miércoles, 30 de enero de 2019

El hombre anumérico

Clave de lectura: Hay que saber matemáticas, por la cuenta que nos trae.
Valoración: Sí, pero... ✮✮✮✩✩
Música: El arte de la fuga (Contrapunto XIV), de J.S. Bach ♪♪♪
Portada del libro El hombre anumérico, de John Allen Paulos.

Nueva lectura que va a parar al grupo de las de «no lo tengo muy claro», las que reparten alegrías y tristezas por igual.

Y eso que en gran parte cumple su objetivo, lo reconozco. El hombre anumérico, de John Allen Paulos, alerta con convicción de las consecuencias de vivir de espaldas a las matemáticas.

Suena a tópico, pero a menudo, para justificar una actitud escapista, decimos que somos «de ciencias» o «de letras». Como si entender el grado de fiabilidad de una encuesta tuviera que ser virtud de los primeros y escribir sin faltas de ortografía de los segundos.

Paulos ilustra con casos prácticos el rechazo popular a los números, el anumerismo, en un mundo que por el contrario rebosa de sus aplicaciones.

Nuestra dejadez podría impedirnos discernir que, aunque un suceso A esté correlacionado con otro B, no significa que A sea la causa de B.

O que tomar una decisión A, porque de alguna forma nos la presenten con ropajes más atractivos, puede perjudicarnos probabilísticamente en comparación con la B.

O que, en la tesitura de elegir entre las candidaturas de A, B y C, según como se ordenen las preferencias al votar, podría resultar vencedora… la menos deseada.

En este sentido, como decía, el autor se muestra convincente. La ignorancia matemática voluntaria, aun en personas de formación académica avanzada, nos hace más manipulables. Hay que intentar perder el miedo.

El problema por el que me resisto a darle buena nota es que, ejemplo tras ejemplo tras ejemplo dando vueltas sobre los mismos temas, el libro llega a resultar… En una palabra: pesado.

Exceso de argumentación, qué paradoja. El demonio del aburrimiento sonríe al acecho. Cosquilleo de tentaciones para avanzar entre sus páginas «en diagonal».

Pero a mí ni caso, ¿eh? Ojalá continúe siendo el superventas que se publicita y su éxito aproveche a los lectores.


jueves, 24 de enero de 2019

El paseo

Clave de lectura: Es todo tan abstracto, que...
Valoración: Paso palabra ✮✮✩✩✩
Música: Nouvelles Aventures, de György Ligeti ♪♪♪
Portada del libro El paseo, de Attila Bartis.

El segundo libro del año me deja igual de dubitativo que el primero. También es casualidad.

La protagonista y narradora de El paseo nace en un país en posguerra. Su presentación incluye algunas «trastadas», que, por ejemplo, los amantes de los gatitos preferirían no leer.

Tras fallecer el abuelo con quien reside, antes famoso bailarín, la llevan a un orfanato de monjas. Aunque lo que parece la revolución húngara del 56 vuelve a trastocar violentamente su destino.

Un balneario sui géneris, en compañía de su tío abuelo fotógrafo y otros personajes pintorescos, se convierte ahora en su lugar de acogida, donde se va haciendo mayor.

Todo en un mundo entre onírico y absurdo. Atisbo que quizá sea esa la intención de fondo del autor, Attila Bartis, transmitirnos la falta de unas metas existenciales definidas tras sobrevivir a los desastres del siglo XX.

Por desgracia, la misma falta de metas lastra el conjunto. O yo, en mi despiste, no centro hacia dónde se desarrolla la historia. Me pierdo entre sus brumas.

A ver qué tal se da el siguiente.


miércoles, 16 de enero de 2019

Escuela nocturna

Clave de lectura: Todavía no la he encontrado.
Valoración: Tampoco sé qué decir ✮✮✩✩✩
Música: Sextet, de Steve Reich ♪♪♪
Portada del libro Escuela nocturna, de Zsófia Bán.

La primera lectura de la temporada y no sé qué opinar. Empezamos bien...

En su aspecto formal, los relatos de Escuela nocturna descansan en bloques de asignaturas: Inglés-Tareas del hogar, Geografía Humana Nacional-Naturaleza, Física-Biología, etc.

Sin embargo, estas denominaciones son motivo genérico más que base temática.

Y dicha base brilla por su ausencia. O, al menos, Zsófia Bán despliega una inventiva surrealista tan, tan personal, que no llego a interpretarla.

Es decir, entiendo el exterior de las palabras, su literalidad, pero igual que si fuera una retahíla sin demasiado sentido.

Tampoco se debe a la traducción, a la que incluso impondría una medalla al mérito. Simplemente concluyo que es un libro demasiado «raro» para mí.

Me quedo en el limbo.


jueves, 10 de enero de 2019

Feeling Good

¿Cómo inauguramos este nuevo año? Veamos...

Mejor dicho, escuchemos: Joan Chamorro y Andrea Motis interpretan Feeling Good.


jueves, 6 de diciembre de 2018

Manifiesto cívico (VII)

Paraguas con los colores de la bandera española.

Cuando redactamos la primera, allá por 1812, supuso un avance impresionante. Y digo redactamos, en primera persona, porque es un acervo del que sentirse orgullosos, como si hubiésemos estado allí.

De repente, a la voluntad o el simple capricho de un rey «por gracia divina» le contestaban palabras como Nación, ciudadanos, electores y derechos.

De la misma manera, la Constitución de 1978 nació con un propósito: nunca más sujetos, no ya a la voluntad o simple capricho de un rey, sino a cualquier tiranuelo.

Conviene tener muy claro, por tanto, qué es la Constitución. Y también qué no es.

Su raíz, principio y origen es la soberanía del pueblo español, del que emanan, como señala el artículo segundo, los poderes del Estado.

Es decir, muchos millones de conciencias, voluntades, formas de pensar y sentir, que compartimos nuestras vidas en sociedad.

La Constitución es un acuerdo. Obliga a renuncias particulares para obtener a cambio un bien común que no aparte a nadie.

Ni siquiera a quienes quisieran apartarse por sí mismos, por no aceptar otra cosa que su propia e «iluminada» visión del mundo. Incluso a ellos la Constitución los protege.

Por otro lado, la Constitución no es una panacea. La desigualdad, la injusticia, la violencia —la lista sería larguísima—, no se resuelven solo con un libro en la mano. Hay que remangarse con pico y pala.

¿Nos hace entonces la Constitución más fuertes? ¿Seguiremos celebrándola? ¿Defenderemos con fe sus valores? ¿Merecen de verdad la pena sus objetivos?

Garantizar la convivencia democrática dentro de la Constitución y de las leyes conforme a un orden económico y social justo.

Consolidar un Estado de Derecho que asegure el imperio de la ley como expresión de la voluntad popular.

Proteger a todos los españoles y pueblos de España en el ejercicio de los derechos humanos, sus culturas y tradiciones, lenguas e instituciones.

Promover el progreso de la cultura y de la economía para asegurar a todos una digna calidad de vida.

Establecer una sociedad democrática avanzada, y

Colaborar en el fortalecimiento de unas relaciones pacíficas y de eficaz cooperación entre todos los pueblos de la Tierra.

Sí, definitivamente la merecen.

¡Viva la Constitución Española!

martes, 13 de noviembre de 2018

Pregunta sin respuesta

Silla desvencijada junto al lago.

Cuando no sabes qué decir. Ni siquiera qué decirte a ti mismo.

Cuando todo parece un círculo, sin un lejos, sin un cerca, sin un quizá liberador jamás.

Cuando no puedes distinguir, un día y otro día, cuál es la pregunta y cuál es la respuesta.

Aún te queda el silencio. Calla. Escucha. Solo escucha…

martes, 6 de noviembre de 2018

El rincón de los niños

Carro de helados.

Niños los hay de muchas edades.

Sobre todo, al pasar junto al carrito de los helados.

miércoles, 31 de octubre de 2018

Concierto para grupo y orquesta

Concierto para grupo y orquesta, del compositor y teclista de Deep Purple Jon Lord. Si no lo conocéis, una revelación.


lunes, 29 de octubre de 2018

Tierra de campos

Clave de lectura: Memoria de una época en Madrid.
Valoración: Bueno ✮✮✮✮✩
Música: La chica de ayer, de Nacha Pop ♪♪♪
Portada del libro Tierra de campos, de David Trueba.

Fluidez. Esa es la palabra que andaba buscando para empezar el comentario.

Fluidez narrativa. Naturalidad. Cada escena tiene su porqué en el transcurrir de la historia de Tierra de campos.

Una historia que son los recuerdos de Dani, el protagonista, alternados con el viaje que hace en el presente al pueblo de su padre para enterrarlo.

Una retrospectiva, ya bien pasados los cuarenta, hacia el viejo barrio madrileño de Estrecho, el colegio, los amigos, los inicios en el mundo de la música, el amor...

Hacia el rebelde y provocador Gus. Hacia el padre, la madre, Animal, Oliva, Keiko, todos quienes han jugado algún papel para convertido en la persona que es.

Fama. Caída. Resiliencia.

Y cuyo resultado supone también la memoria de una época.

Mi enhorabuena a David Trueba.


martes, 23 de octubre de 2018

Samarcanda

Atardecer en Samarcanda.

Atardecer en Samarcanda.