Valoración: Razonablemente bueno ✮✮✮✩✩
Música: Wie sich Rebenranken schwingen, de Friedrich Nietzsche ♪♪♪
Di gracias cuando en el examen de selectividad cayeron Platón y Rousseau. ¡Me los sé, me los sé! Es que había otras opciones en el bombo que…
A Nietzsche, por ejemplo, lo tenía estomagado. ¡Vaya tipo abstruso! Antihumanístico, en mi particular cosmovisión juvenil. Apenas hubiera podido pergeñar tres o cuatro frases sobre La gaya ciencia en modo papagayo.
Con esta manía a las espaldas, abro ahora un libro titulado Conocer Nietzsche y su obra. El nombre del autor es reclamo suficiente para dar el paso: de nuevo, Fernando Savater.
¿Resultado? Bueno, el señor del bigote salvaje aún me cae «gordo», aunque —y esto no es baladí— gracias a su apólogo creo entenderlo mejor.
Si no el bigote, Savater consigue desbrozar los significantes y que parte de la hojarasca se vea más clara.
La muerte de Dios, la voluntad de poder, el eterno retorno, el superhombre, la «gran política»…
Como digo, otra cosa es que mi sensibilidad, ya poco dieciochoañera, siga resistiéndose a sus planteamientos. Las manías son así de cabezonas.
Y es que en absoluto me parece «heredero de la Ilustración», como su colega filósofo afirma. Acepto por el contrario el rol de «radicalizador crítico». En un sentido bastante literal: drástico, extremista, intransigente.
(Me atraviesa la memoria aquella escena de la película Así en el cielo como en la Tierra en la que Dios Padre lee a Nietzsche bajo la farola de la plaza y le comenta admirativamente a Jesucristo que escribe «a gritos»).
Aunque no sea mi taza de té, hay que beberla con sus gotas de limón para poder opinar. Tiempo bien invertido, en suma.