se quiera entender.