domingo, 17 de noviembre de 2019

La República

Clave de lectura: Lo que sabemos, lo que creemos saber y lo que desconocemos.
Valoración: Fundamental ✮✮✮✮✮
Música: Orfeo y Eurídice (Danza de los espíritus bienaventurados), de C.W. Gluck ♪♪♪
Portada del libro La República, de Platón.

Atreverme a comentar con un mínimo de decencia intelectual La República de Platón requeriría que Atenea me hubiera concedido con mayor generosidad sus dones. Pero llegan hasta donde llegan y gracias...

Ahora bien, lo que sí puedo decir sin exponerme a la vergüenza es que se trata de una de las ¿cinco, siete, once, veintitrés…? —poner cantidades exactas carece de sentido— obras escritas que iluminan el paso del ser humano sobre el planeta.

En tiempos de turbación, cuando la esperanza de alcanzar un statu quo de armonía social se cuartea, leerla permite entender mejor unas cuantas cosas.

Entender, por ejemplo, que a orillas del Egeo inventaron lo que llamamos democracia, pero que ejercida irresponsablemente, sin ser conscientes de todo lo que esa bella palabra implica, no libra por sí sola de acercarse al precipicio.

¿No se votó democráticamente que Sócrates debía morir? ¿No se dejaron cegar los griegos por sofistas y gobernar por demagogos?

Y que la responsabilidad se aprende esforzándonos, cada uno de nosotros, en obrar con justicia. Siendo íntegros.

Se aprende que lo importante en la vida, tanto como respirar, es la búsqueda de «algo más».

En fin, he aquí lo que a mí me parece: en el mundo inteligible lo último que se percibe, y con trabajo, es la idea del bien, pero, una vez percibida, hay que colegir que ella es la causa de todo lo recto y lo bello que hay en todas las cosas; que, mientras en el mundo visible ha engrendrado la luz y al soberano de esta, en el inteligible es ella la soberana y productora de verdad y conocimiento, y que tiene por fuerza que verla quien quiera proceder sabiamente en su vida privada o pública.

Más allá de las sombras a nuestro inmediato alcance.

Aquellas imágenes que vemos, en forma de reflejo, sobre la pared de nuestra caverna.


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