Título y autor/a: | Reunión y otros relatos, de Julio Cortázar. |
Clave de lectura: | Introducción a los relatos de un grande de verdad. |
Valoración: | ✮✮✮✮✮ |
Comentario personal: | Grande de verdad. |
Música: | Parker’s Mood, de Charlie Parker ♪♪♪ |
Cuando agito la mano para despedirme de Julio Cortázar, la alegría galopa por mis venas.
¡Qué nivel! ¡Cuánta calidad atesorada en Reunión y otros relatos!
Aunque, curiosamente, el cuento que abre el conjunto no llega a tocarme el alma: Las puertas del cielo, acerca de un abogado y su antiguo cliente y ahora amigo, recién enviudado, que rememoran a la esposa en un baile.
Y el segundo, Cartas de mamá, una relación familiar a distancia entre el Sena y el Río de la Plata, no lo entiendo del todo. Mea culpa.
Ah, pero, a partir de El Perseguidor pego un brinco. La historia del jazzman trasunto de Charlie Parker debe de ser de lo mejorcito que me he encontrado jamás sobre papel. Aprovecho el brinco para levantarme a poner un disco. Las notas del saxo comienzan a llenar la habitación…
Final del juego, el vínculo entre tres hermanas y el chico que las ve cada día desde el tren, permanece en las alturas. Prodigioso.
¿Y qué decir de La autopista del sur, colapsada por un atasco que dura días, donde los personajes crean un mundo propio, regido por nuevas normas de convivencia? No le apeo el tratamiento: prodigioso.
Reunión, sobre guerrilleros que intentan alcanzar la sierra bajo el acoso de los soldados gubernamentales. Lugar llamado Kindberg, en el que un conductor recoge a una autostopista. Ya podéis imaginar: prodigiosos.
Texto en una libreta, cuyo autor investiga a unos «ellos» que parecen no abandonar jamás los túneles y andenes del metro, pone el prodigioso colofón.
Quizá os resulte una entrada demasiado entusiasta, o demasiado poco desarrollada en sus argumentos. ¿Prodigioso? ¿No me da vergüenza agarrarme a un solo adjetivo que se cae de tópico? ¿De verdad?
No es mi intención pontificar: hacedme caso o no me lo hagáis, o llevadme incluso la contraria si lo habéis leído.
Lo aquí manifestado, escrito queda.
[…] y por fin preguntarle si podía seguir otro poco con él aunque ya no fuera la misma ruta, qué importaba, seguir un poco más con él porque se sentía tan bien, que durara un poquito más con este sol, dormiremos en un bosque, te mostraré el disco y los dibujos, solamente hasta la noche si quieres, y sentir que sí, que quería, que no había ninguna razón para que no quisiera, y apartar lentamente la mano y decirle que no, mejor no […].
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