lunes, 16 de diciembre de 2024

La noria

Portada del libro La noria, de Luis Romero

Título y autor/a:La noria, de Luis Romero.
Clave de lectura:Un día en la cadena vital de Barcelona.
Valoración:✮✮✮✮✮
Comentario personal:La rueda nunca se detiene.
Música:Si tú me dices ven, de Los Panchos ♪♪♪

La noria es un relato que contiene muchos relatos. Treinta y siete, por contarlos de forma exhaustiva. Treinta y siete cortometrajes sobre las vidas de habitantes de Barcelona que giran, giran, giran…

A diferencia de otras historias corales, Luis Romero hace coincidir a sus personajes de dos en dos: el protagonista de cada capítulo se relaciona con el del capítulo siguiente y le pasa el testigo de la acción, tras lo cual desaparece.

El tono se establece desde el principio, cuando Dorita y su acompañante recorren la calle de Pelayo en un taxi, aún de madrugada.

Diez horas antes no se conocían, pero Dorita es una profesional y quiere demostrarle cariño.

Además, parece un caballero. Fuerte, de Bilbao, un poco ingenuo. ¿Cuánto habrá en los billetes que deposita en su mano, junto a las flores con gotas de rocío del Prat? ¿Quinientas? No mires aún, no seas impaciente.

El taxista, Manuel, ha pasado la noche al volante. Tras dejar a la pasajera se detiene para tomar una barreja con anís del Mono. Entre otros motivos para el malhumor, el Barça va fatal.

Su hija Lola, dependienta en una librería. Don Álvaro, que entra para preguntarle por la nueva edición del Valbuena. Francisco, el estudiante que contesta a las preguntas de este catedrático en el examen de bachiller…

Como nexo, una ciudad que puede haberse visto transformada en infinitos aspectos, pero cuya esencia quizás alguien aún reconozca. El tiempo transcurre en sus calles, barrios altos y bajos (muy altos y muy bajos), hasta la siguiente madrugada.

Incluso la nota autobiográfica del autor en las últimas páginas refleja que la rueda de cangilones jamás se detiene.


En mi profesión se me presenta un porvenir excelente y a corto plazo; puedo compaginar seguros y literatura, vivir con desahogo, enriquecerme y cada dos años, por ejemplo, hacer un viaje a España. También puedo elegir el camino difícil: abandonarlo todo y regresar a España a dedicarme exclusivamente a escribir. El importe del Premio Nadal eran 35.000 pesetas, cifra modesta incluso para entonces. Quien recuerde lo que significaba en los años cincuenta vivir de los ingresos que producía la literatura comprenderá que el riesgo era mucho, muchísimo. Mi mujer estuvo de acuerdo. Regresamos.

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