Valoración: ¿Te gusta la historia? ¿Te interesa la economía? Pues ya estás tardando ✮✮✮✮✩
Música: La caída del Imperio romano, de Dimitri Tiomkin ♪♪♪
Todo lo que sube, baja.
Pero no todo lo que se alza sobre la superficie terrestre cae luego con la aceleración que postulan las leyes de la física: algunas cosas de este mundo parece que van más lentas. O al contrario, a lo mejor más rápidas.
La decadencia económica de los imperios nos proporciona unos cuantos ejemplos de colapso a diferentes velocidades, en el ámbito de la historia y la ciencia de los dineros.
¿Qué destino tuvo Roma, después de trece siglos de existencia? ¿Por qué un edificio que parecía eterno dejó de sostenerse sobre sus pilares en un tiempo relativamente corto? Bárbaros aparte, ¿tuvo algo que ver el consumo excesivo? ¿El «Estado del bienestar desproporcionado» con respecto a los recursos disponibles?
Los dos ensayos dedicados por Aurelio Bernardi y M. I. Finley a estas cuestiones ocupan buena parte del libro.
¿Y Bizancio, su heredera natural? Mil años después de que vándalos y ostrogodos asentaran sus reales en occidente, el imperio de oriente aún seguía existiendo pero, ¿servían los impuestos para solucionar los problemas reales de la gente? ¿O para dar una pátina dorada a un escenario de puro cartón piedra?
¿Corrupción, quién dijo corrupción? Charles Diehl nos lo explica.
Ah, España. España en la edad del Quijote, que Cervantes era manco pero tenía un ojo muy vivo, como demuestra en su obra. Oro, plata, acero, galeones que arriban hasta China, el sol que no se pone… Y si el mismísimo don Miguel percibió los males detrás de la gloria, ¿por qué nadie hizo nada? Es más, ¿por qué se empeñaron en hacer aposta tantas cosas tan mal?
Agricultura, industria, comercio… Los prestigiosos hispanistas Pierre Vilar y J. H. Elliot nos dan luz sobre ello.
De faro del Renacimiento, foco de innovaciones, banca y fábrica de Europa, a la ruina en el siglo XVII. Aumento de costes, cierre de rutas mercantiles, rigidez de los gremios, incapacidad para mantener las exportaciones…
Carlo M. Cipolla, el de las leyes infalibles de la estupidez humana, escribe sobre la decadencia de Italia.
El Imperio otomano llega de la mano de Bernard Lewis.
De nuevo el paradigma: auge, poder, prosperidad y un aparato burocrático para gobernar con eficiencia, que desembocan en una nave con el maderamen carcomido por el retraso técnico y las élites incompetentes.
Holanda, finalmente. C. R. Boxer firma el capítulo dedicado a comparar el estancado «período Periwig» dieciochesco con los éxitos pretéritos.
Y lo relaciona con la pugna surgida con Inglaterra que, de aliada fundamental en la época filipina, pasó a enemiga abierta, hasta conseguir que perdieran el espíritu emprendedor.
Un clásico que los nuevos lectores podemos hoy disfrutar igual que lo hicieran los primeros, hace ya varias décadas. Muy recomendable, leedlo y ya veréis.