Valoración: Muy interesante ✮✮✮✮✩
Música: Matar a un ruiseñor, de Elmer Bernstein ♪♪♪
El título completo es largo: Aristóteles va a juicio. Manual de argumentación filosófica y jurídica.
(Por cierto, creo que Cartago debe ser destruida).
En primera instancia, el volumen de Daniel Peres Díaz parece dedicado a los profesionales de una ciencia social concreta. Se clasifica bajo el epígrafe de Filosofía del derecho y derecho natural.
Ah, pero no. Hay otras instancias por encima y su recorrido es más amplio: «examinar y someter a discusión los fundamentos mismos de la argumentación racional».
En Roma, por ejemplo, si no sabías ganar casos con tu labia, independientemente de las evidencias, no eras nadie en el foro. ¡Amigos, romanos, compatriotas...!
Aunque los sistemas legales occidentales, al correr de los siglos, intentaron incorporar una serie de principios para que la justicia no dependiera —no del todo— de presunciones, pruebas circunstanciales o el humor del magistrado de turno.
Intentaron conectar con la «lógica». Qué complejo puede llegar a ser el término…
El capítulo de apertura, Las locas historias de la lógica, se dedica a aclarar un poco esta complejidad, ofreciendo ejercicios, paradojas, malentendidos semánticos o esquemas de inferencia. Aristóteles nos observa desde la tribuna con atención.
Si cruzamos el capítulo segundo, entramos en el dominio de las falacias, sesgos y otros desvaríos argumentativos.
Hoy en día, y en cualquier ámbito de discusión, la línea en boga consiste en gritar más, soltar barbaridades populistas, medias mentiras, cifras incomprobables, hechos fuera de contexto, desviar la atención hacia otro tema o apelar a «las tripas» de la audiencia, las emociones más saurianas.
(No os olvidéis de Cartago, hay que borrarla del mapa).
¡Que la falacia sea la reina!
Peres hace un recorrido por falacias clásicas (ad hominem, ad populum, reductio ad absurdum…) y nos anima a reconocerlas y saber cómo contragolpear si nos las tiran a la cabeza.
Carga contra las tautologías con ejemplos reales de declaraciones de insignes políticos y tampoco se olvida de los sesgos cognitivos que nos afectan a nivel subconsciente.
Con lo cual alcanzamos el capítulo tres: Algunas técnicas y problemas de argumentación jurídico-filosóficos.
Este podría ser el más especializado o circunscrito al ejercicio de las leyes. No obstante, como señalaba al principio, la amplitud de recorrido nos permite a las personas ajenas a su mundo obtener enseñanzas de él.
Uso, abuso o distorsión de los términos. Los dilemas. La importancia de los recursos audiovisuales. La importancia del sexo en el argumento.
(Al menos, eso sugieren ciertas sentencias y votos particulares de muestra).
Y, sobre todo, un apartado con enjundia: la complicada relación entre el derecho y la verdad. Tema que es ojo derecho y objeto de investigación en la carrera del autor, según nos cuenta.
Nada más. Veredicto de «muy interesante» por mi parte.
(P.D.: Delenda est Carthago).