lunes, 11 de julio de 2011

El corazón de las tinieblas

Clave de lectura: «El horror, el horror...».
Valoración: A la altura de su fama ✮✮✮✮✮
Música: The End, de The Doors ♪♪♪
Portada del libro El corazón de las tinieblas, de Joseph Conrad.

Charlie Marlow rememora cuando, años atrás, pilotó un bote de vapor en las aguas del Congo. Su misión era remontar el río para encontrar al señor Kurtz, tratante de marfil.

Las imágenes acuden vívidas a su mente, como si de nuevo se encontrara allí.

Kurtz... Personaje misterioso y admirado, nadie había conseguido antes unos resultados comerciales tan espectaculares. Y tampoco nadie pregunta de qué manera lo hace.

Una selva brutal y profunda se abre a proa y se cierra de nuevo nada más pasar.

Van quedando atrás las factorías en las riberas, habitadas por colonos que deben enseñar a las hordas de nativos a abolir sus bárbaras costumbres.

Colonos que, según avanzan hacia el interior, muestran cada vez más signos de agotamiento. Físico y sobre todo... moral.

Y el nombre de Kurtz sigue creciendo, inmenso, como el de un dios esperándoles en su destino.

Hasta que, una vez alcanzado, lo que encuentran allí es...

El corazón de las tinieblas, de Joseph Conrad.


jueves, 30 de junio de 2011

Jesús me quiere

Clave de lectura: El amor... y el fin del mundo.
Valoración: Simpático ✮✮✮✩✩
Música: Too Much Heaven, de Bee Gees ♪♪♪
Portada del libro Jesús me quiere, de David Safier.

Demos paso sin más a Jesús me quiere, de David Safier.

Marie, la figura femenina de la novela, está hecha un lío en el tema afectivo. Aún se acuerda (con pensamientos enfocados en la castración) de Marc, su penúltimo novio, que la engañó con una azafata de la talla treinta y cuatro.

Y acaba de dejar plantado a Sven justo cuando le estaban preguntando eso de ¿quieres a este hombre como esposo?

Pero bueno, la vida te da sorpresas, debe de pensar cuando al día siguiente del fiasco conoce a alguien especial: amable, sensible, una persona que piensa sinceramente en los demás... De pinta un poco hippy. Carpintero de profesión.

En la primera cita se entera de quién se trata en realidad. Carpintero, sí, pero de filiación divina.

Lo peor no es haberse enamorado de él, sino el poco tiempo que quizá dure esta nueva relación. Porque, si no consigue persuadirle de que nos merecemos otra oportunidad, el próximo martes está previsto que llegue el fin del mundo.

Ya en Maldito Karma, Safier nos ofrecía un relato simpático. Pues bien, Jesús me quiere presenta una fórmula similar, con personajes que se mueven entre nosotros sin que lo advirtamos: el propio Creador, por ejemplo, transmutado en Emma Thompson, o Gabriel, que por amor a una mortal ha renunciado a su elevado rango dentro de la jerarquía divina.

Y ese que recluta alternativamente con los rasgos de George Clooney o Alicia Keys a los mejores candidatos a jinetes del Apocalipsis, ¿no huele algo a azufre?


lunes, 13 de junio de 2011

Breve historia de un amor eterno

Clave de lectura: Nacimiento y muerte del amor en la Hungría de posguerra.
Valoración: El final algo flojo, pero bien ✮✮✮✩✩
Música: Árny és fény, de Nox ♪♪♪
Portada del libro Breve historia de un amor eterno, de Szilárd Rubin.

Hoy tenemos por aquí Breve historia de un amor eterno, de Szilárd Rubin. Attila y Orsolya disfrutan en sus páginas de una pasión juvenil tras la Segunda Guerra Mundial, aunque las circunstancias parezcan darles la espalda.

Porque la familia de ella pertenece a la antigua nobleza, mientras él saluda con ardor proletario a los rusos que vienen a imponer un nuevo orden.

Pero, ¿qué pueden importar las normas sociales, antiguas o modernas, a una pareja que sólo sabe de juegos? En compañía de sus amigos, todos estudiantes que desean recuperar la alegría bohemia, ambos aprenden a conocerse.

Y va pasando el tiempo. En cada capítulo surgen cuadros de una obsesión mutua cada vez más profunda.

Noviazgo, separación, matrimonio, divorcio... Attila lo confiesa: no puede vivir sin Orsolya. Y ella, por su parte... Ella le ama. Y le odia.

Si tuviera que resumir, calificaría a esta obra como una crónica de la destrucción del amor, de la inocencia en las relaciones, hasta que los protagonistas se convierten en verdugos a la par que víctimas.

Me ha gustado, aunque quizá el final quede demasiado impreciso. Ya sabéis: una vez más, a leer.


jueves, 9 de junio de 2011

En la arena

El Coliseo de Roma.

Lo que más recuerdo es la luz, aquella luz brillante. El calor me hacía sudar.

Y recuerdo también a la plebe, agolpándose a ambos lados. Recuerdo sus facciones deformadas por el ansia. Ansia por ocupar un buen sitio, por acercarse a nosotros hasta casi tocarnos. Ansia por que saliéramos al fin a la arena.

Se hizo un breve silencio, teatral. El orador se adelantó y anunció al público lo que iban a presenciar. Para eso habían venido, ¿no es verdad? ¿Querían divertirse? Pues no se irían defraudados.

A continuación, con un gesto de cabeza, nos dio la señal. De dos en dos, tal como nos habían enseñado, comenzamos el desfile.

En este conjunto, la chaqueta azul de corte cruzado se realza con cordones en hilo de plata. El pantalón gris marengo y el jersey blanco de cuello vuelto aportan una nota marinera de gran frescura.

Qué vergüenza, por favor. Ah, pero las fotos que pueden comprometerme están bien guardadas. Nadie vendrá a acusarme, nadie será capaz de airear esos trapos sucios de mi pasado.

Aquella ominosa ocasión cuando me dijeron: mira al frente, cuida el paso y sobre todo, sonríe, sonríe, no dejes de sonreír. Y encendieron los focos.

Aún me pregunto por qué me eligieron a mí para desfilar por la pasarela. Puestos a buscar niños a quienes embutir en la última moda de trajes de primera comunión y exponerlos a los pulgares aprobatorios, supongo yo que debía de haberlos con aspecto mucho más mono, pero bueno...

lunes, 9 de mayo de 2011

El germen

Clave de lectura: Fantasía mesiánica futurista.
Valoración: Muy entretenido ✮✮✮✮✩
Música: Metallic Rain, de Vangelis ♪♪♪
Portada del libro El germen, de Mike Resnick.

Si a veces nos parece que la humanidad anda con los vapores alborotados, preparémonos ante el panorama que nos espera hacia 2047.

Gracias a la tecnología, en el futuro la población mundial tiene sus necesidades básicas cubiertas. Ni siquiera hay que trabajar demasiadas horas.

Por lo tanto, la industria del ocio se ha convertido en la más próspera, a cambio de ofrecer novedades continuas al consumidor. Y Salomon Moody Moore muestra gran perspicacia para llenar el mercado de emociones. Especialmente las ilegales.

Cabeza del mayor imperio mafioso de Chicago, no se toma a bien que un circo recién llegado a la ciudad refunfuñe a la hora de contratar sus «servicios». Y cuando sufre un atentado, su humor empeora aún más.

Las indagaciones para descubrir al culpable apuntan a Jeremías el G., un tipejo de poca monta. Se ordena su busca y captura.

Sin embargo, este parece disfrutar de una suerte que sobrepasa lo verosímil. Después de muchas vueltas y revueltas, Salomon llega a entenderlo. Las pruebas están ahí, aunque se resista a creerlas: su oponente es... el Mesías.

Amoral, bebedor, estafador, polígamo... ¿Conseguirá Jeremías ser reconocido como señor teocrático del orbe? ¿Será capaz Salomon de impedir que se cumplan las antiquísimas profecías o quizás él mismo ha de cumplir un papel fundamental en ellas?

¿Volverá a aparecer la zarza ardiente para dar explicaciones?

El germen, de Mike Resnick. Muy, pero que muy entretenido.


viernes, 29 de abril de 2011

Lux aeterna...

Columpios vacíos.

Tenía muy pocos años.
Muy pocos.
Le faltó vivir miles de días nuevos.
La última vez que la vi, corría con otros niños.
Y algo era diferente a los demás.
En su cabecita, los cabellos estaban hechos de luz.
De luz transparente.
Invisible.
Una cabecita de sueños. De risas.
De coraje ilimitado.
No había, no podía haber rendición.
Y ahora...

Nuestros ojos ya no son nuestros ojos.
Son lagos de sal.
Una gota de sal por cada día hurtado.
Y ahora...
¿Qué nos queda, ahora?
Ese velo roto...
Y todo lo que somos, ¿se derrama?
¿Desaparece?
¿Así, de repente?
¿Dónde estás?
Pequeña...
¿Dónde estás?...

martes, 26 de abril de 2011

Triple

Clave de lectura: Espías y misterios de Israel a Europa.
Valoración: Bueno ✮✮✮✮✩
Música: Munich (Hatikvah), de John Williams ♪♪♪
Portada del libro Triple, de Ken Follett.

Nat Dickstein es un agente israelí encargado de una difícil misión: conseguir uranio para fabricar la bomba atómica.

Nadie debe averiguar sus intenciones. Porque estamos en el año 68 y Oriente Medio es un polvorín que puede entrar en conflicto en cualquier momento: egipcios, sirios, palestinos... Y los rusos haciendo de las suyas para que la zona caiga definitivamente bajo su influencia.

Dickstein tiene un pasado oscuro, incluso para sus jefes. Algo le ocurrió cuando estuvo prisionero durante la Segunda Guerra Mundial, que le ha marcado para siempre.

Sus adversarios son antiguos compañeros de estudios en Oxford: Hassan, resentido por la ruina de su familia desde que existe el Estado hebreo, y el coronel de la inteligencia soviética Rostov, con quien solía jugar al ajedrez.

En su bando figura Al Cortone, un mafioso que le debe la vida. Y la figura clave es... Suza. Cuando la conoce, todo se tambalea. ¿Será ella capaz de penetrar en los abismos de su alma? ¿Será la única persona que puede salvarle, al mismo tiempo que el principal peligro que se cierne sobre la operación?

Intriga, tiros, carreras, micrófonos, traiciones, barcos asaltados en alta mar... Se trata de otro tablero, el del gran juego, cuyas piezas de carne y hueso son peones a sacrificar si el premio es la victoria.

Triple, de Ken Follett. De forma «no oficial», se rumorea que la historia de fondo ocurrió realmente. Al menos, material fisible desapareció nadie sabe cómo. El talento narrativo del autor rellena los huecos, compone muy buenos personajes y nos mantiene pegaditos a las páginas del libro desde el comienzo hasta el desenlace.


lunes, 11 de abril de 2011

Ging heut Morgen übers Feld

Es cierto, puede achacárseme que yo estaba de más en la escena. Eso de que tres son multitud...

En el sofá de la residencia de estudiantes, en Viena, la otra española contemplaba al sueco con ganas de darse un festín. Objetivamente, tampoco es que el muchacho pareciera nada del otro mundo, pero con las cosas de comer es lo que ocurre, que cada cual tiene su plato favorito.

Centímetro a centímetro fue acercándose a él. El brillo de su mirada, su sonrisa relamiéndose con anticipación, sus gestos de huy, tienes una arruguita en la camisa, déjame que te la alise, resultaban signos evidentes. Incluso podía notar su comunicación telepática conmigo: piérdete, cretino.

Y lo hubiera hecho. En circunstancias normales, el espíritu solidario habría prevalecido. Ah, pero es que justo en ese momento el sueco y yo estábamos hablando de música, y cuando empezó a cantar un lied de Mahler, me sentí incapaz de retirarme a mis aposentos.

Ging heut Morgen übers Feld... Reconocí la melodía enseguida. No me sabía de memoria la letra, pero eso carecía de importancia. De forma inevitable, tarareando, comencé a seguir su canto. Mi voz de tenor se unió a la suya de barítono igual que se encuentran dos amigos bajo la luz de una farola, en una noche de niebla.

Él era feliz. Yo era feliz. Ella me odiaba.

Algún tiempo después, ya de regreso en Madrid, coincidimos de nuevo: cruzaba la plaza de Felipe II y nuestros pasos nos llevaron frente a frente. Alcé la mano, quise saludarla, pero sus ojos atravesaron mi cuerpo como si fuese de cristal, sin detener un segundo su camino.

Hay cosas que una mujer no perdona nunca en la vida. Ni siquiera por Mahler.


jueves, 7 de abril de 2011

La muchacha de los cabellos de lino

Final del invierno. Suena el piano de Debussy.

Suena La muchacha de los cabellos de lino.


jueves, 31 de marzo de 2011

La batalla de Jaipur

Estatua de guerrero a caballo.

Unas horas antes había llovido. El suelo destinado a convertirse en campo de batalla estaba aún perlado de humedad. Los primeros rayos del alba se reflejaban en él con el color de desvaídas amapolas, como una premonición.

Revestido en ropajes de ónice, mi contrincante pasó revista a sus tropas. Al frente se situaba la apretada línea de piqueros. Detrás de ellos, domeñados a duras penas, los caballos piafaban impacientes por entrar en combate.

Él había sido el retador. Ya hacía mucho tiempo que la molicie se había adueñado de mí, que los cantos y danzas de las bayaderas me habían hecho olvidar el espíritu guerrero. Sin embargo, era tal la osadía, la insolencia, la jactancia de sus bravatas, que mandé tocar atabales e izar en mis argénteas torres los pendones del honor.

Ante los preparativos, algunos viajeros de lejanas tierras se detuvieron a observarnos. Me avergoncé un poco, pero en fin... Siempre resulta conveniente para la fama de un adalid que sean compuestos cantares de gesta más allá del Indo.

Ceñí el turbante. Requerí la espada. Musité una plegaria a Shiva. Y a una señal de mi brazo, todo comenzó.

Al principio avancé con furia incontenible. Los barbados rostros de mis arqueros parecieron infundir pavor, y mis veloces jinetes, sorteando los obstáculos, arrollaron el centro de la falange enemiga. Cierto que sufrí algunas pérdidas en la conquista, pero todo parecía desarrollarse en buen orden.

Quizá fue eso lo que hizo que me confiara. Tomé la mano de mi amada reina y la aproximé a lo más enconado de la contienda. Por dos veces hubo de escuchar el otro maharajá advertencias de victoria surgidas de mis labios orgullosos. Ja, me reí, no te librarás de la tercera. Ordené a mi alfil tomar posiciones en el flanco derecho.

Ooooooh... Un gemido se elevó de los espectadores. Intuí que había cometido un error, un terrible error. Lo que vi a continuación me heló la sangre: la consorte adversaria, agazapada, había atravesado a mi dama de un certero lanzazo. ¡Ah!

Transido por la pena, incrédulo, sacudí la cabeza una y otra vez. Los de una bestia que arremete sin pensar en las consecuencias, así fueron mis siguientes movimientos. Uno a uno, aquellos fieles compañeros de armas fueron sacrificados en el altar de mi ceguera. El final llegó rápidamente, tan abrupto como cesan las lágrimas del monzón.

Desde entonces me lo digo y me lo repito: tengo que aprender a jugar mejor a esto del ajedrez. Pero claro, luego vuelven a sonar las musicales voces de las bayaderas y...