miércoles, 31 de diciembre de 2008

Sorpresas de 2008 (Szabó, Runciman, Haushofer, Debney)

Clave de lectura: Un buen año de descubrimientos.
Valoración: Libros recomendados ✮✮✮✮✮
Música: La isla de las cabezas cortadas, de John Debney ♪♪♪
Esta va a ser la última entrada del año, así que quisiera recordar algunas agradables sorpresas que me he llevado en los últimos doce meses y que aún no habían encontrado aquí su sitio. Dando la vuelta al nombre del blog, empecemos por el apartado de las letras.


Portada del libro La balada de Iza, de Magda Szabó.
La balada de Iza, de Magda Szabó. Había leído otra obra suya, La puerta, y me pareció brillante. Pues esta lo es incluso más.

Se trata de una historia acerca de las relaciones entre una madre recién enviudada y su hija, aderezada con la participación del ex-marido, el nuevo pretendiente y constantes flashbacks a la vida del padre.

La caracterización psicológica de los personajes es extraordinaria: qué sienten, qué les motiva, cómo se ven los unos a los otros... Se muestran totalmente reales.

Y de un tema base sólo en apariencia común, Szabó desarrolla una novela que nunca pierde interés (salvo un final demasiado acelerado, si nos empeñamos en ponerle alguna pega). Nueve y medio sobre diez.


Portada del libro La caída de Constantinopla, 1453, de Steven Runciman.
La caída de Constantinopla, 1453, de Steven Runciman. Afirmar, como lo hace en el prólogo el historiador Antony Beevor, que inspiró a Tolkien para escribir El señor de los anillos, ya llama la atención. Un libro considerado de referencia en el género, donde he encontrado mucha amenidad al tiempo que varias curiosidades.

Así, resulta que existió realmente el imperio de Trebisonda (o, lo que es lo mismo, Trapisonda, el terrenito suspirado por Don Quijote como recompensa al iniciar su vida de caballero andante).

También, que entre los contingentes que tomaron parte en la defensa de la ciudad había una guarnición catalana, comandada por Pere Julià. Y que un excéntrico noble castellano, don Francisco de Toledo, quien insistía en ser pariente lejano del emperador, acompañó a Constantino XI Paleólogo hasta el final.


Portada del libro Nosotras matamos a Stella y El quinto año, de Marlen Haushofer.
No nos olvidemos de la austriaca Marlen Haushofer. La descubrí gracias a dos novelas cortas editadas en un único volumen: Nosotras matamos a Stella y El quinto año.

Los conflictos internos de la autora, que en 1943 dejó la universidad para casarse, se ven reflejados en estos relatos. Incómoda con las limitaciones que le imponía su papel de ama de casa, se dedicó a escribir como evasión.

En el primero describe el sufrimiento de una mujer que se siente moralmente culpable, en lugar de víctima, por los engaños de su marido.

En el segundo, por su parte, la protagonista es una niña de cinco años que narra sus vivencias en casa de sus abuelos. Si bien la atmósfera se dibuja con tono más relajado, no deja de estar presente un trasfondo ominoso debido a la desaparición del resto de la familia durante la guerra.


Trasladándonos ahora al mundo de las corcheas, con el número uno indiscutible... La isla de las cabezas cortadas, música de John Debney.

La película me parece entretenida, pero la banda sonora es más que eso, es estupenda. Pasa magistralmente de lo aventurero a lo romántico, de lo épico a lo lírico, de los mares abiertos a las sombrías mazmorras. ¿Cómo pude habérmela perdido hasta ahora?

En fin, nada más. Os deseo un buen año nuevo. Dong, dong, dong, dong...


sábado, 27 de diciembre de 2008

Roma eterna

Clave de lectura: Ucronía de una Roma sin fin.
Valoración: Flojea un poco pero entretiene ✮✮✮✩✩
Música: Quo Vadis (Marcha triunfal), de Miklós Rózsa ♪♪♪
Portada del libro Roma eterna, de Robert Silverberg.

Una ucronía, según la Real Academia, es una reconstrucción lógica, aplicada a la historia, dando por supuesto acontecimientos no sucedidos pero que habrían podido suceder.

Pues de eso va hoy el asunto, de ucronías. Con vosotros, Robert Silverberg y su Roma eterna.

Moisés fracasa en sacar a los israelitas de Egipto y este pueblo prácticamente desaparece. Por lo tanto, su religión nunca se desarrollará... y tampoco habrá cristianismo.

Bajo esta premisa, la novela consta de diez capítulos independientes, que corresponden a momentos cruciales en el devenir del imperio.

Uno, por ejemplo, relata cómo un ciudadano exiliado a la recóndita Arabia se da cuenta de que un tal Mahmut constituye un potencial peligro si continúa ganando adeptos y decide solucionarlo para recuperar el favor del césar.

En otro se nos narran los intentos de conquista de un lugar llamado México.

El emperador pidió a Druso, de una manera distante y un tanto vaga, que le contara la suerte que había corrido la segunda expedición. Druso respondió con un tono ponderado, desprovisto de emoción. Describió primero la tierra, el clima, el esplendor de la única ciudad maya que habían visto. Después continuó con el relato del desastre: se habían encontrado con graves problemas, dijo él, el calor, las serpientes, los escorpiones y las hormigas mordedoras, las enfermedades, la hostilidad de los indígenas y, sobre todo, una terrible tormenta.

También aparecen los problemas con los bizantinos, cuando el inmenso Estado se parte en dos. O el periodo de terror durante la revolución que debía fundar otra vez la república, tras derrocar al antiguo régimen.

No menos importante resulta, ya avanzados los siglos, la construcción de la nave espacial Éxodo.

Aunque quizá un pelín más floja para lo habitual en otros títulos que he leído del autor, diría que entre aprobado y notable, no cabe duda de que en lo fundamental es entretenida.

Y esto es todo, amigos.


jueves, 18 de diciembre de 2008

El distrito de Sinistra

Clave de lectura: Lo cotidiano y lo absurdo se dan la mano en Sinistra.
Valoración: Una página más, sólo una. Bueno, otra. Y otra... ✮✮✮✮✩
Música: Túrót eszik a cigány, de Zoltán Kodály ♪♪♪
Portada del libro El distrito de Sinistra, de Ádám Bódor.

Hasta que el estrés acabó con el intento, aguanté casi tres años de mi vida estudiando húngaro. Y digo estrés porque no os hacéis una idea de lo difícil que resulta este idioma.

No tiene relación con ningún otro en el mundo, aparte de reminiscencias con el estonio y el finés. Bueno, y con ciertas curiosidades siberianas como el ostiaco, el vogulo y tal.

Incluso existe un dicho: El diablo inventó el húngaro estando borracho y cuando despertó había olvidado las reglas.

Si sumamos todo lo sumable, el húngaro lo hablarán unos trece millones de personas. Pues bien, hoy mencionaré a un escritor de ese espacio cultural: el rumano de Transilvania Ádám Bodor.

En El distrito de Sinistra nos narra la extraña vida de los habitantes de un lugar aislado por inmensos bosques y sujeto al ataque del constipado tungúsico. Allí llega un día el protagonista en busca de su hijo adoptivo, sin saber lo que le espera.

Por lo pronto, las autoridades competentes le asignan un nuevo nombre, Andrei, y los empleos que deberá tener en lo sucesivo: recolector de frutos silvestres, fotógrafo, peón caminero, guardacadáveres...

Podéis imaginaros que su pauta principal es el sentido del humor, muy irónico, característica que se puede encontrar en creadores que han vivido bajo regímenes totalitarios.

Dícese que es buena señal encontrarse con un enano por la mañana. Uno de los días más afortunados de mi vida, aquel en que Elvira Spiridon, la del trasero aterciopelado, se vino a vivir conmigo, me encontré con el enano Gábriel Dunka a primera hora. En Dobrin City, donde por aquel entonces, mal que bien, ambos vivíamos, era uno de los pocos que poseían autorización para guardar tijeras en casa; si podía, iba a verlo cuando necesitaba contarme algo. Como habían expulsado al único barbero, al compañero de Aranka Westin, acudía a casa del enano porque me pelase cuando el pelo me cubría el cuello.

Al no poder expresarse de forma abierta, les gusta jugar con los temas y las palabras, para que el lector adivine por sí mismo el significado cómplice del texto.

En mi apreciación, uno de los típicos libros de «voy a leer un poco más antes de irme a dormir». Y luego te dan las tantas de la madrugada despierto.


miércoles, 10 de diciembre de 2008

Mundos

Clave de lectura: La belleza nace en nuestro interior.
Valoración: Pura poesía ✮✮✮✮✩
Música: O Paraíso, de Madredeus ♪♪♪
Portada del libro Mundos, de Gertrud Kolmar.

Hoy quisiera recomendar algo de poesía. En concreto, la obra de una autora con destino personal tan trágico como el señalado en la anterior entrada.

Me refiero a Mundos, de Gertrud Kolmar.

Kolmar llevó una existencia discreta (el popular de la familia era su primo, Walter Benjamin). Cuentan que era muy tímida y dedicó su vida a leer, escribir y estudiar idiomas.

Como alemana y judía, sufrió todas las humillaciones posibles durante la época nazi, hasta que en 1943 fue deportada a Auschwitz, donde murió.

Uno de los poemas más bellos de este libro lo dedica a alguien de quien estuvo enamorada: un químico y también poeta, Karl Josef Keller, que leyó en cierta ocasión unos versos suyos y le escribió una carta para conocerla.

Así iniciaron una relación epistolar que desembocó en un encuentro mucho más estrecho. Por desgracia, aunque siguieron viéndose durante años, parece que él no sentía lo mismo por ella, pero no se atrevió a confesárselo hasta el momento de su matrimonio con otra mujer.

Un fragmento de su corazón en Nostalgia:

¡Noches engullidas, anegadas en mares eternos!
Cuando mi mano se acostaba sobre la pelusa de tu pecho
para dormitar,
cuando nuestros alientos fermentaban un vino exquisito, que en
copa de cuarzo rosa ofrecíamos a nuestro dueño, el amor,
cuando en las montañas de las tinieblas nos crecía la drusa y
maduraba, fruto cóncavo de cristal de roca y amatistas
de color lila,
cuando la ternura de nuestros brazos despertaba tulipanes de
fuego y jacintos de un azul de porcelana en tierras onduladas,
lejanas, que se extendían hasta el alba,
cuando, jugando sobre el tallo torcido, el capullo semicerrado de la
amapola, como una serpiente, nos mostraba la lengua
rojo sangre,
los árboles de Oriente del bálsamo y de la canela con su follaje
tembloroso se erguían en torno a nuestro lecho
y los tejedores púrpura trenzaban el aliento de nuestras bocas
formando nidos en el aire...
¿Cuándo volveremos, cuándo, a huir al secreto de los bosques, que,
impenetrables, protegen a la corza y al ciervo del perseguidor?
¿Cuándo volverá, cuándo, mi cuerpo a ser para tus manos
hambrientas, suplicantes, pan blanco, oloroso, volverá
el fruto hendido de mi boca a dulcificar
tus labios sedientos?

Los traductores suelen ser grandes olvidados, pero es de justicia mencionar aquí a Berta Vías Mahou, responsable de esta versión en español con un vuelo lírico tan alto.


sábado, 6 de diciembre de 2008

El cuaderno de Rutka

Clave de lectura: Diario de una víctima del Holocausto.
Valoración: Para ayudarnos a no olvidar ✮✮✮✮✩
Música recomendada: La lista de Schindler, de John Williams ♪♪♪
Portada del libro El diario de Rutka, de Rutka Lashier.

El cuaderno de Rutka es un diario, escrito entre enero y abril de 1943 por Rutka Lashier. Tenía catorce años, era polaca y judía. Fue asesinada en Auschwitz.

Sus páginas, igual que las legadas por Ana Frank, no se pueden leer como literatura al uso.

Quiero decir que no se trata de memorias destinadas en origen a que otros pudiéramos conocerlas, sino de pensamientos íntimos propios de una chiquilla de su edad: deshojar si le gusta o no Janek, aventurar a quién dará su primer beso, describir una tarde pasada en compañía de amigos...

Aunque, tras esa inocente mirada sobre lo cotidiano, se deslizan los demás aspectos de su vida bajo la ocupación nazi. Esos que irán ahogándola, cada vez con mayores signos de vileza hacia ella y su comunidad, hasta sus últimas anotaciones.

Para la mayoría de los habitantes del gueto el invierno significa hambre y miseria. Hay colas por todas partes: colas para conseguir patatas, nabos, carbón, pan. Los niños, vestidos con harapos, tienden las manos hacia los transeúntes con gesto de súplica para pedir limosna. Estas criaturas son el estigma del lúgubre gueto. Los padres han sido deportados y los pequeños han quedado abandonados a su suerte, condenados a vagar por las calles. Los rostros de la gente expresan tristeza y preocupación. De pronto, se oye un grito. Un anciano ha caído al suelo empujado por un oficial de policía y se ha golpeado en la cabeza con la calzada. La nieve blanca se tiñe de rojo púrpura.

Por otro lado, dada la brevedad del texto conservado, me parece un acierto de la edición haber añadido ensayos que explican las circunstancias en que lo redactó su autora, cómo volvió a salir a la luz y una interesante historia de los judíos en Polonia.

Todo se convierte, en fin, en la mayor lección del libro: jamás de nuevo. Jamás el olvido.


martes, 25 de noviembre de 2008

Donde anidan los ángeles

Clave de lectura: Historias de la lucha contra la injusticia.
Valoración: Esperanzador ✮✮✮✮✩
Música: Cita con ángeles, de Silvio Rodríguez ♪♪♪
Portada del libro Donde habitan los ángeles, de Vicente Romero.

El título que he leído esta semana es Donde anidan los ángeles, de Vicente Romero. Y el subtítulo describe con claridad su contenido: Historias de la lucha contra la injusticia.

El autor va desgranando sus viajes a Etiopía, Camboya, Angola, Mozambique, Burundi o Bolivia, para entrevistarse con personas que lideran iniciativas de justicia social.

Compartimos las experiencias de misioneros como Ángel Olaran o Nicolás Castellanos. También las de Somaly Mam, surgidas de la misma esclavitud, o las cárceles de Juan Carlos Quintanilla. Incluso de quienes llevaban anteriormente una vida acomodada, como Maggie Barankitse.

Todos ellos tienen un punto de partida: la comprensión de que «el mal» medra cuando no encuentra adversario, o cuando este es sólo la indiferencia, pero que a través de la solidaridad puede batirse en retirada.

Y hay muchos ejemplos de maldad en estas páginas: niñas violadas por pederastas, niños a quienes unos soldados de pesadilla cortan las manos, niños que son ellos mismos soldados autómatas, niños que topan con minas enterradas hace décadas, niños huérfanos sin esperanza de futuro, niños para quienes derramar accidentalmente el alimento es la mayor tragedia...

Una línea muy delgada por la que transita Romero es el peligro de caer en el sermón, en machacarnos con la idea de lo parásitos que somos unos pocos en el «primer mundo» hacia la mayor parte de población del planeta.

Si se abusa de esta estrategia, puede tener el efecto contrario: el de ponernos a la defensiva con un velo en los ojos. Ninguno nos reconocemos personalmente en el papel de villano.

Dice Jean Ziegler que «la mayoría de nosotros no se atreve a ver el mundo tal cual es. De hacerlo así, nos volveríamos locos». Existe, sin embargo, una inmensa minoría, una pequeña legión de hijos del sistema que, tras haber sido formados como cuadros para servir a las sociedades privilegiadas en el injusto reparto mundial de la riqueza donde nacieron, se obstinan en una difícil rebelión personal fruto de una tan elemental como dura reflexión crítica.

Sin embargo, me parece que sortea bastante bien dicho riesgo.

No se trata de un relato apocalíptico, no es extremista, no pretende imposiciones ideológicas. Solo una narración reflexiva, con tono «serenamente indignado».

En definitiva, lo recomiendo.


domingo, 23 de noviembre de 2008

A la sombra de los bárbaros

Clave de lectura: ¿Distopía o posibilidad real para evitar «ideas peligrosas»?
Valoración: Da que pensar ✮✮✮✮✩
Música: Fahrenheit 451, de Bernard Herrmann ♪♪♪
Portada del libro A la sombra de los bárbaros, de Eduardo Goligorsky.

Este título no es de nueva lectura, lo descubrí hace ya tiempo. Sin embargo, no me resisto a hacer un breve comentario: A la sombra de los bárbaros, del bonaerense Eduardo Goligorsky.

Se trata de un volumen de relatos con un denominador común: se desarrollan en un país del futuro donde el gobierno impone a sus habitantes un férreo aislamiento de todo tipo de influencia exterior. Las fronteras están selladas. El objetivo es mantener unos «sólidos principios morales» en la sociedad.

Las medidas incluyen la separación de sexos hasta los veintitrés años, así como la prohibición del cine, el teatro, la música, los libros, el arte y distracciones similares que, en definitiva, sólo sirven a los jóvenes para desahogar sus instintos libidinosos.

Y, aunque ciertas historias pudieran parecer ingenuas en su argumento y desenlace, un poco en la línea de «esto no podría pasar», he querido traerlas aquí porque nos dan mucho pie a la reflexión. Las apariencias engañan.

¿No ha sido y seguirá siendo el sueño dorado de algunos, en el mundo presente, perseguir y aplastar todo tipo de «ideas peligrosas»? Las que ellos elijan a voluntad, por supuesto. Las que amenacen su poder...

[…] callan que éste es el precio que estamos pagando porque hemos decidido aislarnos de una civilización libertina para salvaguardar nuestro patrimonio espiritual, y que si no tenemos naves espaciales para explorar, como otros países, lejanos planetas donde al fin y al cabo hasta ahora sólo se han encontrado pueblos tan depravados como los que nos rodean, nuestras almas se han proyectado en cambio hacia el cielo de su propia salvación eterna.

Sí, esto podría pasar.


viernes, 21 de noviembre de 2008

Ojo en el cielo

Clave de lectura: Mundos ocultos dentro de los personajes se hacen realidad.
Valoración: Muy bueno ✮✮✮✮✮
Música: Blade Runner (títulos finales), de Vangelis ♪♪♪
Portada del libro Ojo en el cielo, de Philip K. Dick

Si habéis leído a Philip K. Dick, ya sabéis que era capaz de imaginar unas historias asombrosas. Si aún os es desconocido, no dejéis pasar la ocasión de remediarlo. Por ejemplo, con su novela Ojo en el cielo.

Resulta que un grupo de visitantes sufre un percance en un «desviador de radiaciones protónicas» y, al despertar de la conmoción, se encuentran viviendo en un escenario alternativo: el surgido del subconsciente de alguno de ellos.

Para poder regresar a la realidad «estándar» hay que darle otro golpe en la cabeza al creador de la fantasía, pero no siempre es fácil identificar a ese subconsciente responsable, porque de puertas para afuera todos parecen «normales».

Cuando por fin lo consiguen, es sólo para aterrizar en el siguiente universo. Y después en otro más, a cuál más bizarro.

Así, habrán de seguir la voluntad de un dios a la antigua usanza, que premia o castiga a la gente por sus acciones (como hacer que te ataque una plaga de langostas, por ejemplo). O arreglárselas en un mundo donde el sexo no existe, para fastidio del protagonista.

Más tarde toma el relevo la psique de una librera paranoica, que ve peligros detrás de cada esquina.

Hamilton se sacó el 45 del bolsillo de la chaqueta. En el preciso instante en que sus dedos quitaron el seguro del arma, una idea extraña le asaltó. En su vida había usado pistola… ni siquiera había visto aquella antes. En el mundo real, jamás fue propietario de ningún 45. El arma apareció con el mundo de la señorita Reiss; formaba parte de su personalidad y existencia en aquella salvaje fantasía patológica.

Y acaban en medio de una revolución soviética en los Estados Unidos, donde el camarada comisario político es quien menos nos podíamos esperar.

En una palabra: buenísimo.


domingo, 16 de noviembre de 2008

Lugares comunes

Clave de lectura: Cuentos sobre la vida misma.
Valoración: Tiene clase ✮✮✮✮✩
Música: El carnaval de los animales (El cisne), de Camille Saint-Saëns ♪♪♪
Portada del libro Lugares comunes, de Irene Jiménez.

Irene Jiménez, nuestra autora del día, escribe estupendamente, con creatividad y estilo. Se puede disfrutar de ambas virtudes literarias en este volumen de relatos: Lugares comunes.

Se trata de historias cercanas, que surgen a partir de personajes y situaciones de la vida misma. En la universidad, por ejemplo, narra el inesperado encuentro amoroso de dos jóvenes: Itziar no quiere llegar tarde a la clase de Movimientos artísticos contemporáneos y Mario quiere venderle un separador de libros con un poema.

En un pasillo, Alejandra, un ama de casa cansada, espera a que la llamen. Ha acudido a una agencia de estudios de mercado para participar en cierta encuesta: ¿cuál de los seis botes de champú que le van a colocar delante es el que elegiría si tuviera que comprarlo en una tienda? ¿Por qué? Hay un gran espejo y, seguramente, revisores poderosos la observan.

En casa de los señores, Ksenia ha bajado la basura y ayudado a los niños a acostarse. Se prepara una infusión. Piensa en Polonia, su país natal. A través de las ventanillas del autobús vio lo mismo durante todo el viaje: polígonos industriales, fábricas de cristales rotos, cementerios de automóviles… Entonces escucha gemidos en la alcoba principal.

En la oficina hay rumores de que la compañía no marcha bien. La dirección ha decidido no cobrar incentivos a fin de año, con gran dolor. Entre los trabajadores se preguntan quién se quedará y quién será despedido. ¿Y si Leticia hubiese de anunciárselo a Manuel, su pareja? ¿Y si te tocara precisamente a ella?

Sólo a eso de las once, durante un repentino silencio sin caricias, Leticia cambió de postura y se sorprendió al leer por primera vez, nítidamente, la preocupación en las pupilas brillantes de Manuel. En seguida se sintió culpable por haber olvidado que les restaban veintiocho años de hipoteca y quiso decir algo, pero le faltó tiempo porque al darse cuenta él de su desliz, al saber que Leticia lo había descubierto repasando los primeros cálculos, abandonó el sofá con rapidez, dirigiéndose a la cocina. Ella escuchó cajones que se abrían y se cerraban y el choque entre los cubiertos de acero y la loza de los platos, y entendió que con ese ruido Manuel trataba de llenar un agujero.

En la calle. En la ventana. En el dormitorio. En una fiesta. Lejos… El resultado, insisto, es de muy grata lectura. Tiene clase. Os animo a que le echéis un ojo como punto de partida para descubrir más títulos suyos.

Y como en uno de los cuentos aparece un músico que ensaya El carnaval de los animales, podemos escuchar de paso esa gran fantasía zoológica de gallinas, tortugas, elefantes... y un cisne, salida de la imaginación de Camille Saint-Saëns.


miércoles, 12 de noviembre de 2008

El sitio de Leningrado

Clave de lectura: La infinita crueldad de la guerra.
Valoración: Bueno ✮✮✮✩✩
Música: Sinfonía nº 7 (I.Allegretto), de Dimitri Shostakovich ♪♪♪
Portada del libro El sitio de Leningrado, de Michael Jones.

El primer título que voy a comentar en esta bitácora es El sitio de Leningrado, 1941-1944, de Michael Jones.

Su característica más destacada, a diferencia de otros libros de historia bélica, es que no se centra en la batalla en sí, entendiendo como tal los movimientos de tropas, objetivos, avances, retrocesos, órdenes, combates, etc.

Es decir, «flanquea» los aspectos puramente militares que tuvieron a esta ciudad como escenario.

En su lugar, prefiere recoger los recuerdos de sus habitantes, aquello que experimentaron en la vorágine de la barbarie.

Y el autor consigue transmitir con gran fidelidad la emoción de tales testimonios, hacernos imaginar en la piel de unas personas atrapadas de improviso entre la espada y la pared, entre los dos grandes tiranos de nuestra época, con poder para decidir sobre la vida y la muerte de millones con sólo agitar un dedo.

Un oportuno recordatorio de lo que significan de verdad las guerras.

La calle Tauride era una vía cualquiera, y a Martilla le sorprendía el empeño que tenían los nazis en destruirla. ¿Por qué habían bombardeado todos los edificios, hasta que sólo quedaron ocho en pie? Unas calles más lejos se encontraba el Instituto Smolny, un edificio de aspecto distinguido, con columnas blancas y una cúpula dorada, sede de la administración de la ciudad. Pero el edificio había sido camuflado a la perfección, y sus jardines se habían cavado. En la destrozada calle Tauride se encontraba el palacio del mismo nombre, cuya cubierta era también una cúpula con decoraciones doradas y que tenía un jardín ornamental. Aquí no había ni rastro de camuflaje. El edificio y sus alrededores se habían dejado exactamente como estaban. Con un escalofrío, Martilla se dio cuenta de que las autoridades de la ciudad estaban empleando el palacio como un señuelo para alejar el fuego enemigo de su propio cuartel general, que estaba ya bien escondido. El engaño había funcionado a la perfección y los alemanes habían bombardeado la calle equivocada. Cientos de civiles inocentes habían muerto a consecuencia de ese cínico ardid.

Ah, y si al tiempo que leemos tenemos la oportunidad de escuchar la Séptima sinfonía de Dimitri Shostakovich, que el compositor empezó a escribir en pleno asedio y cuya interpretación se convirtió en un símbolo para galvanizar a los defensores, esa carga emocional se vera sin duda duplicada.