El violín original de Johann Sebastian Bach muta aquí en un laúd y dos voces.
Un laúd y dos voces…
Y se nos abre una nueva puerta: Christ lag in Todesbanden.
Música, libros, fotos, historias, pensamientos, ficciones, viajes y qué sé yo cuántas cosas más...
El violín original de Johann Sebastian Bach muta aquí en un laúd y dos voces.
Un laúd y dos voces…
Y se nos abre una nueva puerta: Christ lag in Todesbanden.
Oye, si dentro de un año vuelves a leer esto, acuérdate de estar preparado.
Pásate con tiempo por el pantano y recolecta... pues no sé, lo típico: lombrices, arañas, colmillo de aligátor, lengua de salamandra, una pizca de pelo de rata almizclera…
O, por si acaso les gusta más a las brujas modernas, pilla en el súper regalices, nubes, gominolas y chuches pica pica.
Lo que sea, pero no te quedes como este año con cara de pasmado en la puerta, cuando media docena de hechiceras canijas llamen buscando ingredientes para sus conjuros.
Mira que no tener en casa ni bichos quitinosos ni un mísero sugus…
El título de uno de sus libros nos da el mejor epitafio para este polifacético y querido escritor:
Moriré, pero mi memoria sobrevivirá.
(En recuerdo de Henning Mankell).
Las mujeres compositoras existen, aunque sus nombres y obras no hayan solido tener, como en tantos órdenes de la vida, la admiración que pudieran merecerse.
Tras contraer matrimonio, Amy Beach, por ejemplo, consiguió permiso de su marido para dar un concierto al año. El éxito obtenido hasta entonces no podía estar por encima de las «buenas costumbres» de la sociedad bostoniana.
Tercer movimiento del Concierto para piano en do sostenido menor:
Sí, se puede leer con mucho gusto en un sillón.
O tirados en el sofá, en la chaise longue, en una otomana….
Incluso en la bañera, si alguna vez nos da por ahí.
Pero nada se parece a recostarse con el libro sobre una cama de arena.
Nada.
Miro por la ventana abierta. Entra la brisa.
Pongo música: At Home, del Tord Gustavsen Trio.
Vuelvo a la ventana.
Oceanus Procellarum, Cráter Tycho, Montes Apenninus.
Mare Tranquilitatis…
Si Jussi Björling no nos levanta de nuestro asiento ardiendo, buscando celada y rodela para unirnos a la salida del Trovador desde las murallas que asedia inmisericorde el Conde de Luna, es que, es que…
Di quella pira, l'orrendo foco, de Verdi.