Esta va a ser la última entrada del año, así que quisiera recordar algunas agradables sorpresas que me he llevado en los últimos doce meses y que aún no habían encontrado aquí su sitio.
Dando la vuelta al nombre del blog, empecemos por el apartado de las letras.
La balada de Iza, de Magda Szabó. Se trata de una historia acerca de las relaciones entre una madre recién enviudada y su hija, aderezada con la participación del ex-marido, el nuevo pretendiente y constantes flashbacks a la vida del padre.
La caracterización psicológica de los personajes es extraordinaria: qué sienten, qué les motiva, cómo se ven los unos a los otros... Se muestran totalmente reales.
Y de un tema base sólo en apariencia común, Szabó desarrolla una novela que nunca pierde interés (salvo un final demasiado acelerado, si nos empeñamos en ponerle alguna pega). Nueve y medio sobre diez.
Durante las primeras semanas de su relación, tras el episodio de la foto del molino y el intento de Iza de dar dinero a la enfermera, Antal trató de penetrar en las capas de silencio disciplinado y reserva que envolvían a la joven.
La caída de Constantinopla, 1453, de Steven Runciman. Un libro considerado de referencia en el género de ensayo histórico, donde he encontrado mucha amenidad al tiempo que varias curiosidades.
Así, resulta que existió realmente el imperio de Trebisonda (o, lo que es lo mismo, Trapisonda, el terrenito suspirado por Don Quijote como recompensa al iniciar su vida de caballero andante).
También, que entre los contingentes que tomaron parte en la defensa de la ciudad había una guarnición catalana, comandada por Pere Julià. Y que un excéntrico noble castellano, don Francisco de Toledo, quien insistía en ser pariente lejano del emperador, acompañó a Constantino XI Paleólogo hasta el final.
De pronto se oyó un estruendo horripilante. A todo lo largo de las murallas los turcos se habían lanzado al asalto entre gritos de guerra, mientras tambores, trompetas y pífanos los animaban a la lucha.
Nosotras matamos a Stella y El quinto año, de Marlen Haushofer. El primer relato describe el sufrimiento de una mujer que se siente moralmente culpable, en lugar de víctima, por los engaños de su marido.
En el segundo, la protagonista es una niña de cinco años que narra sus vivencias en casa de los abuelos. Si bien la atmósfera se dibuja con tono más relajado, no deja de estar presente un trasfondo ominoso debido a la desaparición del resto de la familia durante la guerra.
Cuando fracasa el primer intento, lo que generalmente suele ocurrir, nos rendimos hasta el siguiente, que ya será más débil y que nos volverá más miserables y derrotados.
Trasladándonos ahora al mundo de las corcheas, con el número uno indiscutible... La isla de las cabezas cortadas, música de John Debney.
La película me parece entretenida, pero la banda sonora es más que eso, es estupenda.
Pasa magistralmente de lo aventurero a lo romántico, de lo épico a lo lírico, de los mares abiertos a las sombrías mazmorras... ¿Cómo pude habérmela perdido hasta ahora?
En fin, nada más. Os deseo un buen año nuevo. Dong, dong, dong, dong...
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