martes, 14 de enero de 2025

Rastro de un sueño

Clave de lectura: Relatos que, bajo una aparente sencillez, ofrecen una agudísima percepción del mundo.
Valoración: Genial ✮✮✮✮✮
Música recomendada: Frühlingsglaube, de Franz Schubert ♪♪♪
Portada del libro Rastro de un sueño, de Herrmann Hesse.

Volver a leer a Hermann Hesse es como encontrarme con un amigo después de largo tiempo y tener la impresión de que la última vez fue ayer.

Efectivamente, puede que llevara mucho sin saludar al padre de Siddhartha o El lobo estepario, pero sigo sintiéndome tan cercano a su obra como siempre.

Rastro de un sueño compila una docena de relatos contemporáneos a estos títulos (años 20 y tempranos 30 del pasado siglo) y, pese a su brevedad, la impronta de lo extraordinario se refleja en cada línea.

El protagonista del cuento que nombra al conjunto es un escritor «de amenidades» con aspiraciones poéticas. Aunque no un lírico intrascendente, sino como aquellos (Homero, Shakespeare, Goethe, Uhland, a quien musicó el mismo Schubert) cuyos nombres despiertan ecos en lo alto.

Dado que no encuentra la voz interior sale a caminar y, en estado de ensoñación paulatina, vislumbra un zapato de niña. ¿Quién es ella? ¿Por qué acude durante el lapso de un latido esa imagen a su cabeza? ¿Magda...?

A continuación, en un periódico de la Alemania de Weimar, el veterano cajista Johannes lamenta que hasta la lengua se haya degradado, simbolizando la caída de la sociedad que alguna vez conoció. Todos, empezando por el redactor jefe, utilizan el adjetivo Trágico de forma inadecuada.

Infancia del mago plasma los recuerdos de alguien que también fue joven:

[…] tracé planes para recuperar tesoros fantásticos, para obtener la raíz de mandrágora y para emprender triunfantes expediciones por el mundo necesitado de ayuda, expediciones en las que ejecutaba bandidos, salvaba desgraciados, liberaba prisioneros, quemaba guaridas, hacía crucificar a los traidores, perdonaba vasallos renegados, conquistaba princesas y comprendía el lenguaje de las fieras.

Pero el ídolo danzante de la India que antes observaba tras la vitrina del abuelo fue convirtiéndose en una simple estatuilla, en vez de cambiar de rostro y postura cada vez que volvía a verlo.

Y un hombrecillo que se aparecía ante él en las ocasiones más inesperadas, mudo e imperioso, pasó a exigirle otras fechorías, como colarse en la habitación de la jovial señora Anna.

Compendio biográfico, La ciudad, El cuento del sillón de mimbre, El europeo (un ejemplar de este continente sobrevive en el arca cuando Dios envía otro diluvio en plena hecatombe bélica y los pasajeros de culturas «menos desarrolladas», el hindú, el chino, el malayo, el esquimal, el negro, se preguntan qué utilidad tendrá salvar su soberbia)… Todos de gran valor.

No querría dejarme en el tintero Sobre el lobo estepario, donde el famoso Harry Haller es contratado por el dueño de una casa de fieras para exhibirse en una jaula. Si el público quiere visitarla, deberá pagar un centavo adicional. Gran negocio… ¿o no?

Abrevio: en este libro se demuestra cómo la sencillez aparente de unas parábolas puede contener profundas lecciones, a poco que nos demos cuenta. Ocurre si leemos no solo con los ojos, sino haciendo participar sentidos que quizá no sepamos describir.

Por eso hay literatura que llaman clásica. Autores y libros más allá del manto de la guadaña.

Y Hesse forma parte de ellos.


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