Valoración: Bueno ✮✮✮✮✩
Música recomendada: Teorema de Tales, de Les Luthiers ♪♪♪
De Mileto a Woolsthorpe-by-Colsterworth. Del sol mediterráneo a las nieblas del Mar del Norte. De caerte en un pozo por ir mirando las estrellas a caerte una manzana en la cabeza.
De la búsqueda de las causas y consecuencias a lo mismo. De Tales a Newton.
Juan Meléndez Sánchez —cuyo interesante blog, por cierto, comparte nombre con el título de su libro—, nos muestra qué es —y qué no es— la ciencia desde la raíz original: el logos.
Para ilustrar el relato, comienza en una ciudad griega donde alguien de quien solo tenemos noticia a través de terceros como Anaximandro o Aristóteles alzó un día la vista y pensó... ¡Aaaaaaaaaaah...!
Bueno, primero se remojó las barbas en el fondo del pozo, de acuerdo con la anécdota que le atribuyen de no poner sus ojos donde debía. Después pensó que las cosas ocurren no porque a Zeus le plazca, sino que siguen unas reglas por encima de dioses y hombres.
Han de ser observadas, descritas, objeto de comprobación y relacionadas: Tales, el del teorema.
Continúa con otros señores de natural curioso: Aristarco, Copérnico, Galileo, Kepler...
Y desemboca en el inglés de la fruta, la gravitación, la luz, el cálculo infinitesimal —con permiso de Leibniz— y un etcétera en la lista que se queda corto: sir Isaac Newton.
Sin hacer hincapié tanto en los datos biográficos —aunque contextualice obras y descubrimientos con las circunstancias de sus vidas— como en la manera común de razonar.
Sugiriendo al lector que desaprenda lo estudiado desde niño bajo el argumento de autoridad —la Tierra es esférica, se mueve, otros cuerpos celestes influyen sobre ella...— y se ponga en las alpargatas o zapatos de los pioneros que no lo sabían.
Con las herramientas metodológicas adecuadas, razonemos por tanto, y veamos si somos capaces de llegar a iguales conclusiones.
Bienvenidos sean su intención y su texto. Scientia potentia est.