Hubo una ciudad bajo tierra. Muy antigua.
Túneles laberínticos, piedra horadada centímetro a centímetro.
Alguien había vivido ahí, buscando protegerse.
Yo alcé la vista desde esos mismos túneles.
Por aquel pozo vi que iluminaba el sol.
Música, libros, fotos, historias, pensamientos, ficciones, viajes y qué sé yo cuántas cosas más...
Hubo una ciudad bajo tierra. Muy antigua.
Túneles laberínticos, piedra horadada centímetro a centímetro.
Alguien había vivido ahí, buscando protegerse.
Yo alcé la vista desde esos mismos túneles.
Por aquel pozo vi que iluminaba el sol.
El ejército de la sombra es una notable novela gráfica de Olivier Speltens. Autor total, ya que se ocupa tanto del texto como de las imágenes.
Al comienzo del primer tomo, el soldado Kessler y sus amigos dejan un campo de entrenamiento de la Wehrmacht, al mando del Feldwebel Hartmann. Son jóvenes y están deseosos de entrar en combate.
La fecha, noviembre de 1942. Su destino, una ciudad llamada Stalingrado.
Al final del segundo tomo, en 1945, los Popov llegan a las puertas de Berlín.
Entre medias asistimos a grandes batallas, como Kursk, y a pequeños golpes de mano que hacen de Kessler una persona totalmente distinta.
Los protagonistas no pensaban que estuvieran al servicio del mal. Les habían enseñado que eran los buenos, los heroicos, los nobles guerreros del Reich.
Y su viaje interior se desarrolla en paralelo a su retirada a través de las estepas. Pierden cualquier atisbo idealista, más allá de la lealtad entre ellos mismos. Llegan a la comprensión de lo que significa la guerra, la gran mentira de la guerra.
El dibujo, por decirlo en palabras llanas, resulta una pasada. ¡Qué elección de colores! ¡Qué detalle en el trazo! ¡Qué realismo! Cuidado hasta lo más mínimo, tanto en máquinas como en rostros. Maestría en su género.
Un último comentario: la traducción opta por conservar numerosas expresiones en alemán y unas cuantas en ruso (con glosario). Lo que podría resultar chocante al principio (¿por qué llamar Feldwebel a un sargento?), a la postre contribuye a la inmersión lectora. Así que decisión discutible pero efectiva.
En estos tiempos en los que todo empuja al «exilio interior», a aislarse de la vida política.
Porque provoca tal reacción de incredulidad, que no se atisba otro remedio para mantener intacta la cordura.
En estos tiempos en que destruir, separar, humillar, deberían ser elegidas palabras del año
En los que la amoralidad compite con la falsedad, la corrupción y la ineptitud en el reparto del pastel.
En estos tiempos, en fin, en que la sociedad justa parece un imposible y los culpables, quienes hemos martilleado los sillares, somos nosotros mismos…
Solo nos queda un último pilar que las piquetas no han conseguido hundir, a despecho de su ferocidad.
La Constitución.
Tan imperfecta como cualquier obra humana.
Tan necesaria como cualquier sueño humano.
Como escribo cada año, cada 6 de diciembre…
¡Viva la Constitución Española!
¿Cómo funciona el mundo?
El mismo que se nos va rápidamente por el desagüe. El único que tenemos.
No es una pregunta que se pueda responder en pocas frases.
No obstante, ese parece ser el propósito de Pedro Baños en El dominio mundial: mostrarnos ciertos Elementos del poder y claves geopolíticas.
Comienza con la situación del poder militar, el más obvio para lanzar el mensaje de que tienes un garrote grande y, si quisieras, podrías zurrar a cualquiera.
Después pasa a la capacidad económica, el verdadero poder. Baños recuerda que, a lo largo de la historia, gran parte de los conflictos se han originado para obtener ventajas de este tipo.
La diplomacia obtiene la calificación de poder no tan blando. ¿No tenemos sentimientos de simpatía o antipatía por otros países, construidos a menudo más por intuiciones que por hechos concretos?
La labor de la diplomacia consiste en eso, en influir para que los demás favorezcan de buena gana nuestros intereses.
Y no muy lejos andan los servicios de inteligencia, que proporcionan el poder de la información.
El análisis también cubre los recursos naturales, el territorio y la población, las potencialidades intangibles —como la cultura o la identidad colectiva, en las que el uso del cine tanto tiene que ver—, la tecnología, la comunicación estratégica…
El aspecto más destacado del libro es que relaciona en una malla numerosas noticias, datos y tendencias de las que probablemente el lector tenía conocimiento por separado. Como si dijese: «Mira esto, esto y esto, ahora ten en cuenta esto otro, acuérdate de aquello, ata cabos…».
No obstante, la sensación es que pretende allanar demasiado el camino, para que las conclusiones de cada uno coincidan inevitablemente, qué casualidad, con la exposición.
Un poco… manipulador.
La vida surge a mi alrededor, transcurre frente a mis ojos, se refleja...
Y a veces la veo pasar de largo.
Broooooooooom…
Levanto la mirada y veo un caza pasar bajo.
Broooooooooom…
Y a los pocos segundos, el compañero.
Dos F-18 vuelan hacia el mar a baja cota, sobre los campos de Pimiango. Esto no me lo esperaba, la verdad.
¿Van a la batalla? ¿Nos invaden?
¿Quiénes? ¿Quiénes pueden llegar desde el norte?
No serán... ¡No! ¿Otra vez ellos?
¿Los vikingos noruegos? ¿Los de los cascos raros?
¡A mí las mesnadas!
Un errante.
Vaga sin descanso, recorriendo siempre la tierra.
Indómito, lejano, sin ataduras ni gatera.
Ah, Perveval, Perceval, yo sé bien lo que buscas. Conozco el secreto.
Camina hacia aquí y será tuyo.
Grial, Grial, Grial…
Galleta, galleta, biss, biss, bisssss…