viernes, 28 de marzo de 2025

Sol

Gato disfrutando del sol.

Del latín sol, del protoindoeuropeo sauel.

Una estrella enana amarilla (aunque en realidad sea blanca). Núcleo, corona, viento… Hidrógeno y helio.

Cuatro mil seiscientos millones de años en un rinconcito espiral sin importancia.

Nacido de estrellas más antiguas, de su gas y su polvo, volverá alguna vez a ese gas y a ese polvo.

Mientras tanto, hoy, ahora, tras una eternidad bajo cielos inconsolables...

No hay guerras. No hay males. No hay kits de supervivencia. No hay advertencias que acechen al otro lado de los párpados.

Sencillamente, sol.

lunes, 24 de marzo de 2025

Viaje a Rusia

Clave de lectura: La Unión Soviética de los años 20, ¿esperanza o mausoleo del cambio?
Valoración: ✮✮✮✮✩
Comentario personal: De nuevo, los ojos clarividentes del santo bebedor.
Música: Gayaneh (Adagio), de Aram Khatchaturian ♪♪♪
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Portada del libro Viaje a Rusia, de Joseph Roth.

En 1926, Joseph Roth recibe el encargo de dirigirse al antiguo imperio de los zares, ahora país de los sóviets, sobre el que tantos ojos se posan expectantes.

El Frankfurter Zeitung desea saber cómo se las apañan sin aristócratas ni burgueses.

Además, la NEP o Nueva Política Económica abre oportunidades comerciales. ¿Con quién hay que negociar? Si los grandes duques conducen taxis en París, ¿qué clase de gente está al mando?

Nuestro autor, acostumbrado al «exotismo» como hijo de las remotas fronteras austrohúngaras, es el hombre perfecto para el trabajo.

Cada semana enviará un artículo para dar respuesta a los misterios. Desde Minsk, Astracán, Tiflis, Moscú, Leningrado… Todos juntos forman el Viaje a Rusia.

Los emigrantes zaristas. El laberinto de los pueblos del Cáucaso. La situación de los judíos en la Unión Soviética. La Iglesia, el ateísmo, la política religiosa. La mujer rusa de hoy. Opinión pública, periódicos, censura. La escuela y la juventud...

Artículos sobre aspectos más allá de las cifras, los discursos, las obras públicas, la propaganda que llega a occidente a través de magníficos filmes.

A Roth le interesa la vida. Y, sobre todo, el espíritu que le sirve de motor. Recorre ciudades y aldeas hablando, preguntando, observando, caminando junto a tipos humanos que intentan adaptarse a los nuevos tiempos.

Puedo entrar libremente en oficinas, juzgados, hospitales, escuelas, cuarteles, calabozos y prisiones, así como entrevistarme con jefes policiales y profesores de universidad. El ciudadano critica con un tono más alto y cáustico de lo que resultaría grato para un extranjero. […] Probablemente la policía secreta sea tan hábil que ni la noto.

Y se da cuenta de que se trata precisamente de eso: adaptarse. Las ilusiones con que pudiera haber comenzado el trayecto se diluyen. Los «ideales» quedan… Bueno, para pasado mañana.

No encuentra respuestas a un modelo social equitativo, por mucho komsomol que se anuncie en las pancartas y muchas hoces y martillos en las banderas. Siempre hay que medrar.

El embrutecimiento de las masas se lleva a cabo mediante la alfabetización (paradoja titánica). Es necesario que todos sepan leer y repetir de memoria, un millón de veces, la última consigna del partido.

«La burguesía es inmortal», escribe. Los «hombres NEP» no se distinguen ni en el blanco de los ojos de los caricaturizados capitalistas. Si hay algún lugar en el mundo al que Rusia ansíe parecerse, sería… ¡los Estados Unidos de América!

Un lugar donde Homero no tiene cabida. Lo práctico, lo tangible, lo material, toman el relevo.

Y así, un periodo no lo suficientemente conocido de la historia (las riendas de Stalin están aún a medio trenzar) se abre camino de primera mano.

Gracias a los ojos del santo bebedor.


viernes, 21 de marzo de 2025

El espejo

Cigüeña reflejada en la laguna.

El gris se apodera de los ojos.
Golpea a la luz, tiene sed
—sed voraz, prisa avariciosa—
de convertir nuestra mirada en bronce.
Un susurro de repente,
un batir de alas sin anunciar,
y obra el espejo, otra vez azul plata,
su sencillo milagro eterno.

lunes, 17 de marzo de 2025

Los amantes tristes

Clave de lectura: Tres vidas se entrelazan a través del amor y la separación.
Valoración: ✮✮✮✮✩
Comentario personal: Estupenda novela.
Música: Dérive 1, de Pierre Boulez ♪♪♪
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Portada del libro Los amantes tristes, de Eugenia Rico.

La redacción de Los amantes tristes presenta un rasgo muy característico: sus capítulos son brevísimos, urgentes, como géiseres que expulsan chorros de vapor. Lo contrario de las «novelas río», por ejemplo, con múltiples cursos narrativos desembocando en un ancho cauce.

Eugenia Rico prefiere presentarnos a sus personajes, Antonio, Ofélie y Jean Charles, sin preámbulos. Las experiencias que vivieron los tres en el pasado entroncan con el presente pese a juramentos de no volver a verse jamás.

El destinatario de una beca de violín, nacido en una ciudad con meigas pero sin metro. La mujer sofisticada de piernas infinitas a quien conoce en un fotomatón. El estrafalario amigo —loco, según otras descripciones— que aparta a cualquiera, hombre o mujer, que empiece a sentir por él excesivo interés.

Caminantes por las calles de París, hermosa, sí, pero también falta de piedad hacia los fracasos. Que no suele conceder segundas oportunidades bajo su mortecina lluvia.

En un segundo, el mundo cambia: una llamada nocturna suena desde un teléfono desconocido.

Antonio, Antonio… —No reconocí la voz, pero estaba diciendo mi nombre—. Antonio, tienes que ayudarme.
Clic. La comunicación se interrumpió.

¿Podrá encontrar a quien fue su más cercano apoyo? ¿Acudirá a su antiguo amor, a quien sorprendió entrelazada con otro hombre?

Ella no te quiere, le había advertido Jean Charles. ¿Estaba en lo cierto o…?

¿Y si fuera Ofélie quien adivina dónde lo retienen, en cierto edificio de las afueras, custodiado por funcionarios de bata blanca, correas y pastillas que anulan la voluntad?

Los aspectos formales a los que aludía, esa urgencia torrencial de palabras, actos y sensaciones, no dan respiro. La autora sabe lo que quiere decir y sabe cómo hacerlo.

La brevedad se convierte en una metáfora de la vida. La inmediatez en el resultado, a menudo egoísta, de las relaciones. El vértigo aparece cuando el control escapa a nuestras manos.

Locura y cordura con el mismo significado en una estupenda novela.


sábado, 15 de marzo de 2025

Sofia Gubaidulina

Hago una búsqueda en el blog y su música aparece apenas una vez.

Que sean dos, tras una partida que quizá no vaya a provocar duelos ni reuniones urgentes de poderosos por la reconciliación.

Ni ansia sin excusas por construir un mundo que no responda a los viejos nombres de amargura o de dolor.

Pero el sonido de esos pasos sirve para que los nuestros se sientan un poco más iluminados.

Los músicos tienen que intentar dar fuerza y luz a las almas de las personas.

Solo por ello, gracias.

(En recuerdo de Sofia Gubaidulina).


jueves, 13 de marzo de 2025

Prosperidad

Monumento con el símbolo del euro.

La noticia dice que se efectuaron intentos de reanimación durante más de media hora, sin éxito.

Había muerto en el contenedor de ropa que utilizaba para refugiarse.

¿Hay un contenedor de ropa? —intento visualizar—. Y no lo consigo.

Veo árboles, el monumento —tan naíf— contra la guerra, cafeterías, el edificio del mercado, la boca de metro… Todo acude dócil a mi memoria.

Pero no consigo situar ese elemento urbano. Un contenedor… donde un hombre «pernoctaba habitualmente».

Alguien que por cincuenta y un años fue uno de nosotros, continúa la noticia.

Alguien de últimos días invisibles (aunque, durante más de media hora, se hizo lo que se pudo).

Alguien en la plaza de «Prosperidad».

lunes, 10 de marzo de 2025

El falsificador de pasaportes

Clave de lectura: La increíble supervivencia de un judío en la Alemania nazi.
Valoración: ✮✮✮✮✩
Comentario personal: La vida real supera a cualquier novela.
Música: La gran evasión, de Elmer Bernstein ♪♪♪
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Portada del libro El falsificador de pasaportes, de Cioma Schönhaus.

En el prólogo a sus memorias, Cioma Schönhaus se refiere a la ley de los grandes números.

La ilustra mediante un agujero en una habitación, del tamaño de un puño: si alguien arroja garbanzos sueltos desde la distancia, casi seguro que no acertará. Sin embargo, al esparcir por el suelo el contenido de todo un saco, el agujero podría acabar lleno.

Que algún judío sobreviviera a la persecución nazi cumpliría así con la probabilidad matemática. Pero que se tratase de él, de él en concreto, no de su padre, su madre, su mejor amigo ni ningún otro a su alrededor…

Increíbles golpes de suerte junto a increíbles descuidos. Habilidad compartida con errores de bulto. Audacia muy semejante a la inconsciencia.

El falsificador de pasaportes relata cómo el autor se encuentra al filo de la cámara de gas, en busca y captura por la Gestapo, y de qué manera consigue evadirse.

Es 1941 y aún no ha cumplido los veinte. Vive con sus padres en Berlín. Las deportaciones se llevan a cabo cada día.

En el proceso no se aplican métodos de una brutalidad asesina, no de forma evidente: los judíos acuden, tras recibir el aviso, a la antigua sinagoga, esperan la llamada del funcionario, firman la renuncia a sus bienes, acarrean maletas con mudas hacia el punto de transporte indicado…

Lo que ocurra en los campos, nadie lo sabe de cierto. Pero hasta entonces prevalece el orden.

Cioma prefiere pasar a una clandestinidad «abierta». Tras emplearse en una fábrica de armas, constata sus dotes artísticas y comienza a copiar sellos oficiales con el águila y la esvástica. Un gran trabajo… de acuarela.

Cartillas de racionamiento, documentación postal, certificados de trabajador imprescindible para la industria de guerra, tarjetas militares… Aunque su actividad sea detectada, siempre se adelanta un paso, aunque sean unos segundos, a la visita de la Kriminalpolizei o, sobre todo, los hombres del abrigo de cuero.

Almuerza en restaurantes de prestigio, donde no se les ocurriría que represente una amenaza para el Estado. Adquiere un bote de vela para navegar por el lago Stössensee.

Su bien más precioso es la bicicleta con la que piensa atravesar la frontera suiza, cuando las delaciones y redadas aconsejen no tentar más a la fortuna.

¿La frontera? ¿No se encuentra vigilada por perros, estacas y alambre de espino? ¿No hay patrullas a cada paso? ¿Es de verdad posible?

Al menos dos aspectos llaman la atención en esta obra, aparte de las puras peripecias. El primero ya lo he mencionado: la obediencia a las normas administrativas tan introducida en la psique, según la cual tal día, a tal hora, alguien ha de acudir a tal lugar para proceder al traslado hacia Auschwitz, Majdanek o Treblinka.

El segundo sería la corriente de resistencia que, sin la admiración alcanzada por movimientos semejantes de Francia, Checoslovaquia o Polonia, no dejó de existir en el corazón del Reich.

Para copiar documentos, el falsificador necesitaba los originales. Y para proporcionárselos, personas con nombres y apellidos arriesgaron sus propios cuellos.

Algunos de ellos aparecen en la última página:

Walter Heyman y Det Kassriel fueron deportados.
[…]
El doctor Kaufmann fue fusilado en Sachsenhausen.
El doctor Meier fue deportado.
Gerda fue deportada.
Mi padre y mi madre, Abuelita Vieja, tía Sophie y tío Meier: ninguno de ellos regresó de los campos de exterminio del este.

Un adecuado recuerdo sobre el bien y el mal cuando en el mundo vuelven a resonar botas de clavos.


viernes, 7 de marzo de 2025

Mujer con sombrero

Mujer con sombrero sobre un puente.

Ella aguarda sobre el estrecho puente.

La cobardía es asunto...

Aguarda como un verso de Silvio.

Con sus sandalias y su sombrero de verano.

Con su falda que se va haciendo sueño y su blusa de aire azul.

Yo también lo hago. Aguardo. Aguardo.

... de los hombres, no de los amantes...

Su puente y el que yo cruzo jamás se acercarán.

lunes, 3 de marzo de 2025

Un puñado de flechas

Clave de lectura: Arte, arte, arte… y los misterios que lo rodean.
Valoración: ✮✮✮✮✩
Comentario personal: Bueno.
Música: Cuadros de una exposición (La Gran Puerta de Kiev), de M.Mussorgski (orq. Ravel) ♪♪♪
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Portada del libro Un puñado de flechas, de María Gainza.

Señala María Gainza que no tenía pensado dedicarse a la literatura de forma profesional. Pero, después de años escribiendo artículos sobre arte en revistas y suplementos culturales, «una serie de textos dispersos» se publicó de forma conjunta (debe de referirse a El nervio óptico) y el éxito llamó a la puerta: traducciones en más de quince idiomas.

En cuanto a la estructura, el título que comentamos hoy también podría definirse como «textos dispersos», con la particularidad de estar cosidos con hilos autobiográficos.

Un puñado de flechas hace referencia a una conversación que la narradora mantuvo con Francis Ford Coppola mientras se encontraba rodando una película en Buenos Aires, allá por 2008.

Era la una y media de la madrugada. Ella se caía de sueño. Su marido fumaba a la puerta del restaurante. La niña de tres meses de ambos dormía en una limusina, al cuidado de un guardaespaldas que parecía salido de El padrino. Según sus palabras, en ese momento Coppola:

—Vos sabés —dijo mirando hacia el escenario que había quedado vacío—, el artista viene al mundo con un carcaj que contiene un número limitado de flechas doradas.
Parecía hablarle a un fantasma que estaba ahí y que yo no veía.
—Puede lanzar todas sus flechas de joven, o lanzarlas de adulto, o incluso ya de viejo.
Hizo una pausa dramática como en el teatro y prendió su porro. Aspiró como si tragara una bocanada de aire fresco.
—También puede ir lanzándolas de a poco, espaciadas a lo largo de los años. Eso sería lo ideal, pero ya sabés que lo ideal es enemigo de lo bueno.

Después añadió, a la pregunta de si el artista no tiene control sobre sus propias flechas, que así es. Solo al final de una vida se puede evaluar la periodicidad de los lanzamientos.

Este libro nos habla del mundillo de los óleos, la acuarela o el cemento (no toda la escultura va a ser mármol), sin olvidar la fotografía. Ah, y desde el otro lado, el de los receptores de la creación, el mundillo del coleccionismo.

Se nota muchísimo la labor de crítica de la autora que, junto a figuras por todos conocidas, nos introduce (al menos a mí) en un novedoso circuito contemporáneo.

Hay robos de cuadros de Vermeer, Rembrandt, Degas... Y un detective con sombrero Derby, parche en el ojo y cara destruida por el cáncer que los busca.

Hay un Kuitka que el mismo pintor desea recuperar. Gainza sigue las pistas hasta Piriápolis.

Hay murales de Bodhi Wind en el desierto. En diez libretas enviadas por mensajero desde una misteriosa clínica, redactadas por una no menos misteriosa mano, se explica su origen y destino (con teleportaciones al estilo Vonnegut por medio).

Alberto Goldenstein no admite que le pregunten por el modelo de cámara con el que hace sus fotos. Apenas se trata de un «electrodoméstico». Lo que importa es bien diferente.

A los setenta y cinco años, Nicolás Rubió comienza a pintar el pueblo francés donde pasó la infancia como refugiado de la guerra civil española. A los ochenta y tres ha terminado más de setecientos lienzos, ninguno igual al anterior.

Juan Tessi aspira a una beca a pesar de tener ya una edad y una reputación. Las imágenes que presenta para examen se encuentran a kilómetros de distancia de las que le han procurado su nombre.

La escultora María Simón dicta unas memorias bohemias, algo no anticipado tras nacer en una familia acomodada, que no entendía de locuras.

Un Tiziano perdido se adora como un dios en un convento igual de perdido en Tzintzuntzan. Dos norteamericanos llegan al lugar, atraídos por la leyenda.

Y, en cuanto a los coleccionistas, aunque mantenga el anonimato de aquellos con quienes se entrevista, nos aclara que «no compran». «Adoptan». Existe cierta casa de paredes cubiertas de piso a techo…

Mencionaba al principio los hilos autobiográficos sobre los que descansa la obra. Desde luego, no dejan indiferente, aunque aclaro que la urdimbre me fue atrapando según avanzaba en la lectura. Sus primeros capítulos no llegaron a conseguirlo.

Por eso recomiendo que, si a alguien se le presentan las mismas dudas de inicio, mantenga sus ilusiones. En un rato podría asomar la recompensa.

Estampo mi exlibris: «bueno».


viernes, 28 de febrero de 2025

Shangri-La

Panorámica de Shangri-La.

Quizá nunca encuentre Shangri-La.

Quizá nunca me he atrevido a buscarlo.

En la película, los protagonistas no acuden de forma voluntaria. Su avión es desviado hacia ese destino ignoto.

Allí cada uno de ellos se enfrenta a sí mismo, a lo que les devuelve el espejo.

El amargado y receloso mira en su fondo y, tras rechazar la imagen varias veces, por fin aprende a reír.

El fugitivo sin escrúpulos, estafador de Wall Street, ambiciona el oro que abunda en las montañas, pero descubre la felicidad planificando trabajos de fontanería.

La enferma se recobra de su mal.

El bienintencionado duda. En su interior desea quedarse, pero le convencen las pruebas racionales que le presentan su inquieto hermano y una «joven» que ansía salir por cualquier medio.

¿Qué argumentos oponer? ¿Las palabras de quien confiesa haber orquestado el aterrizaje forzoso para atraerlos? ¿Las de un hombre con una sola pierna que dice haber cumplido doscientos años y le ofrece su puesto de lama?

No es suficiente.

¿Y las palabras de la mujer que podría amarlo?

¿Es el mundo de fuera, donde el amor que predomina se dirige al poder, a la destrucción, a la fuerza, más real pese a todo?

¿Es una historia absurda? ¿Un lugar que existe y que no existe?

¿Un destino? ¿Un camino sin él?

Tantas preguntas…

P. D.: La ciudad de Zhongdian fue rebautizada hace tiempo como «Shangri-La» para hacerse un nombre más marketiniano. Sus calles, monasterios, la garganta del Salto del tigre, el gran lago Bita que baña los alrededores, representan sin duda hermosos regalos a los ojos del viajero.

Pero… no. No es Shangri-La.