jueves, 31 de marzo de 2022

El ángel de fuego

Ángel en Roma

«Es una historia extraña», canta Ruprecht tras escuchar el relato de Renata. Notas oscuras e inquietantes surgen del foso

Cuando era niña conoció a Madiel, cada día se presentaba para jugar. «Sus ojos, azules como el cielo, y sus cabellos, hilos de oro».

Madiel, un ángel. El ángel de fuego, de Sergei Prokofiev.

Le prohibió que hablara de su existencia o de una complicidad que debía permanecer en secreto. De todas formas, nadie la creería.

Por fin, al cumplir dieciséis años, ella quiso unir sus cuerpos. Madiel, enfurecido, desapareció, tras advertirle de un futuro retorno bajo forma humana.

Ruprecht viaja con la joven hasta Colonia. Renata ansía que vuelva Heinrich; jamás fue tan feliz como en el tiempo que pasó con el conde Heinrich, segura de que se trataba de la encarnación del ángel.

Pero ahora, abandonada, solo puede desear su retorno. Si es necesario, forzándolo mediante conjuros.

Ruprecht declara que se ha enamorado. Renata le rechaza. La música es tan torrencial que apenas podemos respirar.

Ruprecht, ciego a todo excepto a su corazón, obtiene fórmulas de magia de Glock, el librero. Incluso demanda la ayuda de Agrippa von Nettesheim, el médico, que desmiente su experiencia en artes ocultas.

Renata cree haber visto a Heinrich, de nuevo hostil. Le odia. Suplica a Ruprecht que le mate. Ruprecht no es capaz, pero… por ella lo hará.

Renata cree haber visto a Heinrich, de nuevo angelical. Le ama. Suplica a Ruprecht que no le haga daño. Ruprecht cae en la locura.

Renata pronuncia el nombre de Madiel. Renata confiesa que en realidad ama a Ruprecht.

Renata desea encerrarse en un convento. Fausto y su mentor Mefistófeles dominan sus pasos.

En el convento, la superiora acusa a Renata de posesión. Las demás novicias van rodeándolas, presas de espasmos histéricos. El coro entero las rodea.

El inquisidor pronuncia el exorcismo: «Spiriti maligni, damnati interdicti…». Azota a Renata hasta hacer que sangre. Su garganta le exhorta a «confesar la verdad».

Surgen llamas...


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