Valoración: No lo entiendo ✮✮✩✩✩
Música recomendada: Die Harmonie der Welt (II.Musica Humana), de Paul Hindemith ♪♪♪
Creo que empiezo a tener un problema. Lenta, fastidiosa, inexorablemente...
Debo de estar volviéndome viejuno.
Si hace algún tiempo, por ejemplo, me hubiera encontrado frente a un cuadro titulado «blanco sobre fondo blanco», a lo mejor la poderosa imaginación juvenil se habría puesto a trabajar, adivinando formas y texturas ocultas, hasta conseguir ver… Pues no sé, un bodegón.
Pero ya no me ocurre. Ahora, blanco sobre fondo blanco significa blanco sobre fondo blanco. Y no es una pintura que yo entienda.
Una sensación por el estilo se apodera de mí tras leer Por así decirlo, «caprichos o disparates» según la definición de J.Á. González Sainz. A pesar de la buena voluntad, me cuesta horrores conjeturar un significado.
La arquitectura de las ¿historias? que contiene resulta tan simbolista como abstracta. Con un apabullante despliegue de recursos lingüísticos que le sirve de fuste, eso sí.
En el primer relato, un concierto de la orquesta sinfónica en la plaza mayor de la ciudad se convierte en un galimatías celebrado por casi todos cuando la batuta pasa del director a una extraña figura que surge del público e imita sus gestos. Cada pieza finaliza con un remedo de tiroteo entre carcajadas y aplausos.
En el segundo, el protagonista vive una jornada kafkiana desde que entra en el ascensor por la mañana y su corpulento vecino se cuela detrás. Termina «tirando los dados» en lo que —al menos es lo que parece más claro de todo el libro— constituye una parodia del sistema de votación democrática.
A continuación, un hombre y una mujer se cruzan en el tren. El dúo de quizá madre e hija, quizá no, quizá chinas o filipinas o indonesias que los acompaña comiendo pipas de forma compulsiva, ¿qué influencia tendrá sobre el momento y el futuro de ambos?
En último lugar, otra pareja —¿o será la misma tras contraer matrimonio, a tenor de la acusada miopía de él y la hipermetropía de ella?— pasa los días fascinada por la contemplación de sus peces domésticos. Saben que no deben elevar la temperatura del acuario ni un grado, pues los ejemplares, cuyo hábitat natural es de aguas frías, se acercarían a la muerte. Pero no se resisten a introducir los dedos y transmitirles su propio calor corporal. Hasta que, efectivamente, el penoso hecho ocurre. Entonces...
Como señalaba, tengo que acudir a las interpretaciones que dan el mismo autor o sus valedores editoriales, ante mi decadencia cognitiva. Busco entrevistas, otros comentarios, le echo un vistazo a la contraportada...
Se trata de cuatro divertimentos, tan graves como humorísticos, que buscan proyectar una especie de cuadrilátero metafórico de nuestras vidas; cuatro iluminaciones sobre la condición de nuestra época y de nuestra conciencia o falta de ella, sobre el destino de los habitantes del nihilismo contemporáneo, con su sistemático embarullamiento, falsificación y banalización de todo, y sobre la naturaleza del poder y la inocencia, sobre el engaño y el vaivén de las cosas humanas.
Y concluyo con un lacónico «lo que tú digas».