Valoración: Muy bueno ✮✮✮✮✩
Música: O qué será, de Chico Buarque ♪♪♪
Budapest, Budapest… La gran Plaza de los Héroes, el Parlamento, el Puente de las Cadenas, la Avenida Andrássy, el Bastión de los Pescadores, las olas rompiendo en la ensenada de Botafogo, el cerro Corcovado…
¿Cómo? ¿Que me he hecho un lío? No, de ninguna manera, estoy seguro. Budapest… ¿No se titula así una novela del cantautor brasileño Chico Buarque? Ya sabéis: O que será, que será, que andam suspirando pelas alcobas, que andam sussurrando em versos e trovas…
La figura central de sus páginas, José Costa, no consigue ser feliz. Se dedica a escribir por encargo de otras personas: discursos, artículos, libros que quizá se hagan famosos y en los que su nombre nunca aparecerá.
Llega tarde habitualmente a casa y, como consecuencia, su matrimonio con Vanda se resiente.
Tras asistir a una convención internacional de «autores anónimos», hace escala en Budapest, donde escucha por primera vez una lengua de sonido extraño: el húngaro.
De vuelta en Río de Janeiro, la rutina parece continuar. Pero solo «parece». Porque José Costa comienza a hablar en sueños, y no lo hace en su portugués materno.
No sabe por qué, es incomprensible, pero necesita ahondar en ese otro idioma que vive en su interior. Así que vuela de nuevo a la ciudad del Danubio, donde encuentra a Kriska. Ella será su profesora… y algo más.
Mientras tanto, Vanda progresa en su propia carrera. No se resigna a esperar llorosa, abrazada al pequeño hijo de ambos, el retorno de José.
Él lo abandona todo. Kósta Zsoze será su identidad magiar de ahora en adelante. Un nombre distinto para un hombre distinto. Aunque… quizá algún día haya de regresar a Brasil y se encuentre con ciertas consecuencias que ni mil vidas podrían hacer desaparecer.
Mi comentario es que se trata de una obra estupenda. Refleja con maestría cómo una personalidad salta fuera de sus goznes aunque crea conocerse a sí misma. De qué manera todo puede dar vueltas en la vida cuando menos nos lo esperamos.
Quizá el final resulte desconcertante, también es cierto, o al menos a mí me lo parece. Pero insisto: sus méritos están sobradamente en el lado bueno de la balanza.