Margarita la Gorda no deja pasar ni una.
Ni una, ni uno, ni une, ni media. ¡Atrévete, venga, cruza por aquí!, grita a los despistados. ¡Alerta la guardia!
Aún se cree en tiempos de pica y coselete.
El caso es que Margarita protege a Tallin y, por supuesto, Tallin adora a la Gorda más que si fuera la Sílfide o la Escuchimizada.
O la del ayuno intermitente. No hay torre en el mundo que se le pueda igualar.

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