En julio de 1962, el espeleólogo Michel Siffre descendió más de cien metros bajo tierra, al fondo de la sima Scarasson, con objeto de experimentar acerca del aislamiento.
Llevaba consigo provisiones para dos meses, unas cuantas lecturas y discos con música de Beethoven y Liszt.
Dentro de su tienda de campaña, rodeado de abismos, hielo y tinieblas, tenía una sensación de seguridad como en la más sólida construcción de piedra.
Un par de veces al día debía llamar por teléfono a la superficie para dar señales de vida, aunque llegó un momento en que no deseaba ni sacar el brazo del saco de dormir.
Incrédulo, encontró a una pequeña araña a la que desde entonces consideró su mejor amiga.
La percepción del tiempo le abandonó. Cuando le comunicaron que era el 14 de septiembre, fin de la prueba, estaba convencido de que no había pasado aún del 6 de agosto.
Yo también tengo música de Beethoven y de Liszt. Ahora, lo de las arañas, hum... No sé. Un montón de cómics de Spiderman, si eso…