Uri Caine y amigos tocan una versión de Tannhäuser muy particular.
Y genial.
Música, libros, fotos, historias, pensamientos, ficciones, viajes y qué sé yo cuántas cosas más...
Me atrevo a calificar de memorable la banda sonora que Roque Baños compuso para la bastante menos merecedora de recuerdo película Alatriste.
Una suite de concierto para demostrarlo:
Comienzo del reclamo en la contraportada: «El libro que está cambiando el mundo».
Ah, pues lo leo.
Continuación del reclamo en la contraportada: «Buenos días, pereza pretende decir por fin la verdad, toda la verdad, no la que algunos quieren hacernos creer».
Sí, sí, ya lo creo que lo leo.
Resumen del contenido: hay que rascarse en el trabajo lo que cada uno tenga pero cobrar religiosamente a fin de mes, con ánimo de que todo el tinglado se hunda.
Ya... Me está bien empleado por mirar las contraportadas como un primo.
Menuda soberana memez de Corinne Maier.
Es tan famoso y está tan valorado...
Nada, nada, no hay que esperar ni un segundo más. Vamos a leer El arte de amar, de Erich Fromm.
Por supuesto, la premisa de que no debemos dedicar nuestra energía vital a lograr el éxito y el dinero, el prestigio y el poder, sino a cultivar el arte de amar, me atrae como una piedra imán.
Pero cuando por fin llego a la última página, ¡por fin!…
Ya era hora...
Me parece que me quedo sin nada: ni éxito, ni pasta, ni prestigio ni expansión emocional ni gaitas. Voy a contracorriente de la opinión general.
¡Cómo me he aburrido!
P.D.: Como expiación por una crítica tan destructiva, pongo una música maravillosa de Abel Korzeniowski.
Yo nací en el valle, agua y arena.
Yo nací en el valle, lo dejé por ella…
Alberto Ginastera: Cantos del Tucumán.
La música de Schönberg, estupenda.
Los cantantes, muy bien.
El coro, muy bien.
La orquesta, muy bien.
El director, los bailarines, los submarinistas... Exacto, muy bien.
Sí, sí, había submarinistas. Y un toro. Y una damisela con atuendo (o no atuendo) de los de pasar frío. Escándalo, escándalo, escándalo...
El toraco lo dejó todo perdido, pero como luego echaban litros y litros de tinta sobre el escenario, unas manchas más…, pse.
El caso es que el público aplaudió con ganas. Bueno, quizá se manifestó cierta división de opiniones cuando iba a empezar el segundo acto.
Una radio desde la última fila rompió el silencio para informarnos de que el Atleti hacía progresar el balón por la banda derecha.
Hubo quien abogó por unas cuantas antorchas para localizar al amante de las emociones deportivas y echarlo a la pileta.
Por lo demás, éxito total de Moisés y Aarón.
Shakespeare in love es sin duda la banda sonora más reconocible (ganadora de un Oscar) salida de la imaginación de Stephen Warbeck.
Escuchemos...
De repente, mientras remontaban el Nilo, escuchar su nombre en boca de todos se le volvió insoportablemente hueco.
Wer reitet so spät durch Nacht und Wind?
¿Quién cabalga tan tarde a través de la noche y el viento?
¡Ha venido el cartero!
¡Con el CD que había pedido!
¡El de Ennio Morricone!
¡El del concierto en Munich!
¡Yupi!