El rey está loco. Construye castillos donde voces inexistentes acompañan sus fantásticos sueños.
Herrenchiemsee sobre la Isla del Caballero.
La Gruta de Venus junto a Linderhof, con una barca de concha, una máquina de olas y un proyector de arcoíris que llama eternamente a Tannhäuser.
¡Majestad, los dineros!, gimen sus ministros desconsolados. ¡Azul!, ordena el rey desde la barca. ¡Haced el cielo más azul!
Y en el desfiladero de Pöllat… Neuschwanstein.
Torreones, almenas, barbacanas… ¡Majestad!
Sin duda, el rey está loco.