Musicalmente hablando, en mi barrio se practican dos instrumentos: palmas y cacerolas.
A las horas marcadas, cada terraza recibe la visita de vecinos deseosos de mostrar sus progresos en el arte de la percusión. De aquí a nada, están tocando el Concierto de Ney Rosauro.
El asedio despierta al timbalero que todos llevamos dentro.
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