miércoles, 21 de abril de 2010

La ignorancia

Clave de lectura: Las diferentes caras de la memoria entre Irena y Josef, tras años de exilio.
Valoración: Muy bueno ✮✮✮✮✮
Música: Sinfonía nº 8 (III.Allegretto grazioso), de Antonín Dvorák ♪♪♪
Portada del libro La ignorancia, de Milan Kundera.

En La ignorancia, la verdadera protagonista es la memoria.

Mejor dicho, las diferentes caras de la memoria. Porque los mismos hechos tienen significados dispares para cada personaje.

Irena y Josef se cruzan en el aeropuerto de París, tiempo después de su primer encuentro de juventud. Son dos exiliados checos que viajan a Praga tras la caída del muro. Un lugar del que las calles y hasta la forma de hablar de la gente les parecen ahora ajenas.

Ella reconoce a aquel hombre que una vez la miró intensamente en una cervecería. Él no la recuerda en absoluto, pero no se atreve a confesárselo.

Irena está ilusionada. Quizá pudiera ocurrir algo entre ellos al fin. Quedan en llamarse para salir a cenar la noche anterior al vuelo de regreso.

Hasta entonces, cada uno recorrerá de nuevo su vida, las personas que han dejado atrás, las sensaciones, los detalles en apariencia insignificantes que los han convertido en quienes son. ¿Y quiénes son en realidad?

Milan Kundera... Escritor de los que se elevan por encima de la mayoría. De esos elegidos que, incluso cuando producen una obrita «menor», nos regalan algo especial.

¿Se me nota la admiración? Pues eso.


domingo, 18 de abril de 2010

La luz

Luz flotando en medio de la oscuridad.

La luz.
Detrás de mí,
o delante, o a un lado,
o quizás al otro, no estoy seguro
(estaba ebrio,
ebrio de vida).
La luz.
Tan cerca,
que casi hubiese podido
tocarla,
arder,
consumirme en ella.
La luz.
Difuminándose
paso a paso,
dejándome aquí,
vacío, sin nada,
sin nada.
La luz.

viernes, 2 de abril de 2010

La cabeza de mi padre

Clave de lectura: ¿Cómo encontrar tu lugar en el mundo si eres un emigrante húngaro en Argentina?
Valoración: Estimable ✮✮✮✩✩
Música: Por una cabeza, de Nicola Benedetti ♪♪♪
Portada del libro La cabeza de mi padre, de Kalman Barsy.

En La cabeza de mi padre, Kalman Barsy nos presenta a una familia húngara que emigra a Argentina. Y a continuación relata de qué manera afecta esa nueva vida a cada uno de sus miembros.

Zoltán, el padre, transmutado en Zoilo, añorará hasta el fin de sus días los picantes sabores culinarios que la esforzada madre no puede reproducir con los ingredientes locales.

El hijo mayor, Laci, de espíritu aventurero, se convertirá en el modelo cuya memoria planea sobre su hermano Attila.

Y este, el narrador, favorablemente dispuesto a las costumbres del país de acogida, será no obstante considerado con displicencia por quienes consideran que «húngaro» y «gitano» vienen a ser lo mismo.

Una novela estimable que gira alrededor de dos ideas: el sentimiento de pertenencia a un lugar y la falta de reconocimiento a los esfuerzos cuando se vive bajo la sombra de alguien más popular.

Para todos, a un lado y otro de la mar, un saludo.


viernes, 26 de marzo de 2010

Hace mucho tiempo...

En una galaxia muy, muy lejana...

John Williams hizo nacer una música que siempre nos dará fuerza.


martes, 23 de marzo de 2010

In memoriam

Flores para el recuerdo.

Recuerdos.

Hay ciertos momentos en que cerramos los párpados del presente, abrimos a cambio los ojos del alma y respiramos y vivimos...

De recuerdos.

miércoles, 17 de marzo de 2010

Hormiguero

Clave de lectura: Sentimientos de mujeres aisladas del mundo.
Valoración: Hermoso libro ✮✮✮✮✮
Música: Carol of the Bells, de George Winston ♪♪♪
Portada del libro Hormiguero, de Margit Kaffka.

Hoy tenemos una hermosa novela de Margit Kaffka: Hormiguero.

Publicada por vez primera en 1917, la acción transcurre en el interior de un convento de monjas.

Allí coinciden hermanas de todos los rincones del Imperio Austrohúngaro, con sus respectivas lenguas y costumbres, así como jóvenes novicias y alumnas de magisterio. Los únicos hombres con quienes tienen un trato habitual visten sotana.

Asistimos en este escenario a la enfermedad de la madre superiora, ya anciana, que ha de ser pronto sustituida en asamblea. Subrepticiamente al principio, y de forma declarada según se acerca el momento de la votación, van formándose tendencias que empujan a favor de modernizar las estrictas reglas de la comunidad o por mantenerse fieles a las tradiciones.

Y la adscripción a uno u otro bando tiene mucho que ver con las admiraciones que despiertan las candidatas. Unas simpatías reflejadas en detalles sutiles: miradas, sonrisas, gestos, susurros...

En su pequeño mundo, detrás de los muros que les sirven de frontera, esas mujeres experimentan las mismas emociones que el resto de la humanidad.

Celos, ira, incertidumbre, deseo de agradar, amistad, alegría, confusión… Quizá, incluso, algún brillo en la pupila no permitido. Tan leve como el sol de invierno.

Porque los afectos pueden convertirse en el centro de nuestra vida, dándole así su verdadero significado. Pero también ahogarse inconfesos, en profundísimo silencio.

Lo que nunca resulta fácil es hacerlos desaparecer.


martes, 2 de marzo de 2010

La bruja de abril

Clave de lectura: ¿Qué vida habría vivido Desirée de no haber sido abandonada?
Valoración: Muy recomendable ✮✮✮✮✩
Música: När en vild ros slår ut, de Eva Dahlgren ♪♪♪
Portada del libro La bruja de abril, de Majgull Axelsson.

Un breve comentario sobre La bruja de abril, de Majgull Axelsson.

Desirée, la protagonista y narradora, fue abandonada de pequeña debido a una lesión cerebral que ha ido empeorando con el tiempo. Ya sólo puede comunicarse soplando por un tubo conectado a un ordenador.

La única persona que se interesa por ella es el doctor Hubertsson, que casualmente había conocido a su madre.

Esta, que nunca quiso saber nada de su hija, acogió sin embargo a otras tres niñas hasta que una enfermedad la postró en una cama de hospital y obligó a que fueran devueltas a sus familias biológicas o reubicadas en otras nuevas.

Gracias a la información que le suministra el doctor, Desirée se determina a averiguar cuál de aquellas niñas, ahora ya mujeres, está disfrutando de la que hubiera debido ser «su vida».

Ayuda a su propósito un don único: la capacidad de liberar su espíritu y abandonar ese cuerpo que no funciona, introduciéndose en otros, viéndolo todo a través de ojos ajenos.

Relato complejo, intenso, absorbente. Plenamente recomendable.


sábado, 20 de febrero de 2010

El buen alcalde

Clave de lectura: Amor que sí, amor que no... La historia de Tibo y Agathe.
Valoración: Bienintencionado, pero le falta ritmo ✮✮✮✩✩
Música: Quiet City, de Aaron Copland ♪♪♪
Portada del libro El buen alcalde, de Andrew Nicoll.

El libro al que hacemos hoy los honores es El buen alcalde, de Andrew Nicoll.

En la pequeña ciudad de Dot, perdida en algún lugar de largos inviernos, hace años que Tibo Krovic es la primera autoridad municipal. Todos le conocen por su sobrenombre: el buen alcalde Krovic, ya que persona más amable no hay en el país. Cualquiera puede pararle en la calle y conversar con él, sabedor de que sus demandas serán atendidas. Así, bajo el reloj de la catedral que da perezosamente las horas, la vida transcurre plácida para los dotianos.

Bueno, no tan plácida. Hektor, un artista bohemio y macarra, es asiduo visitante de los juzgados, donde le defiende el obeso abogado Yemko Guillaume. Y su primo Stopak pasa más tiempo en la taberna de Las Tres Coronas que en su trabajo como empapelador. De manera que la señora Stopak, Agathe, se siente dejada de lado por mucho que se compre lencería fina o cocine sugerentes platos. Una pasada tragedia ensombrece el matrimonio.

¿Y el propio alcalde? También sufre un problemilla propio: está secreta y perdidamente enamorado de Agathe, que trabaja con él como secretaria en el ayuntamiento. Ah, no nos olvidemos de otro personaje importante: la anciana Mamma Cesare, dueña del café El Ángel Dorado y descendiente, según se ufana, de un largo linaje de hechiceras. Ni de una troupe de fantasmas circenses que tendrá su principal papel en el desenlace. Ni tampoco de santa Walpurnia, la patrona de Dot, una virgen barbuda que resulta ser la narradora de la historia.

Resulta paradójico que el pilar de la novela, el intento de transmitir vibraciones positivas, se convierta al mismo tiempo en su punto más débil, a mi modo de ver. La razón es el moroso ritmo en espiral elegido por Nicoll para que el lector se sienta cómplice de los dos protagonistas.

Así, vamos por la página 123 cuando Tibo se arma de valor para invitar a comer a Agathe. En la 171 se encuentran un sábado «por casualidad». Por la 200 o así, ya tenemos claro que también ella se ha enamorado, pero ninguno se decide a dar el primer paso. Al llegar a la 216, Agathe muestra su malhumor por que el alcalde aún no la haya desnudado con frenesí. Entonces entra otra vez en escena Hektor y todo cambia de rumbo. Vaya, empiezan a pasar cosas. Sólo que estamos a mitad del relato.

Otro posible aspecto a discutir sería que ese nuevo rumbo deriva en una extraña mezcla de géneros, coronada por un pasmoso final. Pero pelillos a la mar: seamos indulgentes con las inconsistencias y dejémosla como una obra de tono agradable, con buenas intenciones, que se deja recorrer sin problemas.

Hala, a sufrir con esos corazones rotos, yo me voy de cervezas al equivalente a Las Tres Coronas de mi barrio.


miércoles, 17 de febrero de 2010

Foto en Lepanto

Estatua de Cervantes en Lepanto, Grecia.

Un miserable y vil felón, bellaco, rufián, fementido, carne de galera, se atreve, ¡se atreve! a decir que Dulcinea es un vulgar ser de carne y hueso, no la más maravillosa princesa jamás soñada, y que se llama Aldonza.

¡Y me lo suelta a mí, en mis propias barbas!

Malhaya esas palabras, que yo haré prontamente que se trague.

Más le vale correr presto, porque a mandoble limpio he de verle arrastrarse por el suelo, humillándose ante la más fermosa figura, la más alta dama de todas las ínsulas y reinos que en el mundo han sido.

Pondrá su lindo pie sobre su cabeza y le suplicará le conceda el gran honor de ser su siervo, voto a tal. Voy a buscar mi adarga, que no sé dónde la he dejado...

domingo, 7 de febrero de 2010

Un frío amanecer

Un globo asciende al amanecer.

Era un frío amanecer.

Encendimos el fuego. La inmensa tela comenzó a hincharse, hasta que sólo las amarras pudieron retenerla.

Entonces, zarpamos.

El valle quedó lejos. Ascendimos más y más, navegando en busca de los vientos.

Pronto aprendí a escuchar los sonidos que me rodeaban. La llama que portábamos a bordo se confundió con mi propia respiración.

Mis ojos abarcaban el horizonte, mis manos querían tocarlo.

Aunque todo viaje tiene un final.

También cuando desconocemos el destino, cuando cada segundo es un minuto, cada minuto una hora, cada hora un día, cada día un año.

Cada año una vida.

Retornamos a tierra.

Y la vida continuó.