Ya no creo que me dé tiempo a escribir nada de aquí a un rato, así que…
Esta es la última foto del año.
Feliz 2016.
Música, libros, fotos, historias, pensamientos, ficciones, viajes y qué sé yo cuántas cosas más...
Ya no creo que me dé tiempo a escribir nada de aquí a un rato, así que…
Esta es la última foto del año.
Feliz 2016.
Y en ausencia de grandes epopeyas, jornadas memorables, discursos de parlamento, cotilleos de barrio, anécdotas jocosas o cosillas de andar por casa que meter en el blog...
Pues cuelgo otra foto de Pimiango.
Con vosotros, mi pueblo: Pimiango.
Aunque no siempre los de mi pueblo hayamos nacido en mi pueblo.
El violín original de Johann Sebastian Bach muta aquí en un laúd y dos voces.
Un laúd y dos voces…
Y se nos abre una nueva puerta: Christ lag in Todesbanden.
Oye, si dentro de un año vuelves a leer esto, acuérdate de estar preparado.
Pásate con tiempo por el pantano y recolecta... pues no sé, lo típico: lombrices, arañas, colmillo de aligátor, lengua de salamandra, una pizca de pelo de rata almizclera…
O, por si acaso les gusta más a las brujas modernas, pilla en el súper regalices, nubes, gominolas y chuches pica pica.
Lo que sea, pero no te quedes como este año con cara de pasmado en la puerta, cuando media docena de hechiceras canijas llamen buscando ingredientes para sus conjuros.
Mira que no tener en casa ni bichos quitinosos ni un mísero sugus…
El título de uno de sus libros nos da el mejor epitafio para este polifacético y querido escritor:
Moriré, pero mi memoria sobrevivirá.
(En recuerdo de Henning Mankell).
Las mujeres compositoras existen, aunque sus nombres y obras no hayan solido tener, como en tantos órdenes de la vida, la admiración que pudieran merecerse.
Tras contraer matrimonio, Amy Beach, por ejemplo, consiguió permiso de su marido para dar un concierto al año. El éxito obtenido hasta entonces no podía estar por encima de las «buenas costumbres» de la sociedad bostoniana.
Tercer movimiento del Concierto para piano en do sostenido menor: