El rey tiene unas vistas… Esas son vistas, sí señor. Bien guapas.
El pajarraco de Cánovas le ha dicho que todo está manga por hombro, que es la última esperanza para el resurgir patrio.
Mamá salió por piernas (o por ruedas de carroza) cuando estaba de vacaciones en San Sebastián. Y el italiano que ocupó el chalé se quedó poco tiempo (ese poco, además, con cara de pepperoni en vinagre: ¡non vedo l’ora!).
Luego pasó lo de la cosa pública, la res, como se dice en latín, y el follón se hizo permanente.
Sin olvidar a aquel Hohenzollern-Sigmaringen (¡Borbón es mucho más fácil!) que había contestado que vale, que si se lo pedían con tanta gracia, empacaba en dos días desde Berlín. Menuda montaron los franceses y los del casco con pincho por un quítame aquí esos telegramas.
¿Dónde vas, Alfonso XII, dónde vas, triste de ti?
Al Retiro, a pasar la tarde en remojo.
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