Me topo de repente en la calle con un grupo de ingleses.
Sí, son ingleses, sin duda. Casacas rojas del 20º Regimiento de línea.
E inmediatamente aplico el pensamiento lógico: fácil será que me haya metido en un agujero de gusano sin darme cuenta y ande de paseo por el espacio-tiempo.
Hacia el mil setecientos y pico, calculo. Vaya despiste, a ver cómo vuelvo.
O eso, o la alternativa es que el café del desayuno tuviera una graduación más generosa de lo habitual.
En fin, lo primero es estar seguro del pico. ¿Guerra de la cuádruple alianza? ¿De la oreja de Jenkins? ¿De los siete años? ¿La del 79? ¿A las órdenes de qué católica majestad me tengo que poner?
Entonces me fijo en que llevan prisionera a una dama. Y varios tipos con tartán que deambulan por los alrededores muestran cierto desacuerdo.
Aaaaaah, acabáramos, estos son jacobitas y los otros hanoverianos. Entonces, a mí ni fu ni fa. Desde la faena de Glenshiel, cuando los clanes nos dejaron con las posaderas al aire, que se arreglen entre ellos.
Yo les saco una foto para el álbum de historia y ya vale. Vamos a buscar por dónde se sale del dichoso agujero…