Valoración: ✮✮✮✮✮
Comentario personal: Gran ejemplo de la «gran locura humana».
Música: Carmen (Habanera), de Georges Bizet ♪♪♪
Los últimos libros leídos de la época me habían dejado un gusto agridulce, tirando hacia lo agrio. Siempre con un nombre propio en la portada: Spirite, Eugenia Grandet, Effi Briest...
Ah, pero por fin surge uno que expía el tedio y me reconcilia con la novelística del grand siècle. Y también luce un nombre: Safo. Su autor es Alphonse Daudet.
Me permito alabar de inicio muchas de sus características: el planteamiento tan moderno, la fuerza de los personajes, la arquitectura de los ambientes, la impagable crónica social, esa especie de magnetismo para que una página, y otra, y la siguiente, se deslicen ágilmente entre los dedos…
Safo es Fanny Legrand, una mujer que asiste a cierto baile de máscaras en la residencia parisina del mecenas Déchelette.
La misma fiesta en la que se encuentra Jean Gaussin, jovencísimo heredero de una familia de provincias venida a menos. Prepara los exámenes para el servicio consular.
Otra de las invitadas le lanza señas inequívocas de que pasen el resto de la noche juntos. Y es atractiva, da un paso en esa dirección.
Safo se cruza de repente. No vayas, le dice.
No sabe de quién se trata, apenas ha conversado unas palabras distraídas con ella. Pero el nudo que los va a unir está casi cerrado.
¿No es costumbre de caballeros, en la buena sociedad, tener una amante? Y dejarla cuando se cansan.
Cien veces intentará Jean ese abandono, como todos le aconsejan.
Cuando descubra su verdadera edad (si Caoudal la esculpió en el 53, ella tenía entonces diecisiete, y ahora corre el año 73…). Cuando conozca, por boca de antiguos «protectores», su éxito como cortesana. Cuando lea las cartas de admiración que guarda en su cofrecillo.
Cuando sepa de Flamant, el hombre encarcelado por su causa.
Y cien veces le será imposible. Fanny, Safo, le ha elegido. Le amará sin medida, se sacrificará, se ofrecerá a él a cualquier precio. Solo le pide permanecer un poco más a su lado. Solo un poco más.
¿Crees tú que se encuentra dos veces eso de ser amado como yo te amo…? Tienes tiempo para casarte: ¡eres tan joven…! Yo, muy pronto, estaré consumida… No podré más, y entonces nos separaríamos mutuamente.
Hasta que anuncie su boda con Irene, que «tiene cara de buena». En ese momento…
«Todos los hombres encontrarán un trozo de su propia existencia», manifiesta Daudet sobre la obra. Los protagonistas son tanto esclavos como timoneles de su destino.
Hoy diríamos que Fanny «acosa» a Jean, que se aprovecha de su inexperiencia, de su carácter irresoluto, para vivir la vida que desea, no la que esa buena sociedad a la que hacía alusión le tiene reservada.
Y probablemente nos equivocaríamos.
No hay violencia en un sentido físico, tampoco exigencias respaldadas por amenazas. Aunque las palabras puedan apretar como sogas.
En cualquier caso, las pasiones, la «gran locura humana» que se desborda en este libro, si me empeñara en reducir su contenido a una sola frase, representan un gran ejemplo literario del XIX, del XX, del XXI y (si el mundo consigue continuar indemne), de todo futuro imaginable.
Un ejemplo sobresaliente.