Hace tres siglos, Johann Sebastian Bach escribió una cantata. Y en esa cantata incluyó un coral.
Ahora, David Qualey toca en su guitarra Jesu, Joy of Man’s Desiring.
Música para la noche más larga.
Hace tres siglos, Johann Sebastian Bach escribió una cantata. Y en esa cantata incluyó un coral.
Ahora, David Qualey toca en su guitarra Jesu, Joy of Man’s Desiring.
Música para la noche más larga.
¿Música rara en este blog? No, no: música tuva.
Ya sabéis, canto difónico del Asia Central en el que el sonido sale directamente de la garganta y consigue crear el efecto armónico de más de una voz.
Dadle una escucha...
Me levanté con la vaporosa sensación de felicidad que dan los días de fiesta.
El agua de la ducha estaba caliente, quedaba confitura de moras para desayunar…
Y me dije: todo está bien, vamos a echar un vistazo a las noticias.
Cinco minutos más tarde, me puse a buscar en la biblioteca un relato de Ray Bradbury. Ese que se titula El ruido de un trueno, en el que un tipo entra en las oficinas de Time Safari Inc.:
Una verdadera máquina del tiempo. —Sacudió la cabeza—. Lo hace pensar a uno. Si la elección hubiera ido mal ayer, yo quizá estaría aquí huyendo de los resultados. Gracias a Dios ganó Keith. Será un buen presidente. —Sí —dijo el hombre detrás del escritorio—. Tenemos suerte. Si Deutscher hubiese ganado, tendríamos la peor de las dictaduras. Es el antitodo, militarista, anticristo, antihumano, antiintelectual. La gente nos llamó, ya sabe usted, bromeando, pero no enteramente. Decían que si Deutscher era presidente, querían ir a vivir a 1492. Por supuesto, no nos ocupamos de organizar evasiones, sino safaris. De todos modos, el presidente es Keith.
Y durante el safari en el pasado pisa sin querer una mariposa y al final…
Bueno, es mejor leerlo. O verlo para creerlo. Porque…
Ha salido Deutscher.
Rumor de personas charlando, sentadas en el café, dejando caer unas migas para las palomas venecianas.
De repente...
Uri Caine y sus amigos empiezan a tocar una versión de Tannhäuser muy particular.
Y genial.
Me atrevo a calificar de sobresaliente la banda sonora que Roque Baños compuso para la bastante menos merecedora de recuerdo película Alatriste.
Una suite de concierto para demostrarlo:
Título y autor/a: | Buenos días, pereza, de Corinne Maier. |
Clave de lectura: | Cómo enfocar nuestra vida laboral para ser felices. |
Valoración: | ✮✩✩✩✩ |
Comentario personal: | Una soberana memez. |
Música: | The Typewriter, de Leroy Anderson ♪♪♪ |
Comienzo del reclamo en la contraportada: «El libro que está cambiando el mundo». Ah, pues lo leo.
Continuación del reclamo en la contraportada: «Buenos días, pereza pretende decir por fin la verdad, toda la verdad, no la que algunos quieren hacernos creer».
Estrategias para sobrevivir en el trabajo: sí, sí, por supuesto que lo leo. Ya estoy tardando.
Resumen del contenido: hay que rascarse en el curro lo que cada uno tenga pero cobrar religiosamente a fin de mes, con ánimo de que todo el tinglado se hunda.
Ya... Esto es lo que está cambiando el mundo. Esto es en lo que me he gastado los eurillos.
Aunque me está bien empleado, culpa mía por mirar las contraportadas como un memo. Porque no se trata de otra cosa:
Una soberana memez de Corinne Maier.
Si trabajando no tienes nada que ganar, tampoco tienes gran cosa que perder si no das golpe. Por eso, puedes usar tu pasividad para fastidiar a la empresa sin correr ningún riesgo: sería una pena no aprovechar la ocasión.
Título y autor/a: | El arte de amar, de Erich Fromm. |
Clave de lectura: | Es famoso, tiene prestigio y habla sobre temas interesantes. |
Valoración: | ✮✮✩✩✩ |
Comentario personal: | ¡Cómo me he aburrido! |
Música: | Romeo & Juliet (A Thousand Times Good Night), de Abel Korzeniowski ♪♪♪ |
Es tan famoso y está tan valorado...
Nada, nada, no hay que esperar ni un segundo más. Voy a leer El arte de amar, de Erich Fromm.
Por supuesto, la premisa de que no debemos dedicar nuestra energía vital a lograr el éxito y el dinero, el prestigio y el poder, sino a cultivar el arte de amar, me atrae como una piedra imán.
Pero cuando por fin llego a la última página, ¡por fin!…
Me parece que me quedo sin nada: ni éxito, ni pasta, ni prestigio ni expansión emocional ni gaitas. Voy a contracorriente de la opinión general.
La verdad, me avergüenza publicar unas líneas que no son comentario, análisis u orientación razonada acerca de este título. Ojalá tenga en lo sucesivo días mejores.
Pero, en mi descargo, ¡cómo me he aburrido!
P. D.: Por otra parte, para expiar una crítica tan destructiva, pongo una música maravillosa de Abel Korzeniowski.
En ese concepto del amor y el matrimonio, lo más importante es encontrar un refugio de la sensación de soledad que, de otro modo, sería intolerable. En el «amor» se encuentra, al fin, un remedio para la soledad. Se establece una alianza de dos contra el mundo, y se confunde ese egoísmo à deux con amor e intimidad.
Alberto Ginastera es uno de los compositores más relevantes nacidos en el continente americano. Autor, por ejemplo, de los ballets Panambí y Estancia, de la ópera Bomarzo y de las Danzas argentinas para piano.
También, de los Cantos del Tucumán.
Moisés y Aarón: la música de Schönberg, estupenda.
Los cantantes, muy bien. El coro, muy bien. La orquesta, muy bien.
El director, los bailarines, los submarinistas... Exacto, muy bien.
Sí, sí, submarinistas. Y un toro. Y una damisela con atuendo (o no atuendo) de los de pasar frío. Escándalo, escándalo, escándalo...
Desde el público aplaudimos con ganas. Bueno, quizá se manifestó cierta división de opiniones cuando iba a empezar el segundo acto.
Una radio desde las últimas filas rompió el silencio para informarnos de que el Atleti hacía progresar el balón por la banda derecha.
Hubo quien abogó por unas cuantas antorchas para localizar al amante de las emociones deportivas y echarlo a la pileta.
Por lo demás, gran éxito en el Teatro Real.
La historia del dramaturgo y la admiradora disfrazada que estrenan Romeo y Julieta sobre las tablas, algo prohibido por ley (¡una mujer en el escenario!), obtuvo un gran éxito en la entrega de los Óscar.
Mejor película, actriz principal, actriz de reparto, guión, vestuario, dirección artística…
Y música: Shakespeare in love es sin duda la banda sonora más reconocible salida de la imaginación de Stephen Warbeck. Escuchemos...
Tenía la belleza de un dios. Descansaba sobre el pecho, libre de coraza, de un emperador.
De repente, mientras remontaban el Nilo, escuchar su nombre en boca de todos se le volvió insoportablemente hueco.
Las aguas profundas, las aguas…
Wer reitet so spät durch Nacht und Wind?
¿Quién cabalga tan tarde a través de la noche y el viento?
¡Ha venido el cartero! ¡Con el disco que había pedido!
¡El de Ennio Morricone! ¡El del concierto en Munich!
Primera vez en la vida que veo y escucho La prohibición de amar. A ver si me he enterado bien…
Estamos en Palermo: neones a tutiplén, night clubs, casinos... A Claudio le gusta la juerga. Friedrich opina lo contrario, que más cilicio y menos ayuntamiento. Isabella es una monja. Luzio piensa que ¡madre mía, qué bueno está el clero! Dorella anda detrás de Luzio. Los demás quieren apuntarse al carnaval. No, Brighella el guardia no, espera.
El rey se ha ido de viaje, así que Friedrich se queda de gobernador y de juez. Y decreta que el alcohol y los cariñitos se han acabado en la ciudad. Principalmente los cariñitos. Sopas de ajo, rigor y abstinencia para todo el mundo.
El guardia se lleva a toda la panda de pervertidos al trullo. Friedrich les quiere meter un puro, pero el amigo Luzio va corriendo al convento a buscar a Isabella, que es hermana de Claudio, por si ella puede convencer al gobernador de que eso del amor, tomándolo en sentido abstracto, no está tan mal.
Y en el convento vive también Mariana, la mujer de Friedrich, desde que él la abandonó para dedicarse a la política.
Al gobernador lo del sentido abstracto no le pasa por la cabeza cuando ve a la monja, más bien se pone como un mandril. Manda sus propias leyes a freír espárragos y le dice que si wanga wanga, libera al hermano. Pero no te fíes, nooooo.
Isabella le explica el trato a Claudio. El tenor, que esa es su cuerda, le contesta que ya está tardando (y eso que no sabe, como el público, que el gobernador es muy cuco y se lo piensa cepillar de todas maneras después del otro cepillado). Isabella se mosquea y le quiere hacer sufrir un poquito, que no adivine lo que va a pasar. Se le está ocurriendo un plan...
Sale el coro, otra vez con lo del carnaval. Hay disfraces. La mujer del juez se da el cambiazo con la monja. Mientras tanto, a Brighella lo que lo que le mola es travestirse con pelucón rubio y que Dorella le dé azotillos. Nada, algunos enredos muy resumidos.
Al final tenemos a Claudio en la calle, Isabella se enrolla con Luzio (y parecía tonto), Dorella se olvida de él y se va con el guardia, a Friedrich le echan del gobierno por acostarse con su mujer...
Y regresa el rey de Sicilia en un avión de la Bundesrepublik y resulta que es la Merkel, con unos cuantos maletines repartiendo euros como caramelos, para que la gente se lo pase bien.
Mmmmm, estos directores de escena…
¿Y la música? Ah, ligera y chispeante. Con panderetas y todo en la obertura. Suena a Donizetti.
Vamos, que si no me dicen antes que esta es la primera ópera de Wagner, no me lo creo. Por ser tú, Richard, por ser tú...
Y esta es la primera imagen que merece 2016.
Ah, que es poco texto. Que para ver una triste foto (triste por partida doble) tampoco hace falta la molestia de pasarse por el blog.
Bueno, pues pongo también a Rigoletto diciéndole a los cortesanos, esos que rodean a su señor el duque, que son una vil raza maldita, y así relleno un poco más la entrada.
¿Mejor?