¡Mira hacia allá, hacia allá! ¡No, ni se te ocurra, mira hacia el otro lado!
Según ecos, algunos amigos «de derechas» me asignan fama «de izquierdas». Y, contrariamente, para otros amigos zurdos ocupo el molde del más diestro burgués.
(Supongo que ambas percepciones se basan en el diablillo que susurra «venga, hablad de política» desde el fondo de cada vaso vacío. ¡Malvado! Hay que sumergirlo de nuevo…).
Pongamos por caso que califico a cierta figura de deplorable, con sentido de servicio a la comunidad para reír (llorar) y niveles intelectuales y políticos tan rasos que ni agachándose se encuentran: estaría hablando como un perroflauta.
Ah, pero cuando son los de enfrente quienes baten récords de anemia moral, corrupción, falsedad, abuso de poder, y protesto con igual indignación, resulta que desayuno con Mussolini.
Sobre todo, a los míos no me los toques. Jueces fascistas que dan golpes de Estado… ¿No entiendes que hay que machacar al contrario?
Alienados, tuertos, acríticos, ¿tanto hemos perdido la brújula?
Voy a poner un poco de música con murmullos del bosque, a ver si el diablillo se cansa.
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