jueves, 27 de junio de 2024

Gorriones

Guacamayos en Copán.

Le observo agazapado tras los visillos, con ojos y paciencia gatunos, como si tuviera que decidir entre zampármelo o juguetear antes un rato con él.

O desahuciarlo al fin de su nidito. Ya puede piar milongas, ya, soy un arrendador a la vieja usanza, al estilo del que amenaza a la viuda en la segunda parte de El Padrino, ja, ja, ja… (si tuviera bigotes me los atusaría, satisfecho de mi maleficencia).

El gorrión no cesa en sus llamadas desde el alféizar. Imagino lo que andará anunciando desvergonzadamente: «Chicaaaaas, estoy libre y tengo casaaaaa, ¿quién quiere venirse a vivir la vida conmigooooo?».

Solo que «su» casa es en realidad «mi» casa. Mi aparato de aire acondicionado, por más señas. El muy cuco ha metido cuatro ramas en un hueco ya bastante lleno de cables y lanza el reclamo de amor con desprecio por la propiedad y las leyes del inquilinato.

Así como se aparta de cualquier admonición en pro de la castidad franciscana. Un pisito así hay que aprovecharlo, parece difundir su pío pío al viento.

Varios días más tarde, el constante batir de alas junto a la ventana atrae de nuevo mis sospechas. Gorrión y gorriona, gorriona y gorrión, van y vienen del hogar al Ikea más próximo (el jardincillo de abajo). Las cuatro ramas se han convertido en un sofá Eskilstuna y un somier Lingör por lo menos.

De acuerdo, me confieso vencido. Quería ser el casero malvado, pero me falta carácter. El amor prevalece y el hueco del aire acondicionado verá abrir cascarones a una nueva generación. Voy a ponerles alpiste y una piscina para el verano, ya que estamos.

P. D.: Foto de guacamayos, foto de cuervos, de pigargo, de gaviota, de pollo de corral, de pelícano, de colibrí… ¿Dónde habré guardado yo una foto de gorriones? Bueno, no le demos más vueltas: que sea de guacamayos, nadie lo va a notar. ¡Amor, amor!


lunes, 24 de junio de 2024

El príncipe destronado

Portada del libro El príncipe destronado, de Miguel Delibes

Título y autor/a:El príncipe destronado, de Miguel Delibes.
Clave de lectura:Quico nos narra un nuevo día en su vida.
Valoración:✮✮✮✮✩
Comentario personal:Solo puedo opinar cosas positivas de este libro.
Música:El reloj, de Lucho Gatica ♪♪♪

Las obras de Miguel Delibes, aparte de sus virtudes temáticas y compositivas, nos permiten beber en un verdadero manantial del idioma. Vaya secreto vengo a desvelar, ¿verdad?

Quico, con casi cuatro años, ya no es el centro de la familia desde que llegó su hermanita Cris. Narrado en primera persona, asistimos a través de sus ojos a un escenario de soterrada competencia.

Si hace trastadas va a venir a buscarlo el diablo. El fuego será su nuevo hogar, como el que expulsa rescoldos dentro de la estufa de carbón.

Juan, otro hermano, le utiliza cuando conviene para juegos. Cuando no, le aparta de su lado o le hace rabiar.

La Vítora, empleada de la casa, se resiente de que a su novio, el Femio, le haya tocado la mili en África. Seguro que va detrás de las negras para lo que los hombres andan buscando… Quico le chilla que «deje de morderla».

La Domi, su niñera, también prefiere a la niña, «a-ta-ta», y amenaza con cortarle el pito si se vuelve a repasar en la cama.

Papá y mamá se pelean. Mamá parece siempre muy nerviosa. Papá opina que solo lo que él piense es lo correcto y que las mujeres no deberían salir de la cocina.

En la «guerra de papá» mató a más de cien malos. La suya era una causa sagrada.

Así, desde la mañana hasta la hora de acostarse del 3 de diciembre de 1963, tras el sobresalto de la punta que supuestamente se ha tragado, una nueva fecha transcurre para todos.

La tía Cuqui y Emilio, el médico que le mira y que tanta familiaridad muestra con mamá —«ten serenidad, bobita», «también yo tengo ganas», «no puedo ahora», «eres tonto»…—, opinan que Quico es El príncipe destronado y por ello se porta como se porta.

Riqueza de tema, de composición, lingüística... Originalidad, penetración psicológica, un trasfondo susurrante de tinieblas personales...

Solo puedo opinar cosas positivas de este libro.


Lo malo es si alguien piensa que al regalarte un tanque te estoy inculcando sentimientos belicosos. Hay personas que prefieren hacer de sus hijos unos entes afeminados antes que verles agarrados a una metralleta como hombres.

jueves, 20 de junio de 2024

Retrato sobre fondo azul

Trabajador en una salina de Bali.

Vacía el mar para obtener su sal. Cada paso se convierte en un visible esfuerzo encorvado.

Tras descargar sobre la artesa, se percata de mi presencia. Y sonríe. Una anchísima sonrisa.

La sonrisa más sincera de todo el mundo.

Una sonrisa de retrato.


lunes, 17 de junio de 2024

Hormigón

Portada del libro Hormigón, de Thomas Bernhard

Título y autor/a:Hormigón, de Thomas Bernhard.
Clave de lectura:La vida de Rudolf es un cúmulo de sensaciones de disgusto.
Valoración:✮✮✩✩✩
Comentario personal:Sí que es un disgusto, sí.
Música:El sueño de una noche de verano (Obertura), de Felix Mendelssohn ♪♪♪

Hormigón, de Thomas Bernhard, es una novela con prestigio crítico.

El protagonista, Rudolf, desgrana en un soliloquio la infelicidad que le aqueja. Intenta redactar la biografía de Mendelssohn pero, por unas razones u otras, se encuentra encallado.

Dichas razones podrían resumirse en su carácter misántropo: no está cómodo en compañía de nadie ni le gusta hacer nada.

Sobre todo, le irrita que su hermana Elisabeth no pare de entrometerse. Ella debe de ser la causa que le impide avanzar, con su carácter tan contrario al arte. Aunque tampoco se vea capaz de cortar lazos.

Y el desagrado existencial termina encauzándose en un escaso aprecio hacia su misma persona. La neurosis es la dueña de cada día. La obsesión. El amor-odio imposible de resolver.

Por otro lado, gracias a la herencia de sus padres no sufre de problemas materiales. Decide entonces viajar desde su residencia austriaca de Peiskam a Palma de Mallorca.

Pero es que —con vuestro permiso, interrumpo aquí la sinopsis, me da lo mismo que el argumento continúe si lo hace hacia la nada— tantas angustias lo único que me transmiten es incredulidad. No consigo descifrar el derrotero de esta historia. Cualquier sentido, ni lógico ni empático.

Deduzco que el autor quiso escribir la proverbial «gran obra» sobre la tragedia de la vida, llena de reflexiones trascendentales en cada coma y, de tan «profunda», se convirtió en insondable. Su horripilante pesadez casi me vence los párpados.

Ayuda al fastidio el conglomerado estructural, de párrafos eternos, repetitivos, deslavazados, rebeldes a la ortografía —¿rebeldes sin causa?— que exhibe como marca personal. Con fuerza de voluntad alcanzo la última página, pero en modo cascarrabias.

En definitiva, solo a cada uno de vosotros, si os acercáis al texto de Bernhard, compete la última palabra. Todos hallaréis vuestra verdad.


Me conozco demasiado bien para no saber qué voluble puedo ser y, dentro de dos días, todo puede ser totalmente distinto y haber cambiado por completo y, posiblemente, unas cuantas veces en dos días en todo y por completo. Pero estaba seguro de que Palma era lo acertado.

jueves, 13 de junio de 2024

Nuestro mundo (XIX)

Museo Memorial de la Guerra en Lofoten.

Con motivo del aniversario del desembarco en Normandía, han proliferado los documentales televisivos que analizan la histórica jornada.

En uno de los que he visto, diversos supervivientes comparten sus recuerdos: las horas previas al «Día D», las impresiones nada más caer el portón de las lanchas —desde su interior y desde la orilla—, si consideran que el objetivo valía de verdad la pena habida cuenta del riesgo personal, si volverían a participar…

Y las palabras de un anciano me llaman tanto la atención como para buscar bolígrafo y dejarlas anotadas:

Si hubiéramos llegado con suficiente rapidez habríamos evitado la invasión […]. No éramos fanáticos, teníamos valor para combatir. Era nuestro deber. Habíamos aprendido a morir por la patria […]. Lo digo sin reservas: sigo estando muy orgulloso de haber pertenecido a las Waffen SS.

Es decir, alguien que a estas alturas debe de conocer plenamente el significado de su Reich, añora los «valores» por los que luchó y se lamenta de que la punta de velocidad de sus Panzer fuera insuficiente para vivir aún bajo ellos.

Podría buscar excusas por un condicionamiento que anuló su capacidad de distinguir lo abyecto, pedir perdón por los millones de víctimas y dedicarse a trabajar para compensarlo.

Pero no. No ha olvidado nada ni ha aprendido nada.

Así siente aún una parte de nuestro mundo en este calendario de 2024.

Qué desalentador.

P. D.: Si alguien tiene curiosidad, saqué la foto en un pequeño museo de la localidad noruega de Svolvær, el Lofoten Krigsminnemuseum, dedicado a la ocupación durante la Segunda Guerra Mundial.


lunes, 10 de junio de 2024

La última función

Portada del libro La última función, de Luis Landero

Título y autor/a:La última función, de Luis Landero.
Clave de lectura:Un intento de reconducir vidas incompletas.
Valoración:✮✮✩✩✩
Comentario personal:Me resulta indiferente.
Música:Homenatge al Misteri d'Elx, versión de Jordi Savall ♪♪♪

De acuerdo con reseñas dentro y fuera de la blogosfera, Luis Landero es uno de los gigantes de nuestro panorama literario y La última función un libro que lo demuestra.

Por eso me animo a leerlo. No me puedo quedar ajeno —pienso—, tengo que participar en la fiesta.

Pues siento decir que el disfrute se queda bastante por debajo de mis expectativas.

Como descargo, no me atrevería a criticar a un Premio Nacional de las Letras en vano. Simplemente, mis gustos personales y los de lectores más perspicaces no tienen por qué coincidir.

La trama gira alrededor de dos figuras principales, aunque quizá Tito Gil disfrute de algo más de relevancia por el hecho de desencadenar los acontecimientos que van a poner patas arriba San Albín.

El protagonista regresa a un pueblo serrano en decadencia, que rumia su pasado mientras avanza hacia la desaparición. Los jubilados que se apiñan en el bar le recuerdan, le reciben, desean ser partícipes de su proyecto.

Aunque se considere a sí mismo un fracasado, propietario de una gestoría administrativa por influencia paterna en lugar de haberse dedicado en cuerpo y alma al arte. A la interpretación, gracias a su voz prodigiosa.

Ahora desea redimir ese sueño, levantando una obra teatral en la que los propios vecinos asuman los papeles. Reescribirá la antigua leyenda de la Santa Niña Rosalba y cada uno tendrá al menos una frase que pronunciar.

Pero hace falta alguien que interprete a la heroína. Alguien como Paula, ahogada en un matrimonio y una vida tan mediocres que se deja llevar sin inconveniente por un error de identidad (la confunden cuando sale del tren en el apeadero).

Los ensayos, los decorados, la música, cada pieza del andamio se construye en un postrer intento por cambiar el destino. Avisan a televisiones, autoridades, al mundo, para que todos los observen. Como resultado…

Hay un resultado, desde luego. O dos, uno público y otro que atañe a Tito y Paula. No obstante, el desarrollo para llegar a él me hace perder paulatinamente el interés en lo que estoy leyendo y, por desgracia, no recuperarlo.

Landero escribe con voz personal, tanto como la que se supone adorna a Tito en el relato, pero aquí no pasa del mero ejercicio de sonido. La melancolía del texto me resulta indiferente. La historia, muy forzada. El mensaje queda lejos de cualquier revelación.

No me deja ningún poso, vaya. Ojalá otra vez...


De todas las doncellas, la más hermosa y codiciada por el conde de Berbellido es Rosalba. Este era el papel principal de la obra. También ella oye y ve al caballero, pero no sucumbe a sus encantos ni acude a la llamada, porque la fuerza de su pureza y su amor a Dios y a San Albín la hacen inmune al hechizo satánico.

jueves, 6 de junio de 2024

«Día D»

El crucero Belfast anclado frente a la Torre de Londres.

El 6 de junio de 1944, la esvástica ondeaba en Europa. Uno de los mayores símbolos de devastación de cualquier tiempo.

Esa madrugada, el crucero Belfast, encabezando la flota aliada, abrió fuego sobre el «Muro del Atlántico».

Lanchas de desembarco, playas, campos de alambre, ametralladoras con rojas bocas hambrientas.

El «Día D» es la historia de aquellos hombres. Pagaron por su anhelo un precio.

Nuestra historia. Nuestro anhelo. Nuestro precio.


lunes, 3 de junio de 2024

Raíces amargas

Portada del libro Raíces amargas, de José Vicente Ortuño

Título y autor/a:Raíces amargas, de José Vicente Ortuño.
Clave de lectura:Autobiografía de un hombre devastado por la violencia.
Valoración:✮✮✮✮✩
Comentario personal:Difícil de calificar en términos literarios. Impresiona.
Música:Al alba, de Luis Eduardo Aute ♪♪♪

Existió cierta corriente en la literatura española de posguerra denominada «tremendismo».

Se caracterizaba por presentar la vida de una forma violenta, crudísima, con personajes y tramas tallados a martillo, lenguaje de aristas no menos cortantes y sufrimiento generalizado.

Pues bien, el título de hoy, si bien publicado décadas más tarde, pulveriza cualquier ejemplo de tremendismo que yo recuerde.

Raíces amargas es, técnicamente hablando, la primera parte de una autobiografía: la de José Vicente Ortuño.

Nacido en 1933 del atípico matrimonio entre un padre boxeador y una madre de la «buena sociedad» albaceteña, la traición y los ajustes de cuentas comenzaron pronto a marcar su destino.

Al estallar la guerra, Charles Vicente, el padre, se convirtió en uno de los más sanguinarios líderes de milicias de la ciudad. La propia familia de su mujer fue criminalmente diezmada en las checas y prisiones de retaguardia. En 1939, como figura destacada del partido comunista, se exilió a Francia. Hizo caso omiso de sus lazos y allí volvió a casarse.

La sed de venganza de los vencedores no quedó atrás. Alcanzó a la misma María, la abandonada madre, de personalidad arrolladora contra la injusticia, adorada por protectores como El Maestro Barba, Jesús, Vargas el gitano, el Lobo, el Rata…

Un escuadrón de la muerte falangista, visto que no podían acabar por los medios habituales con ella debido a su apellido, se encargó de que el veneno hiciera su labor.

El niño fue creciendo convencido de que, salvo raras excepciones, los seres humanos somos la hez de la Tierra. Todos aquellos que hubieran podido tener relación con el asesinato de María —Basilio, su propio hermano, el más señalado— sufrirían las consecuencias.

Capturado a los diecinueve años y condenado por lo que parecía un intento de asalto al domicilio de uno de esos culpables, la cárcel endureció aún más, si cabe, su determinación.

Y las condiciones de esclavitud en las que ayudó a construir una de tantas presas orgullo del régimen para «redimirse» —un día de trabajos forzados contaba como día y medio de celda—, completaron la metamorfosis. Si quería sobrevivir debía ser aún más inicuo que el más inicuo, más duro que el más duro, más despiadado que…

Tras fugarse al otro lado de la frontera, reclamado por el padre para ocupar también un puesto en el organigrama del partido, sus avatares políticos se entrelazaron con los personales. La bajeza de los comunistas solo se entendía al compararla con la de los fascistas.

Y cuando esos «camaradas» ávidos de poder comprendieron que no podían ponerle grilletes, organizaron su perdición y previsible muerte a manos de la policía. Siempre viene bien un mártir para la causa revolucionaria.

El volumen finaliza con una persecución a gran velocidad por las calles de Marsella. Si le hubieran atrapado los sicarios... Pero consiguió llegar a un lugar donde refugiarse. Puso su firma en un documento de enganche a la Legión Extranjera.

La verdad, tras la lectura se me ha quedado la boca seca. Destila un nivel tal de agresividad, de ganas de acabar con todo y con todos, que el autor explica a partir de los traumas sufridos en la infancia, como es difícil encontrar por escrito. Navaja y pistola le acompañan.

Aparte de la obsesión hacia su madre —llega a desenterrar el ataud, para espanto de Vargas el gitano, en su deseo de arrancar un mechón de pelo—, y excepto por la presencia de tres o cuatro «hombres justos» que se cuelan en el relato —son más frecuentes las «mujeres justas»—, el mundo de Ortuño parece construido sobre una pesadilla.

En fin, si alguien más quiere sentir frío sobre los huesos, no podría elegir mejor libro.


El rebelde no está en la libertad; el rebelde quiere destruir y matar. La señal de la libertad es el pensamiento, y el que mata no piensa.