martes, 10 de diciembre de 2019

Marie Fredriksson

Hay personas fallecidas este año por quienes debería haber escrito aquí unas líneas.

Porque, en mayor o menor medida, hicieron algo que queda en la memoria.

En mayor o menor medida, su paso por el mundo se entrelazó con el de muchos de nosotros.

No fue la suya una canción en silencio…

(En recuerdo de Marie Fredriksson).


viernes, 6 de diciembre de 2019

Manifiesto cívico (XI)

Banderas de España, Asturias y Europa.

Si alguien ha tenido la paciencia de visitar más de una vez esta página sin darle inmediatamente al botón de «atrás» del navegador, se habrá dado cuenta.

Soy un convencido, tenaz, apasionado constitucionalista.

El sistema constitucional asegura que nadie, creyéndose por encima de los demás, pueda empuñar un látigo. Nos da equilibrio.

Es un puente hacia la pluralidad de pensamiento, donde los ciudadanos podemos expresar lo que queremos y lo que no queremos con respeto, sin aplastar a quienes tienen otra visión.

Si se hubiera empezado de cero en la isla de Robinson, con seguridad habríamos podido escribir algo diferente. ¿Mejor? Sí, por qué no: algo mejor.

Pero, con tantos cientos de años de errores a nuestras espaldas, de oportunidades al alcance de la mano perdidas, el resultado me parece razonablemente bueno.

Quizá por ello, tanto como me cuesta entenderlo, haya algunos que odian el espíritu del texto.

No conciben nada más allá de su tribu, no soportan otra ley que su voluntad egoísta. Ser bajo o alto, rubio o moreno, hombre, mujer o transgénero, ateo o devoto, o ir por la calle en paz, hablando en cualquier lengua que venga en gana, solo les resulta aceptable siempre que se trate de «los suyos».

Si no, no les gusta.

Pues aquí está, un nuevo año en el que celebramos el 6 de diciembre. Un nuevo año en el que no hemos caído derrotados.

Un nuevo año en el que decir con orgullo:

¡Viva la Constitución Española!

miércoles, 4 de diciembre de 2019

La teoría del todo

Clave de lectura: ¿Podemos intentar explicárnoslo todo? ¿Tenemos límites para esa comprensión?
Valoración: Bueno ✮✮✮✮✩
Música: Cosmos, de Vangelis ♪♪♪
Portada del libro La teoría del todo, de Stephen Hawking.

Stephen Hawking es un icono científico, alguien a quien la mayor parte de la gente propondría como ejemplo de «persona lista».

No obstante, hay colegas suyos que no lo consideran tan genial, al menos en sus publicaciones posteriores a los años 70. Le achacan un exceso de especulación para defender sus puntos de vista, en lugar de las demostraciones objetivas.

Una especie de «físico del pueblo» mediático, no indiscutible.

Yo, como miembro de ese pueblo, no tengo capacidad para juzgar. Apenas para ofrecer unas pinceladas de lo que me parece su libro La teoría del todo.

Esta obra recoge un ciclo de siete conferencias acerca del origen y el destino del universo. En orden cronológico, comienza por Aristóteles. Le siguen Ptolomeo, Copérnico, Galileo, Hubble…

Luego se adentra en las teorías de la gravedad de Newton y Einstein, cuyo corolario lo constituye el Big Bang.

La tercera sesión está dedicada a los agujeros negros, especialidad de la casa: cómo se forman y el motivo, según la relatividad general, de que nada capturado por ellos debería volver a salir.

Aunque, en la cuarta, la mecánica cuántica enciende una linterna en la negrura. Hay energía que sí consigue escapar.

Dicha mecánica nos aporta también la idea del espacio-tiempo finito en extensión, pero sin fronteras ni bordes. Cosas de las dimensiones...

Las diferencias entre el pasado y el futuro, incluso bajo leyes simétricas respecto al tiempo, se tratan en la sexta parte.

Para desembocar en los esfuerzos por desentrañar «la teoría». La gorda. Esa que consiga unir las interacciones: nuclear fuerte, nuclear débil, gravedad y electromagnética.

Porque, de manera tan fascinante como causa de irritación, las observaciones experimentales en cada parcela de la realidad, bien a nivel micro o macroscópico, no coinciden hasta el momento entre sí. ¿Qué verdades se esconden tras ese esquivo resultado?

Señalaba que yo no tengo capacidad para juzgar. Si el legado de Hawking tiene cumbres elevadas o no, dejo que lo valoren los expertos.

Pero sí puedo agradecerle por intentar hacernos un poco menos ignorantes.


jueves, 21 de noviembre de 2019

Mi Europa

Clave de lectura: Existió una Europa de grandes esperanzas… y grandes decepciones.
Valoración: Bueno ✮✮✮✮✩
Música: Réquiem Polaco (Chacona), de Krzysztof Penderecki ♪♪♪
Portada del libro Mi Europa, de Czeslaw Milosz.

Tiene una extraña belleza.

Una belleza del pasado. Como el lienzo de un maestro cuyos colores quizá hayan perdido su brillo, pero no la esencia de su mensaje.

Reflexiva. Melancólica. Elegante.

¿Triste? Cierto, una belleza triste. Por todo lo que pudo haber sido y aquello que por el contrario fue.

Esa es la atmósfera que nos envuelve cuando leemos Mi Europa, de Czeslaw Milosz.

Recuerdos, brumas de un mundo nacido para él de las cenizas, cuando la primera guerra decidió que algunos se llamarían polacos y otros lituanos.

Las familias habrían de repartirse a cada lado de las nuevas fronteras.

Y sus profesores les hablarían de glorias patrias y miserias al cruzar esa línea. Las naciones también se construyen en las aulas.

Milosz creció, hizo amigos, viajó, con una mochila y una canoa, para conocer por sí mismo el resto del continente…

Experimentó de primera mano el ascenso del comunismo y del nazismo.

Estuvo a punto de morir tantas veces… Si no relatara con esa naturalidad cómo escapó de todas ellas, apenas podríamos creerlo.

Y fue, tras la segunda guerra, tras haber sido elegido por los nuevos gobernantes de Varsovia para ejercer cargos diplomáticos, con el prestigio que daba la victoria, cuando comprendió que… no… No era eso.

No deseaba pertenecer a ningún lugar cuyo precio fuese una mente cautiva.

Quienes le habían jaleado en los círculos avant-garde le miraron desde entonces con desdén. Incluso le llamaron «traidor».

El Nobel de Literatura aún tardaría unos años en llegar.


domingo, 17 de noviembre de 2019

La República

Clave de lectura: Lo que sabemos, lo que creemos saber y lo que desconocemos.
Valoración: Fundamental ✮✮✮✮✮
Música: Orfeo y Eurídice (Danza de los espíritus bienaventurados), de C.W. Gluck ♪♪♪
Portada del libro La República, de Platón.

Atreverme a comentar con un mínimo de decencia intelectual La República de Platón requeriría que Atenea me hubiera concedido con mayor generosidad sus dones. Pero llegan hasta donde llegan y gracias...

Ahora bien, lo que sí puedo decir sin exponerme a la vergüenza es que se trata de una de las ¿cinco, siete, once, veintitrés…? —poner cantidades exactas carece de sentido— obras escritas que iluminan el paso del ser humano sobre el planeta.

En tiempos de turbación, cuando la esperanza de alcanzar un statu quo de armonía social se cuartea, leerla permite entender mejor unas cuantas cosas.

Entender, por ejemplo, que a orillas del Egeo inventaron lo que llamamos democracia, pero que ejercida irresponsablemente, sin ser conscientes de todo lo que esa bella palabra implica, no libra por sí sola de acercarse al precipicio.

¿No se votó democráticamente que Sócrates debía morir? ¿No se dejaron cegar los griegos por sofistas y gobernar por demagogos?

Y que la responsabilidad se aprende esforzándonos, cada uno de nosotros, en buscar «lo justo». Siendo íntegros.

Se aprende de verdad que lo importante en la vida, tanto como respirar, como comer, como beber, como amar, es buscar «algo más».

Ir más allá de las sombras a nuestro inmediato alcance.

Aquellas imágenes que vemos, en forma de reflejo, sobre la pared de nuestra caverna.


viernes, 8 de noviembre de 2019

Historia de una demencia colectiva

Clave de lectura: El fanatismo, el gran enemigo.
Valoración: Muy bueno ✮✮✮✮✩
Música: Divara, Wasser und Blut (Preludio), de Azio Corghi ♪♪♪
Portada del libro Historia de una demencia colectiva, de Friedrich Reck-Mallerczewen.

Friedrich Reck-Mallerczewen nos advierte de las consecuencias: los hechos que narra en su Historia de una demencia colectiva ocurrieron en el siglo XVI, pero los paralelismos con el XX y podría llegar el momento en que también con nuestros propios días, son evidentes.

Su propia lucha contra el odio y la amargura, «esos cánceres del alma», como los describe en la última carta a su mujer, le costó morir en Dachau.

En 1534 los habitantes de Münster «se volvieron locos» y le entregaron el poder a ciertos hombres que les hicieron promesas. Son recordados como los anabaptistas.

Les prometieron la felicidad en la Tierra, por anticipo de la del cielo. Solo tenían que seguir unas leyes transmitidas directamente de lo alto a sus profetas.

Y sus palabras atrajeron a miles. Tras expulsar al obispo elector, símbolo de la opresión, se prohibió la moneda, el comercio y la propiedad privada. Nadie debía tener un sombrero o un jubón más que su vecino.

Más tarde, sin embargo, llegó el terror a la «nueva Jerusalén». Cualquier desafecto era ejecutado de inmediato. Los matrimonios previos fueron anulados y se instauró la poligamia obligatoria. El heredero del líder original se proclamó rey, inspirado por visiones divinas…

Aun así, los defensores de la ciudad resistían el asedio del obispo y su ejército. Su esperanza era firme. No les importaban las normas cada vez más absurdas ni la espada del verdugo que recorría las calles en busca de la menor falta.

Todo acabó con la población agonizante y el «monarca» y sus lugartenientes exhibidos en jaulas en la torre de una iglesia.

Fanatismo. Promesas. Violencia. Destrucción. Siempre de la mano, a través de los tiempos.


miércoles, 6 de noviembre de 2019

Cine, cine, cine, más cine, por favor

Me llamo Íñigo Montoya.

Listos para entrar en el patio de butacas con la bolsa de palomitas.

Ha llegado el tiempo de las elecciones: ¿de qué película comprar entrada?

No tenemos nada de estreno, desde luego, pero entre eso y quedarse en casa…

A ver, vamos a repasar los guiones que se presentan otra vez:

Cómodo es un hombre sin moral, eso lo sabes desde siempre. Cómodo no puede gobernar. Es más, ¡no debe gobernar!

(Gladiator)

—La inmoralidad es subjetiva.
—Sí, pero la subjetividad es objetiva.
—No, en ningún esquema racional de percepción.
—La percepción es irracional, implica inminencia.
—Pero el juicio de cualquier sistema a una prioridad de relación de fenómenos existe en cualquier contradicción racional o metafísica, o al menos epistemológica, de un concepto empírico abstracto como el ser u ocurrir en la cosa en sí, o de la cosa en sí misma.
—Sí, yo he dicho eso muchas veces.

(La última noche de Boris Gruschenko)

—¿Con qué derecho me cierra usted el local?
—¡Qué escándalo, qué escándalo, he descubierto que aquí se juega!
—Sus ganancias, señor.
—Muchas gracias. ¡Todo el mundo fuera!

(Casablanca)

—A los únicos que odiamos más que al pueblo romano es a los del Frente del Pueblo Judaico.
—¡Disidentes!
—Y al Frente Popular del Pueblo Judaico.
—¡Disidentes!
—Y al Frente Popular de Judea (...).
—¡El Frente Popular de Judea somos nosotros!
—Ah, creí que éramos de la Unión Popular...

(La vida de Brian)

Estoy harto de consentir con los brazos cruzados la infiltración comunista, la subversión comunista, la conspiración comunista, esa corriente, en la actualidad tan de moda, que envuelve e infecta todos nuestros preciados fluidos naturales.

(Teléfono rojo, volamos hacia Moscú)

Mmmmm, creo que voto por, mmmmm...

miércoles, 30 de octubre de 2019

Creatividad

Clave de lectura: ¿Cómo y por qué nace la creatividad? ¿Qué es, de hecho, la creatividad?
Valoración: Bueno aunque un punto árido ✮✮✮✩✩
Música: Sinfonía nº 41 «Júpiter» (IV.Molto allegro), de W.A. Mozart ♪♪♪
Portada del libro Creatividad, de Elkhonon Goldberg.

Este libro tiene cosas buenas y otras… regulares.

En el lado positivo, la propia naturaleza del tema: averiguar cómo se generan las ideas en el cerebro humano. Entender, desde un punto de vista científico, el origen del concepto: Creatividad.

Elkhonon Goldberg, prestigioso neurólogo, se embarca en esta tarea incorporando las técnicas de escaneo más recientes al corpus investigador clásico. Prácticamente disecciona los procesos bajo la caja de hueso que llamamos cabeza.

Y plantea numerosos interrogantes:

¿En qué afectan las diferentes tradiciones culturales de las sociedades a la cognición? ¿La limitan o estimulan unas más que otras?

¿Se aprende a pensar practicando, y en qué dosis, o siempre habrá un 1% de rupturistas y un 99% entre torpes y normalitos?

¿Las ideas surgen de repente, ex nihilo, o el proverbial equilibrio inspiración-transpiración tiene algo que ver?

¿Por qué, cuando buscamos alguna respuesta con toda nuestra capacidad intelectiva, el resultado es a menudo infructuoso, mientras se nos ocurren soluciones a los problemas en los momentos más inesperados?

¿Hay diferentes creatividades? ¿Se pueden medir y comparar? ¿Es relevante que Mozart escribiera las tres últimas sinfonías en unas semanas y Beethoven tardara años con su Novena?

¿Significa creatividad lo mismo que inteligencia?

¿Qué aporta un cerebro conservador a la supervivencia de la especie, y qué uno innovador?

¿Resulta cierta la división hemisferio izquierdo lógico vs. derecho especulativo, o son sus fronteras menos estancas de lo que nos habían enseñado?

Etcétera.

Ahora mi reproche: la manera que tiene Goldberg de exponer resulta —paradójicamente— poco creativa. Al menos, tal como se esperaría en una obra de divulgación.

A menudo sus páginas me han recordado al tópico libro de texto: pesado en el sentido aburrido del término.

No obstante, concedo que quizá no haya muchas formas de explicar complejidades fisiológicas como las que tienen lugar entre la corteza prefrontal lateral y la ventromedial-orbitofrontal, así que, en un todo, le pongo buena nota.


jueves, 24 de octubre de 2019

¿Quién soy yo... y cuántos?

Clave de lectura: Viaje filosófico desde el amanecer hasta el sueño.
Valoración: Muy bueno ✮✮✮✮✮
Música: Sinfonía nº 22 «El filósofo» (I.Adagio), de Joseph Haydn ♪♪♪
Portada del libro ¿Quién soy yo... y cuántos?, de Richard David Precht.

¿Quién soy yo… y cuántos?

La persona que ha abierto hoy los ojos, ¿es quien los abrió ayer? ¿Y anteayer? ¿Y hace diez o veinte años?

¿La misma, mejor, peor…?

¿Qué me hace único o mutable? ¿Lo que hago? ¿Lo que pienso?

Si alguien compartiera mis recuerdos y experiencias, si luchara por los mismos ideales, ¿sería entonces también yo?

Richard David Precht ha escrito un título de mérito. Un «viaje filosófico» a partir de cierto planteamiento kantiano: ¿qué puedo saber?, ¿qué debo hacer? y ¿qué me cabe esperar?

Sobre esta base entrelaza diversas fuentes de conocimiento, a cuál más imaginativa en su presentación.

Nietzsche, nuestra antepasada austrolopiteca Lucy, Ramón y Cajal, Descartes, Mach, el señor Spock, Freud, Kandel, Wittgenstein…

Rousseau, De Waal, Schopenhauer, Libet, Bentham, Luhmann…

Y habla sobre casi todo: la existencia de los dioses, el aborto, la eutanasia, la alimentación carnívora o vegetariana, la bondad y la maldad, el origen de los sentimientos, los derechos de los grandes simios, la clonación, la propiedad…

La lista sigue y es larga. La historia de lo que ha venido poniendo a prueba el entendimiento del ser humano desde hace muchos siglos.

Claro que tampoco se sumerge en unas profundidades abisales para cada tema, sería imposible. Pero siembra en el lector la semilla —con una bibliografía muy tentadora— para continuar caminando en busca de la verdad.

No os quedéis atrás. Vais a agradecer leerlo.


domingo, 20 de octubre de 2019

El testamento de Magneto

Clave de lectura: El cómic como vehículo para la reflexión.
Valoración: Bueno ✮✮✮✮✩
Música: X-Men 2, de John Ottman ♪♪♪
Pprtada del libro El testamento de Magneto, de Greg Pak y Carmine di Giandomenico.

Hoy me gustaría traer un cómic a escena: El testamento de Magneto, de Greg Pak y Carmine di Giandomenico.

Magneto es un personaje clásico de los X-Men, por supuesto, uno de los villanos del universo Marvel. Pero antes de amargarles la existencia al profesor Xavier y compañía, fue un niño.

Que nace y crece en Alemania. Su familia se apellida Eisenhardt. Su origen es judío.

El joven Max no entiende por qué el director y sus compañeros de colegio insisten continuamente en humillarle. Él no les ha hecho ningún mal.

Ni tampoco por qué su padre, veterano condecorado del ejército, corre peligro solo por visitar a un antiguo compañero de armas en la capital.

No entiende la Noche de los cristales rotos, la huida, el odio intenso, cruel, inmotivado, que se extiende por la sociedad, despojándose de cualquier careta cuando al fin estalla la guerra.

Él entiende de otras cosas, como el collar que le ha regalado a Magda. Y lo que su sonrisa significa.

Y de sobrevivir en Auschwitz, endureciendo el alma en el Sonderkommando que arroja los cuerpos a los crematorios.

No hay superpoderes aún, no hay fantasía, acción o hazañas heroicas.

Este es un cómic que se pregunta por qué.

Solo eso: por qué.