lunes, 14 de marzo de 2022

Un viejo que leía novelas de amor

Clave de lectura: El río Nangaritza, aventureros, jíbaros, la Amazonía…
Valoración: Maravilloso ✮✮✮✮✮
Música: La Misión (Gabriel's Oboe), de Ennio Morricone ♪♪♪
Portada del libro Un viejo que leía novelas de amor, de Luis Sepúlveda.

Desde la primera página, en que una extracción de muelas congrega en un muelle a los escasos habitantes de El Idilio, me siento atrapado por este título.

Un viejo que leía novelas de amor, de Luis Sepúlveda.

Racimos de banano, costales de café, cerveza, aguardiente Frontera… El río Nangaritza, aventureros, jíbaros, la Amazonía…

Recorro las líneas, descubro el lugar y a los personajes: el inquieto doctor Rubicundo Loachamín, para quien todo lo malo es por definición culpa del Gobierno; el orondo alcalde sin nombre, conocido como la Babosa; el viejo.

El viejo, Antonio José Bolívar Proaño, llegó de joven, atraído por la promesa de tierras a quienes quisieran colonizar ese rincón perdido. Y apenas siguió adelante gracias a que los aborígenes shuar se apiadaron de él y le enseñaron las artes para sobrevivir en la selva.

A su edad, mucho tiempo después, se conforma con su mísera choza de cañas, la hamaca de yute y una mesa alta para leer de pie.

Porque, aunque no sepa escribir, lee. Lentamente, con una lupa, murmurando las palabras.

Novelas de amor. Pasiones, esfuerzos, desencuentros, la perra suerte que quiere separar a los enamorados pero nunca consigue apagar su deseo de estar juntos.

Cuantas más dificultades arrostren, más se le ilumina la mirada. El doctor se las consigue en las dos visitas que hace al año.

Traen a un cazador gringo muerto. El alcalde quiere culpar a los shuar que lo han hallado y devuelto en su canoa.

El viejo demuestra que solo pueden haber sido las garras de una hembra de tigrillo, en venganza porque el gringo acabó con sus cachorros, cuyas pequeñas pieles acribilladas no le hubieran reportado ningún beneficio.

Y ahora que ha probado la carne humana y merodea furiosa a este lado del río…

Ya no digo más. ¡Qué hermoso libro! ¡Qué maravilloso lenguaje! ¡Qué historia!


martes, 8 de marzo de 2022

Maldición sobre el hierro

Golpes sobre una piel curtida, tirante. Explosiones. Gritos de dolor.

Ohoi sinda, rauda raiska... / Hierro maldito, tú, miserable, / que consumes la carne, que devoras el hueso, / que derramas la sangre inocente…

¿Cuál es tu origen, hierro maldito? Muerte, plaga, odio.

Saliva venenosa de serpiente.

Cañones, tanques, armas guiadas por control remoto…

Sirenas antiaéreas, desafíos, injusticia.

Las gargantas son la vida. Cantan con desesperación.

Contra la desesperación.

Hasta que el sonido ya no puede más. Se apaga.

Como la música de Veljo Tormis.

Maldición sobre el hierro.


martes, 1 de marzo de 2022

Nuestro mundo (XVII)

Cementerio militar británico en Tailandia.

Camino entre las filas de los caídos. No encuentro su fin. No lo encuentro.

W.A. Adamson. Veintitrés años. Concédele, Señor, el descanso eterno.

E.E. Ludbrook. Veintidós años. Duerme en paz, siempre amado.

A. Wharton. Treinta y nueve años. De naturaleza generosa.

W.J. Dann. Veintisiete años. Cumplió con su deber, noble y sin miedo.

W.L. Manuel. Veintidós años. Reposa en el seno de Dios.

G. Stephenson. Veintiocho años. Dulce es tu memoria.

A.S. Culliford. Veintisiete años. Nuestro único hijo, te recuerdan papá y mamá.

Hay quienes buscan que su nombre quede en los libros de historia, para bien o para mal. Es su meta de vida, lo ansían. Y lo consiguen.

Otros solo tienen a papá y mamá.

jueves, 24 de febrero de 2022

Nuestro mundo (XVI)

Casco soviético.

No sé lo que podría decir hoy. No sé lo que podría escribir. Es tanta de nuevo la decepción…

Otra puñalada del ser humano sobre el ser humano.

Esta noche, solo busco el sonido de la voz.

Una voz, diez voces, cien…

Juntas.

El instrumento más antiguo y poderoso, frente a la más poderosa bomba.

Mil voces, millones de voces…

lunes, 21 de febrero de 2022

La Tierra plana y el nacionalismo

Clave de lectura: El nacionalismo como perfecto ejemplo terraplanista.
Valoración: No lo recomiendo, mucho mejor algo de Savater o de Boadella ✮✮✩✩✩
Música: La vuelta al mundo en 80 días, de Victor Young ♪♪♪
Portada del libro La Tierra plana y el nacionalismo, de Paco Álvarez.

A mi entender, este es un libro parcialmente acertado. O, lo que es lo mismo, parcialmente fallido.

En La Tierra plana y el nacionalismo encuentro algunos argumentos irreprochables sobre la aberración, tanto en origen como en consecuencias, que suponen los nacionalismos secesionistas.

Como bien plantea Paco Álvarez, las pruebas no tienen efecto en un «mundo paralelo» de acólitos donde la lógica brilla por su ausencia.

Intentar razonar con ellos supone que el sistema de «valores» en el que se basan, que les permiten ser miembros aceptados de su grupo, quede desarticulado.

Si lo intentas, eres el enemigo. Y al enemigo hay que odiarlo.

¿Por qué, entonces, si las intenciones morales del autor me resultan más o menos adecuadas, considero su esfuerzo fallido? Me temo que debido a las formas.

Es una opinión muy personal, evidentemente, pero si hay algo que aprecio en un ensayo es la inteligencia. La finura, el savoir dire, el estilo de un Boadella en ¡Viva Tabarnia! o de un Savater en Contra el separatismo.

Esa virtud no alumbra aquí a Álvarez, que escribe con bronca, en un sentido populista, de discusión de bar.

Por tal motivo, con la mano en el corazón, no puedo recomendarlo. Lo siento.


lunes, 14 de febrero de 2022

San Manuel Bueno, mártir y Cómo se hace una novela

Clave de lectura: Clásicos de uno de los más prestigiosos autores de nuestras letras.
Valoración: Estos títulos, al menos, no me transmiten nada ✮✮✮✩✩
Música: Mientras dure la guerra, de Alejandro Amenábar ♪♪♪
Portada de los libros San Manuel Bueno, mártir y Cómo se hace una novela, de Miguel de Unamuno.

Mi problema con esta edición doble de San Manuel Bueno, mártir y Cómo se hace una novela, de Miguel de Unamuno, es que ninguno de los títulos me provoca emoción.

En el primero aprecio la fábrica, la manera en que su hábil pluma nos planta en el mundo de los personajes: don Manuel, el cura; Lázaro, el indiano refractario a cualquier manifestación religiosa; Ángela, su hermana y narradora…

Para la comunidad, don Manuel es un santo. Incluso Lázaro experimenta una profunda transformación con su trato. Y Ángela, que ha estudiado en la ciudad, prefiere enterrarse en el pueblo para vivir cerca de él.

Solo que don Manuel oculta algo. No puede revelar a sus paisanos, para no hacerles daño, la duda que se ha instalado en su espíritu, que afecta como un dardo a su misma fe.

En cuanto al segundo, nos traslada al otro lado de la frontera pirenaica, donde Unamuno, que sufre exilio, piensa en escribir una novela protagonizada por U. Jugo de la Raza. Y relata cómo la desarrollaría, qué obsesiones atormentarían a tan singular figura, quien prevé una muerte cercana.

Obsesiones, reflexiones, que no por casualidad son las mismas de su creador. Porque «toda novela, toda obra de ficción, todo poema, cuanto es vivo, es autobiográfico».

De nuevo, un constructo cuya complejidad debería atraerme y, mísero de mí, no lo hace. Me confieso respetuoso pero ajeno a lo que nos cuenta.

Qué le vamos a hacer.


lunes, 7 de febrero de 2022

Danza de tinieblas

Clave de lectura: Steampunk en un Imperio Español alternativo.
Valoración: Bueno ✮✮✮✩✩
Música: La Liga de los Hombres Extraordinarios, de Trevor Jones ♪♪♪
Portada del libro Danza de tinieblas, de Eduardo Vaquerizo.

Se denomina steampunk a una variante de la ucronía donde la acción histórica alternativa cuenta con la presencia de invenciones «retrofuturistas», normalmente basadas en la máquina de vapor.

En Danza de tinieblas, de Eduardo Vaquerizo, dicha acción tiene lugar en Madrid, un año indeterminado del primer tercio del siglo XX.

Tiempo atrás, Felipe II murió de una herida de caza, y su hermanastro Juan de Austria, el mismo día en que se alzaba vencedor en Lepanto, proclamó su derecho a ocupar el trono. Las consecuencias fueron inmensas.

Madrid, capital de un imperio, ciudad ruidosa y sucia, donde se come un cocido de padre y muy señor mío y donde coexisten, mal que bien, millones de personas de todas las razas y credos.

Aunque el oficial siga siendo el protestante, desde luego. Profesantes de la fe reformada llegan con esperanza desde países acosados por los malditos papistas o los anglíticos, para iniciar una nueva vida.

El cabo de alguaciles Joannes Salamanca, hijo de refugiados flamencos, está de guardia en el cuartel tras uno de esos pantagruélicos cocidos, cuando le avisan para un servicio: escoltar de incógnito al duque de Mier, favorito de la corte, que acude a solazarse al teatrón.

Lo que debería suponer una tarea rutinaria, sin necesidad de desenfundar el Villegas reglamentario del calibre 32, se complica sin embargo terriblemente.

Un asesinato en Lavapiés, corazón de la judería —tampoco los judíos fueron expulsados por Isabel y Fernando— desencadena una cadena de acontecimientos que llega a afectar a la estabilidad de la corona.

El perspicaz inquisidor fray Faustino, asignado a la investigación junto con Joannes, nota que ya son cinco los fallecidos en similares circunstancias. Parecen «aplastados» por alguna fuerza sobrehumana.

Casi todos relacionados con el cabalismo y con las Haciendas Imperiales.

Altos cargos del Estado, influyentes banqueros —granatas—, ladrones, confidentes, marginados, anarcolistas que promueven disturbios sin tregua…

El mismo duque de Mier…

La fascinante Rebeca, hermana del último asesinado…

Personajes que confluyen en una trama en la que nuestro cabo pasa de perseguidor a perseguido. Quizá le encomendaran a él el caso porque es «prescindible».

Un mundo de automóviles movidos con hulla, de máquinas de cálculo similares a computadoras, de armas de repetición, sin que sobre por otra parte la espada al costado, el sombrero de ala ancha ni, como en cualquier realidad, una bolsa llena para salir del paso.

Novela muy, muy curiosa.


lunes, 31 de enero de 2022

Cuentos de la Taberna del Ciervo Blanco

Clave de lectura: Asombrosas aventuras del singular Harry Purvis, contadas por… Harry Purvis.
Valoración: Grande, Arthur C. Clarke ✮✮✮✮✩
Música: Así habló Zaratustra (Introducción), de Richard Strauss ♪♪♪
Portada del libro Cuentos de la Taberna del Ciervo Blanco, de Arthur C. Clarke.

Aunque la obra por la que más se le recuerda pueda ser, por motivos obvios, 2001: Una odisea espacial, lo cierto es que Arthur C. Clarke nos legó otras novelas y relatos como mínimo con igual mérito.

Sus bases científicas avanzadas, espíritu descubridor y sagacidad en el estilo narrativo, siguen desafiando el paso del tiempo.

Tenemos una muestra en los Cuentos de la Taberna del Ciervo Blanco.

La colección se compone de quince historias, publicadas en 1957, con un par de denominadores comunes. El primero es que alguien las saca a la luz en el local de dicho nombre, la Taberna del Ciervo Blanco, sito en una calleja londinense nada fácil de encontrar.
Para las primeras doce visitas es imprescindible la ayuda de un guía; después todo consiste en cerrar los ojos y confiar en el propio instinto, y a lo mejor se tiene suerte.
El segundo es que ese alguien es Harry Purvis, personaje que lo sabe todo sobre todo, conocedor de los experimentos más asombrosos y de sus consecuencias (cuando no protagonista de primera mano). Y con aplomo para que cualquiera que ose poner en duda su autoridad multidisciplinar quede humillado ipso facto.

Así, los parroquianos le escucharán embelesados perorar acerca del Silenciador Fenton, los rifles de rayos empleados en una malhadada producción hollywoodiense, aquella vez en que evitó la evacuación del sur de Inglaterra, los peligros de la melodía ideal, tan pegadiza en la mente…

El Proyecto Clausewitz para desarrollar una computadora militar, la colonia inteligente de termitas del profesor Takato, las aventuras del submarino de recreo Pompano, una orquídea con gustos culinarios «especiales», el verdadero origen del iceberg hallado a la altura de Florida, el descubrimiento accidental de la antigravedad…

Hasta que el caso de Ermintrude Inch proporciona ciertos indicios de la situación conyugal de Harry. Y la rubia impresionante que aparece a continuación en busca de un marido que no está dando clases de mecánica cuántica los miércoles por la noche, como le había hecho creer, tiene efectos indeseados en la continuidad de su tradición oratoria.

Siempre grande, Clarke.


miércoles, 26 de enero de 2022

La lucha por el poder, Europa 1815 – 1914

Clave de lectura: Todo lo que usted siempre quiso saber sobre el siglo XIX.
Valoración: Enciclopédico ✮✮✮✮✩
Música: Quinteto con clarinete (I.Allegro), de Johannes Brahms ♪♪♪
Portada del libro La lucha por el poder, Europa 1815-1914, de Richard J. Evans.

En La lucha por el poder, Europa 1815 – 1914, Richard J. Evans hace una descripción de la centuria que, en muchos aspectos, aún sigue influyendo en nuestro tiempo. Para bien y para mal.

La historia del mundo es la historia de las guerras, como escribí en alguna ocasión. Al menos, lo que se recuerda en las crónicas. Un grupo se topa con otro grupo y lucha por el control de lo que se tercie: el territorio, la riqueza, los recursos naturales… El poder.

Con la complejidad alcanzada por las sociedades occidentales en 1815, fin de la era napoleónica, puede que el conflicto estuviera «más delimitado» que bajo las correrías de Gengis Kan, por poner un ejemplo, pero jamás desaparecido. En 1914, la espita de la tensión dejó escapar el vapor.

Entre medias, ocurrió absolutamente de todo. Cualquier aspecto que uno siempre quiso conocer y nunca se atrevió a preguntar sobre el Viejo Continente viene aquí reflejado. Este libro es una pura enciclopedia.

Reinos, repúblicas e imperios que se alzan o desaparecen, figuras conocidas o injustamente postergadas (¡grandes mujeres!), inventores gracias a los que la técnica se desarrolla a velocidad exponencial, urbanistas que rediseñan las ciudades, médicos, exploradores, banqueros, políticos…

Movimientos capitales como el sufragismo, el liberalismo, el socialismo, el nacionalismo, el colonialismo…

Arte, música, filosofía, literatura, ciencia, economía, naturaleza… Difícil echar algo a faltar en sus cerca de mil páginas, un trabajo de documentación que solo se me ocurre calificar como exhaustivo. Y que, tanto como nos exige en su lectura, así nos recompensa en aprendizaje.

Leed y disfrutad.


martes, 18 de enero de 2022

El mundo de ayer

Clave de lectura: El mundo ilustrado de Zweig, desde la infancia hasta la desaparición.
Valoración: Muy bueno ✮✮✮✮✮
Música: La mujer sin sombra (Aminta! Du süssester Engel), de Richard Strauss ♪♪♪
Portada del libro El mundo de ayer, de Stefan Zweig.

Ojalá millones de personas conocieran El mundo de ayer, de Stefan Zweig, aprendiesen por qué lo escribió, y se comprometieran con el legado humanista que nos regala en sus páginas.

El mundo de ayer es el viaje existencial de su autor, sus memorias, una mirada tan abierta como sensible y apasionada. El retrato de una época que «pudo ser» y que, por el contrario, le condujo a la desesperación del suicidio.

Los recuerdos íntimos, la infancia, la juventud, el aprendizaje sobre sí mismo y lo que le rodea… «Los mejores años de la vida».

Hasta que, llegado un momento, el aire mismo parece detenerse.

Y lo que creía eterno se corrompe. Y las formas de relacionarse se estrechan.

Y se crean bandos. Y es más importante el lugar donde uno ha nacido que su mensaje.

Y los pensamientos se convierten en delirios y las palabras en armas vociferantes.

Zweig pasa del «mundo de la seguridad», la vieja Europa donde escritores, músicos, artistas, habían construido una comunidad de pensamiento internacional ilustrado, al ansia por la destrucción mutua.

De caminar por las calles de cualquier gran ciudad del continente con la misma sensación de confianza, a arrastrarse por las trincheras de la Gran Guerra.

Y quizá habría sido posible la recuperación moral, pero los tiempos venideros aún derribaron los pilares de su pensamiento hasta el polvo. Mejor dicho, el fango.

Un cabo austriaco se hizo con el poder, paso a paso, peldaño a peldaño. Fue aclamado como salvador.

Fue el fin.

Leamos a un hombre hace mucho desaparecido. Mirémosle a los ojos.

Y lloremos con él.