Valoración: Pesado ✮✮✩✩✩
Música: Always Look on the Bright Side of Life, de Monty Python ♪♪♪
Frigyes Karinthy empezó escuchando ruidos extraños en su cabeza y, después de muchas vueltas, la cosa acabó en tumor. De manera que se le ocurrió escribir Viaje en torno de mi cráneo.
Ya que siempre había destacado en el ámbito humorístico, fue ese el enfoque que prefirió para relatar sus andanzas de galeno en galeno, así como los cambios que sobrevinieron en su relación con familia y amigos debido a la enfermedad.
Finalmente se trasladó a Suecia, donde un tal doctor Olivecrona se hizo cargo del caso, aparentemente con gran éxito.
Cuando mi profesora de húngaro me vio con el volumen en ristre, me dijo que Karinthy era muy famoso en su país, pero ella nunca había osado leerlo por considerarlo «demasiado difícil».
Pues le concedo bastante razón. De hecho, reconozco que me costó avanzar: un capítulo un día, pausa, medio capítulo, otro receso, cuarto y mitad al siguiente...
Se ponen a estudiar mi olfato y se preocupan de si soy capaz de diferenciar, por el olor, el ajo de la fresa silvestre. Luego examinan mi paladar para saber si no confundo las sensaciones del gusto. Por fin me preguntan cosas muy raras, a las que tengo que contestar sin reflexionar: me hacen sumar y restar, toman una prueba caligráfica de mi puño y letra, y acaban por preguntarme si sé quién era Napoleón.
Vamos, que es de esos libros que se suelen considerar obras maestras y a mí, por el contrario, me parece... No sé, pesado. Pero nadie debería hacerme caso. Cuando el río suena, agua lleva.