Valoración: ✮✮✮✮✩
Comentario personal: Entretenido.
Música: Kom till mig kvinna, de Rolf Wikström ♪♪♪
Tras aguantar con estoicismo la entrada del otro día (daneses, noruegos, lapones…), espero que no abandonéis el empeño sin conocer antes a los suecos, según la mirada de Sandro Sciara.
Había dicho que el autor reserva el meollo de su obra El amor en Suecia a estos muchachos y muchachas de apabullante fulgor. Están más buenos que el arenque en salsa de mostaza.
Bromas aparte, el humor espontáneo no es algo que los distinga. Y la mayoría luce pelo castaño o negro en vez de rubio.
Como resultado de la Unión de Kalmar en 1397, el territorio se hizo uno y trino con el de los vecinos, aunque la torpeza de sucesivos monarcas (Erico el Pomeranio y Cristóbal el Bárbaro) lo echó a perder. Gustavo Vasa lideró una victoriosa rebelión contra Cristian II de Dinamarca, el Nerón del Norte de acuerdo con la propaganda.
Su nieto Gustavo Adolfo fue el terror de los ejércitos católicos en la Guerra de los Treinta Años, llegando a ocupar Munich o Praga, donde rapiñó unos cuadros de Adán y Eva pintados por Durero. Su bisnieta, la famosa reina Cristina, se los regaló de vuelta a Felipe IV de España, y así los apreciamos hoy en el Museo del Prado.
Fair-play en el deporte, honradez, civismo, funcionariado eficiente, mujeres iguales a los hombres en derechos y actividades, nadie cruza las calzadas de Estocolmo con el semáforo en rojo...
La vida es fácil, libre de zozobras, porque su gobierno ha estructurado un Estado magnífico, amorosamente planeado y perfectamente previsor».
Sin embargo, el paraiso proyecta sombras.
Suicidios, embriaguez, gamberrismo generacional (bandas de raggare a quienes los sensibles policías no saben cómo frenar), drogas psicodélicas, pornografía, estadísticas de robos y hurtos en crecimiento…
¿Es el Estado excesivamente paternalista un adocenador de mentes, que no aprenden a enfrentar las dificultades de la vida cuando estas surgen sin remedio y encuentran la espita de desahogo en la violencia contestataria?
¿Se adivinan la introversión, la frialdad, la flema de este pueblo, inquietantes preludios a la neurosis depresiva? ¿A la extrema soledad?
En cuanto al tema amoroso, que se recorre en cada una de sus vertientes sentimentales y físicas, la libertad que les da fama ha de relativizarse: según una encuesta, el 87% de los hombres y el 91% de las mujeres responden que ser fieles dentro del matrimonio resulta indispensable.
En realidad, la decisión de contraerlo no difiere de un cálculo utilitarista. ¿Me convienes? ¿Te convengo? ¿Juntos ganamos tanto? ¿Te gustan también las albóndigas de Ikea? No le demos más vueltas: firmamos. Al menos, hasta que la tinta se seque.
Porque los divorcios son tan rápidos y omnipresentes como los emparejamientos.
Sciara plantea dudas acerca de la excesiva «feminización» del elemento masculino. ¿Cuál será el resultado en nuestra época?
Dejo por comentar otros capítulos de interés (las carreras sobre esquíes, los trenes, las orquídeas, la azarosa biografía de Nobel, ¡el problema de la vivienda!...). En todo caso, como colofón, si el desfase de quinquenios desde que fue editado impide experimentar el mismo choque cultural que un lector ibérico de entonces, no por ello declaro impresiones menos positivas.
Como guía anecdótica, El amor en Suecia me ha entretenido un montón.
No hay comentarios:
Publicar un comentario