Si Jussi Björling no nos levanta de nuestro asiento ardiendo, buscando celada y rodela para unirnos a la salida del Trovador desde las murallas que asedia inmisericorde el Conde de Luna, es que, es que…
Di quella pira, l'orrendo foco, de Verdi.
Música, libros, fotos, historias, pensamientos, ficciones, viajes y qué sé yo cuántas cosas más...
Si Jussi Björling no nos levanta de nuestro asiento ardiendo, buscando celada y rodela para unirnos a la salida del Trovador desde las murallas que asedia inmisericorde el Conde de Luna, es que, es que…
Di quella pira, l'orrendo foco, de Verdi.
A mí, los líos de Grecia me llevan a mantener discusiones bastante sofistas.
—Es que si esto, esto y esto…
—Ya, pero eso, eso y eso…
—Bueno, también tal, cual y pascual.
—Anda, ¿y entonces aquello y lo otro y lo de más allá?
Y como no termino de ponerme de acuerdo, al final dejo de hablarme.
Porgy pregunta por dónde se va a Nueva York y sale arrastrándose. Piensa recuperar a Bess.
Telón. Todos aplaudimos a rabiar.
En el último metro, el tipo del asiento de al lado canta Mackie Navaja. Debe de llevar más de dos cervezas en el cuerpo.
Casi dos óperas el mismo día: Gershwin en el Real y Weill bajo tierra.
Recuerdo haber caminado por las calles de Susa.
Recuerdo su playa, sus barcas de pescadores y un velero que recorría lentamente el horizonte.
Recuerdo sus azoteas y sus muros blancos.
Recuerdo la mezquita y el ribat, a cuya torre más alta subí con mi vieja cámara de carrete.
Recuerdo que, en el patio, unos gatitos se alimentaban de su madre.
Recuerdo su ronroneo y sus ojos semicerrados.
Recuerdo gente cordial, gente trabajando, gente viviendo.
Recuerdo...
(En recuerdo de las víctimas de los atentados de Susa).
Willow, Enemigo a las puertas, The Rocketeer, Aliens, Apolo 13, Avatar...
Leyendas de pasión, Krull, Los siete magníficos del espacio, Titanic, Star Trek...
El Concierto para violín y violonchelo Pas de Deux...
(En recuerdo de James Horner).
Se acerca un rumor de olas.
Una luz de ventura para saludar a los interrogantes que nacen y mueren con el día.
Se acerca de nuevo el verano.
Lo realmente complicado en nuestro mundo no es distinguir a primera vista a un jedi de un sith.
Sino adivinar si en el corazón de un jedi hay un sith.
O viceversa.
Me topo de repente en la calle con un grupo de ingleses.
Sí, son ingleses, sin duda. Casacas rojas del 20º Regimiento de línea.
E inmediatamente aplico el pensamiento lógico: fácil será que me haya metido en un agujero de gusano sin darme cuenta y ande de paseo por el espacio-tiempo.
Hacia el mil setecientos y pico, calculo. Vaya despiste, a ver cómo vuelvo.
O eso, o la alternativa es que el café del desayuno tuviera una graduación más generosa de lo habitual.
En fin, lo primero es estar seguro del pico. ¿Guerra de la cuádruple alianza? ¿De la oreja de Jenkins? ¿De los siete años? ¿La del 79? ¿A las órdenes de qué católica majestad me tengo que poner?
Entonces me fijo en que llevan prisionera a una dama. Y varios tipos con tartán que deambulan por los alrededores muestran cierto desacuerdo.
Aaaaaah, acabáramos, estos son jacobitas y los otros hanoverianos. Entonces, a mí ni fu ni fa. Desde la faena de Glenshiel, cuando los clanes nos dejaron con las posaderas al aire, que se arreglen entre ellos.
Yo les saco una foto para el álbum de historia y ya vale. Vamos a buscar por dónde se sale del dichoso agujero…